Mamadora enculada

Después de sentir tus deliciosos labios succionando mi pene, terminar dentro de tu culo es la gloria.

MAMADORA ENCULADA

MAMADA

Lame mi erecto pene, que se estremece al contacto de tus tibios labios. Deja que se adentre en el interior de tu boca y lámelo con deleite. Me haces tan feliz con tus caricias bucales. Siento la gloria cuando tus labios se forran sobre mi cilindro de carne y lo chupan golosos buscando extraerle la esencia del amor. Es tan delicioso estar así. Me siento dichoso al poder calmar mis deseos sexuales en una forma tan divina. Tu lengua, vibrando ágil sobre la cabeza de mi pene, como una mariposa revoloteando sobre una flor, vibra y vibra sobre la roja cabeza, a la que moja completamente con su saliva húmeda y cálida, que me produce sensaciones muy agradables, que no cambiaría por nada en esos momentos de felicidad suprema.

¡Oh, deleite embriagador que me provocan tus chupetones! ¡Oh, delicia que me das cuando mamas mi pene!, y tu boca lo recorre en toda su gloriosa longitud hasta llegar a los huevos, que en el colmo de la fantasía erótica, llegas a guardarlos dentro de tu boca, buscando un contacto más cercano con el centro de producción de esperma.

Tú sabes como excitarme. Me lees el pensamiento, y con solo mirar mis ojos, haces realidad mis fantasías, cumpliendo mis deseos sin que te lo pida. Mamas con fruición mi pene, lo chupas con deleite sibarítico y trasladas tu placer hacia cada uno de los poros de mi piel, que contactan tu lujuria y la absorben en igual forma, disfrutando de esta intensa comunión de placeres. Lámeme más, chupa frenéticamente mi verga y no temas que vaya a venirme, pues hago todo lo humanamente posible para conservar por mucho tiempo su erección, y poder disfrutar la prolongación del deleite de tus mamadas deliciosas. Chupa, chupa con delectación mi pene y transpórtame al paraíso que se abre ante mis ojos, que se ponen en blanco de tanto placer, y que sólo se abren para mirarte, con una mirada de profundo agradecimiento por los deleites que me proporcionas y que sólo encuentro cuando estoy contigo.

ENCULADA:

Penetro cada vez más rápidamente tus calurosas entrañas, que cobijan mi pene, acariciándolo dulcemente en su camino. Mi verga, ante tanto placer, bate locamente en su interior, derramando gruesos chorros de leche ardiente que, irónicamente, viene a refrescar las paredes de tu recto, para aliviarte la irritación del frote que le han producido los ataques de mi pene.

Descargo dentro de ti toda la producción de leche de mis huevos y me invade un delicioso sopor por el placer conseguido, que disfruto ampliamente. Extraigo mi verga, que poco a poco va perdiendo su fiereza, hasta que descansa, acariciando un tiempo la hendidura de tus nalgas.

Recostándome junto a ti, atraigo tus labios hacia los míos y los beso, y beso tu frente, ya no con el ardor del principio, sino con la ternura que da el agradecimiento sincero hacia el placer recibido. Abrazo tu cuello, y atrayéndote junto a mí, dormimos juntos para reposar nuestros cuerpos cansados de placer, buscando el descanso del sueño, para poder nuevamente iniciar nuestros juegos sexuales, pues nuestros deseos no se acaban nunca.