Mamadas

Sobre el placer de mamar y ser mamado.

Mamadas.

Te cuento algunas reflexiones mías sobre las mamadas.

He hecho unos cuantos 69s con hombres y, estética y teóricamente es una experiencia que da mucho placer, además pienso que las mamadas hechas por la boca experta de un hombre son mucho más intensas que las de una mujer. Hablo en general y según mi experiencia. Aún así creo que el placer de sentir una boca y una lengua chupando mi polla es distinto al que se siente cuando soy yo quien tiene la polla en la boca y si me concentro en el placer de sentir como me la chupan, no soy consciente de la polla que tengo en mi boca y viceversa.

Lo que quiero decir es que en mi caso, primero mamar y luego ser mamado, ya que a la vez no se sienten los dos placeres de la misma manera. Es decir el que sientes en la boca cuando chupas una polla lamiendo el zumo que sale de la rajita del glande y el que sientes en tu polla cuando una boca experta te la come.

Dicho esto, tengo que decir que una de las mejores mamadas que me han hecho nunca me la hizo una mujer casada. Esta es la historia de ese momento.

Clara

Estuve unas cuantas veces con una enfermera casada que, según me dijo ella misma, tenía furor uterino y realmente era asi pues lo demostraba cada vez que me montaba para cabalgar mi polla. Trabajaba en la UCI y creo que ver tan frecuentemente el sufrimiento y la muerte era lo que hacía que constantemente quisiera disfrutar a tope de lo que más le gustaba, que era sentirse empalada y dar saltos para sentir que entraba más. Me contaba cosas como que una vez, de vacaciones en verano estaba sentada en la terraza de un bar con su pareja y unos italianos que habían conocido el día antes y el italiano que tenía al lado, mientras iban charlando, le metió la mano entre las piernas, un dedo por debajo del bikini que llevaba y le estuvo follando con él mientras hablaban del tiempo y otras banalidades. Me dijo que ese había sido uno de los momentos más excitantes de su vida y que antes de que pasara aquello, prácticamente no había hablado nada con el italiano del dedo, que se había entendido con las miradas. También me invitó un par de veces a unas orgías que montaban ella y algunos compañeros del hospital, pero en aquella época yo no era tan lanzado. Hoy aceptaría sin dudar.

La conocí en un centro de deportes adonde yo solía ir a jugar a frontenis y un día que ni ella ni yo teníamos con quien jugar estuvimos un rato dando raquetazos y posteriormente repetimos. Creo recordar que fue el segundo día de jugar juntos cuando al salir coincidimos, aunque luego vi claramente que no había sido una coincidencia en absoluto.

Mientras jugábamos charlábamos de cosas, lugares, películas y otros temas, pero no de intimidades. Ese día ella estaba esperándome fuera. Creo que ni se había duchado para ir más rápida que yo y poder encontrarse conmigo.

Vino hacia mi y me dijo que si tenía tiempo quería enseñarme un lugar cercano que le gustaba mucho. Me pareció bien y me dijo que fuéramos con mi coche y ella dejaba el suyo en el aparcamiento.

Estaba a unos pocos kilómetros saliendo de la carretera por una pista de tierra rodeada de árboles. Yo era y sigo siendo ( pero menos) bastante ingenuo, pero empezó a parecerme que no quería simplemente "enseñarme un lugar" y no me equivocaba, lo que no hubiera pensado nunca es que fuera tan directa. Además, durante el trayecto empezó a hablarme de su vida familiar, que estaba buscando un piso y en trámites de separación.

Llegamos a un punto detrás de una pineda desde dónde se veía el mar y pensé que era el picadero perfecto para el sexo entre amantes furtivos.

Una mamada en un coche no es nada particularmente original, pero aquella sí lo fue, al menos para mi.

En cuanto paré el coche me dijo que cuando jugábamos y yo corría, el bulto de mis shorts le atraía la mirada y sin dejarme reaccionar ni decir nada más buscó la hebilla de mi cinturón sin dejar de mirarme a los ojos y me lo desabrochó. En ese momento yo ya estaba preparado para lo que pudiera pasar y mi erección era evidente, retiré el asiento un poco hacia atrás, me recliné y ella sin dudar agachó la cabeza y empezó a mamármela y a masturbarme ansiosamente, cómo si tuviera prisa por que yo eyaculara. Tuve que decirle que aflojara un poco y lo hizo. Por supuesto también le dije cosas lindas que pensé que le gustarían, cómo que me gustaba mucho cómo me la chupaba y que tenía una lengua muy entrenada y al parecer le gustaron pues con cada frase hacía un sonido gutural de satisfacción.

De repente pensé que no tenía nada para limpiar mi inminente corrida y supuse que ella iría preparada con pañuelos de papel para el caso ya que me dio la impresión de que lo que estaba haciendo era una práctica habitual en ella. Cuando vi que iba a llegar al punto de no retorno le dije que iba a correrme pensando que apartaría la boca y seguiría con la mano, pero lanzó otro mmmm sin parar y expulsé dentro de su boca. Hasta entonces nunca había expulsado mi semen en la boca de nadie y la verdad es que disfruté tanto de ello como de ver la manera en que ella lo disfrutaba. Justo en el momento en que estaba retirando la boca sin derramar ni gota, sonó su móvil y aún con los labios cerrados miró quien llamaba.

Abrió la puerta del coche, escupió al suelo el contenido de su boca y haciéndome la señal de que estuviera callado y contestó alegremente.

Hola cariño!

Desde luego aquella mujer era impresionante. Como estaba a su lado pude escuchar toda la conversación. Al parecer su marido pasaba por el centro de deportes y como era la hora en que sabía que ella acababa, había pensado tomar algo juntos en la cafetería del centro y al ver que no salía y tenía el coche allí la llamó. Ella con total aplomo y sin titubear se excusó cariñosamente diciendo que una compañera le había pedido que la acompañara a un centro comercial a ver algo que quería comprarse, que no sabía cuánto iba a tardar y que ya tomarían algo en el bar de siempre. Por la conversación y el tono no me pareció que se fueran a separar.

Se me ocurrió pensar que todo eso lo estaba diciendo con la boca aún pringada de mi semen.

Me contó que él estaba muy deprimido porque se iban a separar y ella no quería hacerle daño.

Más tarde, al despedirnos yo tenía mis dudas sobre volver a verla, pero la carne es débil y aunque sabía que mentía decidí aceptar su versión y además quería comprobar si el entusiasmo que había puesto en la felación también lo tenía para otras cosas.

La siguiente vez que nos vimos ya fui a su casa mientras su marido cumplía sus funciones de funcionario de Correos y ella me confesó sus debilidades. Y sí, era tan apasionada follando como mamando.

Durante las cinco veces que estuvimos juntos yo fui como un dócil muñeco, era ella quien me follaba a mi, frenética y escandalosamente. Parecía que su orgasmo empezaba en el mismo momento de sentir mi polla en su coño y no paraba hasta que ella decidía. Por suerte mi capacidad de retención permitía que yo no me corriera hasta que ella me decía que lo hiciera. En ese momento y en todas las ocasiones en que nos vimos ella se tumbaba boca arriba en la cama para que yo descargara sobre su boca y sus tetas.

Precisamente, la quinta y última vez, justo después de correrme, estando yo desnudo en la cama aún empalmado y ella en el cuarto de baño enjuagándose la boca y limpiando sus pechos de mi semen entró su marido que al parecer hacía tiempo que tenía la mosca tras la oreja.

La situación que siguió no fue nada agradable, pero prácticamente pasaron los dos de mi y empezaron a gritarse entre si.

Al día siguiente quedé con él y charlamos muy civilizadamente, me dijo que no no me tenía rencor, que yo era simplemente otro más de todos los hombres que ella se tiraba y no sabía qué hacer porque la quería pero estaba ya harto de los rollos de ella. No supe que decirle.