Mamada debajo del escritorio a mi colega 2
Le chupo los huevos a mi colega en una ducha de un gimnasio.
Habían transcurrido dos días desde mi primer encuentro sexual con Rubén. Como era de esperar, él no quiso volver a hablar del tema, y reaccionaba violentamente cuando yo decía algo sobre nuestra experiencia. Así que procuré no hablar más de lo ocurrido para mantenerlo de buen humor, ya que a veces Rubén tenía un fuerte carácter.
Por mi casa las cosas no iban demasiado bien. Mis padres estaban muy decepcionados conmigo por haberme quedado tres asignaturas. La gran tensión en el ambiente provocaba que yo intentara pasar el menos tiempo posible en casa. Cuando llegó el viernes, tras almorzar brevemente, me dispuse a dar una vuelta. Y no se me ocurrió mejor sitio que ir, que a casa de Rubén.
Cuando llegué, su madre me dijo por el interfono que mi colega estaba en el gimnasio. Así que me decidí a pasarme a darle una sorpresa. Al llegar, fui directamente a la sala de de maquinas, que es donde Rubén pasa la mayor parte del tiempo, y efectivamente allí estaba haciendo press de banca. Tumbado boca arriba, con un pantaloncito de sport negro, una camiseta sin mangas azul oscura y el pelo empapado en sudor.
-¡Ey hola!
-¿Qué haces tú aquí Juan?- me respondió con su típico tono borde
-Pues que acabo de pasarme por tu casa y me ha dicho tu madre que estabas aquí.
-¿Y no te has podido esperar a que termine del gimnasio y ya te llamo yo?
-Joder Rubén, ¿Qué más da? Estoy aquí y punto- a veces conseguía crisparme con su mal humor- ¿Qué vamos a hacer esta noche? ¿Has hablado con Álvaro o con Manu?
-Que va tío, no se nada de ellos todavía.- dijo volviéndose a tumbar boca a arriba para continuar con el ejercicio. Rápidamente pude observar como se le marcaba el paquete en el pantaloncito negro. La tenia torcida hacia la izquierda dentro de los calzoncillos.
-Oye, ¿te queda mucho tío?
-Pues, en verdad no. En cuanto haga diez repeticiones más de este ejercicio, acabo.
Tras hacer las repeticiones, fuimos camino de los vestuarios, en los que había un chico duchándose en ese momento. Rubén se quitó la camiseta sin mangas y empezó a hacer el tonto delante del espejo para hacerme reír.
-Mira que pectorales-me dijo mientras me acerqué y cogí con mi mano una de sus tetas. La verdad es que estaba muy dura y trabajada.
-¡Que cabrón, me vas a hacer empalmarme colega!
De momento el gesto sonriente de Rubén se convirtió en gesto de incertidumbre. Estaba claro que todavía no se había hecho a la idea de que a mi me gustasen los hombres.
Se dio la vuelta y se bajó el pantalón junto con los calzoncillos. Podía verle perfectamente el culo, lleno de vello negro, y que para ser tan delgado mi amigo, tenía un prominente culo.
Sin decir una palabra, entró en una ducha y comenzó a ducharse. Yo me había quedado muy cachondo y no sabia si Rubén estaría por la labor de dejarme que se la chupase. Pero debía arriesgar, así que tras desnudarme rápidamente y con cuidado, abrí de golpe la puerta de la ducha tras la que se encontraba mi amigo. Se giró bruscamente y abrió la boca para gritarme, pero le puse la mano en la boca, pues en la ducha de al lado seguía un hombre lavándose.
Cerré la puerta tras de mi y le retiré la mano de la boca. Nos caía el agua sobre nuestros cuerpos adolescentes. El me miraba con una mezcla de rabia y deseo. Fui a acercarme para besarlo, pero me pegó un empujón que casi ocasiona que se abriese la puerta de par en par. Me agarré y lo empujé contra la pared. Noté como disminuía la intensidad con la que me empujaba y me fui poniendo de rodillas.
Mi colega tenía la polla morcillona, de la punta goteaba un hilillo de agua. Me puse de rodillas y me la metí entera en la boca. Debido a que no estaba empalmada del todo, me cupo sin problema, pero segundo a segundo notaba como se iba llenando de sangre en mi boca y al cabo de medio minuto tuve que sacarla rápidamente, pues empecé a toser.
Miré hacia arriba y vi a Rubén apoyado en la pared, mirándome con la boca abierta. Cogí un huevo y me lo metí en la boca. Lo chupé a modo de caramelo, mientras él empezó a gemir en un tono bastante elevado. Justo en ese momento, se cortó el agua en la ducha de al lado. Apreté con mi mano el muslo de Rubén y permanecí con el huevo metido en la boca. El muchacho de la cabina de al lado reinició su ducha. Entonces me levanté sacándome el huevo de la boca y corté nuestro grifo.
Rubén me preguntó con la mirada por que lo hacía y le respondí al oído en un tono inaudible:
-Colega, porque si sigue cayéndote agua encima, se te va a ir el sabor a sudor.
Se le escapó una sonrisa y me empujó con fuerza en la coronilla para que me volviese a agachar. Continué chupándole ambos huevos, me encantaban el olor que desprendían a sudor, y lo calientes que estaban debido al ejercicio que había hecho mi amigo.
Seguí también chupándole el rabo unos cinco minutos, esta vez extremando la precaución, pues el muchacho de la ducha de alado, había parado el agua, y se estaba vistiendo fuera. Cuando oímos como se iba, se me ocurrió una idea.
-Oye Rubén, tengo una idea que podríamos hacer.
-¿Qué coño quieres hacer ahora Juan?- dijo con un deje de desconfianza.
-tu déjame hacer a mi, confía en mi.
-De mariconadas te olvidas ¿eh? No te pienso chupar nada ni tocarte maricón.
-jeje, tranquilo tío, aquí el único que chupa soy yo. Voy a probar a chuparte una cosa.
-como estés pensando en mi culo, te olvidas ¿eh?- dijo muy desconfiado mi colega.
-Rubén, tu déjame, si a los cinco segundos de hacértelo, no te gusta, paro, te lo juro.
-Y la puta zorra esta, ¿me quieres hacer a mi maricón como tu o que Juan?
-Por favor tío, déjame intentarlo. Te lo pido por favor.
Con una cara de mala hostia y a regañadientes, finalmente accedió a darse la vuelta en la ducha. Le indiqué que se pusiera en cuclillas, y así lo hizo. Yo me tumbé boca arriba en el suelo de la ducha, con las piernas dobladas hacia arriba para caber en el limitado espacio. De modo que quedaba mi cara justo debajo de su ojete en cuclillas.
-Ahora baja un poco Rubén.- le indiqué.
Y así lo hizo, de modo que su agujero quedó justo a un escaso centímetro de mi boca. Saqué la lengua y empecé a lamerlo. Mi amigo dio un respingo, pero no se retiró. Tenía el agujero lleno de pelitos, cosa que me ponía a mil. Además desprendía un calorcillo y un olor a sudor muy pronunciado.
Lo chupé de todas las maneras posibles, incluso con la boca abierta le pasaba la lengua extendida una y otra vez por todo el agujero. Tras transcurrir cinco minutos así, de repente se incorporó y vi que tenía la polla muy dura y con la punta empapada en precum. Me ofrecí para chupársela, pero me dijo que no, que se iba a correr ya. Se la meneó unas cuantas veces y soltó varios chorros muy calientes sobre la pared de la ducha.
Cuando terminó de soltar trallazos contra la pared, me pidió que saliera, que se quería duchar. Justo en el momento en el que me estaba incorporando, y aprovechando que él estaba encendiendo el agua, pegué un lametón increíble en la pared de la ducha donde se había corrido Rubén. Me lo llevé prácticamente todo pegado a la lengua.
Una vez fuera de la ducha, mientras oía como se duchaba, me miré al espejo, abrí la boca enseñándome todo el pastoso líquido en la boca y me lo tragué sonriendo y sintiéndome una verdadera puta.
Si os ha gustado esta parte, continuaré con las historias entre Juan y Rubén. Muchas gracias y un saludo a todos.