Mamársela a un hetero en unas jornadas jóvenes

"Buah tío, lo siento, pero tengo un calentón... ¿Me imagino que sabes a lo que me refiero no?" Yo asentí con la cabeza. Dani estaba justo a mi lado con la polla fuera. Se quitó los calzoncillos. Su brazo rozaba el mio.

Hace unos años estuve en unas jornadas de jóvenes en Madrid que duraban tres días. Nos alojaban en un hotel de cuatro estrellas que no estaba nada mal, aunque había que compartir habitación con otra persona. Yo llegué el viernes por la tarde y cuando entré a la habitación las dos camas estaban desocupadas. Pensé que con suerte tendría la habitación para mi.

Me pegué una ducha rápida para quitarme el sudor del calor agobiante que hacía en Madrid y cuando salí con la toalla liada casi me choco de frente con quien compartiría la habitación. Un chico alto y delgado, con ligeros rasgos asiáticos, moreno de pelo corto y con una cara muy tierna. Me quedé mirándole desconcertado durante un segundo mientras él ya me había extendido su mano para saludar. Cuando yo también me dispuse a darle la mano casi se me cae la toalla, la cual ahora ya solo aguantaba con la mano izquierda para que tapara mi rabo.

Chico: ¿qué tal tío? ¿estás aquí para las jornadas también?

Yo: Sí, sí. Soy Aitor, ¿y tú?

C.:Dani

Yo: encantado.

De ahí empecé a caminar hacia atrás algo avergonzado, me di la vuelta, solté la toalla y rápidamente me puse unos calzoncillos. Desafortunadamente en el espejo pude ver que a Dani no le importaba ni lo más mínimo que yo estuviera en pelotas.

Al rato bajamos juntos a la apertura de las jornadas y, como suelen ser estas cosas, acabé rodeado de todo tíos, lo cual me impidió identificarme como gay y me hizo entrar en un bucle de conversaciones aburridas. Acabado el día nos sentamos unos cuantos a tomar cervezas. Un tal Jose nos hablaba de su novia, otro tipo compartía su recién finalizada relación y Dani resultó ser el ligón que más bien estaba centrado en analizar a las chicas presentes en las jornadas. Ahí me di cuenta de que yo no era el único al que le ponía tela este tal Dani, sino que se había convertido en todo un ligón entre las pivas. La cuestión es que dejé a Dani por ahí liado con una chica y me fui a dormir. Cuando llegué al cuarto no pude evitar oler la camiseta sudada que tenía el tipo tirada en la cama. Me dio tanto morbo que empecé a pajearme. Estaba de pié meneándomela mientras me apretaba la camiseta en la cara y habiendo olvidado por completo que Dani podía entrar en cualquier momento. Pero no hubo sorpresas más que un gran chorro de semen que acabaría teniendo que limpiar con papel higiénico del suelo.

Dani llegó borracho bastante más tarde y roncó toda la noche. A la mañana me duché y salí a desayunar antes de que él se metiera en la ducha, por lo que perdí otra ocasión de verle en pelotas. El día transcurrió con normalidad y por la noche volvimos a ir de cervezas. Esta vez Dani estaba por otro lado y yo había encontrado un grupo mixto donde me sentía más a gusto.

Yo estaba muy cansado y aburrido, por lo que decidí subirme a la habitación temprano y recuperar algo del sueño que no había podido tener la noche anterior. Al entrar mi sorpresa fue que Dani ya había llegado también y se estaba duchando nuevamente con la puerta entreabierta. Me eché en la cama, desde la cual tenía una magnífica vista hacia el espejo del baño. Podía ver bastante bien a Dani en pelotas ducharse. De hecho, ¡estaba masturbándose! Me entró un morbaso de ver a ese hetero tocándose que por un momento pensé que estaba soñando. Pero luego me di cuenta de que esto podía acabar con muy mal rollo si Dani se enteraba de que le estaba espiando, por lo que me armé de valor y, haciendo como si nada, le saludé para hacerle saber que había llegado, por lo que dejó de masturbarse del tirón.

Cuando salió de la ducha con la toalla liada pude contemplar de cerca ese cuerpo naturalmente sin vello y en forma. Se puso de pie delante de mi y se quitó la toalla como si quisiera hacer un espectáculo. Pero no, únicamente quería hablar conmigo mientras se secaba. Yo tenía que obligarme a mirarle a la cara mientras hablaba, aunque en alguna parte de mi campo de visión percibía su polla, ya desempalmada. Dani no tenía prisa, hablaba y se secaba minuciosamente delante de mi. Me costaba concentrarme en la conversación mientras venía cómo se quitaba las gotas de entre los huevos.

Dani: pues tío. ¿Te acuerdas de la pava de ayer? Pues resulta que ayer no follamos porque claro, con esto de las habitas compartidas pues ya me dirás. Y me tuve que ir con todo el calentón a dormir. ¿No sé si me oíste? Pues bién, esta noche dije que de aquí no pasa y cuando ya me tenía super empalmado que yo estaba que me subía por las paredes, que ya me daba igual follármela en un callejón como los perros, me dijo que subiera a la habitación que su compi no estaba. Y tío, fuimos y efectivamente no había nadie y la tipa fue a saco a comerme el rabo. Pero al rato resulta que llega la amiga tocándo a la puerta y tuve que subirme el pantalón rápidamente. La amiga no se iba, estaba toda borracha y no se coscaba de que nosotros estábamos follando. Así que al final me tuve que venir aquí tío, a quitarme el calentón con una ducha fría, jaja.

Yo: ostías, qué putada. ¿Entonces al final no acabaste?

Dani: ¡Qué va! Si me dejó con todas las ganas. Tengo la polla que me va explotar, que llevo dos semanas sin encontrar el momento ni pa hacerme una paja tío.

Cuando ya no había nada más que secar se puso unos boxers negros y se echó sobre la cama.

Dani: ostias tío, y encima este calor.

Yo también tenía calor y decidí hacer lo mismo. Me quité la ropa para quedarme en calzoncillos y me fui a la ventana para encenderme un piti. Nos quedamos callados mientras yo echaba el humo por la ventana y miraba la gente pasar por la calle. Cuando me giré vi que Dani se estaba tocando por encima de los calzoncillos. Se estaba acariciando la polla que obviamente estaba erecta de nuevo. Yo giré mi vista. Dani se acercó a la ventana y me pidió una calada del cigarro. Seguía empalmado y no parecía tener intención de ocultarlo. Fumaba con la derecha y se tocaba con la izquierda. Me devolvió el cigarro y se sacó la polla del boxer. Se empezó a masturbar.

Dani: Buah tío, lo siento, pero tengo un calentón. ¿Me imagino que sabes a lo que me refiero no?

Yo asentí con la cabeza. Dani estaba justo a mi lado con la polla fuera. Se quitó los calzoncillos. Su brazo rozaba el mio. Yo sentía, inevitablemente, mi pene crecer y Dani se percató. Se dio cuenta de que aquello me estaba dando demasiado morbo como para ocultarlo. "Ven" dijo en voz suave y me puso su mano izquierda sobre la nuca.

Me bajé a comerle a polla y el gemía a más no poder. Parecía una máquina de placer. Me estaba usando para poder por fin deshacerse de esas ganas de correrse que llevaba acumuladas. Me empezó a meter su polla, no especialmente grande pero decente de comer, en la boca. Yo me la tragaba entera y me dejaba follar hasta casi la garganta. Tenía el tamaño perfecto para no atragantarme y poder dejarle a Dani que por fin se desahogara, que hiciera lo que le hacía falta. Seguí succionando y él estaba apunto de correrse. Me empecé a masturbar también mientras Dani comenzaba unos movimientos de robot, un mete y saca muy concreto y medido. Su glande aumentaba de tamaño y puuuuuuf... empezó a echar chorros entrecortados de semen. Se volvió violento, me agarró del pelo, empezó a sacar y meter la polla de mi poca de forma que la leche caía no solo dentro sino también en mi cara, goteaba por los labios y la barbilla, salpicaba hacia la ventana y caía al suelo. Mientras yo disfrutaba de su corrida de macho y saboreaba su semen me masturbaba y mi semen empezó a caer sobre los pies de Dani. A lo cual él respondió espantado con un "¡qué asco tío!" y se fue al baño a limpiarse. Yo me senté un momento sobre el suelo para recuperarme de la corrida y cuando Dani acabó también me limpié.

Nos acostamos sin hablar y al día siguiente apenas nos despedimos. Moriría por follármelo de nuevo, pero ya sé que su orgullo de "hetero" no se lo permite. Así que desgraciadamente le perdí el rastro.

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