Mamada a un veinteañero borracho

Un veinteañero me pide que lo ayude a mear y acabo chupándosela en el baño de un pub.

Era viernes por la noche, como de costumbre había quedado con mis dos mejores amigas para ir de fiesta. Yo llevaba unas semanas pasándolo mal, pues me había dejado mi novio argumentando que él no quería estar comprometido con nadie y tener que serle fiel a una persona. No llevábamos saliendo demasiado, pero yo soy una persona que me encariño fácilmente con las personas, así que lo había pasado francamente mal.

Primero fuimos a un pub tranquilamente a tomarnos unas cervezas escuchando buena música. Y mas tarde, a eso de las una de la mañana, decidimos ir a un pub de ambiente muy conocido de esta ciudad.

-Javi, si te ven con nosotras, se van a pensar que eres el novio de alguna de nosotras jajaja- Dijo Greta pasándome el brazo por encima del hombro.

-No creo yo que tenga mucha pinta de hetero jeje.-Dije yo mientras caminábamos por la calle, dirección a la discoteca.

La verdad es que si tenía pinta de hetero. No tenia nada de pluma y de hecho, la detestaba. Soy muy alto y bastante delgado, un poco esmirriado para mis veinte años. Tengo perrilla y el pelo cortito de punta. Soy bastante guapo de cara, la verdad es que no tengo queja alguna.

Por fin llegamos al lugar. Entramos y fuimos directamente a la barra. Greta y yo nos pedimos un cubata. A Laura no le apetecía y pidió un refresco. Tras dar el primer sorbo a mi vaso, me dediqué a echar una amplia mirada hasta donde abarcaba mi vista. La verdad es que esa noche estaba bastante lleno el local.

-¿Hoy vienes con ganas de marcha? Jajaja-Preguntó Greta al darse cuenta de que yo estaba escrutando todo el local.

-Jajaja, pues mujer, si surge… llevo desde que lo dejé con Jesús sin pillar cacho… y hace ya casi un mes. Creo que ya va tocando jejeje.

-Haces bien, la vida continua.- Me dijo Laura mientras me guiñaba un ojo y bebía de su vaso.

La verdad, es que mi intención de esa noche, era pillar a cualquier niñato y pasar un buen rato en mi casa, pues mis padres pasaban el fin de semana en el cortijo del pueblo.

Seguía escudriñando el lugar, en busca de algún candidato, pero solo veía tíos de treinta y muchos o de cuarenta años. Y observé que al otro lado de la barra donde nos encontrábamos, había un ambiente más juvenil.

-Oye chicas, voy a dar una vuelta solo, para ver que veo y tal. Ahora vengo, ¿vale?- Dije mientras cogía mi vaso de la barra. Se limitaron a sonreírme mientras observaban como me alejaba de ellas con paso decidido.

Rodeé la barra y llegué hasta donde había divisado el ambiente juvenil. Efectivamente por allí había gente más acorde con mi edad.

Enseguida vi un grupillo de tíos que llamaron mi atención. Eran cuatro tíos de unos veinticuatro o veinticinco años. No tenían ninguna pinta de gays. Es mas, parecían los típicos heteros chulitos. Me situé en ese lado de la barra y me apoyé, esperando captar la atención de alguno de ellos.

Tuve que esperar varios minutos, hasta que por fin, uno de ellos advirtió mi presencia. Era muy guapo. Tenía el pelo engominado de punta, una camiseta muy pegada blanca que le marcaba un cuerpo bastante fibrado. Pero lo que verdaderamente llamaba la atención eran sus brazos. Tenía unos brazos bastante trabajados y musculosos. Pude apreciar por su cara que había tomado unas cuantas copas de más. Se quedó mirándome unos segundos mientras bebía de su cubata, y yo le mantuve la mirada.

Estuvimos lanzándonos miradas un par de minutos, hasta que finalmente, me guiñó un ojo fugazmente. Decidí no esperar más, y me acerqué hasta él.

-Buenas tíos, ¿qué tal la noche?- Dije sonriendo a los cuatro colegas en general.

Ninguno respondió. El que se encontraba a mi derecha se giró completamente y me miró de arriba a bajo. Llevaba una cazadora de cuero, y era bastante guapo también, pero no tanto como en el que me había fijado en un principio. Tras observarme unos segundos me habló.

-Mira maricón, estamos aquí pasando un buen rato porque este pub nos pillaba cerca. Pero ¿tú nos ves pinta de bujarras a alguno de nosotros?

No respondí, me quedé de piedra.

-Te he hecho una pregunta ¡cacho zorra!

-Basta Abel, déjalo en paz.- Intervino un tercer muchacho muy delgado y con cara de vicioso.

-No joder, es que me toca los huevos que se nos acerquen pensando que somos maricones.- Dijo muy enojado el muchacho de la cazadora de cuero.

-Perdonadme, no era mi intención…-No terminé la frase, me fui avergonzadísimo de allí.

Fui directo al baño, pues con los nervios me habían entrado ganas de mear. Esperé a que saliera un jovencito que había dentro y entonces entré y cerré el cerrojo. Que vergüenza había pasado, y además tenía miedo. El muchacho de la cazadora de cuero se veía bastante violento y temía que al salir del pub me estuviese esperando para darme una paliza o algo. Estaba en mi ensimismamiento cuando tocaron a la puerta con los nudillos.

-Está ocupado.- Grité para que me oyera con el ruido de la música. Pero volvieron a tocar.

Me estaba desesperando por momentos y decidí abrir para que quien fuese viera que estaba ocupado. En cuanto abrí la puerta lo reconocí en seguida. Era el muchacho que había estado jugando a las miraditas conmigo.

-¿Qué quieres?

-Hola, nada quería decirte que perdones a mi colega Abel, que no aguanta a los maricones

-¿No aguanta a los maricones y viene a un pub de ambiente?- Pregunté escépticamente.

-Ya te ha dicho que vivimos por aquí cerca, y en este local ponen música guapa y eso. Pero no somos gays ninguno.- Respondió mientras se frotaba el paquete.- Tío ¿me dejas mear? Es que he bebido bastante y estoy que exploto- Dijo sin dejar de frotarse el paquete.

Lo dejé pasar y me disponía a salir del baño para dejarle intimidad, cuando me agarró del brazo y me retuvo.

-¿Qué haces?- Pregunté molesto.

-Amigo que estoy muy borracho y me voy a mear en los pantalones… ayúdame a no mancharme por favor.

-Jajaja, pero ¿qué quieres que haga yo?- Pregunté empezando a ponerme cachondo por la situación.

-Joder que me la agarres para que no me mee encima.- Contestó tirando de mi mano, mientras se bajaba la bragueta y sacaba la polla. Cuando la tenia fuera puso mi mano sobre esta. Era bastante gorda. De las más gordas que había cogido nunca. Y estaba muy calentita.

-¿Así?- Pregunté inocentemente.

-Jejeje si tío- Dijo cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Empezó a mear con fuerza y tuve que mover un poco su polla hacia a bajo, porque parte de su meada calló fuera del water. Podía sentir perfectamente pasar su orín caliente a través de su polla, y cada vez iba creciendo más en mi mano. Cuando terminó de mear, se la sacudí tres o cuatro veces, hasta que vi que no caían gotas. Y me disponía a guardársela en el slip cuando me lo impidió sujetándome por el pecho.

-Colega, que todavía me quedan gotas de meada seguro. Límpiala bien por favor- Me dijo mientras me impedía soltarle la polla.

-Jaja, y ¿como quieres que lo haga?- Pregunté completamente empalmado.

-Puff no se, ingéniatelas.- Me guiñó y volvió a cerrar los ojos y a inclinar la cabeza hacia atrás.

Sabía por donde iba el asunto, así que cerré la tapa del water y me senté. Acerqué al muchacho hacia a mi sin soltarle el nabo. Retiré su prepucio hacia a atrás y pegué una fuerte lamida a toda la base de la polla.

-¿Ves tío? Así me la estás secando bien, que si no luego me mancho los calzoncillos.

Me reí y pegué una segunda lamida a la punta de aquella gordísima verga. Sabía bastante a meado y de hecho me llevé varias gotas en el recorrido de mi lengua. Me la acerqué a la boca y chupé un par de centímetros. Pasé bien la lengua para secarla bien del posible meado que pudiese quedar. Cuando creí dejarla bien seca. Me la saqué de la boca y miré hacia arriba.

-Esto ya está colega. Ya la tienes limpia de meado.

-No, sigue sigue por favor. Que me estaba gustando mucho.- Dijo manteniendo la cabeza mirando hacia el techo con los ojos cerrados. Estaba bastante borracho el cabrón, así que decidí aprovecharme de la situación más todavía.

Ya engullí la polla de un bocado. Ya no daba lentos lengüetazos a la punta de su cipote. Si no que me la metía hasta el fondo, hasta que me daban arcadas y me la sacaba justo antes de vomitar. Cuando me cansé me la saqué de la boca, saqué la lengua y comencé a darme pollazos en la lengua. Me la pasaba por los mofletes y por la barbilla. Me estaba llenando mi cara de saliva y precum del capullo aquel, y me encantaba.

Probé a dar un pequeño mordisco a la punta del pepino aquel. Al chico pareció no molestarle, porque no dijo nada. Así que le di un segundo bocado esta vez un poco más fuerte. Pero esta vez se quejó y me puso la mano en la cara para separarme de su rabo.

Aproveché y sin pensarlo le cogí la mano, y me metí su dedo índice en la boca. Miré hacia arriba para ver cual era su respuesta. Y vi como miraba hacia abajo y abría los ojos.

-¿Qué haces tío?- Preguntó un poco extrañado.

-Que te has llenado los dedos de meado también, espera que te los deje bien limpitos- Dije sacándome su dedo de la boca.

-OK, OK, como tu veas.- Dijo volviendo a cerrar los ojos.

Me reí de lo ciego que iba el chaval, y aproveché para chuparle dos dedos esta vez. Me encanta el sabor de los dedos de la mano. Sabían a hombre, es algo inexplicable. Se ve que le gustó lo que le estaba haciendo, pues ya era él quien guiaba los dedos y me los metía en la boca. Me llegó a meter todos los dedos, incluido el pulgar, hasta que me dio una fuerte arcada.

Mientras tanto con una mano pajeaba aquel rabaco gordo, y con la otra le hacia cosquillas en los velludos huevos. A mi acompañante aquello le estaba flipando, pues no paraban de darle espasmos todo el rato.

Cuando se hartó de meterme los dedos en la boca, se agarró la polla y fue a metérmela en la boca, pero con lo borracho que estaba, no atinó, así que tuve que cogerla yo y seguir lamiéndola. Al rato decidí bajar y chupar un poco sus huevos. Primero me metí uno en la boca y lo saboreé como si fuese un caramelo. Después hice lo mismo con el otro. Mientras tanto él, se entretenía dándome con el pito en la cara. Como lo tenía babeante, tuve que cerrar los ojos para evitar que me entrase precum en los ojos, pero me estaba poniendo perdido de todas maneras.

Terminé de chuparle las pelotas bien chupadas y continué un rato más con su polla.

-Colega, creo que me estoy meando otra vez.- Dijo mirándome desde arriba con cara de asombro.

-Jajaja, no te preocupes échamelo en la boca, y así no te manchas ¿vale?- Dije mientras sujetaba su polla en la mano. Lógicamente se refería a que estaba apunto de correrse.

-OK OK, por favor intenta que no me manche la ropa, que si no luego lo ve mi madre y me la lía.

-Jeje, descuida guapo.- Dije abriendo la boca y pajeándolo con fuerza para recibir su descarga de huevos.

Tuve que meneársela unos segundos cuando empezó a convulsionar y a soltar trallazos con fuerza. El primero de todos me golpeó en la nariz, pero los demás golpearon todos en mi paladar. Este tío tenia al igual que el meado, la lecha muy calentita. Cuando dejó de descargar, pasé la lengua por todo su glande y procuré dejarlo bien limpio para que no se manchase los calzoncillos al guardarla dentro.

-Pues tío, esto ya está listo.- Dije tragando y limpiándome las gotas de lefa de la nariz con la manga del jersey.

-¿Ya está todo limpio colega?- Preguntó observándose el nardo con detenimiento.

-A ver, permíteme- se lo quité de la mano y apreté un poco la base de la polla. Justo de la punta apareció una gotita pastosa de semen. Me agaché de nuevo y la absorbí con cuidado.- Ya si está limpita entera, tranquilo.

-Gracias tío, no sabes como te lo agradezco- Dijo dándome un abrazo.

-Jaja, de nada, el placer ha sido mío.- Dije mientras le devolvía el abrazo y aproveche para olerle el cuello, él muy cabrón olía genial.

A continuación, abrió la puerta del baño y salió dando tumbos hacia la pista de baile. Yo le seguí mientras le miraba el culo. Que bueno estaba aquel niñato.

-¡Javi! ¿Dónde te metes?- Me sobresaltó Greta a la salida del baño.

-Estaba en el servicio, ¿nos vamos ya?- Pregunté mientras caminábamos hacia donde estaba Laura.

-Pero si no has conocido a nadie todavía ¿no?- Me preguntó mi amiga.

-Puff que va tía. Esta la cosa muy mal. Al final me vuelvo a ir sin comerme una rosca.

-Jeje, bueno no te preocupes, otro día será.- Dijo mi amiga sonriéndome con cariño.

-Eso espero.- Dije mientras me sacaba un chicle del bolsillo y me lo metía en la boca para disimular un poco el tremendo olor a rabo y meado que tenia en el aliento.