Mamá la primera

Como aprendí de mi madre los placeres del amor.

Tuve mi primera relación sexual con catorce años, mi primera paja fue con once años. Hasta los catorce años las pajas me las hacía pensando en las mujeres de mi entorno familiar. Cuantas han caído pensando en mi tía Pili, cuantas otras con mi tía Mari y cuantas más con las dos juntas. La que menos he utilizado para fantasear a sido a mi madre. En aquellos años era una mujer madura de unos cuarenta años. Medía sobre un metro sesenta, tenía caderas anchas, su pelo era rizado, las tetas no eran extremadamente grandes pero tampoco eran pequeñas, en fin, era una mujer apetecible sin ser morbosa.

Las pocas veces que la use en mis fantasías la imaginaba masturbándome hasta hacerme correr. Pero llegó un momento en que fui usándola más en mis pajas. Esto coincidió con la separación de mis padres. Cuando yo tenía unos trece años de edad, se separaron. Yo y mi madre quedamos solos en nuestra casa, mi padre se fue a vivir con otra. Una vez nos estabilizamos después de la separación, a mi madre le dio por cuidar su cuerpo mucho más. Empezó a ir a un gimnasio y se hacía depilaciones con láser y no se cuantas cosas más. Temí que se volviera un pendón y le diera por follar con cualquier tío, pero la cosa es que cada vez estaba más atractiva, pero seguía siendo la misma mujer, un poco más triste por estar sola. Casi todos los fines de semana nos íbamos a algún sitio, a casa de algún familiar o de viaje con el coche. El tiempo fue pasando y un año después de todo aquello, cuando yo ya tenía catorce años, entre mi madre y yo había una amistad muy grande. Hasta tal punto confiábamos que nos contábamos cosas que ni a un amigo contaríamos. Por la casa, cuando estábamos solos, caminábamos ligeros de ropa y como es de imaginar cuando veía a mi madre con aquel cuerpo muy cuidado ligerita de ropa y viéndole las braguitas... la cosa que siempre acababa sobándomela en el cuarto de baño pensando en mi madre y ya no sólo me la meneaba en mi sueño, si no que la penetraba y follábamos como locos.

Pues un sábado de verano me levante temprano para ir al servicio. Serían como las seis de la mañana. Al salir de mi habitación, que está frente a la de mi madre, escuche unos gemidos en su habitación. Me acerqué excitado y sin hacer ruido. La habitación estaba iluminada con un poco de luz que entraba por las persianas. Entré un poco para ver algo más ya que la cama queda a la izquierda de la puerta. En la cama estaba mi madre sola, destapada y se estaba masturbando. Estaba boca arriba con las piernas abiertas. Tenía su camiseta de dormir puesta y subida hasta la cintura, parecía con aquella luz que bragas no llevaba y con su mano derecha se metía algo en lo más hondo de su vagina. Se retorcía de placer y daba gemidos apagados para no despertarme.

Yo la miraba sin moverme y mi polla se levantó rápidamente. Metí mi mano bajo los calzoncillos y me empecé a masturbar acompañando a mi madre en su paja. Ella se incorporó en la cama y me asusté, pensé que me había visto pero se volvió, se puso a cuatro patas mirando para al lado contrario a donde yo estaba, apoyó la cabeza y pecho en la cama, puso su culo en pompa y abrió la piernas. Lástima de la poca luz pues estaba en una postura ideal para verle todo su culo y su coño. Paso la mano entre las piernas con aquel consolador, que pude ver entre sombras con la forma de una gran polla, lo llevó a la entrada de su coño y comenzó a metérselo y sacárselo de nuevo gimiendo de placer.

Comprobé que no me podía ver reflejado en ningún sitio y me acerqué un poco más relajadamente. Estaba a unos dos metros de ella con mi polla en la mano y haciéndome una paja, no ya pensando en mi madre si no viendo como se la hacía ella. Estaba muy excitado y no pude aguantar más. Sentí que mi leche empezaba a subir por mi polla, cerré los ojos y la boca para no hacer ruido. Seguí moviendo la mano y el semen brotó de mi polla. Yo seguía masturbándome y me daban espasmos de placer. Gozaba con aquella corrida.

-¿Qué estas haciendo? –sonó la voz de mi madre y me sacó del éxtasis. –Me has llenado entera de leche, asqueroso.

Con la excitación de ver a mi madre, la corrida la había lanzado tan lejos que llegó a caer sobre el cuerpo de ella sin darme cuenta. Ella se volvió y me vio acabar de correrme lanzando los chorros de leche. Se había tapado con la sábana y yo muerto de vergüenza no sabía que decir. Mi polla encogió tan rápido como nunca lo había hecho.

-Per... perdona, mamá... –acerté a decirle. –Es que me excitado al verte y...

-¡Anda! Tráeme toallitas del cuarto de baño para limpiarme... y límpiate allí antes.

Fui al cuarto de baño totalmente avergonzado, pero al limpiarme pensé que aquella era la mejor corrida que nunca había tenido, mi madre estaba a unos dos o tres metros de mí y le alcancé con mi leche... si que estaba caliente cuando me corrí.

Acabé de limpiarme y fui a salir a enfrentarme a mi vergüenza de nuevo. Abrí la puerta un poco para ver que enfado tenía ella. Estaba en la cama tapada con la sábana. Salí y me senté al filo de la cama.

-Trae que me limpie. –cogió las toallitas y empezó a limpiarse. –Se ve que estabas caliente, has llegado desde allí hasta mi culo que estaba en mitad de la cama.

-Es que ha sido sin querer. Me levanté para orinar y te escuché... me asomé y te vi tan excitante en medio de la cama que no pude evitar masturbarme. Lo de la corrida ha sido un accidente. No imaginaba que fuera a salir tan lejos.

-Mira este poco que ha caído aquí. –se destapó un poco el culo y me mostró un poco de mi leche que cayó en su culo. –Está espesa, ¿hace tiempo que no te corrías?

-La verdad es que hace algo... –respondí. Teníamos mucha confianza, pero nunca habíamos hablado de temas sexuales. Ella se limpió y me pidió que me acostara a su lado.

Estábamos los dos tumbados de lado en la cama y mirándonos a la cara. Con aquella luz no podía ver todos los detalles de su cara y esto hizo que viera a mi madre como una mujer. Sentí excitación al estar junto a ella como si no la conociera. Podía apreciar sus formas de mujer, su cintura y su cadera, su pelo rizado... La luz tenue borraba cualquier imperfección que pudiera tener su piel y mi imaginación borraba las de su cuerpo. Estaba totalmente excitado con aquello. Mi polla estaba de nuevo erecta y mi madre me hablaba suavemente.

-¿Nunca has hecho el amor con una chica? –me preguntó.

-No... lo más algún beso en los labios. –se notaba que mi madre disfrutaba con la conversación.

-¿Las has visto desnudas? Y no valen las de las películas.

-Bueno... una vez que vino tita Pili la espié en el servicio y le vi el culo y el coño.

-Y ahora que me has visto a mí...

-Ya, pero está tan oscuro que veía lo que hacías, pero no te he visto con claridad.

Entonces ella se volvió y cogió el mando de la televisión y la encendió. La luz que desprendía era suficiente para vernos mejor las caras y otras partes del cuerpo. Su camiseta le llegaba hasta medio muslo. Deslizó la mano y comenzó a levantársela. Poco a poco fue apareciendo sus muslos hasta que pude ver el comienzo de su coño. Se paró y me preguntó.

-¿Te gusta lo que ves?

-Es estupendo. –le dije y tuve que sacar la cabeza de mi polla por un lado de los calzoncillos para que no me hiciera daño. Me estaba empalmando como nunca antes.

-Quítatelos y quédate desnudo, total ¿quién nos va a decir algo? Tenemos bastante confianza para eso ¿no?

Yo asentí con la cabeza y me quité toda la ropa y quedé desnudo junto a mi madre. Ella me miró y comprobó el tamaño de mi pene.

-Te propongo que nos masturbemos uno frente al otro, total tu ya te has corrido viéndome a mí, pero yo no he podido llegar todavía. ¿Qué, te apetece?

No dije nada. Agarré mi polla y comencé a masturbarme. Ella levantó la pierna izquierda sobre la derecha y apoyó el pie en la otra, formando un triángulo en el que tenía su coño en unos de los vértices. Lo tenía depilado, con un poco de pelo por encima del comienzo de su raja. Llevó su mano izquierda al coño y abrió los labios. Se giró y se puso boca arriba con las piernas bien abiertas. Yo me incorporé y me puse frente a ella de rodillas sobre la cama. Podía ver perfectamente su coño. Yo seguía tocándome la polla y ella me miraba.

Con la mano izquierda volvió a abrirse los labios del coño y con la derecha se buscó el clítoris. Deslizaba la mano de arriba a bajo masturbándose para mí y yo sacudía con más ganas mi polla cuando me excitaba al verla. Poco segundos más tarde nos hallábamos gimiendo los dos en la cama, yo de rodillas delante de ella y ella frente a mí con todo su coño abierto. Podía ver el rojo de su vagina que ella me mostraba abriendo los labios de su coño. Mi polla estaba más grande que nunca y ella la miraba y se relamía los labios.

-Mamá ¿qué te parece si yo te masturbo a ti y tú me lo haces a mí?

-Me parece estupendo.

Me tumbé a su lado y pasé mi brazo izquierdo bajo su cuello. Me puse de lado y me pegué a su cuerpo. Por primera vez sentía el calor del cuerpo desnudo de una mujer... y más me excitaba ver que esa mujer era mi madre. Ella al sentir mi polla pegada a su cadera, la agarró y comenzó a masturbarme.

-Esto es lo qué quieres que hagamos ¿no?

-Sí, yo te haré esto.

Con mi mano derecha comencé a acariciarle los pechos. Sus pezones se pusieron duros rápidamente. Los cogía con dos dedos y jugaba con ellos. Ella daba suspiros. Bajé mi mano por su pecho y acaricié su barriga. Sus piernas se cerraron rápidamente.

-¿No quieres que te lo toque?

-Sí, es que he sentido excitación y parecía que me estaba meando...

Abrió la piernas y llevé mi mano su raja. Estaba totalmente mojada. Quité la mano.

-¿Qué te ha pasado? ¿Te has orinado?

-No, es que me excitaste tanto que salió bastante flujo de una vez. Ese líquido es para que el pene entre sin problemas y no nos hagamos daño. Huélelo... ¿Te gusta como huele?

Aspiré el aroma de mi madre y sin saber por qué me sentí más excitado. Asentí con la cabeza y seguí tocándole el coño. Yo pasaba la palma de mi mano por su raja y ella gimoteaba y movía sus caderas acompañando el movimiento de mi mano.

-Mete tu dedo corazón en mi raja y busca un bultito... –metí el dedo y encontré un bultito al comienzo de su raja. –ese es mi clítoris, acarícialo con cuidado un poco. Lo hice y mi madre comenzó a gemir más fuerte que antes. –Busca la entrada de mi coño y hunde el dedo todo lo que puedas...

Deje el pequeño bulto y deslicé el dedo a lo largo de la raja. Sentí como mi madre se excitaba más y como salía más flujo de su interior como si me indicara el camino a seguir. Bajé un poco más y sentí que hacía dentro había algo. Empujé mi dedo y entró en su vagina. Mi madre se contrajo al sentir entrar el dedo en su coño todo lo que daba. Lo saque un poco y empecé a metérselo y sacárselo como si la follara. Ella gemía y se retorcía al sentir mi dedo. Me puse a pasarle el dedo desde el clítoris hasta el fondo de su vagina y en ese momento mi madre gimió como loca.

-¡Me voy a correr! ¡Me voy a correr! Dame más rápido... más... más...

Yo la miraba incrédulo al verla gozar y no dejaba de masturbarla. Ella agarrada a mi polla intentaba imprimirme el ritmo a la que le metía el dedo yo, pero no lo conseguía. Se tensó y echó la cabeza hacia atrás al sentir un orgasmo. Sus piernas convulsionaban al sentir las oleadas de placer. Mi mano quedó totalmente empapada por los flujos que salieron de su coño. Saqué la mano empapada de su coño y comencé a lamer sus flujos. Aquello me encantaba y volví a meter el dedo en su coño para tomar más néctar de mi madre.

-Te gusta el sabor de tu madre...

-Me encanta como sabe tu coño...

Me incorporé y puse mi cabeza entre sus piernas. Mi barbilla quedó encima de los pocos pelillos de su coño y hundí mi lengua en su raja para comer todo los flujos que podía. Busqué con la punta su clítoris y jugué a placer con él. Le hacía círculos a su alrededor, lo lamía de arriba abajo, lo cogía entre los labios y chupaba... le hacía de todo. Mi madre gemía y se retorcía debajo mía.

-Trae tu polla para que te la coma.

Abrí las piernas y ella guió la polla hasta su boca. Sentí como el calor de la boca envolvía mi glande, como echaba el pellejo atrás y me lo chupaba, como poco a poco se la iba tragando hasta llegarle a lo más profundo de su garganta. Paré por un momento de comerle el coño al tener por primera vez las sensaciones que estaba teniendo, pero un momento después le abrí los labios del coño con las manos y hundí mi boca en su coño. Estábamos los dos sumergidos en el placer de un buen sesenta y nueve. Ella se tragaba toda mi polla y jugaba con su lengua en mi glande, mientras yo le chupaba el clítoris e intentaba follarla con mi lengua metiéndosela en su vagina todo lo que podía. Sentí que me iba a correr.

-¡Me voy a correr! –le dije a mi madre y me levanté de ella. Me puse delante y mi madre me miraba sin saber bien que hacer. –Mastúrbate mamá, intentemos llegar los dos a la vez.

Ella abierta de piernas delante de mi me ofrecía una imagen perfecta de su coño, veía como se metía los dedos y se masturbaba. Yo de rodilla delante de ella me machacaba la polla para correrme y llenarla entera de leche.

-¡Ya voy... a llegar! –le dije a mi madre.

-¡Yo también! –dijo ella.

Vi que mi madre cambiaba la cara al sentir el orgasmo y no pude más. Apunte mi polla a su coño y lancé el primer chorro. Le lleno la mano con la que se masturbaba y un poco su raja. Ella gimió al verme eyacular y salió el segundo chorro que dio en toda su raja. Ella siguió metiéndose los dedos y gimiendo al ver como se metía también mi leche en el coño.

Caí rendido al lado de mi madre. Había tenido dos corridas en unas horas y estaba cansado. Ya eran las siente y veinte de la mañana del sábado.

-Ven, -dijo mi madre- duchémonos y después dormiremos.

En la ducha nos estuvimos tocando todo el tiempo. Siempre había visto a mi madre, pero nunca la había tocado de aquella forma. La enjabonaba por el pecho y me entretenía en sus pezones. Me pegaba a ella y le agarraba el culo y se lo masajeaba. Estando de esta manera, cara a cara, ella cogida de mi cuello y yo agarrado a su culo, fue la primera vez que la besé. No lo pensé, simplemente le di un beso en los labios.

-Ven querido... abre un poco la boca...

Me besó y hundió su lengua en mi boca. Aquello me excitó de nuevo y mi polla se volvió a levantar. La acariciaba por todas partes y ella me devolvía las caricias.

-Ven, ya no aguanto más.

Salimos de la ducha y sin secar me tumbó en la cama. Mi polla estaba lista para lo que fuera (supongo que por tener catorce años y una calentura permanente). Mi madre se subió encima mía, abrió las piernas, cogió mi polla con una mano y la llevó a la entrada de su coño. Se sentó sin mucho esfuerzo ya que su coño volvía a estar totalmente mojado. Yo sentí por primera vez como el calor de un coño envolvía mi polla. Sentí cada centímetro que le entraba a mi madre. Ella gemía. Ya hacía mucho tiempo que no follaba con un hombre. Aquel día lo volvió a hacer, pero lo que más le excito (según me dijo después) es que fuera su propio hijo.

Comenzó a cabalgarme como una verdadera amazona. Sabía muy bien dar placer con su coño. Yo la agarraba por el culo y acompañaba su movimiento ayudándole a moverse cuando sentía demasiado placer. A veces se inclinaba hacia mí para ofrecerme sus tetas, sus enormes pezones los chupaba con ganas y mordisqueaba, su culo quedaba parado y yo movía mis caderas para penetrarla todo lo posible. Se corrió con un gran grito.

-Córrete ya hijo... –me dijo, pero la tercera era más difícil que viniera rápido.

-Mamá, ponte a cuatro patas...

-Vale, te gustan los numeritos...

Se levantó de mí dejando toda mi polla mojada. Me aparté y ella se puso a cuatro patas en medio de la cama. Abrió un poco las piernas y pude ver su raja desde atrás. Cogí mi polla con una mano y me fui acercando de rodillas a ella por detrás. Noté como mi glande encajaba en el inicio de su vagina y solté la polla. Agarré a mi madre por la cintura y comencé a empujar para penetrarla. Se la metí despacio hasta que sentí su culo hermoso en mi cuerpo. Comencé a meterla y sacarla, acelerando el ritmo a medida que me iba excitando. Mi madre gimoteaba al ritmo de mis penetraciones y poco a poco fui echando mi cuerpo contra ella y se fue venciendo hasta quedar boca abajo en la cama conmigo pegado a su culo.

Yo la envestía con todas mis fuerzas y ella gemía y me pedía más. Aparté el pelo de su nuca y comencé a morderle. Ella pataleaba por el placer de sentir mi polla en su coño y los mordiscos.

-¡Más... muérdeme más...! –me pedía.

Le seguía follando el coño y mordiendo y le ofrecí uno de mis dedos para que lo chupara. Estaba como loca. Gemía, se retorcía y chupaba mi dedo... Estábamos en la gloria.

-¡Necesito montarte! –me pidió y rápidamente me bajé de ella y me tumbé a esperarla.

En un segundo se incorporó y se montó encima mía. Se metió mi polla de una vez y comenzó a follarme como una loca, gimiendo fuertemente y hundiéndose la polla hasta lo más hondo posible. Yo le agarraba de las caderas y la empujaba contra mí para que le entrara toda. Ella no paraba de moverse y sentí que me iba a correr. Sólo pude decir "ya voy" y descargué mi leche en su interior. Ella al sentir mi semen comenzó a correrse con unos gritos tremendos. Dimos unos cuantos espasmos más y ella cayó rendida encima mía. Descansamos unos segundos y mi polla fue saliendo poco a poco al ponerse fláccida. Ella se levantó y un poco de mi semen corrió por su muslo, lo cogió con un dedo y se lo metió en el coño.

-¡Que no se pierda nada! –dijo y se tumbó a mi lado para quedarnos un buen rato dormidos.

Esa fue mi primera vez. La mujer no es que fuera una modelo, pero lo más excitante fue que era mi madre. Dios la tenga en la gloria por lo momentos buenos que me regalo con su cuerpo.