Mamás de médicos 5-El vellito de Sandra

Me puse crema por encima para hacer más creíble la aplicación…Me acerqué para hacer más presión, pero en vez del dedo, apliqué la piel de mi capullo desnudo sobre sus calientes y enrojecidos labios.

Este relato se lo dedico a una lectora, que con la convesación amable y excitante por chat, se ha convertido en mi musa para protagonizar juntos este relato. Te agradezco tus palabras y tu ánimo, y que seas mi pareja imaginaria en las fantasías que queramos vivir juntos desde ambos lados del océano mientras seguimos diariamente con nuestras vidas tranquilas. Para ti, mamá…

Me llamo Carlos, tengo 26 años y trabajo de médico en un centro de salud de una provincia pequeña y tranquila. Soy moreno, de complexión delgada y con ojos marrones con un puntito de verde que fascina a quien se fija en ellos.

Desde hace unos pocos años he tenido obsesión con mi madre, que se ha convertido en la diosa de mis fantasías. Os voy a contar el porqué.

Ella se llama Sandra, es morena, no muy alta y con ojos marrones, muy bonitos. Tiene el cabello lacio y castaño que llega hasta sus hombros. Trabaja en una tienda. Es una mujer moderna. Por el día la veo a diario ir y venir por la casa con ropa cómoda pero recatada. Cuando sale también le gusta vestir muy sobrio, con ropa que no resalta para nada su gran feminidad. Es como si quisiese esconder lo linda mujer que es.

Yo tenía una relación normal con ella, ya que es una madre muy preocupada por su hijo único. Ella me llevaba y traía al colegio. También se preocupaba de mis clases extraescolares y de todo lo que una madre puede mirar por su pequeño.

Cuando llegué a la edad de 15 años aproximadamente, me regalaron un ordenador para que hiciese mis deberes y trabajos para el colegio. Un año después,  pusimos internet para que pudiese acceder al mundo digital. El ordenador estaba en mi cuarto, pero mi madre también accedía cuando quería a mirar el correo y eso.

A esa edad ya comencé a buscar relatos y fotos de sexo. Me pajeaba a menudo, encantado con las posibilidades del ordenador en mi habitación.

Mi madre lo utilizaba también bastante, cada vez más. A veces la tenía que dejar seguir en el ordenador cuando llegaba yo a casa porque según ella, estaba escribiendo un email muy importante.

Un día, por curiosidad, me puse a mirar el historial de búsquedas y me sorprendió lo que encontré.

Entre muchas palabras y productos naturales, que a mi madre le encantan para comer o para cuidar su fina piel, hallé los términos “amor filial”. Yo no sabía qué era, pero me propuse averiguarlo.

Hice la búsqueda y encontré relatos y fotos de chicos y chicas jóvenes con adultos, que parecían sus progenitores. Estaban anunciados como “madre-hijo”, “padre-hija”, “tía-sobrino”, “orgía familiar”…Aquello me resultó chocante. Nunca me había imaginado que entre parientes pudiese surgir atracción sexual…Aquello no pasó a mayores porque yo no identificaba a mi madre como una mujer con pasiones, sino como una buena madre preocupada siempre por el bienestar de su niño.

Lo siguiente ocurrió meses después. Mi madre continuaba haciendo uso frecuente del ordenador, pero intentaba hacerlo siempre en horas en las que yo no estaba en casa. Además, borraba todo el historial tras utilizarlo, por lo que yo podía saber cuándo había hecho uso del ordenador y casi a diario.

Un día que había salido antes del entrenamiento de fútbol porque me molestaba el tobillo, llegué a casa y entré con normalidad en mi habitación. El ordenador estaba encendido y en la pantalla estaba abierto un chat, en el que se leía…”te la chuparía enterita hasta dejártela bien limpia…espera que tengo que ir al baño y continuamos…” Me di cuenta de que mi madre estaba chateando con alguien y que había dejado el ordenador unos segundos para aliviar su vejiga. Ni corto ni perezoso, guardé en una carpeta mía la conversación y salí de la habitación haciendo cómo que acababa de llegar.

Me encontré a mi madre saliendo del baño y cuando me vio se puso nerviosa.

-Hola mamá.

-Hola hijo. ¿Qué haces aquí tan pronto?

-Nada, que me dolía el tobillo y no he podido continuar el entrenamiento. Me voy a dar una ducha caliente y descansar un rato viendo la tele.

-Vale, pues pasa al baño y quítate todo aquí mismo. Dúchate y relájate un rato y ahora te traigo ropa limpia.

  • De acuerdo, mamá.

Me metí en el baño y la dejé ir al ordenador a continuar su conversación clandestina. Me duché lentamente, y me enpecé a tocar el pene como hacía siempre. Pero esta vez caliente por la conversación que había guardado. ¿Será posible que mi madre fuera una caliente hembra que utiliza el ordenador para tener conversaciones guarras con hombres? Me moría de ganas de leer la conversación completa y de descubrir sus secretos…Me corrí bien a gusto a la salud de mi madre.

Al salir de la ducha me encontré mi ropa preparada. Me crucé a mi madre, que estaba como acalorada y se dirigía al baño. Me dijo que quería ducharse ya que tenía calor…Creo que no había podido acabar lo que llevaba entre manos en el chat y necesitaba desahogarse…

Durante la cena se le veía un poco nerviosa, pero haciendo como si no pasase nada. Me miraba de una forma muy extraña. Por la noche, cuando me despedí de ella para ir a la cama, me fui a mirar directamente el ordenador.

La conversación comenzaba muy despacio, con saludos, presentaciones y descripciones. Pero luego se comenzaba a calentar. El otro debía ser un escritor de relatos, ya que le preguntaba que cuál era la opinión sobre el suyo. Ella le respondía que le había calentado mucho y que se había tenido que tocar hasta acabar…Aquello me excitó mucho…

A él también le debió excitar mucho porque le comenzó a hacer preguntas más íntimas. Sobre cómo vestía, sobre si tenía un hijo, si fantaseaba con él….Ella confesaba que lo que más le gustaba de sí misma son sus senos, que no son muy grandes, pero con una bonita forma redonda. Describía sus pezones medianos, color café, muy sensibles y que se ponen duros como piedras,.

Todo se puso aún más caliente cuando él la llamó mamá…Eso me dejó perplejo. ¿Por qué un desconocido llamaba mamá a mi madre? Lo increíble era que ella seguía el juego llamándolo hijo…

Empezaron a fantasear con que le tocaba el pene a su hijo y él que estaba loco por los pechos de su madre…Yo en estos momentos me saqué ya mi considerable erección y me puse a pajearme con la calentura que me entró de imaginarme a mi madre fantaseando con tocar y chupar el pene de su supuesto hijo…

Debajo de aquella máscara de mujer sencilla y recatada bullía una hembra con muchas fantasías y con muchos deseos sexuales. Me corrí como nunca leyendo una y otra vez la conversación, cómo su “hijo” le tocaba y le chupaba el coño y como ella se dejaba hacer para luego pasar a cogerle el rabo y comérselo bien hasta que acabó en su boca.

Tardé muchísimo en dormirme, agotado de masturbarme hasta acabar 3 veces. Estaba excitadísimo y la visión de mi madre como una hembra deseosa de sexo no paraba de atormentarme.

En ese momento me di cuenta de que era una mujer muy deseable y que la tenía tan cerca....

Nuestra relación cambió. Me hice más cariñoso. Buscaba cualquier oportunidad para abrazarla, besarla dulcemente. Ella estaba encantada y me correspondía. Ambos aprovechábamos los abrazos para rozarnos con mayor o menor disimulo. Yo buscaba el contacto con sus pechos o su culo, y ella sentir en cualquier parte de su cuerpo mi duro paquete cuando ella estaba próxima.

Desde entonces me hice aficionado a las páginas de amor filial. Leía relatos de madres e hijos y me descargaba vídeos más o menos reales de incesto. Me aficioné a las mujeres maduras, pero las que más me gustaban eran aquellas que me recordaban a mi madre.

Al pasar los años, me hice médico. Comencé a trabajar en un centro de salud cercano a donde vivíamos por lo que continuaba viviendo en casa y mi madre estaba muy orgullosa de su vástago el médico, como me llamaban todos los vecinos.

Nuestra relación seguía igual, con toqueteos y achuchones disimulados. Mi madre continuaba enganchada al chat y yo me preguntaba qué fantasías bullían en esa cabecita. Un día descubrí en la tienda virtual del espía que grababa las conversaciones de chat que se producían en un ordenador, a pesar de que el usuario las borrase. Lo instalé y me dispuse a ver qué ocurría.

Mi madre estaba mucho peor. Se había aficionado a chatear con jovencitos de mi edad a los que llamaba hijo y hacía que ellos le llamasen mamá. En sus conversaciones aparecían todo tipo de juegos sexuales, mamadas, cubanas, besos negros, folladas por delante y hasta por el culo, lluvia dorada…Creo que ella fantaseaba con otros pensando que era yo y les hacía de manera virtual lo que le gustaría hacer conmigo.

Me encantó ver lo abierta y fantasiosa que era mi madre. Lo que disfrutaba de sus encuentros y cómo era capaz de excitar a los compañeros de conversación. Ellos aseguraban que se corrían a gusto con sus encuentros y que desearían quedar con ella y follársela de verdad. Ella les contestaba que no podía ser, ya que ella era para su nene…Aquello me llevaba al delirio.

Mi calentura iba en aumento al leer sus conversaciones y ella lo debía notar, ya que yo era cada vez más osado en mis toqueteos. Le tocaba las tetas cuando podía con la mano abierta y rozaba mi erección sin disimulo por su culo cuando estaba fregando los platos. Me colocaba detrás con cualquier excusa y aprovechaba para apoyarme en su espalda y susurrarle al oído cosas mientras restregaba la punta de mi tienda de campaña por la fina tela de su falda o su pijama.

Mi madre se mordía el labio y suspiraba. Un día se le cayó un plato de las manos y lo fuimos a coger los dos, abrazándola con mis dos manos por detrás y haciéndole sentir todo mi cuerpo envolviéndola…

Yo la veía cada día más juguetona conmigo. Cerraba los ojos cuando le daba un abrazo o la besaba, como dejándose hacer…

Un día la encontré muy nerviosa. Se había cortado el pelo y estaba más guapa de lo que ya es. Me sorprendió verla pintada y preparada como para una cita. Tenía un perfume suave pero penetrante. Le di dos besos y me dijo:

-Carlos, hijo. Tengo un problema un poco delicado y he pensado que teniendo a un médico en casa tú me  podrías ayudar.

-Claro, confía en mí. ¿Qué te ocurre mamá?

-Pues que me he depilado ahí abajo y un pelito se he quedado como metido para adentro. No puedo sacarlo y temo que se me infecte. Ya me ha pasado una vez y no quiero pasar por eso de nuevo.

Me puse nervioso yo también. Me acababa de confesar que se había depilado. La imagen de su coñito rasuradito me subió la temperatura corporal muchos grados. No esperaba una solicitud de ese tipo. Y más proviniendo de una mujer que ahora veía como muy deseable.

-Pues…si quieres, esta tarde pásate por el centro de salud y te lo intento solucionar.

-Bien, pero quiero que seas tú el que me trate. Me da vergüenza confiarle esto a cualquier desconocido.

-Bien, mamá. Pediré a la ginecólogo su consulta para tener todo lo necesario. Vente a última hora.

-De acuerdo, Carlos. Me quitas un peso de encima.

El peso lo llevaba ahora yo. El peso de una erección incontenible de pensar que mi madre me descubriría sus partes más nobles para que la ayudase en su problema.

En el centro de salud lo arreglé todo para que a última hora me quedase la consulta de ginecología para mí solo. Además, a esa hora ya se había ido todo el mundo. Quedándose el guarda de seguridad para esperar a algún rezagado, y poder cerrar. Cuando llegó le avisé al guarda de que tenía que atender a mi madre y que se podía ir, que ya cerraría yo. Él me dijo que no había ningún problema, ya que sólo tenía que cerrar el candado.

Mi madre llegó vestida de una forma inusual en ella. Estaba pintada como esta mañana de manera muy sexy. Llevaba una falda corta, que realzaba sus piernas decoradas por unas suaves medias. También llevaba una blusa que no había visto nunca en la que se apreciaba un bonito escote. Debía llevar un sujetador de los que suben el pecho, ya que asomaban sus pechos medianos de una manera que nunca había visto. Esta percepción me hizo ponerme aún más excitado. Mi madre se había vestido así para mí.

-Hola mamá, ya tenemos todo libre para nosotros. No nos molestarán.

-Gracias, hijo. Estaba nerviosa pensando que alguien pudiese pensar algo raro al vernos meternos en una consulta solos.

-Ya, no te preocupes. Nadie se va a enterar.

Yo no entendía por qué tanta vergüenza de que una madre consultase a un hijo un problema de salud. No creo que nadie viese eso como extraño. Puede ser que la que llevase algo raro en la cabeza fuese ella, por eso adoptaba esa actitud de recelo, como si supiese que estaba haciendo algo malo…Se le notaban muchos nervios de pies a cabeza.

La hice pasar a la consulta y cerramos con pestillo la puerta.

  • Ahora puedes pasar a esa cortina y quitarte la parte de abajo para que te pueda explorar.

  • Vale, cariño. No necesito más de un minuto.

Se pasó detrás de la cortina y se quitó la falda y los bonitos zapatos que traía. Apareció ante mí con unas medias con ligas que parecían de una cabaretera. Estoy seguro de que no las había visto nunca por casa, porque en ocasiones reviso su ropa interior. Se las había comprado para la ocasión.

Y en el centro de las dos columnas de seda negra, rematados con encajes, aparecía la clave de un arco, un mechón de pelito bien cortito y arreglado, rodeado de una piel suave como de chica joven.

-Pasa al potro y ponte en posición como cuando te hacen las revisiones ginecológicas.

Mi madre miró al potro con cara de excitación y se mordió el labio de pensar que se iba a abrir completamente a la vista de su niño.

Yo en este punto estaba ya con una erección enorme, la mayor que había tenido nunca. Estaba muy ansioso por ver a ese pedazo de hembra abrirse de piernas ante mí.

Mi madre tomó el toro por los cuernos. Había venido a enseñarme su coñito precioso y, aunque con timidez, abrió las piernas y las colocó en los dos apoyos para los pies.

Ahora mi visión era clara y profunda. Podía ver su vulva abierta como una fruta madura y deliciosa. Creo que es una posición que no agrada a ninguna mujer. Mi madre tampoco perecía disfrutarla, pero sí que se le veía resuelta. Era como un regalo hacia mí, se estaba ofreciendo en cuerpo y alma a su amado y deseado hijo.

El paisaje estaba muy bien cuidado, como un jardín de un palacio. Al fondo, subido en una elevación se veía un mechoncito lindo.... La entrada al palacio era majestuosa, con una apertura plegadita y bien cerrada. Sus labios mayores lucían como una cortina de seda...Los pliegues de los labios menores estaban rosaditos y buen lubricados. El olor era tan suave y tan limpio como el de un campo de flores. Me enamoré de inmediato de esa visión. Me quedé perplejo y sin saber cómo seguir…

-Hijo, tómate tu tiempo y ten cuidado, que son partes muy sensibles…Voy a cerrar los ojos porque me da un poco de vergüenza.,,pero tú hazme lo que me tengas que hacer…

-Claro…mamá…

Era toda una declaración de intenciones…se había entregado a mí para que hiciese con ella lo que quisiese…para que hiciese realidad las fantasías que tenía ocultas…Gracias, mamá…

Me puse un guante y empecé la aproximación…Separé los labios con cuidado, como acariciando con el dedo…Mi madre se mordía el labio mientras permanecía con los ojos cerrados como me había dicho. Yo miraba su cara de contención…estaba excitadísima e intentaba reprimirse, aunque le era difícil..

Mi dedo avanzaba por su piel y se mezclaba con sus jugos vaginales, lo que hacía que se deslizase más fácilmente. Seguía dando vueltas y buscando...Encontré el pelito caprichoso, estaba en un pliegue lateral. Pero decidí continuar con el paseo por toda la vulva ya que al parecer a Sandra, mi madre, le estaba gustando bastante…

-Lo encontré, mamá.

-Ahhhh….y qué piensas hacer?

-Pues cogeré unas pinzas y lo extraeré con mucho cuidado…

-Vale, nene, pero ten en cuenta, que estoy muy sensible…

-Sí, mamá, voy a cuidarte mucho…

-Gracias, Carlitos…qué bueno eres…

Cogí pinzas y me dispuse a extraer el bendito pelo…era tan pequeño que casi no podía cogerlo con ellas. Mi mamá cerraba fuertemente los ojos, poniendo cara de excitación y miedo a la vez…

-No puedo sacarlo…es tan pequeño que se escapa a las pinzas…

-`¿Y qué podemos hacer?  No quiero que se me infecte…

-Pues te pondré una cremita para que el pelo se caiga sólo…

-Bien, amor…pues ponme esa crema por toda la zona, así no quedará ningún vello traidor…

-Buena idea…la aplicaré por todo...

Me puse crema en el guante y comencé a ponérsela por la zona externa de los labios mayores. Iba haciendo círculos y círculos. Mi madre dio un salto y contrajo todo su zona perineal cuando sintió el dedo bien cerca de la entrada de su ano. Me pareció tan lindo que en la segunda pasada me detuve un poquito y le di un par de vueltas…

Mi madre se movía encima del potro, con la cadera buscaba mi dedo para que no se despegase de ella.

-Hijo, me estoy haciendo pipí. ¿Me dejas ir al baño?

-Espera, mamá, ahora con esta crema puesta no es conveniente…Tienes que aguantar…

-Bueno…

Mi madre continuaba con los ojos cerrados por la impresión. Yo entres sus piernas bien abiertas disfrutando de las vistas y no parando de tocar todo su coñito…

-Hijo, me está escociendo la crema que me has puesto…Ya te he dicho que tengo la piel muy sensible…

-Sí, se te está enrojeciendo toda la zona…Espera, aquí tengo otra crema que es bálsamo para los escozores…

-Pónmela rápido…esto pica mucho…ráscame por favor…ráscame…sopla, sopla…hazme algoooo…

Yo no podía más con las súplicas de mi madre…me estaba pidiendo que le tocase bien fuerte, que me dejase de aperitivos y pasase al plato principal…

Mi polla estaba que reventaba bajo mi pantalón y su coño estaba tan acogedor…

Con mucho disimulo me saqué el capullo por la apertura de la bata…total, no se daría cuenta porque tenía los ojos cerrados, pensé yo…

Me acerqué para hacer más presión, pero en vez del dedo, apliqué la piel de mi capullo desnudo sobre sus calientes y enrojecidos labios. Me puse crema por encima para hacer más creíble la aplicación…Mi duro pene le esparcía suave crema por todo su chochito. Iba y venía rozando todo entre sus maternales pliegues. Los pliegues que una vez yo descubrí para asomar la cabeza a este mundo. Ella estaba sintiendo el efecto calmante de la crema, pero el dedo que la masajeaba debía tenía un grosor mayor de lo normal…Mi madre contrajo todo su coño de excitación….

Hacía tiempo que no entraba nada así por allí…

Separó aún más las piernas y comenzó a lanzar gemiditos…

-¿Te hago daño, mamá?

-No, hijo, me está aliviando mucho….sigue esparciendo la crema bien…espárcela hasta dentro…

-Ya lo hago, mamá…

No paraba de rozarle con mi gordo capullo morado toda su vulva. Volvía una y otra vez hacia su clítoris, ya que notaba que nos daba una descarga a los dos al rozar su lindo botoncito…

-Ahhhhggggggggg…………….

Mi madre emitía un sonido gutural, mientras echaba la cabeza atrás con los ojos bien cerrados. Su cara estaba congestionada con un rictus de placer, gesticulaba mucho. Estaba disfrutándolo aunque pretendía hacer como que no estaba pasando…Quizás así era más fácil para los dos romper el hielo de nuestra mutua atracción…

-Hijo, me meo.... Tengo que ir al baño.

-Aguanta mamá, tengo que completar el tratamiento…

-Venga hijo, no aguanto más…

Ahora no podía parar, necesitaba hacer algo ya…Mi glande estaba a la entrada de su coño, ambos se atraían como imanes superpotentes…

Cogí sus piernas por las rodillas con las manos, coloqué mi polla en la entrada. Mi madré sintió como el gordo “dedo” se apoyó en sus labios menores, separándolos con cuidado y penetraba tu sexo mojado poquito a poco...

-Ahhh, nene….sigue metiendo tu dedo hasta dentro…

El dedo que la penetraba era tres veces más largo y mucho más grueso que un dedo normal. Por mi parte sintía un calor desquiciante, y mucha presión porque su vagina es muy apretadita. Toda la crema me permitía deslizarme fácilmente, abriendo las paredes de su vagina como un cuchillo. Le encajé todo el rabo hasta mis gordas pelotas colgantes, que chocaron contra su culo.

Mi madre echó la cabeza caer hacia atrás y abrió totalmente la boca, pero de su boca no salió ningún ruido, fue como si se hubiese quedado sin aire..

Sus gestos eran exagerados, intentaba contenerse, pero parecía que estaba en pleno parto…

-Ponme toda la crema…

Empecé a meter y sacar el pene, que se deslizaba fácilmente…la postura con las piernas tan abiertas y la mezcla de sus jugos íntimos y la crema hacían pudiese llegar hasta su cuello uterino…Mis huevos chocaban sonoramente contra su inflamada carne…

El coño de mi madre comenzó a lanzar contracciones sobre mi pene…estaba comenzando un gran orgasmo…Yo comencé a dar círculos para sentir las paredes de la cueva que me vio nacer. Podía sentir todos los rincones de su caliente horno…Mis pelotas comenzaron a contraerse y una gran cantidad de semen esperaba en el interior de mi crema pastelera para rellenar su profundo agujero.

Sin embargo, intenté aguantar al máximo nuestro placer, notaba la polla cargada de semen y mis testículos aumentaban la presión.

En ese momento, mi madre no pudo aguantar más y comenzó a correrse sin control….pero de repente percibí algo líquido y caliente chorreando por mi pene y huevos…mi madre no había podido controlar su vejiga debido al gran orgasmo que estaba teniendo y su esfínter vesical soltó todo el contenido sobre mí…

Yo no pude aguantar más y también comencé a soltar grandes chorros por su vulva, golpeando en su barriguita, en sus labios, en su ano…La corrida parecía no tener fin. Mis cojones estaban vaciando todo el semen hirviente que guardaban.

Mi madre tomaba aire con grandes suspiros. Yo miraba mi bata, que estaba toda mojada…En la consulta había un gran charco de orina y algunos chorros de semen.

Me quité la bata y salí de la consulta dejando a mi madre con los ojos cerrados y una expresión de placer supremo en la cara…No sabía qué decirle y no quería que me viese cuando abriese los ojos…

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