Mama, sol y yo

esta historia la escribo para recordar los buenos tiempos que viví desde que mi padre se fue de casa. El se fue porque definitivamente no coincidía con mi madre en nada: ella es un ser muy especial, dulce, sencilla y natural; él era un idiota que nada más pensaba en atormentarla con una vida burguesa y contaminada de malos tratos. De esto me di cuenta cuando fui creciendo, ya que él nos dejó cuando mi hermana Sol tenía apenas 2 años y yo 5.

Me llamo Juan Pablo, tengo 32 años y esta historia la escribo para recordar los buenos tiempos que viví desde que mi padre se fue de casa. El se fue porque definitivamente no coincidía con mi madre en nada: ella es un ser muy especial, dulce, sencilla y natural; él era un idiota que nada más pensaba en atormentarla con una vida burguesa y contaminada de malos tratos. De esto me di cuenta cuando fui creciendo, ya que él nos dejó cuando mi hermana Sol tenía apenas 2 años y yo 5. En la chacra donde crecí aprendí a conocer la naturaleza, el aire libre y lo importante que es estar en armonía con lo que nos rodea. Mamá siempre nos enseñó lo que significa la libertad, los valores individuales y la importancia de ser y hacer lo que uno siente en el cuerpo.

En ese entorno pude disfrutar de correr desnudo por entre las plantas frutales, la tierra mojada y cuanto charco encontrara en mi camino. Algo común -andar sin ropas- en todos los niños a esa edad. Mis juegos eran siempre compartidos con Sol, quien disfrutaba especialmente de andar por el pasto cuando mamá encendía el riego del parque y los aspersores creaban una fina lluvia. Esa era su pasión, mojarse y rodar por el pasto. Por mi parte, lo más atractivo era lo que yo llamo "El juego del bombero": buscar los hormigueros, insectos o cualquier bicho que anduviera y regarlo con una tibia meada. Esa inocente travesura se convertiría con los años en un juego a conciencia en casa. Ver a mi hermana haciendo pis en el parque se fue convirtiendo en un gusto para mí. A mamá nunca la vimos al aire libre, pero siempre pudimos hacerlo en casa, en el baño.

Volviendo al parque, recuerdo a mi madre mirarnos desde abajo de la sombrilla mientras tomaba sol. Lo hacía cada tarde, tan libre de ropas como nosotros, lo cual nunca tuvo nada de extraño para nosotros. Era costumbre que llevara ropa liviana en verano, soleras blancas y unas tangas que cubrían lo mínimo necesario. Sus nalgas y sus pechos estaban siempre libres y muchas veces en casa podíamos verla desnuda, especialmente a la noche, a la hora del baño y de ir a dormirse.

Mamá es una mujer joven. A mí me tuvo a los 15 años, y aunque su cuerpo estaba desarrollado plenamente, muchas veces le dijeron que más que nuestra madre parecía nuestra hermana mayor. Eso era un halago para ella, quien siempre prefirió cuidar su cuerpo y tratar de envejecer sin demasiadas huellas. La gimnasia, las dietas y el uso a diario de todo tipo de cremas corporales la mantienen hermosa, con una figura que muchas mujeres anhelan y muchos hombres desean. Su altura es de 1,70, sus pechos de un tamaño medio pero firmes y en punta se marcan aún debajo de la ropa interior ajustada. El resto del cuerpo es armonioso: cintura estrecha, caderas redondas y unas piernas largas y duras. Ella es hermosa y le agradezco que me haya transmitido sus pensamientos tan libres y sanos.

De pequeños mamá nos enseñó a bañarnos juntos, a compartir y ayudarnos en todo. Incluso nuestras primas Celeste y Maria Paz, cuyo padre había hecho la misma hazaña que el nuestro (dejarlas solas con su madre siendo pequeñas) crecieron con nosotros, ya que Celeste tiene un año más que Sol y María Paz un año menos que yo. Mi tía siempre estuvo cerca de mamá, pasaron juntas el proceso de la separación de sus parejas. Esto las hizo conectarse de una manera muy especial, sobre todo para protegerse de la soledad y para poder criarnos a nosotros sin sufrir la ausencia de nuestros padres. Puede decirse que mi madre y mi tía hicieron de mamá y papá de nosotros cuatro. Esto quiero dejarlo claro, ya que influyó sobre nuestro crecimiento. Todo lo que sabemos de la vida lo sabemos por ellas.

Para cuando yo tuve unos 12 años nuestros días transcurrían entre los juegos al aire libre y el descubrimiento de los secretos de las mujeres y los hombres. Lo primero que supe es que el cuerpo de la mujer es diferente al del hombre. Mamá nos enseñó eso una noche después de darnos un baño los tres juntos. Mientras nos enjabonábamos mamá notó como mi pene crecía en sus manos. Esto me dio vergüenza y traté de alejarme de ella, pero enseguida me explicó que no era malo lo que me pasaba. Que sólo estaba creciendo y que me estaba convirtiendo en un hombrecito. Y que eso le daba mucho orgullo. Mi hermana, tan inocente, se reía de la situación y pretendía jugar con mi aparato como si fuera un micrófono. Mamá, para enseñarle de que se trataba, esperó a que saliéramos del agua y nos secáramos.

Cuando ya estábamos en la cama grande, entre los tres nos fuimos secando. Yo a mi hermana, ella a mamá y mamá a mí. Era un juego, divertido y con una enseñanza. Esa noche todos exploramos un cuerpo distinto y aprendimos sus partes. Primero fue mi hermana, a quien parecía divertirle en grande que todos pusiéramos sus manos en ella. Nuestras caricias le hacían cosquillas y entre risas pude ver que su cuerpito era suave y liso. Le dimos un beso y pasamos a explorar el mío. Como estábamos desnudos y recordé la situación de la bañera, mi pene nuevamente comenzó a crecer. Esta vez mamá nos explicó que se trataba de una señal de que mi cuerpo comenzaba a desarrollarse y que estaba muy bien que mi pito creciera.

-¿A ver...que tenemos acá?- dijo mamá, y estiró la mano para tocarlo.

Al ver mi cara ponerse de colores dijo: -No tengas vergüenza, es normal e incluso hermoso. Mirá Sol, este es el pito de Juan Pablo y por ahora lo usa sólo para hacer pis. Cuando sea un poco más grande también lo va a usar para hacer bebés.

-¿Bebés...?- dijo Sol extrañada.

-Si, bebés. Porque a los bebés los hacen un hombre y una mujer. El hombre usa el pito y la mujer la chocha...esa que tenés acá!!!- dijo mamá riendo mientras metía las manos entre las piernas de mi hermana.

Eso provocó nuestras risas y aflojó un poco la situación. Enseguida le pedimos que nos enseñe como era su cuerpo, lo que a mi me tenía muy interesado.

-Bueno..- dijo mientras se abría la bata de baño y dejaba salir sus pechos- A las mujeres el cuerpo nos crece en forma diferente a los hombre. Por ejemplo, nuestros pechos aumentan su tamaño. Mirá Sol, todavía no desarrolló los suyos, pero pronto comenzarán a crecer y serán como los míos. ¿Qué te parece Sol? ¿Te gustaría tenerlos como mamá?

-No se- dijo Sol- ¿no duele?.

-No hija, mirá, tocalos, vas a ver que no duele par nada. Vos también Juan..

Sol tomó con las dos manitas el pecho izquierdo de mi madre y yo estiré mi mano para tocar el derecho. Su piel era tersa, muy suave y despedía un aroma a jabones delicioso. Nuestras manos presionaron muy despacio los pechos y la cara de mamá demostraba estar disfrutando de nuestras caricias. Sus ojos se entornaron levemente y sus pezones tuvieron un rápido crecimiento. Se pusieron duros y se estiraron como nunca había visto.

-Eso es el pezón- dijo mamá- Y se pone duro porque lo que me hacen es muy lindo. Como ven no duele nada. Cuando ustedes eran chiquitos tomaban la leche por ahí, mamá tenía las tetas llenas de leche y ustedes chupaban el pezón para sacarla.

Instintivamente Sol puso su boca sobre la teta de mamá y comenzó a chupar despacito.

-Eso, así...- dijo mamá- pero ya no tengo leche. Ahora son grandes, pero cuando eran bebés se tomaron toda la leche.

-No importa- dijo Sol- es rico igual. ¿Podemos...?

-Bueno, pero un ratito. Vení, Juan, vos también.

En un instante estábamos chupando las tetas de mi madre. Su cara nuevamente se relajó y sus ojos se cerraron. Nosotros, prendidos a mamá, chupábamos sus pezones duros con ganas mientras ella nos acariciaba con suma ternura. Su respiración comenzó a agitarse y de pronto comenzó a emitir pequeños gemidos. Sentada en la cama, pude ver como se acariciaba suavemente entre las piernas abiertas.Lleno de curiosidad quise saber de que se trataba y al soltar su teta, a esta altura mojada por mi saliva, mamá abrió los ojos y preguntó..

-¿Qué ocurre Juan?

-Nada- dije mirando que su mano se detenía- ¿Te duele ahí?

  • No bebé, me están dando un gusto enorme ustedes dos, pequeños pillos. Y eso, el cuerpo de mamá lo demuestra de varias maneras. Una es poniendo los pezones duros, ¿ven? -dijo, al tiempo que se apretaba entre el pulgar y el índice el pezón que Sol había dejado libre.

-También mi chocha demuestra que me gusta lo que me hacen. Se moja con juguitos que salen de adentro y me dan muchas ganas de tocarme aquí, ¿ven este botoncito?

Mamá estaba abierta de piernas y nos mostraba su vagina completamente depilada. Sus dedos abrieron los gruesos labios y dejaron a la vista un clítoris ya hinchado por el placer que recibía. Toda la zona estaba mojada por un líquido claro y brillante y despedía un penetrante olor que yo comenzaba a descubrir.

-Pero creo que ya es suficiente por hoy. Mejor nos vamos a dormir. Mañana podemos seguir aprendiendo.

Dicho esto y muy a pesar nuestro, hicimos caso a nuestra madre y nos fuimos a la cama. Antes de dormirme esa noche pude sentir como mamá volvía a gemir, pero esta vez era mucho más fuerte. El sonido que llegaba de su cuarto me dio mucha intriga, quise ver que estaba sucediendo dentro, así que despacio llegué hasta su puerta y por la abertura pude ver como mamá, acostada boca arriba, se metía en el chocho dos dedos de su mano. Por poco se me salta el corazón, asustado y sin terminar de comprender lo que ocurría. Me fui a dormir intrigado y con una exitación extraña que me obligó a tocarme el pito sin saber exactamente para qué.

Por la mañana mamá nos despertó con el desayuno en la cama. Lo hizo vestida con una camiseta blanca que ajustaba sus pechos, dejaba traslucir sus pezones y apenas tapaba los cachetes de su culo. Cuando se sentó pude ver que no llevaba ropa interior y eso me trajo el recuerdo de la noche anterior. Inmediatamente la excitación hizo que se me pusiera la pija dura y ella lo notó al instante.

-Hijo !!, que ocurre? Es que no te has despertado aún y tu cuerpo ya da señales de vida...?

-Lo que ocurre es que anoche escuche ruidos en tu puerta y pensé que algo te dolía, por lo que me acerqué y vi que te estabas tocando el chocho. Eso me gustó mucho y de recordarlo me he puesto así. Perdóname, no quise hacerlo...

-Pero Juan, me hubieras dicho. No pasa nada, es que mamá quería relajarse antes de dormirse y lo que viste se llama masturbarse. Eso se hace cuando tu cuerpo tiene calor y te pide que lo acaricies. Tu por ejemplo en este momento.... ¿Te gusta ver a mamá sin ropa interor? ¿Te gusta ver mi chocho?

-Si, mucho.

-Pues me lo dices y listo. Yo voy a ayudarte esta vez y voy a enseñarte como hacer para que tu cuerpo se relaje.

Corrió la bandeja con el desayuno, se tendió sobre la cama y mientras me tomaba el pito pero hinchado con las manos, con los labios comenzó a besarlo. Esto era delicioso y jamás pensé que eso podía hacerse. Sus manos subieron y bajaron el cuerito que cubre la cabeza y su lengua lo llenó de saliva caliente.

-¿Ves?- dijo- Esto es masturbarse, subís y bajás el cuerito hasta que el cuerpo te avisa que ya es suficiente.

Mientras decía esto yo sentía como un río caliente me corría por dentro hasta que de pronto un chorro espeso y blanco salía por la punta del pito y llegaba justo en la cara de mi madre.

-Epa ¡!, ya acabaste hijo...- dijo mientras se quitaba con la mano el semen y se la llevaba a la boca para chuparse los dedos- Creo que ha sido tu primer orgasmo. Ya sos un hombrecito. Te felicito. Y cuando quieras que mamá te ayude a hacerlo me lo digas.

-Claro- dije, rojo y con una sensación de estar volando. Mamá me limpió con su boca los restos de mi primer semen y finalmente desayunamos.

Ese fue el primer contacto con el placer del sexo que tuve. Y durante un tiempo me dediqué a explorar esas sensaciones. Durante meses me masturbé decenas de veces, siempre con las imágenes de mamá y mi dulce hermana en la cabeza. Veía sus tetas duras y sus pezones grandes, Veía su culo moviéndose al caminar y veía su chocho rasurado detrás de su ropa interior, la mayoría del tipo transparente o de algodón en las que se marca sus labios vaginales.

Mi hermana también había comenzado a sentir ganas de tocarse y lo hacía sin pudor delante de mí. Incluso ambos llegamos a hacerlo delante de mamá. Ella era quien nos enseñaba la mejor manera para disfrutarlo al máximo, no sentir pudor de hacerlo y no lastimarnos. Alguna vez mamá volvió a chuparme y pajearme como aquel día y hasta me permitió ver cuando ella se pajeaba. Esas sesiones eran extraordinarias. Mamá se masturbaba unas veces en la bañera, otras en su cama y otras en los sillones del líving. Un día estabamos Sol y yo sentados en la cama de mamá a la hora de la siesta, cuando nos pidió que la ayudaramos para tener una placentera masturbación.

-¿Y que quieres que hagamos mamita?

-Tu Sol, quiero que me des besitos en las tetas. Y tu Juan, quiero que me pases la lengua por el chocho y me limpies bien los juguitos...

-¿Asi mami, así está bien?- dije

-Si mis amores, ssssshhhhh, ASI ES COOOMO QUIIIIEEERO... Me gusta muuucho.

Mientras yo pasaba la lengua por todo su chocho, mamá usaba sus dedos para frotarse el clítoris. Sus gemidos aumentaban a medida que nuestras bocas recorrían su cuerpo. Sol chupaba sus pechos como un bebé haciendo que su cuerpo se arqueara del placer. Al cabo de unos minutos sus gemidos se transfomaron en unos grititos profundos y finos y sus jugos salieron despedidos del chocho como un pequeño chorro.

-AHHHHHHHGGGGGGG AYYYYYYYYYHHHHHHAAAAAAYYYY- gritaba y el sonido rebotaba entre las paredes de la habitación.

Mamá estaba teniendo un orgasmo escandaloso y lo hacía eyaculando como lo hacen los hombres y sólo algunas mujeres. El chorro de flujo dio directo sobre mi boca, ya que allí estaba yo a pedido de mi madre. Es dificil describir lo que sentí. El líquido estaba caliente y pegajoso, pero mi madre inmediatamente tomó mi cara entre sus manos y se dedicó a limpiarme con su lengua. Me lamió los ojos, la boca, la nariz, los cachetes... me lamió y chupó todo su flujo mientras sus espasmos lentamente se detenían.

Tiempo después mamá nos enseñó lo importante de mantener nuestros genitales limpios. El día que les cuento yo ya contaba con 17 años y por supuesto el vello me había crecido en la zona. Tenía abundante, y aunque era de color muy clarito (les aclaro que tanto Sol como yo heredamos el cabello rubio de mamá), habían cubierto mi entrepierna. Como se acercaba el verano y había que salir a comprar ropa para las vacaciones (en especial las bikinis de ellas), mamá había decidido aprovechar la ocasión para explicarnos las conveniencias de llevar los genitales bien limpios y libres de vello. Fue así que nos reunimos en el baño para realizar una operación que hasta ahora mamá no había compartido con nosotros: rasurarse. Para nosotros ver los genitales de mamá no era ninguna novedad, si lo era el afeitado del chochito. Y además, esta vez también nos tocaba a nosotros. La primera fue ella misma, para mostrarnos como lo hacía y para darnos confianza y dejarnos luego hacer lo mismo. Sentada en el borde del bidet, dejó que el agua tibia le moje los pelitos. Aprovechó para masajearse despacio los labios, los que inmediatamente comenzaron a hincharse.

-Esto es para que el rasurado sea perfecto- dijo.

Su vulva se había llenado de sangre y estaba lista para la tarea. Tomó la espuma de afeitar en su mano y la desparramó lentamente por toda la zona donde luego pasaría la hoja filosa. Y así lo hizo, desde abajo hacia arriba, con mucha precaución. Cuando terminó limpió la hoja, limpió su chocho con agua tibia y dijo: Ahora hay que protegerla con crema hidratante. ¿Quién quiere ayudarme?

Ambos nos ofrecimos y puso un poco de crema en una de nuestras manos. Cuando apoyamos las palmas sobre su pubis, mamá dio un respingo hacia atrás que nos asustó.

-No es nada mis chiquitos, solo estaba fría la crema y me ha dado una sensación fea, pero pongan allí esa crema, que el chocho de mamá lo necesita.

Muy despacio distribuimos la crema, a lo que mamá respondió con un gemido suave. Le gustaba, eso estaba claro, y pronto el gemido se hizo más sonoro. Abrió más las piernas y sentada como estaba comenzó a acariciarse el clítoris. Ahí estaba mamá nuevamente masturbando ese botón que crecía enorme en estas ocasiones. De pronto, en medio de un gemido apagado, sacó la mano de su chocho, apoyó las dos detrás de su culo, en el bidet donde estaba sentada, y sin avisarnos nada cerró los ojos con fuerza y dejó que un potente chorro de meada saliera despedido hacia nosotros.

-AHHHHHHH AHHHHHHHHGGGGGGGGGG.....que gusto hijos míos, sigan por favor que me estoy meando del gusto, SIGAN, SIGAN CON ESAS MANITOS....

No había casi terminado de salir de su agujero el pis amarillo y caliente que ya estaba apretando su clítoris nuevamente entre sus dedos. Unos segundos después tuvo un orgasmo fuertísimo que la hizo arrojar por segunda vez un chorro de flujo cristalino.

-AYYYYY POR FAVOOOOOORRR QUE PAJA, ME VAN A MATAR, NO PUEDO MAS AAAAAAHHHHHGGGGGGG.

Sus palabras, su rostro desfigurado y el aroma de su chocho empapado con su orgasmo nos drogaban y nos excitaban como locos. Finalmente mamá se limpió y nos metimos los tres a bañarnos y limpiarnos su meada. Después repitió la operación del rasurado con nosotros. Primero a Sol, a quien le dejó un conejito hermoso. Ella también, con sus 14 añitos ya tenía vellos en su chocho, pero pocos. Ahora ya no tenía nada y aquella zona quedó blanca y lisa completamente. Toda esta sesión me tenía con una terrible erección, así que mamá decidió realizar mi rasurado con más precaución por el riesgo que tenía. Al cabo de unos minutos, ya había dejado mis huevos y mi tronco lisos y limpios de todo pelo. La imagen me parecía extraña pero muy provocativa. Yo ya tenía para entonces una pija de considerable tamaño y esto a mamá parecía llenarla de orgullo.

-Hijo mío, pero mira nada más que hermoso miembro te ha quedado. No solo que te ha crecido un montón (ya medía unos 18 centímetros) sino que así rasurado parece el pene de un bebé grande. ¿No crees Sol que lo tiene hermoso?

-Pues sí, ya lo creo- dijo mi hermana.

-Bueno, tenemos todo un hombre en casa. Ayudalo y pasale la crema para que proteja esa hermosa pija.

-Claro mamá- dijo y agarró el tronco entre las manos y de arriba hacia abajo comenzó un vaivén con la crema que me mataba del gusto.

-Vaya, pillo- dijo mamá- Parece que te gusta la paja que te hace tu hermana...

-Ahhhhggg, si mamá, me encanta, es muy suave como lo hace. Me está calentando...

-Bueno, eso está muy bien. Pero...¿acaso es la primera vez que lo hacen? No me lo voy a creer...

-Si mamá, jamás antes me había tocado así y es muy placentero.

-Entonces esto tiene que tener un gran final. ¿Sol te gustaría que tu hermano te haga el amor y dejes de ser virgen?. Nadie va a hacerlo con más cuidado y cariño que tu hermano. Y para vos tambien Juan Pablo creo que será tu primera vez. ¿Qué decís?

Entre la conversación y la exquisita paja que me estaba haciendo mi hermana delante de mi madre casi perdí el conocimiento. De pronto Sol se agachó para sentir el sabor de la pija y una abundante cantidad de semen salió con fuerza despedida para dar justo en su caa. Se asustó, pero igualmente llegó a meterla en su boca. Despues de pasar su lengua caliente por el glande enrojecido y enorme que había adquirido, mamá pasó la lengua por su cara para limpiarle la acabada que había dejado en ella.

Casi sin darnos cuenta Sol estaba sentada arriba mío y nuestra madre guiaba el tronco de mi pija directamente hacia la entrada de la vagina estrecha de Sol. Era su primera vez y seguramente por la confianza que le daba estar con su madre y con su hermano, sus jugos hicieron la tarea más fácil. Al principio Sol se quejó un poco, gemía de dolor pero la calentura había llegado a un punto imposible de retornar. Para ayudar, mamá pasó su lengua llena de saliva por la hendidura recién afeitada de Sol y por mi capullo nuevamente a punto de estallar. Sol estaba apoyada en sus pies, con las rodillas flexionadas y con las manos sujetando su cuerpo apoyadas en mi estómago. La posición era increíble, y ya no había más que empujar y meter mi pija en su chocho mojado.

-AYYYYY, me dueleeeee- dijo cuando empuje y el glande llegó hasta el himen.

Ahí me detuve para dejar que su canal se acostumbrara al grueso objeto que estaba recibiendo. Era su primera vez y quería que lo disfrutara. También era la primera vez para mí, pero eso ya casi no me importaba. Realmente sólo me faltaba meterla en un chocho y coger como Dios manda, porque hasta ese momento ya me había hecho una enorme cantidad de pajas. La cara de Sol pasó en pocos segundos de un gesto de dolor a otro de placer. Fue cuando la pija dejó de dolerle donde estaba. En ese momento y alentado por mamá, empujé la pija hacia arriba con fuerza y el tronco se deslizó por el canal rompiendo la última resistencia de mi hermana. Ella dejó escapara un grito de dolor, pero no dejé que se saliera de allí. La agarré del culo y la cintura y la sostuve un par de segundos.

Con los ojos cerrados y la boca abierta, vi como un hilo de baba le caía a Sol por entre los labios. De pronto ella comenzó a gemir ruidosamente y lanzar gritos por las embestidas que desde abajo recibía. Mi pija, que nunca había alcanzado semejante tamaño, entraba y salía casi por completo de su conejito. Mamá presa de locura se sumó al cuadro para chupar los pezones de Sol que estaban duros como pequeñas piedritas. Eso fue mucho para ambos y en un par de minutos de meter y sacar la verga de esa gruta caliente los dos llegamos a un orgasmo desconocido para nosotros. Nuestros gritos y jadeos orgásmicos sin vergüenza se mezclaban con el aroma ácido del sexo.

-AAAAAAHHHHHGGGGGG QUE RICO MAMAAAAA- gritaba Sol.- ME PUSIERON RECALIENTE, ME ENCANTA, COJEME JUANPA, COJEME FUERTE ¡!!!!

Por suerte allí estaba mi madre para sacar mi pija a tiempo de adentro de mi hermana y evitar un estúpido embarazo. Cuando lo hizo, lancé un chorro de esperma que se pegó en la espalda de Sol y de allí lo sacó ella con su lengua. Lo chupó todo y luego nos limpió la pija y el chocho de Sol con su boca. Cuando estaba haciendo aquello mi miembro tadavía estaba duro, pero sentí la necesidad de mear... así que sin darle tiempo a mamá a retirarse comencé a mear como en éxtasis.Para nuestra sorpresa, mamá no solo no se retiró sino que abrió la boca y dejó que el chorro diera en ella y luego cayera hacia abajo entre sus tetas y su estómago. La escena fue increíble. Jamás pensamos que ella haría eso y nos dejó perplejos.

Así pasamos ese día a conocer algunos de sus más escondidos deseos y placeres. Los mismos deseos y placeres que compartimos hasta el día de hoy.