Mañana de Sábado

Una mañana de sábado puede ser diferente según la persona que la cuente.

Ella

La luz que entra por la ventana te despierta. “¿Qué hora será?” te preguntas. “Por la claridad que entra por la ventana deben ser cerca de las 10 de la mañana” responde automáticamente tu cerebro. A veces tu cerebro te cae regular cuando es tan eficiente.

No quieres abrir los ojos y despertar. Notas tu cuerpo todavía cansado y con inicios de agujetas en algunas partes. Recordar el porqué de esas agujetas hace que tus pezones empiecen a reaccionar.

Ayer, como todos los viernes, fue viernes de cerveza con tus compañeros de trabajo. Tu cerebro (siempre tan eficiente) trae a tu mente el recuerdo de cómo te sentiste cuando hace un año empezaste a trabajar en la nueva oficina. Sabías que iba a ser complicado hacerte un hueco porque todos eran hombres y tú la única chica de la sección, no querías que te menospreciaran. De hecho los primeros días te costó integrarte, ni siquiera te invitaban a salir a comer con ellos.

Todo cambio a partir de que a Rodrigo lo sentaran en la mesa de al lado. Rodrigo era un tío majo, simpático y amable era de esas personas que saben darle un sitio a cualquiera e integrarlo en una conversación. Poco a poco te fue integrando con los demás compañeros, te invitaban a ir a comer con ellos, etc. Pero la prueba de fuego llegó el día que te invitaron a los viernes de cerveza.

“Si es que en tú trabajo son unos tíos muy tíos, no había otra forma de llamarlo que viernes de cerveza ” (tu cerebro cómo no siempre poniendo la puntilla). La verdad es que se llamara como se llamara lo pasaste bastante bien. Conocer a tus compañeros en un ambiente distinto al de la oficina siempre es algo agradable, así que te hiciste asidua a los viernes de cerveza y ellos empezaron a aceptarte como una más de su círculo.

“Ese día fue clave” “Ya lo sé maldito cerebro”. El día en cuestión fue cuando después de las cervezas y la cena tus compañeros dijeron de ir a una discoteca. Todo empezó muy normal bailando en la pista de baile en grupo haciendo un corro con tus compañeros. Pero no sabes cómo (y para esto mi cerebro no me ayuda) te viste de buenas a primeras bailando con uno de tus compañeros delante y otro detrás.

El de atrás tenía un enorme bulto en el pantalón que notabas cada vez que movías el culo durante el baile. Él se envalentonaba y cada vez más rozando su bulto contra tus nalgas y a ti eso te ponía cada vez más cachonda. Por su parte el de delante cada vez se pegaba más rozándose contra ti. En una de las veces te agarró la mano como en un gesto de baile y te la llevó hasta su entre pierna. La enormidad de la polla que notaste bajo el pantalón hizo que te quedaras con la boca abierta, lo que aprovechó para meterte la lengua hasta la campanilla en un morreo que no dudaste en responder.

Mientras el de detrás había empezado a buscar con sus dedos tu coño haciendo que tuvieras que cerrar los ojos para recomponerte. Al abrirlos viste a Rodrigo que te miraba con lujuria mientras se acomodaba la polla en el pantalón. Esa visión hizo que te empezaras a pajear al de delante al tiempo que buscabas rozarte cada vez más con la polla de atrás.

“¿Nos vamos a un sitio más cómodo?” te preguntó Rodrigo mientras tú asentías con la cabeza e intentabas no gemir con los dedos de tu compañero de atrás perforándote el coño.

Os fuisteis los cuatro a casa de Rodrigo. El llevaba el coche y por el retrovisor veía como le comías el pollón a tu compañero mientras el otro seguía a lo suyo follándote el coño con los dedos y lamiéndote el ano. Al pensar que probablemente lo hiciera porque quería follarte el culo te ponías tan cachonda que intentabas meter más el pollón en tu garganta.

No recuerdas qué pasó en la casa exactamente, solo recuerdas que estuviste un buen rato con todos tus agujeros ocupados. Ellos se iban turnando para romperte el culo, follarte el coño o la garganta. Al final de la noche exhausta por los incontables orgasmos que tuviste Rodrigo te llevó hasta tu casa. Antes de salir te hizo comerle la polla una vez más y mientras se corría en tu boca dijo “Ahhh joder sí, sabía que eras un buen fichaje”.

La historia se extendió por la oficina y ahora el follarte entre todos los compañeros se ha convertido en una tradición más de los viernes de cerveza . Rodrigo se ha convertido en el cabecilla del grupo y es el que dirige las sesiones. Por ejemplo para la de ayer llevan toda la semana haciéndote que les comas la polla en la oficina, sabiendo lo cerda que te pone. Pero es que además la norma de ayer era que no tenías permiso para correrte a no ser que tuvieras una polla en el culo. ¡Joder! Estabas tan cachonda que no estuviste nunca más de 30 segundos sin una polla en tu culo, no querías perder la oportunidad de correrte. ¡Y vaya si lo hiciste! La última saltando como una posesa insertándote la polla de Rodrigo en tu culo mientras…

… Lo escuchas moverse al otro lado de la cama. Joder, estás reventada y él va a querer marcha. Notas como apoya su pene en tu culo. Por suerte sabes darle lo que le necesita…

Él

Abres los ojos y miras la hora en tu despertador de la mesilla de noche. Las 10’30, se ha hecho un poco tarde pero, pero claro ayer trasnochaste un poco terminando de ver la película que echaban por la tele. No entiendes por qué hace que terminen tan tarde con tantos anuncios, igual deberías pagar Netflix o alguna otra plataforma como te dicen tus amigos…

En cualquier caso, hoy es sábado y tu pene parece que sabe lo que eso significa. Llevas toda la semana esperando que llegue este día. Es el día que sí o sí tu mujer practica sexo contigo. “Uff, tranquilo que no queremos terminar antes de empezar jeje”.

Tu mujer llegó ayer cansada como casi todos los viernes. Tú estabas tan dormido que ni siquiera la notaste entrar, pero ahí está, vuelta de espaldas hacia ti, su culo se intuye bajo la sábana.

“Ojalá hoy le apetezca hacerme una mamada” piensas mientras la observas dormir. La verdad es que hace tiempo que no te la hace, sabes que lo más probable es que te haga un buen pajote y que te deje correrte en sus pechos. “Uff, sus pechos madre mía”. Aún recuerdas la última cubana que te hizo con ellos en las vacaciones de 2015, sueles recordársela mientras te pajea hasta que te corres en sus tetas, pero desde esa vez no ha vuelto a colar. En cualquier caso la paja estará bien, tienes una buena descarga que dejarle jeje.

Ni siquiera te planteas que tenga ganas de follar, llega tan cansada de trabajar los viernes. El follar sabes que es para ocasiones especiales como San Valentín, cumpleaños y esas mierdas. Hoy toca disfrutar del pajote de los sábados piensas mientras acercas tu polla a su culo empezando a acariciarla para que se despierte.

Piensas en qué momento esto de la paja mañanera de los sábados se convirtió en una rutina (ojalá todas fueran así). Antes había veces que los sábados por la mañana ni siquiera tenías eso. “Fue a partir de que empezara a estar integrada con sus compañeros de trabajo” (tu cerebro siempre dispuesto a echarte un cable).

Es cierto, fue a partir de ese momento piensas mientras ella se gira y te da los buenos días y un tierno beso en los labios.

“Qué suerte haberla convencido a ir a esos viernes de cerveza cuando dudaba” piensas mientras notas como tu mujer empieza a rodear tu polla con su mano. “Qué suerte de mujer tengo” piensas cuando tu corrida empieza a salir disparada hacia sus pechos.