Mama Experimentando Descubre el Incesto
Una madre consentidora.
Tengo la teoría, de que todas las mujeres poseemos un grado de lesbianismo en el inconsciente; gracias a la conexión seno-hija que creamos y establecemos, mediante el amamantamiento en la etapa neonatal. Mi nombre es María Sofía, tengo 36 años; soy psicóloga; madre; y esposa. Debido a mi profesión, hace poco fui invitada, a un congreso de ginecología; en dónde tuve a cargo el tema de, “la ginecología en pacientes víctimas de agresión sexual”. Al finalizar el congreso, mientras guardaba mis pertenencias, note como una mujer alta de cabello castaño claro, piel trigueña, y rostro tierno, se acercaba a mi; levante la vista rápidamente y me encontré ante una hermosa doctora, con cabello sobre el hombro, delgada, tetas mediana, un culo muy bien ejercitado, y unas caderas amplías, que junto a la altura, le daban un aspecto más voluptuoso, al cuerpo de una mujer ya entrada en años.
Lo primero que salió de la boca de esta bella doctora madura, fueron felicitaciones por la aportación en el congreso, y luego sin más rodeos me dijo que tenía un problema, y solicitaba mis servicios para ser ayudada. Sin ningún problema le dije que sería un gusto agendarla, y de inmediato note su cara de desaprobación, pues parecía que era una emergencia. Entonces taché la cita, y le pedí que llegara a un café muy cerca de donde estábamos. Cuando llegué al lugar, la doctora ya aguardaba por mí, así que me acomodé, y entonces comenzó a relatarme su historia.
Hola, mi nombre es Susana Nolasco, doctora en ginecología y obstetricia, tengo 53 años, y estoy divorciada desde hace 10 años; Lisbeth es mi única hija, tiene 22 años y está próxima a convertirme en abuela. Es una chica alta, rostro sumiso y muy bien definido, y cabello castaño colocho voluminoso como su padre, tetas abultadas, y un culo grande recostado sobre sus amplías caderas, que le dan la apariencia de una mujer muy fértil.
Hace poco, fui invitada a una despedida de soltera, en donde había muy buen ambiente, yo ya había bebido suficiente como para sentirme acalorada; entonces aparecieron unos strippers muy musculosos haciendo su show. Recuerdo, tocarles las nalgas a uno mientras me hacía un baile, pero de pronto, apareció una mujer con un traje de cuero y una máscara de Gatúbela que le cubría solamente puntos claves del cuerpo. A mí me pareció muy sexy ver azotar y dominar a los hombres, pero trataba de disimular quedándome hasta atrás del grupo, en una parte del show, los chicos se desnudaron por completo frente a la futura esposa y todas se alborotaron y aprovecharon el momento para tocar y juguetear un poco. Entonces apareció la mujer vestida de gata, y me dio un latigazo que me alboroto el sexo, comenzó a bailar frente a mi, y me pidió que tocará sus tetas, su culo, introduje dos dedos en su boca y por último me dio un beso lésbico muy tierno que culminó en un mordisco a mi labio inferior, haciendo mojar mis bragas de la excitación. Al llegar a casa, lo único que pude hacer fue desnudarme, recordar el momento, y masturbarme, mientras introducía mis dos dedos en la vagina hasta quedarme dormida. Era la primera experiencia lésbica en mis 53 años de vida, y me había gustado mucho. Comencé consumir porno lésbico para masturbarme, y a pesar que había visto vaginas durante gran parte de mi vida , nunca me había sentido con la necesidad de experimentar como en ese momento.
A la semana siguiente le tocaba chequeó prenatal a mi hija. Desde la adolescencia comencé a darle seguimiento ginecológico a su cuerpo. Le pedí que se quitará la blusa, y como Lisbeth rara vez usaba sostén, note de inmediato sus tetas botar, las cuales estaban mas grandes que las mías debido al embarazó, sus aureolas estaban mas oscuras de lo normal y sus pezones se veían igual de grandes que los míos. Inicié palpando sus senos, y a pesar de que no era la primera vez que lo hacía, comencé a sentir un leve acaloramiento en mi entrepierna, de pronto con disimulo comencé a rozar los pezones de mi hija en cada movimiento, y note como se levantaron de inmediato, mientras Lisbeth me veía fijamente a los ojos, y en un total silencio por ambas. Acto seguido, desabroche su pantalón, bese su vientre y baje su pantalón hasta los tobillos, esto jamás lo hacía, pero la libido estaba apoderándose de mi cuerpo. Mi hija se bajó las bragas y quedó completamente desnuda frente a mí, entonces note que tenía un cuerpo muy parecido al de la stripper que me había seducido, con la diferencia que a mí hija ya se le había comenzado a inflar su vientre. Lisbeth se subió a la camilla sin colocarse la bata, y abrió sus piernas por completo.
Yo me quedé paralizada por unos segundos, contemplando el cuerpo desnudo de mi propia hija, el cual provocó morbosidad en mi, a pesar de que no era la primera vez que la veía así. Trate de controlar la lascivia que ya comenzaba a Inquietar mi cuerpo e inicié un Papanicolaou de rutina. Mientras realizaba la biopsia, note la molestía de mi hija, le pedí que aguantará unos segundos más, y cuando finalicé se escuchó un fuerte resopló por parte de Lisbeth, quien estaba hasta sudando por la praxis que había abordado su útero. Sin analizar mis pensamientos me acerque a su vulva y di un pequeño beso sobre los labios vaginales de mi hija, como hacía cuando se lastimaba de pequeña, mi hija se asombro, y entré incómoda y excitada, me pidió que lo repitiera porque aún le dolía. Yo sin dudarlo y casi en trance por la libido me volví a acercar al sexo de mi hija y le di dos pequeños besos nuevamente, y cuando me intenté retirar, mi propia hija me tomó de la cabeza y Me acercó a su vulva nuevamente, donde mi respiración se aceleró, y mis besos se atrevieron a transformarse en lamidas, por todo el contorno de sus labios exteriores, y hacia dentro, donde comencé a succionar sus labios internos, y movía mi lengua rápidamente en la entrada de la vagina y hacia arriba, para buscar su clítoris, entonces note cómo me detuvo fuerte la cabeza, entrelazando sus dedos en mi cabello, mientras aceleraba el movimiento de mi lengua sobre el botón de mi hija, hasta que sus gemidos fueron expulsados de su boca y su vagina expulsó el jugo más delicioso jamás probado en la vida. Los únicos fluidos vaginales que había probado eran los míos, cuando me masturbo, y me excitaba el sabor, pero los de mi hija me hicieron perder la cordura, a pesar, de qué sabían muy parecido.
Mi hija se comenzó a reír un tanto nerviosa, la mitad de mi rostro estaba brilloso y lleno los fluidos de mi propia hija, y cuando me vio la cara no dudó en reacomodarse para otorgarme un beso muy lujurioso, abriendo toda la boca para abarcar el sabor de su elixir; mientras tanto yo saqué mi lengua y recorrí toda su boca, rozando y entrelazando nuestras lenguas en varias ocasiones mientras palpaba su almeja con mi mano la cual ya estaba lo suficientemente húmeda, cómo para traspasar la tela de su braga. Lizbeth me quitó la bata, y yo desabroche la blusa, hale mi sostén, sin desprenderlo y saqué mis blancas tetas maternas, y con mis manos acerqué el rostro de mi hija para amamantarla como lo había hecho cuando era pequeña, con la diferencia de que en este caso, mi hija chupaba mis pezones rápidamente para regalarme placer, alimentando mí cuerpo de lujuria y goce.
Lisbeth se puso de pie, bajó el zíper del pantalón, apretó mis nalgas, y de forma apresurada me lo saqué con todo y el cachetero que llevaba puesto; mi hija tomo mis bragas para olerlas, y luego se agachó, para lamer mis vagina mientras yo estaba de pié, arquee mis piernas un poco y mi hija comió mi sexo desde abajo, como cuando las perras alimentan a sus crías. No tardó un minuto cuando la lengua de mi hija me saco un espasmo que sacudió mis piernas y mi cuerpo entero. Cuando me recupere, le ayude a mi hija a pararse, la coloque con las manos sobre la camia, y comencé a nalguearla de forma brusca, por portarse mal, hasta que mis manos se marcaron en su culo. Luego le di besos sobre las marcas, separé sus nalgas e introduje mi lengua en su ano, el cuál estaba muy limpio, y a ella pareció excitarle. El sabor y olor de su ano, me hizo ponerme muy cachonda, haciendo que mi vagina babeara; así que recosté a mi hija en la camilla me pare a la par de ella, recolecte un poco de la baba que salía de mi coño con mis dedos, y se los metí en la boca a Lizbeth a lo que ella saboreó pidiéndome más, con mis manos abrí su boca, y desde arriba dejé caer un buen poco de mi espesa saliva, directo a su boca, Lizbeth me suplico que me acercará, y yo como una madre consentidora, le devore la boca, mientras Lisbeth jugaba con el poco bello púbico que quedaba en mi monté de Venus.
Después de unos minutos, anudando la lengua de mi hija, me separé con gran fuerza de voluntad, bese su cuello y bajé a las tetas enormes y ruborizadas tetas de Lisbeth, las apreté con mi hija y le hale los pezones, indicándole que le serviría para el amamantamiento de su hijo, y cuando ya no me aguante comencé a comer sus tetas, saboreando sus pezones, mientras restregaba mi coño con su muslo y mi muslo con su coño, entonces comenzamos a chorrear la pierna de la otra, la boca de mi hija se entreabrió, sus ojos se torcieron y comenzó a pujar muy fuerte, hasta que profundizó el sonido, arqueó su cuerpo y dejó caer su peso hacía atrás; entonces le di un beso sobre los labios, y de inmediato apretujo mi cuerpo, correspondiendo a la muestra de amor de su madre. Cuando fui liberada, Lisbeth soltó un respiro y con mi lengua recorrí su cuerpo, y cuando llegue a su vientre preñado le di muchos besos, e incluso lamí la barriga de mi hija, casi como si besara a mi nieto.
Hacer eso me puso muy caliente nuevamente, y me puse en cuatro patas, de perrito sobre la camilla, ingenuamente esperando que mi hija me comiera mi culo. Entonces noté cómo Lisbeth separó mis nalgas con sus manos, y sentí la calidez de su saliva cayendo sobre mi ano, mi espalda y mis nalgas. Luego sentí su pulgar masajear suavemente la entrada de mi ano, y cuando menos lo espere, sus dedos comenzaron a dilatar las paredes de mi recto. En un principio sentí dolor, pero luego, Lisbeth llego a un punto donde movió sus dedos hacía arriba y sentí delicioso. Pero un sonido en la puerta me hizo recordar que había un mundo fuera de nuestra copulación; era mi secretaria despidiéndose, pues era la hora de cerrar, le pedí que cerrara la clínica con llave y que no se preocupara pues íbamos a tardar. Entonces volví a sentír la saliva cayendo por mí orificio y mi hija fue sacado sus dedos de mi ojete poco a poco para no lastimarme, y cuando por fin los saco de mi culo, noté como se los llevó a la boca para chuparlos, y saborearlos.
Después de eso me pare, y le obsequie un par de nalgadas a mi hija, y con cuidado me asomé a la puerta, para verificar que no hubiera nadie en la clínica, y cuando note la oscuridad de la sala, llamé a mi hija , como toda madre autoritaria. Nos encontramos frente a frente con Lisbeth y nos envolvimos en un hermoso beso de madre e hija comiéndose la boca con mucha obscenidad, saboreando nuestro labios, nuestra lengua y tragando nuestros alientos de sexo, hasta que caímos en el sofá de la sala de espera, mi hija cayó sobre mí, su lubricidad era notable en su rostro Sediento de sexo. Entonces con fuerza levante mi cuerpo haciendo que mi hija cayera sobre el otro extremo del sofá, y de inmediato mi hija acomodó su cuerpo entrelazando nuestras piernas, e inducida por los vídeos porno de lesbianas acerque mi vulva a la de mi hija, haciendo que nuestras rajas se rozaran en cada movimiento. De inmediato nuestros sexos tuvieron reacción y vi a mi hija, ensartar las uñas en el sofá, mientras aceleraba el movimiento de mis caderas, sus ojos se perdieron y su boca soltó muchos gemidos que le hizo restregar sus tetas y hasta estirar sus pezones. Nuestras vulvas comenzaron a emitir sonidos y a pegarse como dos ventosas que se absorben al separarse, y mi cuerpo se descompuso permitiéndole soltar toda la electricidad que estaba recolectada en mi vagina, liberándola por todo mi cuerpo, y haciéndome temblar mientras el rostro de mi hija era todo un paraíso de goce y regocijó cada vez que nuestros clítoris se juntaban con gran ímpetu; mis gemidos fueron incontrolables y mis sentidos se bloquearon por segundos que parecieron ser eternos, en el momento que alcance la cumbre de mi ambrosía, hasta agotar mi cuerpo al llegar al momento más delicioso de placer jamás alcanzado.
Nuestros cuerpos estaban sudorosos, y fundidos en éxtasis, nuestros sexos habían eyaculado; no digo que tuvimos un squirt, pero salía un manjar de nuestras vaginas; poco a poco tuvimos una percepción de lo que hicimos, mi hija soltó una carcajada y me dio las gracias, volviéndome a besar en agradecimiento, nos vestimos y fuimos a cenar con su marido (mi yerno). Al día siguiente llegué muy temprano a la clínica para borrar la grabación de la cámara de seguridad. A partir de ese día me he sentido feliz, pero con mucha culpa y confundida por la aberración que hemos cometido desde…
En ese momento dejé de escuchar a la doctora Susana Nolasco, e identifiqué mi estado de excitación al notar mi vestido arremangado, y mi mano acariciando mi vulva debajo de la mesa. Rápidamente tuve que morder una servilleta y golpee mi pierna, para disimular mi orgasmo alcanzado, al masturbarme en el restaurante.