Mamada Madura
Una compañera de trabajo, resulta ser una experiencia muy gratificante
Hola de nuevo,
No voy a describirme porque ya lo he hecho en otros relatos, la que, si describiré será a mi compañera, ella mujer madura rondando los 45 años, bajita, con pecho normal y un buen culo. El resto para vuestra imaginación.
Día normal en el trabajo, en el que todos nos contamos después de tantos años las historias de nuestras vidas. Ella sin más suelta al aire, ojalá mi marido me hiciera tanto caso como ustedes, y claro como no me puedo quedar callado porque es superior a mí. Suelto, tengo que hablar con tu marido para que no te tenga tan abandonada o tendremos que ponerle solución los demás.
He de decir que estas bromas entre nosotros eran normales, entre toda la plantilla, y que conocemos tanto a maridos como a mujeres de nuestros compañeros.
A lo que ella contesta, tu mucho hablar, pero después nada de nada, lo que hace que una risa general y empecemos el cachondeo entre todos, tal y como ha sido siempre.
A la hora de cambiarnos, he de decir que tenemos tres baños, chicos, chicas y uno de minusválidos que es un poco más grande y que nos solemos meter mínimo dos.
En eso estaba cuando tocan a la puerta y sabiendo que es algún compañero abro sin mirar, y me la encuentro en la puerta diciéndome que los otros están llenos y que si no le importa se cambia aquí, le digo que me salgo y me dice que no me preocupe que no voy a ver nada del otro mundo.
Nos cambiamos y en un momento me fijo que está en sujetador cambiándose la camisa, y le digo, menudo majara esta hecho tu marido, a lo que ella dice, pues a ti la tuya no te ha de tener muy atendido por que algo está contento señalando mi bulto.
Por un momento nos quedamos callados mirándonos y sin poder evitarlo me acerco a su oído y le digo muy bajito, lo de mi bulto es culpa tuya y si estuviera seguro que no saldrías corriendo te aseguro que darías buena cuenta.
A lo que ella me contesta echando mano a mi bulto, no voy a salir corriendo al no ser que te corras primero.
Después de eso nuestras lenguas estaban en una batalla, mis manos terminaron de quitarle el pantalón y por fin pude pillar el culo que tantas veces había visto, al ser más alto con una mano rodeé su culito y apartado el tanga metí mis dedos desde atrás, sintiendo como me mordía el labio hasta casi hacérmelo sangrar.
Estuvimos un rato manoseándonos hasta que la puse contra la pared y diciéndole que no chillara para que nadie nos escuchara le hice un dedo hasta que se corrió mordiéndome el hombro para no chillar.
Durante un momento se quedó en silencio, pensé que se arrepentiría de todo pero lo que hico fue mejor, se arrodillo mirándome a la cara y se metió toda mi polla en su boca sin dejar de mirarme,
Recuerdo perfectamente como ella sola sin manos se provocaba arcadas intentando metérsela entera, ya no pude más y cogiéndola del pelo empecé a follarme su boquita hasta casi ahogarla, quería correrme y se lo hice saber, pero esta vez quería jugar más, la puse de pie, le hice ponerse el tanga y me corrí en su telita, para luego ponérselo bien puesto.
Le susurre al oído, cuando llegues con tu marido, quiero que le des un buen beso , y así el probara el sabor de lo que tienes pegado en el coñito.
Esto último la puso a mil y tuvimos que parar porque ya llevábamos mucho rato en el baño y alguien podría sospechar.
Cuando terminamos salimos uno y después el otro sin que nadie viera nada. o eso creímos nosotros.
El resto será cuestión de otro relato.