Mamá se pasa de confianza con su hijo (3)
Después de cometer la primera locura, Daniel y su madre deben replantearse si quieren seguir en esa vorágine de sexo. De forma inesperada, una persona muy cercana a ambos va a ver algo que puede hacer tambalear sus vidas y sus relaciones.
Abrí los ojos por la mañana y tenía a mamá desnuda al lado, durmiendo plácidamente bocarriba con el pecho al descubierto. La sábana solo le tapaba hasta la cintura y en la cama apenas entrábamos los dos. No, lo de ayer no había sido un sueño, ayer me había corrido en el mismo coño del que había salido hace 21 años. Joder, qué fuerte. ¿Cómo coño iba a reaccionar mamá cuando se despertase, sobria, y fuera plenamente consciente de lo que había ocurrido? No quería ni pensarlo.
A eso de las 7:30 me levanté a hacerme el desayuno y empecé a notar que tenía una resaca que no podía con ella. El salón estaba hecho un cuadro: botellas de refresco y alcohol, sujetador, tanga, calzoncillos... Parecía un puticlub. Encima, hoy tenía que ir a clase. Menos mal que entraba a las 11 y solo era una hora. A las 8, sonó el despertador. Mamá se despertó y empezó a ponerse un poco alterada y me acerqué. Estaba desnuda, tirada en mi cama y con las manos en la cabeza.
- ¡Joder, joder, joder, joder! ¡Mierda!
- ¿Qué pasa?
- ¿Cómo que qué pasa? Hostia, Dani, somos unos gilipollas.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué? ¿Te parece normal que hayamos follado?
- Los dos nos teníamos unas ganas tremendas, ¿no? No le veo nada malo.
- ¿Nada malo? ¿No ves nada malo a que me despierte con restos de tu semen en el coño? Joder.
- Relájate, mamá. Piensa friamente, ¿en qué cambia nuestra relación?
- En que me he comido tu puta polla, Daniel.
- Lo dicho, ¿por qué cambia nuestra relación?
- Porque en otros países estaría muerta por hacer lo que he hecho.
- Ya, y en muchos países también está penalizado ser gay. Por suerte, aquí somos más civilizados.
- ¿Intentas convencerme de que es normal follarme a mi hijo?
- Sí, porque lo es. ¿No pueden follar unos buenos amigos?
- Claro.
- ¿Entonces?
- Pero tú y yo no somos...
- Sí, lo somos. ¿También somos madre e hijo? Sí, pero somos más mejores amigos que madre-hijo, ¿o no?
- Sí.
- Pues ya está. Conocemos nuestros gustos en la cama, nos gustamos físicamente y disfrutamos de algo que es la polla, punto.
- Joder, Dani.
- Tú buscabas un tío con el que follar sin tener que haber noviazgos y mierdas de por medio, yo buscaba sexo porque en mi relación no lo tengo. Nos ponemos y follamos de puta madre, ¿no? Todos contentos.
- Lo pones como algo tan fácil...
- Porque lo es, joder. Nuestra relación va a seguir siendo idéntica, como siempre. Solo va a cambiar que cuando nos apetezca y estemos los dos cachondos, en vez de masturbarnos, nos satisfacemos los dos.
- ¿Tu crees de verdad, de corazón, que lo estamos haciendo bien?
- Sí, Es algo natural. Entiendo que socialmente no esté aceptado, pero no le veo nada malo. Podemos disfrutar viendo una película, haciendo deporte y follando juntos.Y nada de eso cambia la relación.
- Eres un cabron... Me convences hasta de hacer pactos con el demonio.
- Es que es algo normal, joder. No te rayes. Para algo se inventó el término "follamigos".
- Vale. Ni qué decir tiene que esto no puede salir en la vida de aquí, ¿no?
- Está claro.
- En la vida, eh.
- Que sí, mamá. Esto es algo nuestro.
- Vale. Tela, Dani... En qué puto lío nos estamos metiendo.
- En ninguno. No tiene ningún problema.
Pensaba que mamá me iba a poner más dificultades, pero le había gustado tanto como me la empotré que no hizo falta ni insistir mucho.
- ¿Qué vas a hacer con Andrea?
- No sé... Estoy enamorado de ella y eso, pero desde que no... Pues no siento lo mismo, para qué te voy a engañar.
- Y le has puesto los cuernos.
- Lo sé, pero jamás se va a enterar de eso. Además, si ella no quiere follar conmigo lo mejor para la relación es que yo lo busque en otro sitio. No sé, me duele pero creo que lo mejor es dejarlo con ella.
- ¿Tú la quieres?
- Muchísimo.
- Pues de momento no la dejes escapar. Si ves que ya no sientes lo mismo en un tiempo, tu sabrás.
- Vale, lo haré.
- No entiendo que esa chica no quiera follar contigo. Posiblemente, eres el tío que mejor me ha follado en muchísimo tiempo.
- Joder, qué orgullo, encima no es que te hayas follado a dos o tres.
- ¿Me estás llamando guarra?
- No, no. Te estoy llamando sexualmente activa, que no tiene nada de malo.
- Ah, vale. Pensaba.
- Tú también follas genial. Bueno, y no hablemos de cómo usas la boca.
- ¿Bien?
- Bien es poco. No sé cómo no me corrí a los dos minutos. Todo tío debería probarla al menos una vez en su vida, por ley.
- Ni de coña, mis mamadas son de uso exclusivo. Pocas pollas me he comido en mi vida.
- No me quejo para nada. Aunque seamos follamigos, tú puedes follar con quien quieras, eh.
- Teniendo lo que tengo en casa, ¿para qué voy a buscar fuera? Tú me follas como nadie.
- Bueno, pero si quieres yo no tengo problema. Eso sí, siempre con gomita.
- Agradezco tu oferta, pero para que me la metan mal y con condón prefiero la calidad suprema.
- Menos me quejo todavía, exclusividad absoluta.
- Oye, ¿tú de dónde has sacado ese rabo? De tu padre no puede ser.
- ¿La tenía pequeña?
- Tampoco pequeñísima, pero no como tú.
- La tengo grande, sí.
- Eres más chulo...
- Las cosas como son. Con Andrea muchas veces tuve que parar porque le hacía daño.
- Pues es una pena, porque no aprovechar eso...
- Ahora hay alguien que lo aprovecha bien aprovechado.
- Tonta no soy.
- Voy a desayunar, ¿vale?
- Genial.
Entre la charla de mi madre, desayunar, preparar todo y vestirme, me puse en las 10. A las 10:20 solía quedar casi todos los días con Andrea para coger el bus que nos llevase a la facultad. Hoy era uno de esos días. Al verla me sentí como una mierda. Le había puesto los cuernos. Le había ocultado a mi madre que ayer había follado con ella para poder follármela. Y ella, con la misma sonrisa de siempre y sin ni siquiera imaginarse lo que había hecho su novio con su suegra. Eso sí, luego lo pienso y compensa totalmente. ¿Quién no querría solucionar el único problema de su relación sin hacerle daño a su novia y quedando totalmente satisfecho? Mi problema era que tenía poco sexo, y eso teniendo a mi madre dispuesta en casa se iba a acabar.
Llegamos a clase a la hora. Como salimos muy pronto, decidimos irnos a un parque que era muy habitual para nosotros desde que éramos novios. Ahí habíamos hecho de todo, desde hablar tranquilamente hasta follar detrás de los arbustos, pasando también por discutir por tonterías que tienen las pareja. Por las mañanas estaba muy tranquilo, tan solo pasaban de largo ancianos que paseaban y hacían presencia las palomas.
Nos sentamos en un banco con una bolsa de patatas fritas y empezamos a hablar de nuestras cosas, pero Andrea cayó en que su madre trabajaba hasta las cinco de la tarde, así que cogimos el bus de vuelta y nos fuimos a su casa. Allí, como era costumbre, veíamos cosas en la tele hasta que nos aburríamos y nos poníamos cada uno a ver cosas en el móvil. Ella cogió el mío y empezó a mirar Twitter. Vio un anuncio de publicidad de una página web de ropa y le hizo captura de pantalla a un artículo. Cuando se lo fue a pasar a su móvil, en la galería, estaba el vídeo que le grabé ayer a mi madre. Joder, se me había olvidado ponerlo en oculto por completo. Intenté hacerme el loco y coger el móvil pero fue demasiado tarde.
- ¿Qué coño tienes aquí?
- No, no, no lo abras. Es un vídeo guarro que me pasaron estos.
Pero lo abrió. Nada más ver los primeros segundos le cambió radicalmente la cara. Era un poema.
- ¿Qué cojones es esta puta mierda Daniel? Es tu jodida madre tocándose.
- Andrea mira...
- ¿Pero qué coño hace esto en tu móvil? ¿Por qué cojones tienes esto Dani?
- Andrea, déjame que te lo explique. Estábamos jugando ayer...
- ¿Tienes los huevos a decirme que estabas jugando? ¿Tienes un puto vídeo de tu madre haciéndose dedos y me dices no se qué de un juego?
- Andrea, bebimos unas copas, estábamos borrachísimos y jugamos a una especie de strip-poker. El que perdiese tenía que desnudarse y hacer algo sexual y el otro podía grabarlo. Se me olvidó borrarlo, lo siento.
- Y me lo dices como si fuera algo tan normal. ¿Qué clase de puto enfermo juega a desnudarse y hacer cosas sexuales con su madre?
- Nos llevamos muy bien, ya lo sabes. Nosotros no tenemos reparo en hablar de ese tipo de cosas.
- Daniel, no es hablar, es tener a tu jodida madre masturbándose delante. Y además, eres tan puto enfermo de grabarlo.
- Lo siento mi vida, de corazón. Iba a borrarlo pero te juro por lo que más quieras que se me olvidó por completo. Estábamos tan pedo que me fui a dormir cinco minutos después.
- Yo flipo, de verdad. ¿Y para qué cojones querías grabarlo?
- Porque era parte del juego. Una vez grabado, teníamos que verlo y borrarlo, pero se nos olvidó a los dos.
- ¿Con qué puta cara miro ahora a tu madre?
- Perdóname, de verdad.
- ¿Te tocaste con él?
- ¡No! Es mi madre.
- ¿Después de que me cuentes que jugastéis a desnudaros y grabaros me tengo crees que me sorprendería algo?
- Lo siento muchísimo Andrea, tenía que haberlo borrado pero no me acordé en ningún momento.
- Necesito estar sola, Dani. Ya hablaremos en un par de días.
- Perdona, mi amor.
- Vale, no insistas más. Solo una pregunta, ¿lo habéis hecho más veces?
- No, esta fue la primera vez.
- ¿Seguro?
- Segurísimo.
- Vale. Ya hablamos.
Andrea se fue sin ni siquiera darme un beso. Me sentía como una mierda, en gran parte, porque ni siquiera había sido capaz de contarle todo y le mentí como un auténtico hijo de puta. Evidentemente, ni se le pasó por la cabeza pensar que nos hubiéramos acostado. ¿Qué novia iba a pensar que su novio le ha puesto los cuernos con su propia madre?
En el camino a casa no podía parar de darle vueltas a la cabeza: las mentiras a mi madre, las gordísimas mentiras que le estaba contando a Andrea, el mal que le estaba causando después de haber visto ese vídeo... Me estaba planteando dejar la relación con ella, a pesar de ser la persona (junto a mamá) que más quiero en el mundo sin ninguna duda. Las cosas no se pueden hacer en caliente, asi que simplemente lo dejé estar hasta que estuviese más calmado.
Al entrar a casa tenía que disimular por completo lo que había pasado. Tarea difícil, mi madre me conoce a la perfección. No podía decir por nada en el mundo lo que acababa de ver Andrea: si mamá se entera de que ha visto ese vídeo porque no lo he borrado, está claro que se acabará nuestra relación de folleteo. Para evitar que en un futuro nadie más lo pudiera ver, lo puse en una carpeta totalmente oculta.
- Hola.
- Hola, Dani. ¿Qué tal?
- Bien, bien. Salí de clase un rato antes y me fui por ahí con Andrea a dar una vuelta.
- ¿Todo bien?
- Sí, genial.
- Me alegro.
- He quedado con los chavales en un rato para ir a echar unas "plays" a casa de Javi.
- Vale. ¿No comes nada?
- ¿Qué quieres que te coma exactamente?
- Piensas con la polla, capullo.
- Bien que te gusta. No, tranquila, ya he picado algo y no tengo mucha hambre.
- Bueno, como tú veas.
- ¿Y qué tal tu mañana?
- Como siempre, trabajando como una cabrona. He tenido que pasar algún informe a los jefes y todavía me queda curro.
- Joder, qué putada. Bueno, ya te queda menos.
- Eso es.
- Oye, que voy a aprovechar para terminar cosas de clase antes de pirarme.
- Vale. Hasta ahora.
Apenas me dio tiempo para hacer nada de clase. Casi que fue llegar, descansar un rato, vestirme y salir. Me despedí de mi madre con un beso con lengua, nada de dos besos, algo que evidenciaba que la nueva relación se estaba asentando y normalizando poco a poco.
Llegué a casa de Javi sobre las 16:30, pillamos unas latas de cervezas junto al resto de amigos y estuvimos prácticamente toda la tarde jugando al FIFA y al NBA 2K. Mientras todos los colegas se contaban sus movidas con sus novias o con sus rollos, yo no podía ni quería abrir la boca. De todas formas, si pudiera hacerlo ninguno se lo creería. Anda que estos cabrones no habrán querido follarse como cerdos a mi madre, cada vez que llevaba a alguno a casa me lo decían. También a Andrea, segurísimo. Ahora soy yo el cabrón con suerte que se las puede follar a las dos.
Hablando de Andrea, decidí mandarle un mensaje preguntándole que cómo estaba. No me había hablado en todo el día, lógico. Me respondió sobre las 20:00, cuando me acababa de despedir de mis amigos y estaba marchándome a casa. Como era de esperar, seguía cabreada conmigo y me respondía con monosílabos hasta que acabó dejándome en leído. No quise agobiarla más, a fin de cuentas sabía que la había cagado y entendía que no quisiera hablarme.
Llegué a casa y recordé lo afortunado que era. Nada más abrir la puerta, vi al mujerón de mi madre con un vestido de verano, escotado a más no poder y tan cortito que se le podía ver todo aquello en lo que me había corrido ayer. Joder, cómo me puede impresionar tanto después de haberla visto sin ropa y habérmela follado.
- Hola Dani.
- La hostia, mamá.
- ¿Qué pasa?
- Que estás buenísima.
- Qué directo.
- Es que ese vestidito te sienta como dios.
- Para eso me lo he puesto.
- ¿Para ponerme tan cachondo?
- Vaya vicio tienes.
- Estando tú de por medio normal.
- ¿Quieres cenar algo?
- Quiero pasar al postre directamente.
Le puse la mano en la vagina aprovechando ese vestido tan corto de puta que llevaba y empecé a rozarla con mis dedos hasta que tímidamente le comencé a meter uno. La muy guarra hacía ya sus gemiditos y me comía con la mirada mientras me agarraba el rabo por encima del pantalón de chándal, pero decidió parar de golpe.
- Vamos a cenar algo, anda. El postre para después.
- Tengo un calentón encima...
- Y yo, Daniel, pero primero vamos a cenar.
Accedí casi que a regañadientes, me apetecía follármela contra la encimera como si no hubiera un mañana. Cené lo más rápido que pude para ir directos al tema, pero la cabrona se puso remolona y quiso ver un rato la tele. Llegó un punto en el que no podía más.
- Creo que ya es hora de ir a la cama.
- ¿Sí? ¿Tú crees?
- Sí, que mañana tengo clase temprano.
- ¿Vas a dormir en tu cama?
- No, si me acoges en la tuya, no.
- Hombre, eso lo tienes asegurado. Y todavía queda por tomar el postre.
- ¿Vasito de leche?
- De lo que haga falta.
Mamá y yo empezamos a comernos la boca en el sofá. Nos pusimos cachondísimos. Mientras yo tocaba su clítoris, ella metió la mano en mis calzoncillos y empezó a masajearme los huevos. Poco después, empezó a mover de arriba a abajo y viceversa mi polla, que ya no podía estar más dura. El vestido de puta con el que se le veían la mitad de las tetas y el coño me encantaba, pero me gustaba mucho más ver sus tetas al descubierto pegadas a mí. Le arranqué el vestido y la volví a dejar desnuda delante de mí, igual que ayer. Hoy tampoco era un sueño. Inclinado, haciendo el mediomisionero, le metí y le saqué la polla duramente un par de veces, pero quería follármela de otra forma.
- Aquí no es tan cómodo ponerte a cuatro patas.
- Vamos a la cama.
Nos fuimos a la habitación y puse a mi madre en pompa para hacerle de todo, pero esta vez iba a ser ella la que iba a pedir lo suyo.
- Qué cachondo me pone tu culito.
- Fóllame por el culo.
- ¿Sí?
- Quiero ser la primera a la que le revientes el culo.
- Te vas a enterar.
Estaba algo nervioso. No solo me la iba a volver a follar, si no que era la primera vez que iba a tener sexo anal. Le metí los dedos poco a poco para que fuese dilatando y se la pudiese meter mentras le acariciaba el clítoris y la hija de puta parecía que se iba a correr allí mismo. Vaya pedazo gemidos.
- Métemela ya.
- ¿Segura?
- Fóllame.
- Tú me avisas si te duele.
- Vale.
Eché mucho lubricante en su culo y en mi polla y, como pedía, le metí el rabo. Por el grosor de mi pene costó un poco que entrase. La sensación fue de primeras muy rara, pero a los pocos segundos me sentía en una puta nube. Abrí los ojos y vi a mi madre gimiendo como la zorra que era mientras yo estaba follándomela por el culo y me puse todavía más cachondo.
- ¿Qué tal mi culito, cariño?
- Es la puta hostia, mamá.
- Te estoy desvirgando, eh.
- Que zorra eres.
- Cállate y fóllame.
Seguí follándome su culo mientras le tiraba de la cole y la cabrona gritaba como una perra en celo. De vez en cuando sacaba la polla para rozarla con su clítoris y se la volvía a meter, eso le ponía cachondísima. Llegó al orgasmo sin necesidad de hacer nada más.
- Ahhhh ahhhhhhhh, jodeeeeeeer Daniel.
- Cómo te gusta que te folle, guarra. Qué rapido te corres.
- Follándome así normal.
Tras darle un par de embestidas más, noté que llegaba mi turno.
- ¿La leche la quieres en el culo?
- Mejor en la boquita.
Para demostrar que es una verdadera cerda, salió disparada a meterse mi polla en la boca. Me chupó durante unos segundos la polla mientras me miraba a los ojos y mi rabo ya no aguantó más: le eché una buena corrida en la boca.
- Es que hasta tu corrida es la mejor que me he tragado.
- No me digas eso que te echo otra en diez minutos.
- Jajajajajaja, eres un vicioso.
- Pues anda que tú...
- Shhh, esto no acaba de pasar.
- A sus órdenes.
- ¿Qué tal esa primera vez?
- Me ha encantado, la sentía super prieta. Se nota que te gusta y que follas genial. Aunque me quedo con el tradicional.
- Bueno, no hay que elegir una u otra. En la variedad está la virtud.
- Te lo firmo. ¿Qué tal he estado yo?
- Para ser la primera vez, muy bien. Algunas veces no controlabas y me hacías algo de daño, pero el hábito hace al monje.
- Tendrás que seguir enseñándome.
- De eso no tengas dudas.
- Te quiero, mamá.
- Y yo, cariño. Por cierto, me encanta que me llames esas cosas.
- ¿El qué?
- Guarra, puta...
- Joder, y a mí me encanta decírtelo. Salimos ganando los dos.
- Ninguna queja entonces. Bueno, sí. Solo una.
- ¿Cúal?
- Cuando grites mi nombre al correrte soy María, no soy mamá. También puedes alternarlos mientras follamos. Así no me siento tan culpable.
- Perfecto, María. Entonces... ¿follamigos?
- Madre e hijo, amigos... Por lo que sí, también follamigos.
Mamá y yo nos fuimos a dormir, abrazados, como dos personas que se quieren más a que a nada en el mundo, llevan una relación perfecta entre madre e hijo y, además, comparten una sana afición por el sexo en su intimidad. Mi sueño se ha hecho realidad.