Mamás de médicos 3-Exploración mamaria

Voy a dejar de hablar de mis pechos y `pasar a hablar de la historia de mi hijo… y mis pechos. Cuando se graduó en Medicina, le pregunté qué quería ser de especialista. Me dijo que quería dedicarse al cáncer…de mama!!!

Nota del autor.

Ésta es la tercera parte de la trilogía. Seguiré más adelante. Han sido dos semanas intensas escribiendo y disfrutando de vuestros comentarios y mensajes. Ahora toca un descanso para pensar nuevos temas, trasmas y personajes.

Si os sorprende que éste sea la parte 3, es que no habéis encontrado el 2. Está en otra sección, una que me encanta pero es menos seguida. Si os gustan mis relatos no dudéis en buscarlo.

Como en el anterior relato, os aconsejo que abráis la foto de la tetona que más os guste y la miréis durante la lectura. Luego, si os ha gustado el relato, me encantaría que la enviaseis a mi correo con una dedicatoria. Gracias y que disfrutéis.

Me llamo Dana. Soy una mamá joven, o así me veo yo. A mi edad, ya tengo un hijo residente de ginecología. Sí, aún puedo tener hijos, pero no me apetece. Tener hijos es muy bonito, pero cuando una ya los ha criado, toca disfrutar de la vida. Y más si tienes el cuerpo que tengo yo.

Nunca he tenido problemas para atraer a los hombres. Las dos montañas que tengo por pechos hacen todo el trabajo. Ni siquiera me miran a los ojos, y qué decir de lo que les cuento…Sólo tienen ojos para mis pechos.

Aunque a alguno le parezca más un problema que una ventaja, si lo sabes utilizar tiene su poder, y el poder, es felicidad y placer…

Elegí al que sería mi marido y cayó rendido a mis encantos en cuanto se los ofrecí en bandeja. Y es que mis escotes son legendarios. Me encanta llevar camisas ajustadas o prendas que realcen mis curvas.

No hay objetivo que no derribe cuando lo apunto con mis misiles. Son grandes pero luchan contra la gravedad para estar erguidos. Me doy cremas que los mantienen bien, hago ejercicio y sobre todo, los adoro y cuido a base de masajes de aceites. Me encanta verme al espejo con las tetazas llenas de crema o aceite, con los pezones bien tiesos después de un buen masaje autoerótico.

Pues bien. Voy a dejar de hablar de mis pechos y `pasar a hablar de la historia de mi hijo… y mis pechos…

Mi hijo siempre se ha sentido atraído por ellos ¿cómo no? Hubiese dudado de su heterosexualidad de no ser así. Desde mamón, o sea, cuando mamaba y mamaba de ellos como un chupóptero, ha disfrutado muchísimo con ellos. No podía dejar de mamar y siempre le tenía que quitar el pecho porque se estaba poniendo gordo de tanta leche que me sacaba. Aún así, mis pechos producían como una central lechera y podrían haber amamantado a toda su clase.

Luego, cuando tenía que pasar a dieta de potitos no quería, con lo que tuve que alargar la lactación durante años. Llegó a los 4 años todavía mamando. Le gustaba pasar la lengua por la puntita del pezón cuando había terminado, mientras se relamía como un goloso.

Cuando se hizo mayor, su fascinación continuó. Aprovechaba cualquier excusa para abrazarme y chocarse con estos montículos. Le gustaba hacerlos saltar o meter la cabeza entre ellos y ocultarse entre las masas de carne.

Cuando se graduó en Medicina, le pregunté qué quería ser de especialista. Me dijo que quería dedicarse al cáncer…de mama!!!

Me encantó la idea y le apoyé en su decisión. Ahora tendría un especialista en mamas para mí solita en mi propia casa.

Cuando empezó en el hospital estaba encantado. Tenía que pasar por todos los rotatorios de ginecología. Es decir, partos, salud materna, planificación familiar, tumores, etc…

Cuando estaba en el rotatorio de tumores de mama se le veía encantado y satisfecho con su elección, lo tenía claro. Quería dedicarse a ello toda la vida.

Yo me moría de la envidia de pensar que estaba todo el día viendo pechos, mamas, pechitos, senos, pechazos, tetazas, tetones, tetorras, melones y sandías. Todo el día viendo y tocándolos. Tenía que explorar si tenían bultos sospechosos y luego hacerles pruebas.

Así que me propuse que mi niño volviese a dedicarle tiempo a los pechos maternos. Que disfrutase de mis tetazas para hacerme disfrutar a mí. Volver a sentir mis senos el centro del universo.

De mañana en el desayuno, le comento como sin querer…

-Uf, hijo, no sé qué me pasa pero noto los pechos como hinchados…

-¿Sí? Dime desde cuándo lo notas?

-Pues ha sido hace poco, empezó siendo una sensación, pero ahora me miro en el espejo y los veo cada día más grandes y pesados…

-Si quieres puedo mirártelo cuando vuelva hoy del hospital.

-Claro, mejor me lo miras con tiempo. Te espero esta tarde preparada.

-Muy bien, máma. Venga, un beso, que tengo que llego tarde…

Me ha dado un beso bien cerca de los labios y ha salido corriendo. El plan está funcionando bien.

Al volver del trabajo, le veo cansado. Ha sido una mañana muy dura por lo que parece.

Me he puesto mono ajustado y cortito con un escotazo de los que levantan a un muerto. Se abre con botones por delante. Es una de esas prendas que realzan mis tetas y utilizo cuando estoy dispuesta a todo. Debajo llevo un sujetador de lencería fina. Me encanta este negro con encajes en blanco. Me hace un canalillo perfecto, como una cueva que desea ser explorada.

Los aventureros que la han visitado, insertando sus penes bien rígidos entre mis globos, dicen que es el lugar más cálido y acogedor de este mundo. Me gusta regalarles a todos mis amantes una visita a un lugar tan turístico. Dicen que además de las vistas, ofrece un trato sin igual a sus solitarias vergas. Además, me encanta ver sus capullos bien hinchados a punto de vomitar su leche sobre mis montañas, como una crema pastelera poniendo la rica nata sobre ellas.

Me acerco a él sacando bien pecho, para darle un beso como hago siempre. Mi hijo no aparta los ojos de mis tetas, ya que se las he puesto bien cerca de la cara al saludarle. Y como si nada me pregunta:

-¿Mamá, no querías que te explorase el pecho?

-Ah, sí hijo, gracias. Se me había olvidado…

Qué mentira más gorda! No he podido en todo el día pensar en sus manos sobre mis tetazas. En sentir cómo acaricia mi suave piel y cómo toca mis pezones hasta llevarme al límite. Tranquila, Dana, que te aceleras…

-Ahora si quieres me cambio y me exploras bien todo el pecho…creo que cada día estás más grande y me preocupa. Además, teniendo un experto como tú en problemas mamarios. Quién mejor para hacerme una buena palpación…

Remarco las palabras “grande” y “palpación” de manera deliberada. Él parece dispuesto a hacer la rutina de siempre como el que estampa sellos, pero yo estoy dispuesta a una buena tocada de tetas…y si se tercia…algo más…

Me abro botón a botón del mono delante de mi hijo mientas le hablo. Miro hacia abajo para dejarse recrearse en la vista. No quiero que mire de reojo, quiero que se lo coma con la mirada. Voy revelando mi pecho poco a poco, detenidamente, con pausa, para hacer mejor el instante. Mi sujetador sale al descubierto, dejando ver que es pequeño para el tamaño de mi busto y que está a punto de desbordarse ante tanta presión. Pero hace muy bien su trabajo de mantenerlo bien alto y hermoso.

Me he puesto un perfume muy sensual para que sus sentidos le hagan salir de su rutina habitual. No quiero que piense que soy una paciente más. Va a ver y tocas los mejores pechos y quiero que lo lleven al éxtasis.

Parece que mi hijo se fija con gusto en la forma de desvestirme. Supongo que sus pacientes no lo hacen un contoneándose y a la manera de un steaptease. Creo que va entrando en materia.

Una vez llego he abierto hasta la cintura, me lo quito echando los brazos atrás y sacando el pecho hacia delante para que se realce aún más con el sujetador. Los pechos se separan levemente y luchan por salir libre a la vista de mi apuesto hijo.

Me bajo lo que queda y lo saco por mis piernas. Dejando también al descubierto un tanga a juego con el brassier. La cinta del tanga se pierde entre los cachetes de mi culo. Imagen muy sexy que quiero que vea mi niño cuando me haga la exploración desde atrás.

Ahora toca el sujetador. Me bajo los dos tirantes.

-¿Me lo puedes desabrochar? Ya debes ser un experto en ello, ¿no?

-Pues no, mamá, ya que las pacientes se lo quitan solas.

-Es que yo soy una paciente especial. Por eso tienes que tratarme con más cuidado y amor…

-Claro, mamá, cuidaré de tocarte bien para que no te duela…

Vamos progresando bien. Las armas preparadas y dispuestas. El objetivo fijado. Y como decía Afrodita A (compañera de Mazinger Z): Pechos fuera!!!

Me suelta los corchetes y el sujetador sale propulsado hacia delante. Lo saco con mi mano y me apoyo los pechos con la otra, de forma un poco pudorosa, pero todo es fingido.

Quiero darle a mi nene una sorpresa. Me cojo ambos pechos con las manos por abajo y los levanto como sopesándolos.

-¿No te parecen enormes? Le pregunto mientras los hago dar saltitos delante de los ojos de mi nene.

-Me recuerdan a cuando te daba de mamar. Mira que te gustaba hacerlo. Te pasabas el día chupa que te chupa. Eras un adicto a la teta y a mí me encantaba darte el pecho.

Mi nene empieza a ponerse nervioso. Parece que la vista de mis pechos e imaginarse chupeteando estás grandes mamas le está poniendo caliente.

Pasa a colocarse detrás y comienza a tocármelos. Ahora verá cómo puede calentarlo aún más su madre…

-Ay, me haces como cosquillas. Le digo mientas echo el culo para atrás para rozarle el paquete. Mis globos posteriores rebotan contra su pelvis y siento un picotazo. Algo duro me golpea en las nalgas.

-Mamá, estate quieta que te tengo que explorar bien…

-Ya hijo, pero a ver si te crees que un jovencito tan guapo como tú me toca las tetas todos los días…Ya no eres un niño…. Dije mientas le miraba el paquete que estaba bien grande…

Su cara es un poema. Le estoy dejando claro que voy en serio.

Pone las manos sobre mis tetas de nuevo, pero noto como le tiemblan. Comienza a recorrerlas por debajo como para sentir su peso y su volumen. Comienza a meter los dedos como buscando bultos apretando suavemente toda la masa de mis pechos. Como son tan grandes, se va tomando su tiempo. Yo estoy con los ojos cerrados sintiendo el placer que me dan sus manos.

Noto como las recorre dando círculos cada vez más pequeños. Los pezones cada vez están más duros y estirados. Saben que se acerca su momento y lo están deseando…

Cuando los toca con las yemas de los dedos, una corriente baja a mi chochito y comienzo a notar como un torrente de líquidos invade mi vagina. Instintivamente vuelvo a echar el culo para atrás para acercarme más a su pelvis…

Me pego a él, a esa dureza que crece en su entrepierna y que lucha por salir de su escondite para penetrarme. Mis nalgas la rodean como el pan de un perrito caliente. Y bien caliente que lo noto.

Es la prueba de que está excitado por el masaje y que quiere más. Y yo también.

Le dejo que continúe todo lo que quiera explorándome. Se deleita en los pezones, que se ofrecen a sus dedos duros y rugosos.

Nuestras respiraciones son cortadas y la tensión se palpa en el ambiente. Tengo que hacer algo para acabar con esta ansia que me invade.

-¿Notas algo? ¿Están bien?

Froto y froto mi culo sobre su paquetón para hacerle una buena paja. Él, cegado por el vicio, me agarra los pezones y los comienza a apretar entre los dedos.

Mis pezones están durísimos y son tan sensibles que me llevan a un buen orgasmo, mientras siento algo comienza vibrar sobre mi culo. Mi niño se está corriendo en su pantalón con las tetazas de su madre en sus manos.

-Sí, es decir, no…no noto nada raro. Intenta decir algo coherente con los ojos en blanco.

-Ah, bueno, mejor. Pero no estoy tranquila, mejor si me explorases a menudo para asegurarse, ¿no?

-Claro, mamá. Será un placer.

Está deseando volver a hacerlo, lo dice con ganas. Y su madre deseando de que le masajee más y mejor.

-¿Y si te doy yo un masaje para descargar la tensión del día? Es mi manera de agradecerte lo bien que me has tratado…

- Vale…

-Pues túmbate y comenzamos. Creo que en mi cama va a ser mejor…

Lo llevo de la mano a mi terreno y él se deja como un corderillo. Lo tumbo sobre mi gran cama y me subo a su lado. Se quita la ropa con desespero. Más bien se la arranca. Soy yo misma la que le quito el bóxer una vez está tumbado boca abajo. Él se deja hacer.

Cojo un gel de masaje que tengo en la mesilla y me la pongo en las manos. Voy a hacer un trabajo de profesional.

-Comenzaré por el cuello e luego voy hacia las piernas, ¿de acuerdo?

-Bien, mami.

Me pongo a masajear con las manos su cabeza y cuello. Lo hago con movimientos sensuales mientas voy bajando poco a poco. Nuestros cuerpos se aproximan y como no puede ser de otra manera, mis airbags frontales chocan con su espalda desparramándose como bolsas de agua contra el suelo.

Mi niño debe estar notando cómo las ubres que ha manoseado a su antojo resbalan por su espalda. El gel de masaje hace que la fricción sea deliciosa para ambos. Los pezones están calientes y la crema fresquita los excita aún más.

Comienzo a frotarme descaradamente con los pechos, mientras mis manos descienden por su espalda.

Ahora mis cántaros están sobre la piel de su terso trasero. Mis pezones juegan a escurrirse entre sus fuertes glúteos. Paro un momento para poner más gel sobre su espalda y también aprovecho para echar más sobre mis globos, que ya brillan con el líquido. Estoy sintiendo en los pechos el efecto calorífico del gel de masaje.

Estamos a mil…mi hijo hace un ronroneo y tensa los músculos del culo cuando un pezón intenta insertarse en el agujerito de su ano. Le oigo un suspiro…eso le ha gustado. Así que continúo con mi masaje en la espalda, mientras mis pezones como dedos se meten entre sus nalgas para acariciar una y otra vez su zona perianal.

Tengo una idea. Sigo bajando para masajear sus piernas. Rozo por dentro sus muslos con las manos y me agacho con sigilo hasta que mi cara está a la altura de su culo.

-Nene, abre las piernas para que te las pueda masajear mejor.

Mi obediente hijo lo hace, permitiéndome ver el agujerito de su culo. Mientras acaricio sus muslos con las manos aproximo la punta de mi lengua juguetona a rincón más oculto.

Le doy una lamidita y se contrae con dulzura. Está pidiendo más, así que mi lengua vuelve al ataque como la de una serpiente viciosilla. Le da lenguatadas cortas y rápidas, mientas mi hijo se retuerce de placer. La erección vuelve a estar al máximo. Se revuelve para colocarla de manera que no le duela.

Le dejo un segundo de descanso y continúo con mi masaje por sus piernas hasta sus pies. También le gusta. Un masaje de pies es muy excitante, y si te lo da tu madre casi desnuda y cachonda, pues mucho más.

-Date la vuelta, mi amor.

Con los ojos cerrados y una cara de gusto y excitación, se pone boca arriba. Me quedo absorta de ver ese pedazo de tranca en todo su esplendor.

Me siento sobre sus piernas, bien cerca de su estaca, que reposa sobre sus fuertes abdominales.

Comienzo a darle el masaje por el cuello y brazos igual que antes. Voy bajando mi cuerpo para buscar el contacto con el suyo. El roce sobre su pecho es electrizante. Mis tetas están muy lubricadas y rebotan contra su tórax.

Continúo mi camino y mis inmensas masas de carne contactan con su puntiaguda lanza. Tiene el capullo fuera y está bien lubricado. Así que mientras desciendo se cuela hábilmente entre mis montículos, separándodolos y alojándose en las profundidades de mi canal intermamario.

Lo veo abrirse camino hasta que su dilatada cabeza asoma por el final del túnel. Toda su verga está alojada en el túnel de mis tetas. Mi piel bien lubricada y suave rodea como un guante a tu herramienta caliente.

Comienzo a dar pequeños saltitos adelante y atrás mientras hago palmaditas sobre su pecho. Esto hace a mis pechos bambolearse y friccionar con toda la longitud de su mástil. Le estoy haciendo una buena cubana, como se dice por acá.

Su polla no puede aguantar mucho más mis deslizarse ayudado por el gel una y otra vez por el valle de mis turgentes masas de carne. Veo como comienza a ponerse más tensa. Sé que está a punto de soltar todo el semen que le queda.

Como no quiero que se derrame, en el último segundo bajo mi cabeza y atrapo su capullo con los labios justo en el momento que un torrente de leche calentita se desborda…Mi paladar y mi lengua reciben la lechada a borbotones. Algo escapa por las comisuras de mis labios, pero me trago todo lo que puedo.

Ha sido una gran tarde y me he llevado el premio gordo. MI hijo, está recuperándose del orgasmo brutal que ha tenido.

Yo me pongo el mono poco a poco de nuevo y me arreglo el pelo. Cuando se levanta yo ya me he ido al baño a hacerme un dedo. Su madre tiene también que acabar esto recordando todo. Ahora ya sabe lo que su madre es capaz de hacer con los maravillosos pechos. Ha aprendido una lección muy importante. Los pechos de una mujer no sólo son una fuente de problemas médicos, también son uno de los regalos más bonitos que nos ha hecho la naturaleza.

joven.daktari@yahoo.es