Mamita Querida (02)
Esta vez es la madre quien busca venganza.
Como todos los viernes por la noche, Sofía se arreglaba para salir con sus amigas de antro. Ya casi estaba lista, solo le faltaba peinarse, y cuando lo hacía entró su madre a su recámara, vestida como si fuera una jovencita veinteañera como ella.
Dejó de cepillarse el pelo al ver que Sonia se paraba detrás de ella, y esperó a que le reprochara de nueva cuenta lo de Pedro.
Sonia colocó las manos en los hombros desnudos de su hija, y mirando el reflejo de ambas en el espejo no pudo negar el gran parecido que ambas tenían, Sofía se parecía tanto a ella cuando tenía su edad.
Sofía: ¿Por qué estás vestida así?-preguntó sabiendo ya la respuesta-¿Vas a salir?
Sonia: Claro que sí tontita, iré con ustedes
Sofía: Vaya, pensé que estabas molesta conmigo
Sonia: Sofi, yo nunca podría molestarme contigo-acarició el terso y largo pelo de su hija, recordando cuando ella lo tenía igual-Además tienes razón, nunca debí haberme acostado con Alberto, y menos en tus quince años, espero que puedas perdonarme
Sofía: ¿De verdad lo sientes, mamá?
Sonia: Claro que si hijita
Sofía se levantó de la silla para abrazar a su mamá, le alegraba el cambio que Sonia había dado, por fin podían ser una familia normal y salir juntas a divertirse sin los resentimientos de antes.
Sofía: Claro que te perdono mami. Ahora debo terminar de peinarme, Eugenia no tarda en llegar
Sonia: Bueno, hija, te dejo entonces para que termines. Por cierto, ¿Cuándo regresa Rodrigo?
Sofía: El domingo en la mañana, así que no podré ir a recibirlo al aeropuerto, tú sabes, los deberes sociales. ¿Pero de cuando acá te preocupas tanto por tu yerno?-sonrió viendo a su madre a través del espejo
Sonia: No me preocupo por él, sino por ti Sofi, me preocupa todo lo que te pase. Bueno, te espero abajo
Cerró la puerta al salir, y mientras bajaba las escaleras para esperar que las amigas de su hija pasaran por ellas sonreía malévolamente recordando lo que tenía planeado.
Escuchó el claxon del auto de Eugenia, había llegado antes de lo esperado, y salió para hablar con las chicas.
Eugenia: ¡Sonia!-dijo sin bajar del auto al ver a la madre de su amiga acercarse-¿Ya están listas?
Sonia: Todavía no. Sofía tardará un poco, así que por qué no me das la dirección del antro al que van y nosotras las alcanzamos ahí
Eugenia: Bueno, me parece buena idea
Mientras Eugenia le dictaba la dirección y le explicaba como llegar, Sonia observaba a las amigas de su hija, a pesar de su edad no tenía nada que envidiarles. Con la pequeña cintura que tenía, sin contar los senos grandes y firmes y el culito respingado, volvía locos a todos los hombres de la oficina gubernamental donde trabajaba bajo el amparo de su íntimo amigo, el gobernador.
Pero a pesar de todo les envidiaba su juventud, pues a pesar de ser una mujer atractiva no podía negar que las muchachas gustaban más que las mujeres, por más experiencia en la cama que tuvieran.
Regresó a la casa, y al ver que Sofía bajaba las escaleras tomó su bolso y las llaves de su auto.
Sonia: Les dije que se adelantaran y que nosotras las veríamos ahí, sirve que ocupan mesa
Sofía: Buena idea mamá, por algo eres la Secretaria de Economía, eres muy inteligente
Sonia: Gracias, hijita. ¿Nos vamos?
Sofía: Sí
La pobre Sofía iba sonriente, feliz por pensar que el cambio de su madre era sincero sin imaginar lo que su mamita le tenía preparado para esa noche.
Al llegar al antro no tuvieron que hacer cola para pasar, pues los que cuidaban la entrada quedaron abobados por la belleza de madre e hija, cosa a la que ambas estaban acostumbradas.
En medio del ruido y la gente encontraron a Eugenia y a las demás sentadas en una mesa, y pronto se reunieron con ellas.
Sonia volteaba por todos lados como si buscara algo, o más bien, a alguien, y al encontrar lo que buscaba se levantó, aprovechando que las chicas coqueteaban con los jóvenes de la mesa de al lado.
Sonia: Voy al baño, ahora vuelvo
Pero en realidad fue al bar, donde atendía un cantinero de unos 20 años, cabello café oscuro y un rostro suficientemente agraciado como para que Sonia se fijara en él
Sonia: Hola-dijo tan pronto como el chico se le acercó-¿Cómo te llamas?
Gabriel: Gabriel-respondió cortésmente-¿Desea algo de tomar?
Sonia: Un whisky en las rocas, pero antes, dime, ¿Te interesaría ganar un dinerito extra?
Y en la mesa, Sofía no podía disimular la alegría que sentía. Estaba tan contenta que se arrepentía por haberle hecho esa mala jugada a su madre, pero se convenció de que era necesario, pues de no coger con Pedro tal vez nunca se hubiera atrevido a decirle que había presenciado cuando ella y Alberto tenían sexo.
Sonia pronto estuvo de regreso en la mesa con su vaso de whisky en la mano, y casi inmediatamente llegó el mesero con una copa para Sofía.
Mesero: Le mandan esto de la barra, un admirador secreto
Eugenia: ¡Sofía, picarona!
Sofía: ¡Basta!, soy una mujer comprometida
Las amigas, incluida Sonia, rieron divertidas por el comentario de Sofía, y no tuvieron mucho tiempo para seguir platicando, pues llegaron varios chavos a invitarlas a bailar.
Así pasó la noche, regresando a la mesa y a la pista guiadas por diversos chicos, siendo muy pocos los privilegiados que obtuvieron los teléfonos del grupo.
Exhausta, Sofía se sentó en la mesa para acompañar a su mamá, que esa noche no había tenido mucha suerte con los galanes, pero a pesar de eso lucía feliz bebiendo una copa más.
Sonia: Ven, acompáñame-dijo a su hija pasándole un vaso con vodka preparado con toronja, su bebida favorita-Celebremos nuestro nuevo comienzo como madre e hija
Sofía: Está bien. Salud
Sonia: Salud
Rápidamente tomó el vodka, sin sospechar que el cantinero le había puesto una pastilla por órdenes de Sonia.
Intentó levantarse para ir a bailar con sus amigas, pero el piso se le movió, y de no ser porque su madre la abrazó hubiera caído al piso. Todo le daba vueltas, escuchaba la música a lo lejos, así como la voz de su madre que la observaba preocupada.
Sonia: ¡¿Estás bien Sofía?!-preguntó a su hija sacudiéndola, con una falsa preocupación que le hubiera sido válida para ganar un Oscar-¡¿Te pasa algo?!
Sofía: N-no me siento muy bien, mamá
Sonia: Siéntate, enseguida nos vamos, solo voy a avisarle a tus amigas
Fingiendo lo mejor que pudo, se acercó a decirle a Eugenia que tenían que irse, a lo que la amiga de su hija respondió que estaba bien, y que le hablaran si podía ayudar en algo.
Sonia dejó dinero suficiente para pagar el consumo de ella y su hija, y la ayudó a salir del antro caminando dificultosamente.
Cuando llegaron a su casa la ayudó a bajar, parecía como si no tuviera fuerzas, de modo que tenía que cargar todo el peso de su hija. Como pudo la arrastró por las escaleras hasta llegar a su habitación, donde la desvistió sin protesta alguna y metió en la cama.
Sofía: No sé qué me pasó, mamá, no tomé mucho
Sonia: No te preocupes hijita-dijo acariciándole la mejilla-Mami está aquí para cuidarte
Sonia tapó a su hija con la colcha de la cama, y la dejó sola un momento en lo que bajaba a la cocina a prepararle algo de beber, una poderosa droga que la dejaría dormida por varias horas.
Sonia: Ten hijita-dándole la taza en la que había preparado el brebaje-Con esto te sentirás mejor
Sofía: ¿Qué es, mamá?
Sonia: Es un tecito, para que te sientas mejor, tu abuela me lo preparaba
Complacida por la ingenuidad de su hija, Sonia esperó hasta que Sofía se terminara su té, y recogió la taza para llevarla a la cocina y dejarla durmiendo.
Sonia: Ahora descansa, hijita
Sofía: Sí, mami
Pasaron algunas horas para que el malestar dejara descansar a Sofía, y a eso de las tres de la mañana Sonia se encontraba en el estudio, vestida solamente con una tanga y un brassier negro, tal como le gustaba dormir.
Leía un libro mientras esperaba la llamada de Gabriel, tal y como habían quedado para que Artemia no se diera cuenta de su presencia, esa vieja chismosa podía interferir en sus planes.
No podía negar que Gabriel le llamaba la atención, tal vez por eso no cubría su semi desnudez con una bata, o quizás no lo hacía porque le gustaba mostrar su cuerpo, bastante estético en comparación con otras mujeres de su edad.
A pesar de ser mayor no tenía nada que envidiarle a su hija, de hecho el parecido entre ambas era demasiado, la única diferencia era que ahora Sonia llevaba el pelo corto, y su cuerpo lucía un poco más firme que el de su hija debido a los cinco días por semana que acudía al gimnasio.
¿Esperaba algo más de aquel joven cantinero que de momento era su aliado?, no lo sabía, lo más probable era que sí, puesto que ahí estaba ella vestida solamente con ropa interior, e incluso se había perfumado para recibirlo.
Escuchó el timbre de su celular, apenas perceptible para que el quisquilloso oído de Artemia no la pusiera en alerta. Esa era la señal. Salió presurosa del estudio, y al abrir la puerta de la casa vio a Gabriel sin su uniforme bajo la luz normal, y le pareció mucho más atractivo de lo que le pareció en el antro.
Se dio cuenta cuando los ojos verdes de Gabriel se posaban en sus senos apretados por el sostén, y entonces pensó que si terminaba temprano con lo que tenía planeado tal vez el chico podría servirle para algo más.
Sonia: Adelante, la habitación está arriba
Gabriel: ¿Segura que no despertará?
Sonia: Segura, yo misma le preparé algo para que durmiera profundamente, tú tranquilo
Gabriel acompañó a Sonia hasta la habitación de su hija, y al verla durmiendo tan plácidamente le pareció un ángel, tan inocente y bella. Tuvo la intención de decir que no lo haría y salir corriendo, no quería prestarse para cosas como esas, pero cuando Sonia destapó a su hija para comenzar con todo cambió de opinión, fuera como fuera esa chava tenía que ser suya, conciente o no, estaba dispuesto a disfrutar de ella como si fuera una muñeca de carne y hueso.
Como si fuera consumido por la perversión, sonrió malignamente, y mientras Sonia iba a su cuarto por algo aprovechó para desnudarse lentamente.
Acompañó a Sofía en la cama, acarició su pelo, su mejilla y le volteó la cara para darle un beso en los labios, pero era inútil, ella no respondía, así que mejor se dedicó a sobarle los senos.
Sonia: Bueno, estoy lista-dijo cuando regresó sosteniendo una cámara digital entre sus manos-Estaré afuera tomando las fotos, tú cógela como quieras
Obedeciendo las órdenes de Sonia, Gabriel se colocó encima de Sofía, hundiéndole en la vagina su verga protegida por el látex del condón que minutos antes se había puesto.
Bombeaba dentro de ella, escuchando el sonido que hacía la cámara al tomar las imágenes. A pesar de estar dormida, la chica le brindaba un gran placer involuntario gracias a la estrechez de su concha.
Cambió en varias ocasiones de posición, y en todas no se apreciaba el rostro de Sofía con claridad, y en las pocas que sí no parecía que estuviera dormida, sino con los ojos cerrados por el placer.
La burócrata observaba complacida todo, y guardaba constancia de lo zorra que era su hija para atacarla más tarde y vengarse por lo de Pedro. Aunque en realidad no le molestaba lo del jardinero, sino que su hija pensara que podía lastimarla o ser mejor que ella, así que estaba dispuesta a demostrarle quien mandaba.
Al terminar, Sonia se acercó a Gabriel, que se encontraba exhausto, pero aun así chupando las frondosas tetas de Sofía, y le dio un cheque por $3000.
Sonia: Lo que acordamos. Ahora vete
Gabriel: Ok, si necesita de mí otra vez ya sabe donde encontrarme
Sin importarle que el cantinero se quedara un rato más manoseando a su hija, Sonia se retiró con la cámara al estudio, donde llamó a uno de sus subordinados.
Vallejo: Sonia, son las cuatro de la mañana, ¿Estás loca?
Sonia: Vallejo, necesito que me imprimas unas fotos
Vallejo: Claro, el lunes a primera hora puedes llevármelas
Sonia: No, necesito que me las saques a más tardar para la noche
Vallejo: Pero hoy no trabajo
Sonia: O las sacas para la noche o te juro que voy a los medios a decirles cuantas niñas has violado, maldito pedófilo
Vallejo: ¡No, no! ¡Tranquila Sonia! ¡Tráelas a mi casa y yo mismo te las imprimo!
Sonia: Está bien, espero que no me falles, por tu propio bien
Satisfecha, Sonia se retiró a su habitación a dormir, al día siguiente tenía muchas cosas que hacer.
La ronca voz de Artemia despertó a Sonia para que bajara a desayunar, ya era mediodía. En el comedor encontró a su hija Sofía comiendo un poco de cereal con leche.
Sonia: ¿Seguiste mejor, hija?
Sofía: Sí mami, el remedio que me diste funcionó muy bien
Sonia: Que bueno. ¿Tienes algo planeado para la noche?
Sofía: Sí, voy a la fiesta de Nandi Millán
Sonia: Suena divertido
Sofía: ¿Por qué no vienes?, se alegrará de verte
Sonia: No, prefiero descansar esta noche, pero diviértete
Sofía: Ok-dijo levantándose de la mesa-Voy a llamarle a Eugenia
Y así se retiró, dejando a Sonia contenta porque no había notado nada, ahora solo le faltaba llevar a imprimir las fotos con Vallejo.
A la mañana siguiente, Sonia se puso en marcha al aeropuerto, llevando consigo las fotos que había tomado con anterioridad. Había dejado a Artemia con órdenes precisas por si Sofía se despertaba, cosa que era poco probable, pero más valía prevenir que lamentar.
Ahí estaba ya, vestida con una blusa muy escotada de tirantes y una minifalda negra que desde el ángulo correcto dejaba ver la tanga color rosa que llevaba como única prenda interior.
Esperaba impaciente el vuelo proveniente de Canadá, sosteniendo su pequeña bolsa donde llevaba las fotos.
Para quienes llegaban de fuera y no la conocían les extrañaba verla vestida con tan poca ropa y con muchas pulseras y collares de oro, así como grandes aretes que colgaban de sus orejas, pero para quienes vivían en la ciudad y leían los periódicos era cosa de todos los días ver la nueva moda que Sonia imponía.
Vio aparecer a Rodrigo por una de las salas, cargando sus maletas y caminando entre la multitud, pero no se perdía, pues su altura y gallardía eran inconfundibles. Movió la mano en el aire para que Rodrigo notara su presencia, y al verlo acercarse notó que estaba mucho mejor que antes, parecía que el viajecito le había caído bien.
Cuando lo tuvo frente a ella y la miró con esos ojazos verdes que tanto le gustaban sintió que se humedeció su coño, y más cuando la abrazó para saludarla, cosa que aprovechó para acariciar esos poderosos y duros bíceps de Rodrigo bajo la apretada playera blanca que tenía puesta.
Rodrigo: Sonia, que gusto verte
Sonia: Lo mismo digo, te ves muy bien, más guapo
Rodrigo: Gracias. ¿Y Sofía?
Sonia: No pudo venir, tuvo ayer una fiesta y para que no te fueras solo a tu departamento vine por ti, espero que no te moleste
Rodrigo: Para nada
Sonia: Vamos entonces
En el trayecto al departamento de Rodrigo, Sonia lo miraba de reojo, fingiendo escuchar lo que le contaba de su estancia en Canadá. Lo cierto era que no podía dejar de mirarlo, su blanca piel contrastante con su cabello negro, su delgada pero musculosa figura, incluso sus dientes eran perfectos.
Rodrigo: Gracias-dijo al bajar sus maletas creyendo que llevarlo a su departamento era lo único que Sonia quería
Sonia: Me gustaría hablar contigo, si tienes tiempo ahora
Rodrigo: Pues sí, baja
Todo estaba saliendo según su plan, eso le gustaba. Siguió a Rodrigo hasta su departamento caminando a sus espaldas, así podía contemplar sus hermosas nalgas.
Rodrigo: Siéntate, ¿Qué te gustaría tomar?
Sonia: Nada, tengo que decirte algo, es muy delicado pero tengo que hacerlo
Rodrigo: Me estás preocupando-dijo al ver el afligido rostro de Sonia-¿Te pasa algo malo?
Sonia: No, a mí no. Es Sofía, ella te engaña
Rodrigo: ¡¿Qué?! No, eso no puede ser, ella me ama
La mujer se puso de pie, siempre sujetando su bolso, y acarició la cara del chico, pero este se alejó, incrédulo de las palabras de su suegra.
Sonia: Veo que no me crees-abrió su bolso, y sacó un paquete de fotografías-Míralas y convéncete
Sin poder creer en lo que Sonia le decía, Rodrigo arrebató las fotos de su mano, y al observarlas detenidamente, una a una, examinando hasta el más mínimo detalle, aceptó la infidelidad de su novia. Una lágrima rodó por su mejilla, luego otra, y otra, así continuaron cayendo hasta convertirse en un amargo llanto de desencanto. Se desplomó sobre el sofá, no le importaba que lo vieran llorar, en ese momento le importaba más el dolor de ver a Sofía con otro hombre.
Sonia: Ya, ya, tranquilo
Acomodó la cabeza de Rodrigo sobre su hombro, acariciándole el pelo para calmarlo un poco, pero era inútil.
Sonia: Mira, quise decírtelo porque no creo que sea justo que Sofía engañe a un chavo tan bueno como tú
Rodrigo no contestaba, solo seguía llorando con las fotos aun entre sus manos. Tuvo el impulso de salir en ese preciso momento para encarar a Sofía y preguntarle por el tipo de las fotos para saber a quien golpear, pero temía que al no tener respuesta fuera a su novia a quien golpeara.
Las caricias de Sonia fueron bajando poco a poco, primero al cuello, luego al pecho, luego al abdomen, todo esto sin que Rodrigo lo notara, fue hasta cuando Sonia comenzó a sobarle el paquete descaradamente que reaccionó.
Rodrigo: Sonia -levantó la vista para mirarla, y encontró que sus ojos estaban llenos de lujuria
Sonia: Sofía no merece a alguien como tú, es una estúpida por engañarte, si yo estuviera en su lugar no te engañaría con nadie. Aun así, como su madre tengo que apoyarla en sus decisiones, pero quiero hacer algo para hacerte sentir mejor
Sin decir más, Sonia se arrodilló frente al sofá, abriéndole las piernas a Rodrigo para colocarse entre ellas y sacarle la verga del pantalón y el bóxer. El miembro aun no estaba erecto, pero comenzó a chuparlo de todos modos para pararlo, y tras unos segundos sintió que empezaba a ponerse duro. Ya no escuchaba el llanto de Rodrigo, y al levantar la mirada se dio cuenta que la observaba.
Por fin logró ponerle la verga tiesa, y aprovechó para darle un vistazo antes de seguir mamándola. Lamió la punta, rodeando el borde con la punta de la lengua sin saber que era el área más sensible de Rodrigo, así que provocó un gemido en él.
Continuó chupando la cabeza, esta vez aprisionándola entre los labios, y pronto ya se encontraba metiéndose casi todo el pene a la boca sin importar que la punta casi tocara su garganta.
Se bajó la blusa hasta debajo de los senos para dejar que el chico los viera, redondos y firmes, aun más grandes que los de Sofía, y acomodó la verga entre ellos, apretándolos para masturbar a Rodrigo. Las tetas se le humedecieron por su propia saliva, y eso la encendía más, poniéndola más cachonda.
Al ponerse de pie se dio cuenta que Rodrigo ya no traía puesta la playera. Estaba tan distraída con el torso del chico que no notó cuando él se ponía de pie para atraerla contra su cuerpo, levantó la cara debido a su altura, y sintió sus labios besando los suyos.
Y mientras Rodrigo le metía la lengua en la boca, sus dedos bajaron hasta su concha, donde se encontraron con una pequeña tanga mojada por los jugos de Sonia. Se separó un poco de ella para observar sus tetas, y se inclinó un poco para chupárselas, mamándolas como si fuera un niño.
El despecho manejaba su cuerpo en esos momentos, quería pagarle a Sofía de la misma manera, y qué mejor que con su propia madre, sabía que le dolería mucho. No imaginaba que en realidad era él quien estaba siendo utilizado por Sonia para su desquite.
Obligó a Sonia a empinarse, y levantándole un poco la falda observo su culo con un hilo rosa en medio, perfectamente hundido entre las carnosas nalgas. Apretó el firme culo con ambas manos, e hizo que abriera las piernas para ver su concha de paso. Le quitó la tanga, bajándola hasta sus tobillos, y comenzó a comerle el coño desde atrás, metiéndole la lengua y bebiendo el líquido que brotaba de él.
Metió dos dedos en el caliente agujerito de Sonia, sacándolos y metiéndolos continuamente. Abarcó toda la vagina de Sonia con la mano, y alcanzó con un dedo su clítoris, rozándolo y sobándolo con la yema.
Rodrigo: Estás mucho más rica que tu hija
Escupió en la concha de Sonia tan solo para observar cómo su saliva chorreaba, la recogía con el dedo y la volvía a untar en los gordos labios que tanto le gustaba tocar.
Sin poder aguantar más, Sonia se puso en cuatro patas sobre la alfombra en lo que Rodrigo se terminaba de desnudar y se ponía el condón.
Rodrigo: Ahora sí, voy a cogerte como nunca
Clavó su miembro en la pucha sin piedad, de un solo golpe, y comenzó a moverse de adentro hacia fuera y viceversa, incrementando la velocidad y la fuerza cada vez más.
Para Sonia esa cogida no solo era de importancia por su venganza, sino también porque siempre había querido con Rodrigo, desde la primera vez que lo vio llegando a la casa de la mano de su hija.
Aquel día le ganó el coraje por no poseer la juventud de Sofía y poder tener novios como los que ella acostumbraba tener, siempre altos, guapos, y en la mayoría de las ocasiones modelos, como el caso de Rodrigo.
Odiaba conformarse con el gobernador, ese anciano que contrabajo le daba algunos minutos de placer, y un puro mete y saca, nada comparado con lo que Rodrigo le hacía ahora.
El ímpetu juvenil del chico era lo que más le gustaba, aquella fuerza desatada por la ira y el deseo de revancha. Podía sentir su furia en cada embestida, era como si quisiera destrozarla, pero sabía que más bien veía en ella a Sofía, además lejos de sufrir estaba disfrutando eso como nunca antes.
El chico tomó a Sonia por los hombros, jalándola para entrar más en su interior. Se asombró por sentir la concha de su suegra estrecha, imaginó que cientos de hombres ya habían pasado por ella, o más bien era que ella misma estaba contrayendo sus paredes vaginales para hacerlo gozar más.
Un constante jadeo se escuchaba por parte de los dos, sus cuerpos se movían frenéticos y chocaban envueltos en el sudor que hacía que la piel les brillara.
Sonia: ¡Ah, sí, móntame! ¡Que rico me la metes, papi!
Pero Rodrigo no respondía, estaba gozando tanto que hacía caso omiso a lo que Sonia le decía. Llegó un momento en que el placer era tanto que incluso se olvidó de la infidelidad de Sofía, y se preguntó cómo sería tener a madre e hija en la cama al mismo tiempo.
Definitivamente coger son Sonia era mucho mejor que con su hija, y como no, si tenía mucha más experiencia.
Gimiendo como loca, Sonia dejó de sentir los jalones en los hombros, y ahora sintió que las manos de Rodrigo le apretaban las tetas, así como su peso sobre la espalda.
Recostado un poco sobre Sonia, Rodrigo comenzó a besarle la nuca. Sintió que iba a venirse, y descargó todo su semen en el interior de la rubia, sabiendo que el condón contendría todo.
Sonia se tiró sobre la alfombra, con la sensación de tener la verga de Rodrigo aun en su interior a pesar girar un poco la vara y verlo parado detrás de ella quitándose el condón para tirarlo en la basura.
Aun jadeando, tratando de recuperar su respiración normal, se puso de pie, observó el cuerpo desnudo del novio de su hija, era perfecto, ni una sola muestra de que huebiera grasa en su cuerpo.
Recogió su tanga del piso y se la puso de nuevo, bajándose la falda y poniéndose la blusa para retirarse, pero antes de que pudiera Rodrigo se acercó a ella y le dio un profundo y apasionado beso que casi termina con el aire recuperado.
Rodrigo: Eres mucho mejor en la cama que esa puta que tienes por hija
Sonia: Gracias, pero solo tengo una pregunta que hacerte, ¿Qué piensas hacer ahora que sabes todo?
Rodrigo: No sé
Sonia: Te propongo algo, dame unos días para arreglar unos asuntos, y te juro que podrás vengarte de Sofía donde más le duele
Rodrigo: Está bien, pero es tu hija, no deberías ayudarme a vengarme de ella
Sonia: Mi hija no puede cogerme de la manera en que tú lo hiciste
Acarició su pecho como despedida, y salió tras tomar su bolso, pero justo antes de cerrar la puerta escuchó la voz de Rodrigo.
Rodrigo: Oye, ven a visitarme más seguido
Sonia: Lo haré-dijo sonriente-Lo haré
Bajó al estacionamiento, y mientras conducía hacia su casa pensaba en lo exitosa que había sido la primera parte de su plan, solo faltaba una última cosa, y entonces el mundo de su adorada hijita se vendría abajo.