Mamita perversa
Una MILF sabe divertirse cuando encuentra un joven caliente
MAMITA PERVERSA
Mi marido me dejó en la puerta del hotel con las dos maletas de mano. Yo entré, fui al registro, firmé, dije que mi esposo llegaría a la tarde, me dieron la llave y pedí una carpa. Me adjudicaron una y subí a la habitación. Era grande , con un enorme ventanal por el que se veía el Atlántico, una gozada. Abrí las maletas y coloqué la ropa en los armarios. Volví a mirar por la ventana, el mar me esperaba , hacía calor , pero había poca gente. Estaba feliz: un buen polvo mañanero, un vuelo rápido y estaba en la playa con tiempo para bañarme hasta que mi marido volviera a buscarme.
Me desnudé, y me puse un bikini negro que no dejaba nada a la imaginación. Me tapaba los pezones y el triángulo de la concha. Las nalgas al aire. Agarré el ebook y las antiparras, me cubrí con una remera grande que me llegaba a medio muslo, las chanclas, la cartera para la llave y la crema y bajé al balneario del hotel.
Me dieron un toallón , lo extendí en la reposera, me hice una coleta, me quedé en bikini y fui a la orilla. Necesitaba bañarme en el mar. Me puse las antiparras, una carrera y me zambullí. El frío del agua me calentó sexualmente, siempre me pasa que el mar me libera, me hace sentir más viva y me añade un punto de excitación.
Nadé, hice el delfín, jugué. Había poca gente dentro del agua. Por eso me extrañó el acercamiento de un joven a donde yo nadaba. Me chocó.
Perdone...es que
Te has echado encima mío...¿qué te pasa?
Me ha despistado su belleza, me ha atraído como un imán.
Me paré, el agua me llegaba justo bajo las tetas, que tenían los pezones duros. Y me apeteció. Era un chico guapo, fuerte, alto.
¿ Cómo te llamas?
Jonathan. Es muy atractiva.
Podría ser tu madre.¿ Cuantos años tenés?
- Eso de poder ser mi madre la hace mas apetecible.
Era un descarado, me di cuenta que me apetecía divertirme con él. Me salió mi vena dominante , de maestra perversa. Me arrimé y mi mano buscó su verga bajo el agua. Estaba como una piedra . Sonreí, sus ojos expresaron asombro y lujuria.
- Estate quieto- le ordené.
Y le saqué la polla de la malla.
¿ Me va a hacer una paja? Vos sos una mama muy puta.
Sí, bebé, muy puta. Vos déjate hacer.
Me di cuenta que estaba circunciso. Y me dio un subidón. Me recordó mi primer novio, que también estaba sin el prepucio, y como, con él, aprendí el arte de hacer pajas a los hombres. Pensé que el agua estaba fría pero no bajaba el tamaño de la tranca del joven. Empecé a menearla, bien empuñada, adelante- atrás.
¡Mamita! ...¡ Qué gusto!...¡ Que perra eres!.
Verdad... qué te gusta...mi niño.
Sabía que a su edad no podía durar mucho, así que aceleré hasta que soltó un ¡OOOOOHHHH! Y escupió su leche, que quedó flotando en el agua.
Me giré y nadé rápido hasta salir y volver al balneario del hotel. Entré en el recinto antes de que el joven se repusiera de la emoción de la paja de “su mamita”. Le había usado, me había dado un gusto pero ahora me tocaba descansar y tomar el sol .
Fui a la pileta, me duché, y me metí un rato a nadar, salí, me volví a duchar y fui para mi carpa. Me sequé un poco al sol. Me puse el protector, saqué el ebook y me tumbé en la reposera. Y me enfrasqué en las aventuras de Eduardo Dantes. Estaba releyendo el Conde de Montecristo .
Eran casi las dos ,hora de almorzar desde que me había levantado había cogido, hecho una paja a jovencito y tenía ganas de más. Llamé al camarero, me devoró con los ojos mientras pedía un tostado mixto y una cerveza. Me alegraba darme cuenta que estaba en forma y que levantaba pasiones y pijas. Comí tranquila. Era el momento de darme otro chapuzón en el mar. Volví a hacer el camino a la orilla.
Entré rápido para no sentir el frío del agua y cuando llegó a la rodilla me zambullí. Fui hacia donde cubría más. Nadé apenas unos minutos cuando apareció mi joven galán a mi lado.
Mamita ..acá estoy. Te he estado esperando ...sabía que ibas a volver.
Niño malo..niño malo..vamos donde cubra un poco más y no haya gente.
En pocas brazadas estaba donde me cubría por el cuello. En esa zona las olas no acaban de formarse y no íbamos a tener problemas de llenarnos la boca de agua.
Mi mano bajó hasta su polla, volvía a estar en alto bajo el bañador. La saqué, la apreté y me quedé quieta.
¿ Te llamabas Jonathan y quieres otra pajita de tu mamita?
Sí, mamita.
El chico sabía jugar el morbo de la madura que seduce al jovencito. Empecé a mover la mano. Me encantaba tener aquella tranca a mi disposición. Decidí que quería que durara , así que le masturbaba despacio, gozando de una pija tan dura y grande. No enorme pero sí grande.
¿ Puedo tocarla ?- preguntó con voz en la que la lujuria baboseaba.
Solo las lolas y con mimo.
Puso sus manos en mis senos, el bikini era pequeño, los pezones entre la excitación el frío de mar estaba erectos y el chico dejó sus palmas sobre ellos como si le hubiera caído un rallo.
- Tenés una tetas …
-¿ Cómo?
- Maravillosas.-
Y comenzó a mover las palmas sobándolas. Era buen toca pechos. Se notaba que tenía experiencia. Sonrió como dueño de la situación. No había entendido mi juego. MANDABA YO. Sin soltar la pija agarré los huevos con la otra mano y apreté fuerte.
Aahh- soltó dejando de tocarme.
Debes ser un niño bueno y obedecer a mamá. Ella te da gustirrín pero vos tenés que hacer solo lo que ella te mande. ¿ Lo has entendido?
Sí..mamita.
Pues sigue acariciando mis lolas con mimo mientras te saco la leche.
Me excitó aun más su sumisión, el sentirme dueña de su placer. Me estaba entrando frío, el agua en Mar del Plata no es la del Caribe ni el Mediterráneo así que decidí acabar. Aceleré la paja, el chico comenzó a jadear y con su polla en mi puño soltó todo su carga de semen. Esta vez le di un piquito cuando me alejaba camino de mi zona de protección.
Otra vez más, ducha, pileta y ducha, tocaba esperar a mi marido. Me puse crema, me solté el corpiño y me tumbé cómoda. Me gustaba lo que leía pero me quedé dormida. Me despertó el celular.
Tenía el coño empapado y los pezones de punta, había estado soñando con mi primer novio y cómo le pajeaba una y otra vez en cuanto teníamos ocasión. ¡ Menudo calentón de sueño! Volví a la realidad, mi marido me decía que volvía en una media hora.
Me abroché el bikini, me puse la camisola recogí los bártulos y subí a la habitación. En el baño, me desnudé y me metí bajo la ducha para quitarme la crema de protección solar. El agua templada me relajó un poco. Salí, me puse crema hidratante post solar . La caricia de mis manos al extenderla por mi cuerpo me volvió a excitar. Decidí esperar a mi marido desnuda mientras se absorbía por mi piel que ardía.
Me miré en el espejo. Pese a tomar el sol desnuda en casa, se me notaba el distinto tono de color en cuatro pequeños triángulos: los dos pezones, el pubis y justo sobre las nalgas, entre los hoyuelos, que se cubre con la parte trasera de bikini por pequeño que sea. Me acaricié, aprovechando la crema, la raja del culo y embadurné bien embadurnada la puerta oscura. Jugué a meterme un par de dedos.
Estaba deseosa de mi macho. Y llegó. Toco en la puerta de la habitación. Le abrí como Dios me trajo al mundo. Me miró , sonrió y se quitó el saco. Yo me abalance para desabrochar su camisa, apenas quedó su pecho desnudo, lo besé, lo lamí , le mordí. Él no me tocaba, se estaba soltando el cinturón y desabrochándose los pantalones. Fui yo la que tiré de ellos para que cayeran a sus pies, liberando su polla que quedó tiesa pegando contra mi piel. Entonces me besó, sus manos me sobaron ansiosas.
- ¡Ponte en cuatro!- me ordenó.
Obedecí feliz, me veía en el espejo, se arrodilló entre mis piernas. Fui yo la que le dije lo que quería:
Métela por el culo, lo tengo bien engrasado.
Tus deseos son ordenes...gatita.
Apoyó su cipote en el ojete , pareció que dudaba, yo me moví para que casi entrara y entonces fue cuando me rompió el orto con una estocada de verga que se me clavó hasta el fondo. Di un respingo al sentirla toda dentro. Me agarró de las caderas y empezó a moverse en un rápido mete y saca. Y yo gemí como perra en celo.
- ¡ Así..asiiii...dame...dameee!- susurraba entregada.
Y me dio la primera nalgada, no fuerte, sí pesada, como un azote a una yegua para la carrera. Y respondí, me moví adelante y atrás para que la polla se me clavara hasta sentir sus huevos pegando contra mi . Estaba desenfrenada. Iba camino del orgasmo, solo con la enculada de mi macho. Él se dio cuenta. Me daba azotitos para animarme a lanzarme al abismo del placer. Se había quedado quieto, era yo la que llevaba el ritmo y la profundidad de los ataques.
- ¡Ya estoy llegando!- le avisé. Sé que le gusta que le diga cuando estoy a punto de venirme, para poder controlar cuando se corre él.
Dos nalgadas un poco más fuertes me llevaron a caer en la catarata del orgasmo. Mientras me deslizaba como un torrente salvaje, él se movió rápido para que su verga apretada soltara su leche. Ya acabé mientras su semen comenzaba a ser escupido en lo más profundo de mí.
Nena, estabas caliente.
Sí, cariño, muy caliente, ya sabes que a mí el mar y tomar el sol me ponen cachonda. Anda vamos a la ducha que te limpie bien esa pedazo de pija que me vuelve loca.