Mamá se pasa de confianza con su hijo (4)
Tras afianzar su relación de sexo madre-hijo, una nueva persona irrumpe radicalmente en su vida sexual para cambiarla por completo y para siempre. Paralelamente, la relación entre Daniel y su novia parece estabilizarse de nuevo.
Abrí los ojos y la volví a ver a mi lado en la cama. Qué mujerón. Tenía ganas de volver a hacer cosas con ella y solo habían pasado 7 horas desde que habíamos echado el último polvo. De todos los tíos que hay en el mundo, yo soy el afortunado que se la está follando. Mamá se había convertido en María y yo todavía no era plenamente consciente de ello.
- Buenos días.
- Buenos días, madrugador.
- Hombre, hay que ir a levantar el país.
- Claro que sí.
- También digo yo... tengo tiempo de sobra para una mamada de buenos días.
- ¡Qué cara tienes! ¿Y yo qué gano?
- Verme feliz. Aunque si prefieres podemos hacer otra cosa los dos.
- Me lo vas a gastar de tanto usarlo. Mejor lo dejamos para más tarde, ¿vale? Ando justa de tiempo.
- ¿Ni para una mamadita rápida?
- Te vas a quedar con las ganas, aprovechado.
- Pues con más ganas te esperaré.
- Así me gusta.
Desayuné rápido para tener más tiempo para prepararme. Mientras me estaba vistiendo recibí un mensaje de Andrea en el que decía que hoy no iba a ir a clase, pero que quería hablar conmigo. A pesar de estar en una nube, yo seguía teniendo novia y problemas graves que solucionar con ella. Finalmente, decidimos quedar en su casa cuando yo saliese de clase, ya que su madre no iba a estar por la tarde. En ese momento estaba hecho un lío, no sabía por donde podría salir Andrea, pero una voz de mi cabeza decía que seguramente querría que arreglásemos las cosas.
- Mamá, me voy a clase.
- Vale, cielo.
- Después de clase voy a casa de Andrea.
- Genial. No te espero a comer entonces, ¿no?
- No, comeré con ella.
- Vale, pásalo bien.
- Igualmente, que te sea leve el trabajo.
La mañana fue muy rara. Estuve presente en todas las clases, pero allí solo estaba mi cuerpo. Mi cabeza estaba mitad en lo que estaba viviendo con mamá y lo que iba a pasar con Andrea. Estaba jugando por completo con las dos, mintiéndolas y usándolas solo para follar. Es cierto que con mi madre era recíproco, los dos nos aprovechávamos el uno del otro en la cama y estábamos de acuerdo, pero le había ocultado muchas cosas. Y con Andrea... para qué decir más.
Terminaron las horas de clase y fui rumbo a casa de mi novia. Cuando toqué a la puerta, me abrió vestida con una falda vaquera y uno de los top que más cachondo me ponían. Era una declaración de intenciones. Le di un beso y en ningún momento se opuso.
- Hola, mi amor.
- Hola, Dani.
- Te echaba de menos.
- Y yo a ti, pero tenemos que hablar de alguna cosa.
- Claro.
- A ver, cómo te digo esto. Tu relación con tu madre...
- ¿Sí?
- ¿Tu madre y tú os lleváis más que bien? Sé sincero, por favor.
- ¿Qué?
- Que si lo vuestro ha pasado a mayores, tocamientos o algo del estilo.
- ¡No! Para nada, Andrea. Esto ha sido algo puntual.
- Vale.
- Olvidemos esto, por favor. Te pido perdón en veinte idiomas si hace falta, lo que menos quería es hacerte daño.
- He quedado contigo precisamente para eso.
- Gracias Andrea, gracias. Eres la mejor.
- Eso sí, hay unas normas. Si vuelves a jugar con ella a jueguecitos de esos, nada de vídeos ni fotos ni hostias, ¿vale?
- Claro que sí, faltaría más.
- Vale. Ven, dame un beso, anda.
Andrea y yo nos abrazamos y nos besamos como si no hubiera un mañana. Había hecho la bola más grande y la seguía mintiendo descaradamente, pero no tenía otra opción. Y para que nos vamos a engañar, sabía lo que iba a venir y lo estaba deseando. Después de cada discusión tenemos la costumbre de darla por finalizada por completo teniendo sexo, pero no un sexo cualquiera. Si normalmente folla como una diosa, en los polvos de reconciliación da el doble. Una maravilla. Y esta vez no iba a ser menos.
Mientras nos enrollábamos, nos íbamos metiendo mano y nos pusimos muy cachondos. La cogí en brazos y me la llevé a su habitación, tirándola en la cama que más veces habíamos follado con diferencia. La falda no duró nada. Debajo, tenía uno de los tangas que más me gustaban y me ponían a mil. La muy zorra tenía claro que hoy la iba a reventar. La puse a cuatro patitas sobre la cama y le quité el tanga con la boca. Empecé a lamer su coño mojadito y su culo, alternando con meterle dedos en las dos zonas. La cabrona se retorcía de placer. Tras quitarle el top y sin mediar palabra, le metí la polla y comencé a empotrarla muy duro como si fuera una puta y yo pagase por follarme su coño.
El polvazo que estábamos echando era de otro mundo. Le tiraba del pelo que parecía que se lo iba a arrancar, le daba nalgadas que me dolía hasta la mano y la hija de puta estaba disfrutando como una perra en celo. De vez en cuando, también la sacaba y rozaba con su clítoris. Esa ténica le encantaba y sus gemidos la delataban. Seguí empotrándola un rato más hasta que le llené el coño de mi corrida mientras me tiraba encima de ella y le agarraba las tetas como si me las fueran a quitar. Seguimos unos minutos más hasta que ella llegó a su punto álgido. Mientras se corría arañaba las sábanas y gritaba como una posesa. Vaya locura de polvo. Se me había olvidado lo buena que era en la cama.
Nos tumbamos a descansar abrazados en la cama. No era para menos, habíamos perdido todas las energías. Después, nos fuimos al salón y vimos un par de capítulos de una serie. Antes de que viniese su madre, nos despedimos y me marché rumbo a mi casa.
Por el camino volvían las dudas a mi cabeza. ¿Estaba haciendo lo correcto? No quería dejar mi relación con Andrea, pero tampoco quería dejarla con mi madre. En un principio todo había empezado por la falta de sexo con mi novia, pero ahora no tenía excusa. Tampoco estaba dispuesto a perder la ocasión de poder follar cuando quiera con la mujer de mis sueños. Los dos estábamos enganchados mutuamente el uno del otro. Lo que si tenía claro es que a partir de ahora se acabaron las mentiras con mamá. Entré por la puerta de casa y estaba en el sofá leyendo un libro.
- Buenas, mamá.
- Hola, Dani. ¿Qué tal?
- Bien, bien.
- ¿Eso es todo?
- Bueno...
- ¿Qué tal con Andrea?
- Hemos follado.
Se hizo un breve silencio bastante incómodo que mamá rompió con naturalidad.
- Bueno, es lo más normal entre novios, ¿no?
- Ya, pero...
- ¿Qué pasa?
- ¿No te importa?
- A ver, tú y yo no tenemos exclusividad. Yo también puedo hacer lo que quiera y no pasaría nada, pero teniéndote a ti no necesito nada más.
- ¿En serio? ¿Te da igual que lo hagamos?
- Claro. Tienes novia, es normal que lo hagáis.
El sexo con ella era tan sumamente bueno que estaba dispuesta a seguir haciéndolo a pesar de que no me falte con Andrea. Había encontrado lo que ella buscaba: sexo sin ataduras con alguien de confianza que no iba a querer una relación seria. Y yo no podría estar más agradecido.
- Genial, mamá. Pero yo no quiero perder lo que tenemos tú y yo.
- Y no lo vamos a perder.
- Luego el vicioso soy yo...
- No me puedes dar droga y pretender que no me haga adicta.
- Yo te doy de mi droga cuando quieras.
- Descansa guapo, que acabas de follar hace nada.
- Tengo batería para rato.
- Ponla a cargar un poquito.
- ¿Te demuestro que puedo hacerte lo que quiera?
- Me voy a cambiar, salido. Voy a cenar con Virginia.
- Joder, vaya dos zorrones se han ido a juntar.
- ¡Oye! Respétame o te quedas sin follamiga.
- Vale, vale, lo retiro. Pero de Virginia no.
- ¿Te da morbo?
- Pues algo, sí. Antes me lo daba mucho más. No tanto como tú, pero sí que me ponía a mil.
- Lo sabía. Últimamente está que se lo folla todo.
- ¿Últimamente? Esa tía se ha comido el triple de rabos que tú.
- Te recuerdo que yo casi nunca se la chupaba a ningún tío.
- Bueno, pues se ha follado al triple.
- Sí, eso seguro. Pues desde que eres adulto más de una vez me ha dicho que tienes un buen polvo.
- ¡Joder! ¿Viene a cenar aquí?
- No, voy a su casa. Pero yo llevo la cena.
- Qué pena...
- ¿Por?
- ¿No te molaría un trío?
- Dani, tienes novia, te lo recuerdo.
- El daño ya está hecho. Venga, dime que no te pondría.
- Pues sí, pero no con mi hijo.
- ¿Por qué?
- Porque es inentendible, cariño.
- Qué más da, mujer más abierta no hay. Nunca mejor dicho.
- ¿Cómo consigues que me lo esté pensando?
- ¡Esa es mi María! Venga, llámala y dile que venga aquí.
- ¿Y cómo se lo proponemos?
- Después de un par de botellas de vino. ¿Tiene mucho aguante al alcohol?
- Poco.
- Genial. Corre, llámala y dile que prefieres que venga ella o algo así. Y que cenamos los tres.
- Voy.
Qué locura, acababa de convencer a mamá para intentar hacer un trío con ella y su amiga más cañón, una zorra de manual que se ha follado a más tíos que una actriz porno. Está muy buena, no al nivel de mamá, pero no se queda muy muy lejos. Tiene cinco años menos que ella. Solo de pensar en sus tetazas y su cara de puta me pongo burro.
- Dani, dice que sí, que viene.
- ¡Vamos!
- También me ha preguntado que si sigues teniendo novia y se ha puesto contentísima cuando le he dicho que no.
- ¡Así sí! Más contenta se va a poner cuando vea lo que se viene.
- ¿Crees que es buena idea?
- Buenísima. Y con lo bien que os lleváis no le va a decir nada a nadie. Eso sí, de primeras le chocará que te cagas.
- Ya te digo. Bueno, vamos a ir preparando las cosas.
Después de prepararlo todo nos fuimos a vestir. Mamá se puso uno de sus vestidos más explosivos, dejando claro que estaba buenísima. Estaba claro que no quería quedar en un segundo plano. Una hora más tarde, Virginia tocó a la puerta. Tampoco se quedó atrás. Se presentó con un vestido escotado que prácticamente permitía intuir sus tetas. Apostaría que incluso eran más grandes que las de mi madre. Vaya dos mujeres. Tras saludar a mi madre, llegó el momento de saludarme a mí.
- Qué tal, Virginia.
- ¡Dani! Cada vez que te veo estás más guapo y fuerte que la anterior. ¿Qué hay que hacer para encontrar uno como tú?
- ¡Eso digo yo! Eres como el vino, con los años mejoras.
- No me puedo quejar, me pasa igual que a tu madre.
- Ya te digo, estáis mil veces mejor que las de mi edad.
- ¡Cuánto me alegra oír eso!
- Vamos a cenar, chicas, ¿no?
- Claro, vamos.
Durante la cena no pude parar de mirar las tetas de Virginia, y creo que ella lo notó y no le pudo gustar más. De hecho, en un momento se ajustó el vestido y se descubrió un poco más el pecho mientras me miraba y me sonría. Me estaba comiendo con la mirada y se notaba. Estábamos ya en el postre y las botellas de vino y los chupitos empezaban a hacer sus estragos. Mientras contaban batallitas de hace años empezaron a hablar de sexo y encontramos el momento perfecto para atacar.
- Hoy estás cenando con dos amigas, Dani. Si te contáramos todo lo que hemos hecho...
- Contad, contad.
- Pues en nuestros tiempos tu madre y yo hemos follado en la misma tienda de campaña con distintos tíos y cuando terminaban nos los cambiábamos.
- ¡Qué dices!
- Sí hijo, sí...
- ¿Tan guarrillas eráis?
- Bueno, y tu madre se relajó, pero yo hoy en día no puedo estar follando con mismo tío más de un mes. Me aburre.
- Y tanto que me relajé, un año sin sexo hasta hace un par de días.
- ¡Cómo! ¿Y eso?
- Pues mira, un follamigo que me he echado. Y no es uno cualquiera.
- ¿Quién?
Mamá y yo nos miramos y empezamos a reirnos.
- ¡NO!
- Sí.
- Me estáis vacilando.
- Te lo juro Virginia.
- Estáis de puta coña.
- Para nada. Ya sabes como ha sido siempre nuestra relación. Hace tres días echamos el primer polvo. Estábamos bebiendo unas copas, nos pusimos cachondos y... surgió.
- ¿De verdad?
- Sí, claro.
- ¡Joder, qué fuerte! Pensaba que eso solo pasaba en el porno.
- Y nosotros, pero mira. Sé que puede no parecer normal, pero nos damos lo que necesitamos y nos gusta. No nos hace falta buscarlo fuera de casa.
- Bueno, muy normal no es. Pero si estáis contentos vosotros es lo que importa.
- Eso sí, ni una sola palabra de esto a nadie, eh.
- No no, claro.
- A nadie, Virginia.
- Que no, hombre. Sé guardar un secreto tan importante.
- Bien. De hecho, te hemos dicho que vengas aquí para proponerte una cosa.
- ¿El qué?
- ¿Tú te acuerdas que de jóvenes nos quedó una fantasía juntas pendiente?
Empezamos a mirar a Virginia los dos para ver como reaccionaba.
- No, no te creo.
- El cabrón de aquí al lado me ha convencido para pedírtelo.
- ¡Mira el niño! Anda que no sabe nada.
- Como para no, no voy a tener una oportunidad así en la vida.
- No sé... Está claro que tu hijo está bueno pero... Joder, qué violento.
- ¡Venga! ¿Cuántas veces quisimos hacer un trío juntas y no lo hicimos porque el tío no era el adecuado? Hoy no tenemos ese problema. Nos gusta a las dos y hay confianza.
- Hay confianza por tu parte, pero tú me vas a ver follándome a tu hijo. Que en condiciones normales me lo follaría, pero contigo mirando me da corte.
- Virginia, me llegaste a plantear un trío con tu novio. Venga, es la oportunidad de cumplir una fantasía que tenemos desde que somos chavalas de su edad.
- Bueno, pues vale, por qué no.
- Ale, Dani, esta noche tienes que dar la talla como nunca.
- ¿Crees que puedes con las dos?
- Las veces que hagan falta.
No me lo podía creer. Mamá y su amiga buenorra iban a cumplir su fantasía sexual juntas conmigo. Ahora entiendo por qué mi madre dijo que sí tan rápido y casi sin insistir: desde que eran adolescentes habían fantaseado con follarse a un tío juntas. Hoy iba a ser el día, con un tío más de 20 años más pequeño e hijo de una de ellas. Virginia me había quitado los pañales cuando era pequeño y hoy me iba a quitar los calzoncillos para follarme junto a mi madre. Efectivamente, parecía una película porno.
Los tres estábamos cachondos y fuimos a la habitación de mamá. Estaba nervioso y no era para menos. Mi madre rompió el hielo comiéndome la boca. Mientras nos enrollábamos le metí mano y noté el coño muy mojadito, se notaba que estaba cumpliendo un sueño. No me quería olvidar de Virginia y le hice lo mismo. Su coño estaba más húmedo todavía. Le metí dos dedos y la muy puta empezó a gimotear. Puse la mano en su escote y me puse a masajear sus tetas.
Le quité el vestido a Virginia, vi sus tetas al descubierto y empecé a comérmelas. Eran una locura, más grandes que las de mi madre, pero distintas. Tenía los pezones más grandes y eso me ponía mucho. Pero mamá seguía siendo mamá, estaba más buena. Dejé a Virginia en tanga y me dispuse a hacer lo mismo con mi madre: quitarle el vestido, masajear y comerme sus tetas y dejarla en tanga. Las puse a cuatro para poder ver sus culos y compararlos. Mi madre ganaba de goleada, aunque si tuviera que follarme el culo de Virginia tampoco me quejaría.
- Quitaros los tangas la una a la otra.
Las muy zorras se los quitaron entre risas. Quería probar el coño de Virginia, pero primero me apetecía probar la boca. Le acerqué la polla y me la empezó a chupar sin ningún miramiento. Joder, vaya mamada. Alternaba chuparme el rabo con los huevos y eso me ponía muy cachondo. De mientras, yo le hacía dedos a mi madre. Las muy putas cambiaron las tornas y ahora era mi madre la que me dejaba las babas. La mamada de Virginia era de 9,5, pero la de mamá de 10. Ella ya conocía y le encantaba comérselo. Yo le hacía dedos a su amiga y a la cabrona le ponía cerdísima.
- María, dile a tu hijo que me la meta.
- Pídemelo directamente a mí, ¿no? ¿Queréis que alterne un poco con cada una?
- Vale. Virgi, nosotros follamos a pelo, ¿algún problema?
- No. Siempre lo hago con condón por seguridad, pero con vosotros no hay problema. Y tomo la píldora.
- Pues ven aquí.
Virginia se sentó sobre mi polla y empezó a cabalgar. Su coño estaba muy calentito y el rabo casi se me salía de lo lubricado que estaba. Desde el primer momento noté su experiencia sexual. Qué movimientos hacía, follaba mejor que mi madre. Sus tetas rebotaban y yo mordía sus pezones fuertemente. Aunque pensaba que le estaba provocando dolor, a la muy zorra le encantaba. Mientras ella me follaba, yo acariciaba su clítoris para darle más placer. Mamá también se estaba tocando mientras contemplaba como su mejor amiga estaba bailando sobre la polla de su hijo.
- Me pones muchísimo, Dani.
- Y tú a mí, Virginia.
Aunque me flipaba como follaba Virginia, no quería que mi madre se quedase sin su dosis de polla.
- Ahora le toca a otra.
Mamá acudió rápidamente a la llamada y empezó a follarme con muchas ganas. Quería hacerlo mejor que su amiga. Alternando movimientos rápidos con lentos hizo que mi polla estuviera varias veces al borde de la eyaculación. Me encantaba agarrar sus nalgas mientras ella me follaba y yo le comía las tetas, era estar en el paraíso. Metí un dedo en su boca y, con su saliva, aproveché para metérselo por el culo. A la guarra le encantó y le metí otro más. Virginia también se hacía dedos mirándonos follar.
Paré de hacerlo con mamá y me fui otra vez con su amiga. La tumbé sobre la cama y decidí que esta vez sería yo quien controlaría la situación. Tras comerle un poco el coño, me puse encima de ella y empecé a follármela muy duro. Le agarraba del cuello de tal forma que parecía que la iba a asfixiar. Sus gemidos en mi oreja iban aumentando cada vez más. Estaba a punto de correrme, pero me daba cosa hacerlo dentro de ella. La saqué rápido, se la metí sin mediar palabra a mi madre y al instante me corrí dentro de ella.
La dejé con mi corrida en el coño y me fui a comérselo a Virginia para rematar la faena. No tuve que hacer mucho esfuerzo, solo un par de minutos después me echó su flujo vaginal en la boca.
- Qué manera de comer el coño.
- Está muy rico.
- Diosss, me corro Dani... Jodeeeeeer.
Después de correrse, Virginia me chupó la polla un ratito hasta que la volví a tener dura. Era el momento de darle lo suyo a mi madre. La puse a cuatro patas y empecé a metérsela muy lento, pero poco a poco el sexo se convirtió en salvaje. Lo habitual. Los tirones del pelo se mezclaban con escupitajos en el culo y sus respectivos dedos. Por debajo, Virginia acariciaba el clítoris de mi madre para permitirle llegar al orgasmo. Y así lo hizo. Mamá soltó unos gritos que se tuvieron que oír en todo el barrio.
Aproveché la situación un poco más.
- ¿Queréis jugar a un juego?
- Depende.
- Me la tenéis que chupar un minuto cada una. A ver quién de las dos consigue que me corra.
- Vale. ¿Quién empieza?
- La que quiera.
Virginia se lanzó a chuparmela primero. Luego llegó el turno de mamá, qué forma de chuparla: mirando a los ojos, alternando velocidades, escupiéndome en la polla... Pero quién se llevó el premio fue Virginia. En su tercer turno me la chupó de tal forma que le llené de lefa toda la boca, devolviéndole así lo de antes. Antes de tragárselo, la muy puta abrió la boca y nos lo enseñó.
Nos fuimos a dormir poco después, los tres en la misma cama y de la forma en la que buenamente pudimos. Nunca me imaginé que mi primer trío iba a ser de esta manera, ni en mis mejores sueños me hubiera podido follar a dos pivones así. Pero lo había hecho. Estaba claro que la vida no podía sonreírme más.