Mañana será (4)

HÁZLO. Es tu oportunidad. Es ahora o nunca, inténtalo. Hoy es, por fin, hoy será: . Cerré los ojos, nos acercamos y...

Mañana Será IV

((Primera parte en http://todorelatos.com/relato/31259/ ))

((Segunda parte en http://todorelatos.com/relato/31717/ ))

((Tercera parte en http://todorelatos.com/relato/31906/ ))

Una sonrisa se esbozaba en mi cara, con las manos atrás de mi cabeza recostado en la cama. Me parecía aún oler su olor, sentir su piel, oír su respiración, ver su cuerpo marcado entre las sábanas. Su presencia aún estaba ahí.

Pasaron como diez minutos en lo que procesaba lo que había pasado, cerré los ojos y sentía el latir de mi corazón, rápido, fuerte con emoción; había dado el primer paso.

"¡¡¡NO!!! Ya no lo hagas… "había desaparecido.

Ya no había lucha interior, ahora todo mi ser decía:

"HÁZLO. Es tu oportunidad. Es ahora o nunca, inténtalo. Hoy es, por fin, hoy será."

Me levante como rayo, quería bailar, cantar, gritar, todo me parecía bien. Desde la tele se empezó a oír una canción, nueva, rara, diferente, pegajosa, extraña. Un video en MTV. Se acercaba una voz en rumano.

Maiahiiiiii, Maiahuuuu, Maiahaaaaa, Maia ha haaaa

Nunca había visto ese video, tres tipos, sin preocupaciones, sin temor, sin discriminación, vivían su amor. Me identificaba con el video, con la música. Era mi utopía, mi esperanza.

Ma primeste fericeira (Mi primera felicidad).

No podía dejar de relacionarlo, conmigo Numa numa iei, numa numa numa iei.. Cantaba, esa y cualquier canción. Estaba feliz. Cada vez que oyera esa canción recordaría la noche anterior

Me arreglé y salí de mi cuarto, me dirigí al comedor. Los encontré ahí, entre ellos Genito, que me miraba con complicidad y con algo de pena. Creo que dentro de sí había el temor de que yo contara lo que había sucedido entre nosotros.

-¿Qué vamos a hacer hoy, gueyes?

  • Pues no se. Que tienen planeado

  • Por que yo había visto lo de irnos en una lanchita a una islilla aquí cerca.

  • Pero ya es muy tarde

  • Sale a la una de aquí del hotel.

  • No sé, estamos cansadas Natalia y yo, y si vamos a salir en la noche mejor no.

  • Entonces no salgan en la noche, pero vamos está chido.

  • Pues bueno, Ok vamos.

Nacho, siempre el organizador del grupillo de amigos, muy amigo de Eugenio, también muy buen amigo mío, muy suspicaz, nos miraba a nosotros dos, parecía sospechar algo. Nos lanzaba sonrisitas inculpantes con un lenguaje no verbal, pero que dice más que mil palabras.

Ahora estábamos bailando en el yate que nos llevaba a aquella isla. Una pequeña grabadora y muchas chelas (cervezas). Suficiente para ponernos en ambiente; bailando y bromeando. Entre esos juegos Genito hacía como si bailara conmigo, como "llegándome por atrás". Todos reían, y yo disimulaba la erección que me provocaba cada vez que hacía eso.

El alcohol, las risas y el calor nos dejaron a todos en un sopor, una embriaguez que sentíamos que flotábamos, el tiempo pasaba más rápido, inhibidos, sin preocuparnos por nuestras reacciones, descendimos en la isla y recorrimos un par de bares hasta acabar tirados en la playa.

Y como antes había sucedido. ¿ Se acuerdan ?

Estoy acostado en la arena, con él, si con él. Ya con unas copas encima (borrachos), desvariamos él, unos cuantos amigos y amigas y yo en la fiesta en una pequeña isla de vacaciones. El juego era voltear una serie de cartas, depende de lo que saliese serio la cantidad que tomáramos. Tomamos mucho, seguimos en la 'peda' un rato. Bailamos, debrallamos e hicimos la sarta de idioteces que acostumbran hacer los borrachos. Después de unas horas y acercándose la puesta de sol, cansado mi amigo, mi mejor amigo (hermano diría él), nos acostamos en la suave y blanca arena caribeña viendo la inmensidad del océano.

Esta vez, mucho mas feliz que cuanto estábamos acostados en el pasto los dos aquella vez.

Era el momento cumbre de mi vida. Si sólo pudiera congelar ese momento, era Nirvana, el Cielo. El Sólo estar con él.

  • Oye

  • ¿Qué?

  • Te acuerdas

  • ¿De que?

  • De cuando estábamos los dos en el pasto ese día en la fiesta

  • Si, me acuerdo.

  • ¿Qué pensabas?

  • En decirte lo que siento por ti

  • Ha de ser difícil ocultar ese tipo de cosas

  • Si, así es

  • Y has de mucho.

  • Si, no es tan fácil como el amor entre hombre y mujer.

  • Aha

  • No puedes decirle a alguien que le gustas tan fácilmente, no puedes decirle a nadie, ni mostrar tu amor. Pero supongo que tener un amigo que te diga que le gustas también es difícil.

  • Es raro. Contrario a lo que podrá pensar cualquiera, me siento alagado, me da pena, se siente bien y más si me lo dice un amigo como tu.

  • ¿Hubieras preferido que nunca te dijera?

  • No. Que bueno que eres como eres. Que me quieres. Creo que… yo también te quiero un poco.

  • ¿Enserio?

Ya no contesto, sólo sonrió.

Con el mismo sopor con que llegamos a la isla, nos fuimos. Más chelas, más cubas, más tequila. Llegando al hotel estábamos más delirantes que nunca.

  • Y ahora que pinches gueyes, donde la continuamos

  • Las viejas ya no quieren hacer nada

  • Pues que se vayan a la verga.

  • Y a donde vamos.

  • Vamos a un putero (table dance)

  • Sí vamos.

  • Pelos, pelos, pelos… gritaron todos.

Y así fueron. Yo, claro, no asistiría. Había dicho que quería vomitar y que estaba cansado. Quería vomitar pero no por el alcohol, si no por la decepción. Mi mundo se derrumbaba. Mis esperanzas morían. El se iba a un table dance a ver mujeres, a disfrutar lo que le gustaba, y yo, con la ilusa idea de que sería mío esa noche. Sus palabras recostados en la arena me habían dado falsas esperanzas. El no quería (sexo) conmigo. Sólo fue calentura en la mañana. Me quería como amigo.

Me acosté en la cama embriagado de amargura. Estaba tan triste que no lloraba, sólo miraba al techo, mi mente me torturaba con visiones de lo que podría estar haciendo Genito ahora:

El. agitando un billete de 100 al ritmo de las caderas de la muy hermosa bailarina de mesa. Ahora el tocaba y el resto de sus amigos le aplaudían y lo alentaban. El tendría suerte y le habría agradado a la mujer, lo habría invitado a bailar con ella junto al tubo. Bailaban pegadito. Cachondo. El tocaba sus senos, sus piernas. Sentía su olor a mujer, el dulce perfume. Se sentía tan atraído a sus enormes senos que sentía que se ahogaba entre ellos. Le faltaba la respiración. Tocaba ahora sus ensiliconadas nalgas. Su juicio había sido suspendido por completo. ¿Qué son 4 mil pesos? Por tener a esa hermosísima mujer, poseerla, dominarla, meter su pene en la persona mas hermosa que el jamás halla visto. Ahora sus ojos desorbitaban de enamoramiento. De excitación real. Verdadera. Natural.

No como la que le ofrecía yo, en mí sólo veía a un amigo.

Entonces, concilié el sueño.

Tuve sueños tristes, pero lo que fue una pesadilla fue lo que me despertó. No estaba tan equivocado, de hecho nada equivocado, todo sucedió como me lo había imaginado y ahora venía con ella, la bailarina, al cuarto.

  • Aquí es… Entra… No hagamos mucho ruido… Aquí esta el guey este.

  • No importa… Que se despierte.. Vamos… Chiquito

El había aceptado cuatro mil la noche. Yo hubiera preferido morir a verlo con…ella.

  • Oh Siiii. Mira que grande lo tienes. Ohh si sigue así, papi, soy tuya. Más Más Máaaas

Yo me hacía el dormido, sólo escuchaba, sentía que mi pecho de quedaba hueco, dolía. Mi estómago y mis vísceras se contraían, sollozaba por dentro. Me sentía angustiado, pero levante ligeramente la cobija que cubría totalmente y los pude ver:

El recostado hacía arriba, Ella montada sobre su pene. El la miraba con lujuria. Ella brincaba. El estiraba sus manos para tocar sus senos, los tocaba delicadamente, haciendo círculos concéntricos. Ella se movía con una habilidad que a él lo mataba. De vez en cuando, el paseaba sus manos por todo el cuerpo de la mujer. El sudaba, la mujer fingía y le hacía creer que en realidad estaba sintiendo placer. El lo creía ilusamente y yo sentía que me destrozaba por dentro. Los celos. La impotencia y la resignación. Aumentaron el ritmo y la intensidad. Faltaba poco. Uh Uh Uh Uh. Se oían cada vez más fuerte. Su respiración empezaba a convertirse en gemidos. Brincaba la mujer con tal intensidad que el pene de genito salía completamente de su vagina.

Me concentré en aquella escena, el tiempo pasaba más lento, sólo enfocaba su pene entrando y saliendo de la vagina. Con un condón puesto el rojo, caliente y turgente glande se apretaba contra la vulva, los labios y la vagina de la bailarina. Eugenio veía triunfante entrar y salir su pene de la vagina y sentía gran placer al tratarse de tan hermoso espécimen.

Yo trataba de comprender, con todas mis neuronas el placer que el sentía al hacer eso. Al preferir tener sexo con un ser (maravilloso, claro) de curvas redondeadas, cuerpo delicado, de aromas dulces, temperamental, suave y delicada. Pero eso no tenía nada de raro, el raro era yo.

Se acercaba, estaba en el punto de no retorno. Más rápido, más fuerte. Ahhhhhhhhh. Orgasmo. Tuvo él su orgasmo con la mujer más hermosa que pudo pagar.

Yo en cambio imaginaba que sería de su vida:

Regresábamos del viaje, regresaría con su novia. Ingresaría a una carrera. Ahí tendría otros amigos, otra novia, luego de unos semestres, otra. Luego lloraría por que no aprobó ciertos exámenes. Reprobaría año. Lo repetiría. Lo pasaría. Hace su tesis, no tiene idea que escribir. Llega otra mujer que lo inspira. Termina la tesis. Se titula. Entra a una maestría. Sólo tiene ojos para su novia. Es lo mejor que le ha pasado. Quiere compartir el resto de su vida con ella. Le propone matrimonio. Acepta. Se casan a los seis meses. Luna de miel en Miami. Encargan a un bebé al año. Nace su hijo. Se mudan a provincia. Tienen una casa sencilla. Es clase media. Tiene otro hijo. Llega temprano de la oficina para llevar a sus hijos al parque. Es feliz en su vida. No anhela éxito profesional ni aventura más que vivir su normal vida. Sus hijos perpetúan su estilo de vida. El muere de cáncer de próstata. Sus hijos y nietos lo recuerdan. Luego nadie. Excepto yo que se alejo de mí, fue una utopía. Un imposible.

Luego imagine algo más horrible aún:

Regresábamos del viaje, me reformaría, tendría una novia. Ingresaría a una carrera. Ahí tendría otros amigos, otra novia, luego de unos semestres, otra y ocultaría lo que soy el resto de mi vida… NOOOOO. Nunca. Mi vida es diferente. Lo es, pero hoy me siento tan triste por la vida que me tocó.

La mujer mas satisfecha por el pago que por el sexo, se retiró. Hubo silencio.

¿Todo había acabado?

No.

-Manuel

El se sentó en mi cama, me hablaba:

  • Vi que estabas despierto. Pensé que estabas dormido. Perdón si te desperté

Sabes, creo que no valió la pena, es muy caro 500 pesos, esperaba algo más. No sé.

Oye, te digo algo.

Cuando estaba con ella, teniendo sexo. Pues… No podía dejar de pensar en ti. Y no por que estuvieras aquí. También en el table, cuando las veía bailar, no podía dejar de pensar en ti.

Creo que… no sé… me atraes un poco.

No podía evitar imaginarte estando tú en lugar de la mujer. Nunca pensé que un hombre me pudiera llamar la atención. Creo que me gustas Y sabes, creo que

Me gustaría que tu y yo….

Manuel, ¿estás despierto? ¿Manuel?

-

Entonces, empezó a acariciar mi pelo. Me creía dormido.

-Creí que estabas despierto. Perdón. – Susurraba para si mismo

Se disponía a levantarse. Y le dije:

-Genito

-Hola

-Hola

-¿Si estabas despierto? ¿Escuchaste lo que dije?

-Si.

-Y que piensas

-No sé.

-Es que… creo que, no sé.

-Cuando estás conmigo, me siento, bien. Cuando veo que vienes, cuando sé que me vas a acompañar a algún lado me emociono. Cuando estoy a tu lado me siento… feliz. Como cuando estaba con una mujer que me atraía, mi novia, pero ahora contigo. Ahora tú me haces sentir eso más que nadie. Creo que tu sientes lo mismo conmigo. Por eso, creo que… te amo.

Nos veíamos a los ojos, el resto del mundo desaparecía. En ese momento sentí la emoción que el describía, sentía como su estuviera a punto de tirarme del Bongi o bajando la rampa más alta de la montaña rusa. Esa sensación en el estómago. Nos quedábamos sin respiración. Acercamos nuestras caras. Yo veía sus labios, el los míos. Estábamos hipnotizados. Sentí las más fuerte atracción que jamás halla sentido. Cerré los ojos, nos acercamos; resistía por que creía que sería tan bueno que iba morir de un infarto por la emoción. Hasta que no pudimos mas.

Nos besamos. La sensación de sus labios y los míos, su barba finamente rasurada, su olor a hombre. Su fuerza de hombre sentía el poder de su masculina mandíbula. Era lo más grandioso. Una corriente corría desde mis labios a todo mi cuerpo, sentía que curaba todos los males. Sus labios analizaban cada detalle de la anatomía de mi boca. Entro su lengua. La sentí, la paladeé. Era lo más excitante que hubiera hecho. Creía que iba a despertar en cualquier momento. Pero no despertaba, no era un sueño, era real.

La falta de oxígeno nos separó.

-No pensé que esto fuera ser tan bueno, es como con una mujer, pero diferente, es… mejor .

Nos volvimos a besar, sus manos recorrían mi cabeza acariciando tiernamente mi pelo, yo hacía lo mismo con una mano, con la otra exploraba su cara, analizaba su forma, su topografía. ¿Qué tanto me atraía de el?

Nuestros cuerpos se acercaron y se pusieron en contacto. Sentía su calor, su latir, su firmeza. Que me derretía. Pasaba las manos por su cuerpo, sentía cada hueco, cada canalillo, cada rasgo de su cuerpo. Sus huesos, sus músculos, su piel, algo bronceada. Su sudor, su olor. Me volvían loco, los abrazaba más fuerte y el a mi, tanto que nos olvidamos de la gravedad y caímos en la cama.

Él abrazándome, sobre mi. El desnudo, yo en boxers. Ahora todas las partes de nuestros cuerpos coincidían, nuestras bocas, nuestros pechos, el tronco, los genitales se sentían tan bien, se sentían primero suaves pero adquirieron dureza, los pelos de sus piernas con los míos.

  • Que buenote estas Manuel, tus músculos están bien chidos. Estas calientito. Tus músculos… estas bien rico.

  • Como te quiero cabrón. No me dejes nunca. No te vayas. Te quiero junto a mí.

  • Nunca te voy a dejar Manuelito. Te amo.

  • Yo también, estás bien bueno. - Nos decíamos cuando los besos nos dejaban respirar

Nos frotábamos ambos desnudos, no se como me libré de los boxers. Ahora nos movíamos rítmicamente, frotando de arriba para abajo. Tal era la aprensión de nuestros abrazos que no podíamos despegarnos, ni para intentar algo más. En un respiro el se levantó y sentó en mi.

Mi pene rozaba su ano y sus testículos y el se movía para frotarlos más. Estiro sus manos para alcanzar mi pecho. Frotaba con fuerza mis pectorales, como si los quisiese arrancar. Yo hice lo mismo y disfrutaba de su pecho, una fina capa de vello apenas visible aterciopelaba su piel. Frotaba sus tetillas tal como el hacía con la mujer, desde afuera al centro, círculos concéntricos cada vez más fino hasta llegar a la puntita. Apenas movía milímetros el dedo sobre el pedacito de piel que corona a la tetilla. El me imitaba. Aquella técnica producía placer tan intenso, tan condensado que nos dejaba a punto del orgasmo pero sin llegar. Gemíamos. Ya no aguantaba y empecé a pellizcar sus pezones fuertemente y él los míos.

  • Ya no aguanto- dijo él empezándose a masturbar pero no lo dejé.

  • No guey, ya vas a acabar y es sólo el principio. Aguántate y vas a ver que chido.

Retuve sus manos con las mías. Su pene empezaba a escurrir. Yo movía cada vez más fuerte la pelvis de arriba a abajo, de un lado a otro para excitar mas su ano. Estaba excitadísimo, su pene latía y el hacía un esfuerzo tremendo para no masturbarse.

-Ahora acuéstate tu. Abre las piernas y no te toques.

Ya acostado empecé a lamerlo con la punta de la lengua, desde la rodilla subía acercándome a la entrepierna, en la ingle, cerca de la base del pene. Luego subí por el caminillo del vello púbico derecho por el abdomen hasta el pecho, de ahí, hacia sus axilas, le hacía cosquillas con la nariz. Luego regrese a las tetillas, como lo hacía con los dedos recorría en espiral sus tetillas hasta llegar a la punta. Con la mano lo hacía en el otro pezón. Con la mano libre acariciaba su ano y sus testículos, de vez en cuando metía la punta del dedo.

-Me vas a matar guey, ya déjame tocarme

El hacía esfuerzos sobrehumanos por mantener sus manos lejos del pene, se apretaba las piernas, las levantaba. Hasta hacia movimientos rítmicos, su pene latía y su corazón parecía querer salir de su pecho.

Deje los pezones y agarré el tronco de su pene, movía mi mano muy, pero muy lentamente hacia arriba, luego hacía abajo. Luego soltaba el pene y metía todo mi dedo en su ano y acariciaba la próstata.

-Ya guey porfa. Suplicaba, ahora sus manos se aferraban a los barrotes de la cabecera de la cama.

Tomé el pene nuevamente y me acerqué al glande. Era mi más grande sueño. Sentí que me había ganado la lotería. Con la punta de la lengua, lo lamí en el punto donde se une con el cuerpo del pene. Ahí de un lado a otro. Luego en círculos alrededor de todo el glande. El hacía esfuerzos para frotar su pene con lo que estuviera cerca, mi cara y mi lengua. Por fin, metí todo su pene en mi boca y lo apreté con fuerza. El empezó el mete saca. Con sus menos estimulaba sus tetillas como le había enseñado. Yo metía un dedo en su ano.

-Ay ay ay. Gemía. Todo su cuerpo se empezó a tensar. Enseñaba los dientes producto de la tensión de su cara. Bufaba. Y de repente… el orgasmo. Justo en el momento su pene escapó de mi boca y lanzó semen como a casi un metro. Su pene incontenible no atinaba a mi boca así que lo agarré y lo seguí masturbando. Bajo el ritmo pero no paramos.

-Pinche Manuelito, estás loco cabron. Me vas a matar. Está bien chido esto. Nunca había sentido tanto placer. Eres un experto.

-No para nada de hecho es la primera vez que hago esto

-No mames que instinto, o mas bien llevas mucho planeando esto.

-Jaja, ya vez.

  • Y sigues cabron, que mano tienes. Como te amo. De lo que me había perdido.

  • Te amo Genito

  • Yo también te amo, sigue más fuerte mas, mas, más. A a a a ahhh

Otro orgasmo y otra enorme eyaculación.

-Guey no mames, es lo más chido que he sentido

  • Gracias por compartir esto conmigo.

(…)

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