Mamá, no puedo más (XIII)

Ángel se siente como un Dios con su madre y su hermana. El espectáculo de las cámaras de vigilancia no dejará de ser menos morboso ni de dejarle menos satisfecho.

-Mmm… ¿eh?... aaah… ¿qué?

-Buenos días, mi rey –dijo mi madre encima de mi cama y sacándose mis huevos de la boca-… ¿Has descansado bien tras la fiestecita de ayer?

-Ufff… sí mamá pero, ¿Qué haces?

-Chuparte los cojones cariño, ¿Qué no lo ves? Jajaja

No era raro que mi madre me despertara algunos días con una mamada, un repaso de cojones o directamente con mi dura polla (cada mañana se pone así) en medio ya de sus dos tetazas, pero me parecía raro que me quisiera descargar ese día cuando faltaban ni siquiera tres horas para la llegada de Miguel y sabiendo que Alba tenía la misión de vaciarme los huevos.

-Ya mamá, pero luego no tendré tanta carga para Alba.

-¿Quieres que me detenga? Yo estoy a tus órdenes, mi vida.

-Bufff… ¡Joder! No sé qué hacer… Aaah… gustarme me está gustando mucho, ¡condenada!

-Jijiji, lo sé. ¿Sigo?

-¿Pretendes mucha guerra, mamá?

-Mmm… seré buena. Te descargo y ya está, ¿vale? ¿Es importante para ti que el semen que le des a Alba sea muy cuantioso?

-Bueno… me gustaría joderle bien la boca mientras te miramos con Miguel y todavía no he pensado si se la voy a hacer tragar o se la voy a soltar en su puta cara pero es cierto, y ya lo sabes, que me gusta salpicar o hacer tragar cuanta más carga de lefa mejor.

-Haremos un pacto, mi pequeño granuja…

-A ver con qué me sorprendes, mamá, jeje.

-Yo ahora te descargo, a Alba le das lo que puedas y si luego de la sesión con Miguel me dices que no has soltado mucho, por la noche te como el culo y tú te pajeas sobre mi hasta cubrirme cuando te corras, ¿sí?

-¡Joder! ¡Qué tentador!

-¿Pacto?

-¡Pacto!

-Pues venga, relaja, que mamá te va a seguir comiendo los huevos.

-Mmm… oh, sí.

-jeje… ahora creo que voy a ser yo la que acabe hecha una mierda, cariño, jajaja. Me tendré que duchar a conciencia antes de que venga Miguel.

-¡Aaah! Ya te digo mamá, no pienso perdonarte, de esta mamada te vas a ir sucia, sucia.

-Lo sé, mi vida, lo sé.

-¡Oooh! ¡Zorra! … mmm.

Agarré a mi madre por los pelos y le forcé la cabeza hacia abajo. No es que lo hiciera siempre, ni muy a menudo, pero ella sabía que los días que me tocaba en el fondo de mi ser, que calentaba mis bajos instintos, el trato no iba a ser agradable. Lo sabía e igualmente lo buscaba. Como si cada cierto tiempo mi madre gustara de ser tratada como un puto objeto sin miramientos.

-¡Aaaah! –chillé hundiéndole la polla en la garganta hasta verle salir una lagrimilla por los ojos- ¡Traga hija de putaaa!

-gggggggggggggggllll

-¡Eso es!

-gggggggggggggmmmmmm

Me sobreexcité como nunca. Detuve la mamada de golpe.

-¡A cuatro patas encima de la cama, venga! … y ábrete los cachetes –grité-.

-¡Oh, cielo! No esperaba ahora que… ¿por el culo? Mamá no se ha prepar…

-¡Calla! ¡Claro que por el culo, venga!

-Oh… bueno… de acuerdo cielo, ve con cuid… ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! –chilló mi madre como nunca cuando entré a matar de golpe con mi polla en el fondo de su ano, sin miramientos-… ¡AAAAAAAAAAH! ¡HIJO DE PUTAAA!

-¡Sí, eso es lo que soy… un hijo de puta! –dije encendido y taladrando su culo-

-¡Me duele! ¡Me duele! Joder… ¡Me dueleee!

-¡Te jodes! Mmm… ¡Aaah! –gemía yo de gusto-.

-¡Por favor! ¡Me duele!

-Tranquila, zorra, si Miguel no te va a ver el ojete, si únicamente se la chupas… jeje

-¡No te rías, cabronazo-o-o-oooh!

-Iré rápido, mamá, no te preocupes, ¿No ves que estoy muy salido? En nada la saco y me corro en tu puta cara… aaah… ¡mmm!

-¿Qué son esos gritos como si se muriese alguien? –dijo desde el marco de la puerta mi hermana, recién levantada y frotándose los ojos todavía del sueño-.

-¡Aaah! Hablando de putas jeje… -solté-.

-¡Joder! ¿Pero no te ibas a reservar para correrte en mi cara, tete?

-¡Calla, hija de puta… y cómeme los huevos por detrás, venga!

-… Está bien… -dijo Alba resignada-.

La sensación de poder, de control, era indescriptible. Me sentía poco menos que Superman. Tenía a mi madre y a mi hermana dominadas, a mi merced como dos juguetitos. Las podía usar como quisiera. Sí, usar. De hecho es lo que hacía desde hacía semanas, meramente usarlas a mi conveniencia sin importarme nada más. Aquí mandaba mi polla y punto.

-¡Aaah! Me voy a pegar una corrida de escándalo… Vamos, zorras, las dos de rodillas, juntad las cabezas y miradme.

-Mamá –dijo Alba mientras yo me la pelaba- si se corre ahora…

-Tranquila –interrumpió mamá- que se rejale. Ha sido culpa mía, que le he despertado con la boca y lo he sobreexcitado demasiado. Si hago un buen trabajito con Miguel y os doy un buen espectáculo, tu hermano será capaz de cubrirte bien la cara de semen otra vez, no te preocu…

No pudo terminar la frase mi madre. Un latigazo de semen le impactó en el ojo, obligándola a cerrarlo. Contuve la respiración y la tensión en el momento del orgasmo y por eso, mientras mi madre y mi hermana estaban hablando, no vieron venir la corrida. Cuando mi hermana vio el impacto de leche sobre mi madre, dibujó una media sonrisa.

-¡Jaja! Joder mamá, esta corrida no la has visto ven…

Tampoco pudo terminar la frase mi hermana. Tras un segundo impacto sobre mi madre, el tercero, en plena frase, fue a parar sobre uno de sus ojos. En esta ocasión se reía mi madre.

-¡Jajaja! Hija, eso te pasa por bocas jaja.

-¡AAAH! –dejé ir cuando no podía retener más el aire- ¡Callad, zorras y miradme a los ojos, hijas de puta!

-Pero si no los podemos abrir, cielo –respondió mi madre entre risas-.

-¡Ufff! –resoplé mientras echaba los últimos chorros, desplomándome luego sobre la cama-.

-Venga, nena –dijo mi madre- rechupetea la polla de tu hermano mientras yo me voy a preparar para recibir a Miguel. Tengo que quitarme este semen de encima, el olor, perfumarme y vestirme como una putita, tal y como siempre quiere.

-Mamá, yo también me quiero limpiar.

-Pero a ver, nena, que la polla de tu hermano no se puede quedar sucia. Ya te quitarás el semen después. Si es que parece que no aprendes, cielo.

-Mmm… ya aprenderá mamá, ya –dije resoplando-. Luego le pego otro corridón en la cara. Procura darnos un buen espectáculo.

-Ni lo dudes, cielo.

Tras prepararnos, llegó Miguel a casa con mi hermana y yo encerrados en mi habitación y las demás puertas contiguas de la casa bien cerradas por si mis gemidos elevaban el tono de voz. Teníamos todas las cámaras preparadas, todo el sistema de movimientos y zoom y la aplicación preparada para grabarlo en archivo MP4.

El ‘ritual’ de mamá y Miguel era de sobras conocido por mí y, por desgracia, demasiado rutinario y monótono. El único aliciente que le encontraba es estar con Alba en mi habitación viéndolo. Ese era el auténtico morbo. Para Alba sí que era diferente. Era la primera vez que vería a su madre con otro que no fuera yo y la primera vez que vería a Miguel en acción. Bueno… por llamarle acción a lo que hace el pichafloja. Mamá y Miguel pasaron al salón y no se demoraron en tonterías. Miguel siempre quería ir al grano. Mamá, ya en lencería muy provocativa, se puso de rodillas delante del sofá –ya no hacía falta ni que Miguel le dijera nada- y Miguel se sacó la polla.

-¡Joder! –exclamó mi hermana-.

-¿Qué?

-Menuda mierda de picha.

-¡Jajaja! No todo el mundo tiene el rabo de tu hermanito, querida Alba.

-No, desde luego que no…

-Venga, sácamelo.

-Vale, hermanito.

Una vez ambos hombres en la casa con el rabo fuera (a decir verdad, un rabo y una picha), Alba me tocó la polla por encima con la mano y un poco distraídamente, dado que se centró en mirar por el monitor cómo mi madre empezó por pasarle su húmeda lengua a Miguel por los cojones, que esos sí eran gordos.

-Lo único bueno de Miguel, por decirlo así –empecé a explicarle a Alba- es el aguante. Casi no hay manera de hacerlo correr. Mamá tiene que poner toda la carne en el asador cada vez que viene, todas sus técnicas al máximo, para sacarle la leche. Por eso es rara la vez que Miguel repite dos corridas y hoy mamá intentará sacárselas… Eso si a Miguel no le da por insistir que tiene suficiente con una, abrocharse el pantalón y marcharse.

-Ya… -respondió escueta Alba, todavía mirando el monitor-.

-Alba… mi polla.

-¡Ah! Sí, perdona tete.

Mi hermanita me la empezó a machacar ya bien con la mano, dejando caer algún escupitajo que otro para lubricar el tronco y el capullo.

-En pelotas, Alba.

-Sí.

Alba se desnudó y volvió junto a mí, a machacármela, mientras seguíamos viendo el monitor. En él, mamá tenía toda la polla de Miguel dentro de la boca, hasta hacer fuertemente tope con los huevos, mientras ambos mantenían conexión visual. En otras circunstancias y con otra polla los mofletes de mi madre y la garganta estarían inflados y su mirada, aunque fija, sería de estar forzando la boca, pero con la polla de Miguel esa garganta profunda era extremadamente sencilla para mamá. Más todavía si la comparamos con las que le forzaba yo, con un auténtico rabo y haciendo fuerte presión en su cabeza. Miguel casi nunca acompañaba la mamada con la presión de su mano en la cabeza de mamá. Era raro el día que así fuera. Él normalmente la dejaba hacer.

Mamá aceleró los movimientos bucales y los acompañó de una caricia en los pesados huevos de Miguel. No los estrujó, simplemente con sus largas uñas empezó a rascarlos por debajo, dándole un gusto tremendo a Miguel, que soltó el primer gran resoplido de la mañana. Yo me cansé de la simple paja de Alba y, sin decirle nada, puse mi mano en su cabeza e hice la suficiente presión para darle a entender que se pusiera de rodillas ante mi polla.

-Ángel, así no veré nada de lo que hace mamá –protestó-.

-¡Tu calla, puta! Recuerda que has venido a descargarme los cojones, no a ver una peli. Anda, cómeme los huevos.

De rodillas delante de mí pero de espaldas al monitor, Alba se metía alternativamente mis huevos en su boca, cuando no intentaba los dos, mirándome fijamente a los ojos y dejando mis pelotas bien mojadas. Yo, por mi parte, mantenía una mano en su cabeza y el contacto visual con Alba lo iba compaginando con echar un vistazo al monitor, donde mi madre, después de la garganta profunda, había precisamente vuelto a trabajarse los cojones de Miguel. Madre e hija estaban haciendo lo mismo, comer huevos, en el mismo momento y en la misma casa. Eso me puso la polla durísima. ¡Menudo morbo!

En un movimiento rápido, mi madre se deshizo del sujetador de encaje para proceder a intentar una cubana con Miguel. Digo intentar por el tamaño de la polla de Miguel, que se perdía, sin sobresalir, dentro de las ubres de mamá y que, al no tener Miguel la polla estrictamente firme, se veía obligada mi madre a recolocar las tetas y volver a estrujar cada dos por tres, dificultando un vaivén estable de la cubana.

-Laura, mejor me cascas una paja en tu cara –oí decir a Miguel por los altavoces de mí monitor, harto de la infructuosa cubana-.

Mi madre procedió, con Miguel ya de pie, a pelarle la polla delante de su cara, esperando, machacada tras machacada, que el muy hijo de puta soltara su carga antes de darle el dinero acordado. Yo, viendo que la cosa no tardaría en terminar, también me levanté e indiqué a Alba hacer lo mismo. Con ambas mujeres estrujando polla y esperando notar el semen en la cara, prosiguió la ‘velada’ durante unos pocos minutos. El primero fui yo. Por una parte me dio rabia correrme primero, pero por otra pensé que así Alba y yo, ya relajados, podríamos mirar por el monitor la corrida sobre mi madre.

-¡Aaah! Pequeña puta de mierda… ¡Aaah! –exclamé explotando-.

-Así, tete, así… eso es, joder, me has dado en el pelo y la frente. Así, venga, otro chorro, muy bien…

Alba ya se empezaba a soltar e implicar en el lenguaje sucio. Habíamos hecho grandes progresos con ella, pensé mientras le cubría el rostro con no poco semen pese a la corrida de hacía unas horas.

-Levanta, hermanita, abre lo que puedas los ojos y mira al monitor.

Cuando lo hizo, justo Miguel no podía resistir más.

-¡Aaah, Lauraaa! ¡Hija de putaaa!

-¡Córrete cabronazo de mi…! –mi madre no terminó la frase cuando le sorprendió un chorrazo de semen en un ojo-.

-¡Jajaja! Justo como hace un rato, ¿eh, Alba? ¡Ni hecho expresamente!

-¡Ya ves! –respondió Alba goteando de semen y viendo a su madre recibirlo- parece que os hayáis puesto de acuerdo para joderle los ojos a mamá hoy.

Tras descansar yo en la cama de mi habitación y Miguel en el sofá, comprobé que ni Alba se iba al baño de mi habitación a limpiarse ni mi madre se retiraba del salón para lo propio. Ambas se dejaron la mascarilla de semen en la cara. Cuando Alba empezó nuevos mimos hacia mi blanda polla, me incorporé un poco en la cama y miré al monitor sorprendido.

-¡Mira, Alba! Mamá vuelve a estar en acción.

Y, efectivamente, mi madre había vuelto al principio, a trabajar los cojones de Miguel, quién se mostraba sorprendido.

-¡Oh! ¿No tienes suficiente, puta? Ya te he pagado –le decía a mi madre-.

-No quiero que dejes de ser un buen cliente –respondió-, así que hoy te marcharás doblemente contento a casa. Creo que estos huevos todavía me pueden soltar un poco más –y mi madre le guiñó un ojo-.

-¡Menuda furcia! Anda Laura… come huevos, come, puta. Que no sabes hacer otra cosa… ¡Aaah!

Debió ser aquél un día muy raro, dado que Miguel, que si de por sí aguanta mucho, tras una fuerte corrida es de esperar que todavía tarde más en repetir, dio muestras de sobreexcitación muy pronto. Alba, por su parte, ni tan siquiera me la había vuelto a chupar.

-Joder, se va a correr ya… -expresó mi hermanita en voz alta-.

-Eso parece, no voy a estar a tiempo de volverme a correr encima de tu puta cara –respondí-.

Y así fue. Sin decir nada, al rato Miguel se levantó y, sacudiéndose el mismo el capullo con tres deditos, empezó a moverlos a toda velocidad ante la cara de mi madre.

-¿Ya, pichafloja? –respondió mi madre provocándole y pinchándole en el orgullo-

-¡Calla hija de putaaa! ¡Aaah!

Y se derramó. Miguel soltó la mitad que la vez anterior, pero volvió a procurar una buena mascarilla sobre la ya mancillada cara de mi madre. Esta vez no le dio en los ojos, pero mamá tenía la frente y los labios cubiertos de esperma fresco.

-¿Qué hacemos? –me preguntó Alba-

-Lo mejor será que me trabajes la polla sin prisas. Cuando mamá despida a Miguel seguro que se pasa por aquí a ver cómo vamos.

-Vale, tete.

Así fue, todavía cubierta de leche, mi madre abrió la puerta al cabo de diez minutos. En ese momento tenía a Alba haciendo ventosa con los labios sobre mi capullo, sorbiendo, mientras yo, por debajo de su tronco, le estrujaba una teta con la mano. Cuando la puerta se abrió, Alba hizo ‘pop’ con los labios, giró el cuello, yo también miré por encima de la cabeza de Alba y ambos vimos a mi madre apoyada en el marco de la puerta, con una sonrisa blanca y pastosa.

-Aquí veo que la fiesta todavía no ha terminado –dijo sonriendo-.

-¿Te apuntas, zorra? –solté-.

-Claro mi vida, no hace falta ni preguntarlo.

Mi madre se subió a la cama, hizo un gesto a Alba para que prosiguiera con lo suyo y, mientras mi hermana volvía a sorberme el capullo, mi madre se encargó de mis huevos. Ya volvía a tener una doble mamada, como si el día hubiese vuelto a primera hora de la mañana.

-¡Aaah, sois unas putas zorras barataaas! –grité a los cuatro vientos, al cabo de unos pocos segundos, soltando mi corrida al aire y cayendo esta aleatoriamente sobre las mejillas y pelos de ambas, que estaban colocadas en no muy buena pose, retorcidas en la cama buscando mis rincones de placer por toda la parte genital-.

-¡Ufff! –resoplé- esto es lo mejor del mundo.

-No cielo –dijo mi madre-

-¿No?

-No. Lo mejor será cuando le petes el culo a tu hermana.

-¡Mamá! –gritó Alba a modo de queja-.

-El culo –insistió mi madre- ¡Y no se hable más!

-Vale –respondí- pero ahora no, no puedo más. Mañana, ¿vale?

-Mañana –dijo mi madre pasando la mirada interrogadora a mi hermana-

-Bufff… vale, mañana –dijo Alba-.

Los tres, al unísono y medio a forma de broma, extendimos los brazos para unir nuestras manos y decir a la vez… “¡Trato!”.