Mamá, el Mirón y Yo 04
Nuestra aventura llega a su fin, mi madre, completamente fuera de control y dejándose llevar por su vicio, le revela nuestro juego a Danilo y hace que sus 2 machos le pasemos encima como a una auténtica perra. Fin de la serie (trío HMH de amor filial madre-hijo y sexo con un maduro).
Mamá, el Mirón y Yo
IV
Mi madre y Danilo quedaron acoplados a través del tragón ano de ella sobre el asiento, frente a frente, con ella sentada sobre su regazo. La escena se volvió tan íntima que me sentí un intruso y tuve el impulso de irme. Pero no, me quedé, no podía dejarla sola con él… aunque ya tenía perfectamente claro que ese hombre no sería capaz de lastimarla. Se quedaron así por unos 10 minutos, hasta que la verga de se le salió sola del culo a ella y quedó colgando como una enorme salchicha.
– ¡Uy… je, je, je, je! – rió ella.
– ¿Qué pasó? – le preguntó él, curioso.
– Es que ahorita que se me salió tu pene de adentro… no sé… me dejó una sensación rara… como de vacío. Solo le faltó hacer “plop”… – el hombre se rió a carcajadas. Obviamente una verga como esa iba a dejarle una sensación así… literalmente estaba más llena que un pavo relleno.
Mamá rodó a su lado mientras él se sacaba el condón y lo dejaba a un lado. La verga le quedó toda brillosa, llena de su propio semen. Y una perra tan caliente como mi propia madre no podría dejar pasar eso por alto. María José se agachó sobre él y comenzó a lamerlo y a chuparlo con fruición y dedicación. ¡Dios mío, era insaciable, no podía creer que después de esa cogida todavía tuviera ganas! Pero bueno, yo la conocía mejor que nadie, estaba seguro que su sexo seguía al rojo vivo y chorreando jugos.
– ¡Majo, ja, ja, ja, ja… no puede ser que todavía tengás ganas!
– Mmmm… – mamá rió con la boca llena, luego se la sacó y se levantó – Dani, nunca voy a tener suficiente de tu vergota. – y a la vez que se lo decía, se relamía el semen que le quedó en la boca.
– Je, je, je, sos increíble, sencillamente increíble… no puedo creer que haya en el mundo un hombre capaz de dejarte. No quiero ofenderte, pero tu marido tiene que ser un soberano pendejo.
– Mmmm… pero es que él y yo no nos separamos por no tener un buen sexo. Lo nuestro ya era algo insostenible. – le respondió ella, acurrucándose sobre su pecho.
– Si, te comprendo bien, para que un matrimonio funcione tiene que haber algo más que sexo. De hecho ni siquiera el amor, por su mismo, es suficiente… eso lo aprendí por las malas…
– También sos divorciado, ¿verdad?
– Si, también… pero fue hace tiempo, ya no hay heridas por ello. Ya he comprendido que ella y yo estamos mejor solos por nuestros lados. Fijate, somos mucho mejores amigos que pareja.
– Je, je, je, eso suele pasar. Mi ex marido y yo nos llevamos mejor ahora que ya no estamos juntos.
Se quedaron en silencio por unos minutos, con los ojos cerrados y en total paz y relajamiento. Él le acariciaba la espalda a ella, suave y despreocupadamente, ella le hacía lo mismo con su pene, se lo frotaba con la yema de los dedos con muchísima ternura y delicadeza… y yo muerto de los celos. De pronto, la voz de Danilo me devolvió a la realidad.
– María José… ¿qué estás haciendo? – aquella era una pregunta puramente retórica, pues como mi madre no le había dejado de sobar la verga ni un minuto, ya se le había puesto dura de nuevo.
– ¿Tu qué creés que estoy haciendo?
– No sé, por esto te lo pregunto… tú decime…
– Estoy despertando a la bestia otra vez… – le contestó ella con una sonrisa de niña pícara.
– No puedo creerlo, de verdad. Acabamos de echaros un polvo soberbio y tu todavía querés más.
– Ya te dije Dani, nunca voy a tener suficiente de tu vergota.
– Je, je, je… jamás había conocido a alguien como tu, tan caliente y tierna a la vez, tan resistente en el sexo y tan delicada y vulnerable al mismo tiempo. Y lo de liberal, pues ni se diga.
– ¿Tú creés que yo soy liberal?
– Solo hablo sobre lo que veo… pero tú me dirás. – mamá se quedó pensativa un momento.
– Si… supongo que si lo soy… y mucho… – Danilo la vio con curiosidad.
– ¿Qué tanto? – preguntó. Esa pregunta llevaba una tremenda doble intención.
– ¿Qué tanto?… mmmm… ¿por qué me preguntás eso? ¿Tenés alguna idea que me querrás proponer? – la cara de vicio que puso mi madre nos dejó boquiabiertos a Danilo y a mi.
– Bueno… pues… la verdad es que no había pensado en eso… pero… no sé… se me hace que tu me podrías dar muchas mejores ideas de las que yo pudiera tener. Te lo digo porque el muchacho es joven y se le nota que está potente… je, je, je. – se refería a mi.
– Pues si… David es joven y muy potente… pero… ¿y tú cómo lo sabés?
– Bueno… pues… te lo cuento pero no te vayás a enojar conmigo… es que ayer los vi en la playa. Te pegó una cogida bárbara. – mi madre se puso roja como un tomate, no sé si actuando (porque eso ya lo sabía ella) o solo por haberlo recordado. Igual ella siguió con su actuación.
– ¡Danilo Rodríguez, no lo puedo creer! – Majo se levantó y se le plantó en frente, con una sonrisa tan amplia que ya casi se mordía las orejas – ¡Me viste con David ayer, qué vergüenza! – quedé muy impresionado con la actuación de mi mamá y casi rompo a carcajadas al ver la cara de alivio que puso el hombre al darse cuenta que ella no se había enojado.
– ¡Je, je, je, perdón… de verdad que no fue mi intención! ¡Pero es que tendría que haber sido muy idiota para no quedarme a ver, ja, ja, ja! – los 2 siguieron riendo hasta que se calmaron, entonces mi madre volvió a sentarse a horcajadas sobre él, con una actitud muy melosa y caliente.
– Y… entonces… ¿te gustó verme cogiendo con David ayer?
– Mmmm… bueno… no veo como a alguien no le pudiera parecer eso muy caliente e impresionante.
– ¿Te impresionó entonces?
– Si… la verdad si…
– Y… ¿no te gustaría volverme a ver cogida por él? – momento… no me gustaba el camino por el que estaba tomando esa conversación.
– ¿Qué?… ¿Cómo así? – le preguntó de regreso, con una sonrisa tonta en la cara.
– Pues eso… ¿no te gustaría volverme a ver cogida por él?
– María José, ¿estás hablando en serio? – y si, mamá estaba hablando muy en serio.
Mi madre solo le dirigió una larga mirada, como escrutando en su rostro incrédulo. Y entonces hizo algo que yo jamás imaginé: se puso de pié y caminó despacio hacia donde yo estaba escondido. ¡Mi madre me llegó a sacar de mi escondite frente a ese hombre, que me miraba entre el horror y el asombro! ¡Mierda, mierda, mierda, la Majo había perdido completamente el juicio!
¡Dios mío, ojalá pudieran ver las tremendas caras de idiotas que teníamos Danilo y yo! Nos veíamos sin poder darle crédito a lo que estaba pasando, sin saber siquiera qué era lo que estaba pasando. Y ella, que tan tranquilamente se miraba, me llevaba casi a rastras hasta donde estaba su nuevo amante como si nada estuviera pasando… ¡no lo podía creer, ¿qué le había pasado a mi madre?!
– Dani… te presento a David… David… él es Dani… – “mucho gusto” balbuceamos los 2 aun con nuestras caras de idiotas. El primero en reaccionar fue él.
– ¿Tu nos estabas viendo escondido? – me preguntó.
– Eh… si… ese era el plan original… – le respondí.
– Tú querías saber qué tan liberal era yo. – agregó mi madre, quien, poco a poco, comenzó a bajar.
María José me bajó el bañador y comenzó a chuparme la verga, despacio, con pasión y saboreándola como un exquisito manjar. Yo no le daba crédito a lo que acaba de hacer, esa no era mi madre… o más bien si, solo que era su versión más viciosa y pervertida. Había perdido el control totalmente y cayó en manos de la lujuria por completo. Y él, Danilo, nuestro mirón, solo la veía con un gesto de infinita estupidez, supongo que muy parecida a la mía, también sin poder creer lo que estaba pasando.
– Entonces… todo eso… ustedes lo habían preparado…
– Bueno… pues… si… – yo apenas podía hablar, mi caliente madre se estaba esmerando en la mamada y, la verdad, tampoco sabía mucho qué decir. Pero en algún momento debía retomar el control de la situación y decidí que fuera ahí – La verdad… bueno… yo lo siento mucho, no se suponía que usted se diera cuenta de nuestro juego… pero ya ve, cuando ella pierde el control… – la mirada de Danilo, por un segundo, reflejó decepción y hasta dolor.
– Pues, este… está bien… creo yo… no me gusta ser engañado pero igual no me puedo quejar.
Mamá, ajena a la conversación, seguía prendida de mi pene, que ya había recuperado su tamaño de batalla. Me chupaba el glande, lamiéndolo con abundante saliva al mismo tiempo; me acariciaba los huevos delicadamente y me rozaba el ano; y de vez en cuando se tragaba completo mi falo y hacía gárgaras con él adentro. Me estaba poniendo a mil, quería guerra y la iba a conseguir. Pero de pronto de separó de mi y, con una impresionante cara de vicio, volteó a ver a Danilo y le dijo:
– Papito… ¿no vas a participar? – dijo, avanzado un poco, aun de rodillas, y parando entre los 2, más o menos a metro y medio de distancia de él y de mi.
Un tenso silencio invadió el ambiente, Danilo se veía nervioso e indeciso, pero también estaba caliente, ya tenía la verga de pié de nuevo. Ella se mecía suavemente en el suelo, despacio, sin prisas; su rostro esbozó una sonrisa lujuriosa que nos dedicó junto con una mirada llena de calor, sus feromonas flotaban libremente en el ambiente. María José estaba ardiendo y nos lo dejó claro. Nosotros la veíamos confundidos, sin salir de nuestro asombro, pero sabiendo que no dejaríamos pasar esa oportunidad.
– Majo, amor… ¿estás caliente? – le preguntó Danilo poniéndose de pié. A mi me pareció una mulada porque era obvio, pero él quería oírlo de sus labios, pero ella solo le dedicó la mirada más enfebrecida que pudo a modo de respuesta.
– Danilo, prepárese, – le dije – que hoy le vamos a dar duro a esta perra…
No había más qué decir, nos acercamos a ella dejándola en medio, con Danilo por delante y yo por detrás, casi estábamos echando espuma de solo pensar en lo que nos esperaba. Él no quiso perder más tiempo y la levantó para besarla suavemente, luego fue bajando a su cuello poco a poco hasta alcanzar sus grandes pechos. Atrapó sus oscuros y erectos pezones con los labios y comenzó a succionarlos. Por mi parte, la tomé de la cintura y, despacio, empecé a acariciarle la espalda, lentamente fui bajando hasta su enorme y hermoso trasero, de suave y tersa piel morena y nalgas, grandes, duras y firmes, y se las acaricié y apreté. María José comenzó a jadear y a gemir suavemente, se veía enloquecía y ansiosa.
– ¡AAAAHHHHH, Danilo… si, seguí así!
– Te voy a comer entera Majo… David y yo vamos a partirte por la mitad, perra…
Mientras tanto yo seguí bajando y empecé a besarle y a acariciarle las nalgas y los muslos, lamiéndoselos con una lentitud desesperante. Estiré una mano y me encontré con su sexo depilado, caliente y emanando una cantidad de fluido impresionante y dispuesta a ser poseída por dos machos calientes. Danilo me la quitó de las manos y la acostó sobre el sofá, yo la vi lamerse los labios, saboreándose. Luego Danilo le abrió las piernas y comenzó a lamerle la raja depilada y colorada. Su lengua iba y venía por cada recoveco de su sexo mojado, tragándose sus jugos al mismo tiempo que con sus dientes rozaba delicadamente su sensibilísimo clítoris.
– ¡¡¡AAAAAHHHHH, DAAAAANILOOOOHHH!!! – exclamó extasiada, oyendo los chapoteos que la lengua de su amigo causaba al entrar en contacto con su sexo encharcado.
Yo, que no quería ser menos, me incliné sobre ella y la besé apasionadamente, nuestras bocas se devoraban mutuamente como si fuese el último beso de nuestras vidas. La tomé del pelo y le ofrecí mi gran verga parada. Ella tampoco quiso perder tiempo e inició a lamérmela como a un helado, luego se la tragó hasta el fondo y gimiendo del placer, mostrando sin reparos como le gustaba. Así me la comencé a coger por la boca, ensartándola sin piedad mi gran palo hasta el fondo. La teníamos totalmente sometida a nuestro capricho, conmigo de un lado y él del otro, con la cara hundida entre los pliegues de su sexo, haciéndolo un delicioso cunilingus.
Mi madre, por su parte, se dejaba hacer mansamente, sin protesta ni oposición alguna. Incluso ella misma colocó su cabeza en el ángulo más propicio para que la pudiera seguir irrumando sin problemas, hundiéndole mi gran tranca hasta las amígdalas. Literalmente estábamos tratándola como a una muñeca de trapo, totalmente a nuestra merced… y eso aumentaba el libido de los 3.
La tuvimos así por poco tiempo, Danilo la estaba matando poco a poco de placer, su lengua y labios le daban un goce increíble. Pero lo que él y yo queríamos era cogérnosla como a una perra verdadera, así que, de pronto, él la bajó y me indicó con una seña que tomara asiento. Lo hice y él giró a mi madre y la dejó de frente a mi tremenda verga parada y tiesa.
– Bueno Majo, querías guerra, pues guerra vas a tener… enseñame que tan buena jinete sos montando a David. – le dijo susurrando junto a su oído y ella se subió sobre mí de inmediato, separó las piernas y se sentó despacio sobre mi enardecido miembro viril de una sola estocada. Pronto quedó totalmente ensartada y comenzó a moverse, primero lento y suave, dejándome sentir la calidez y estrechez de su interior y lo empapada que estaba por dentro.
– ¡¡OH, DIOS… qué placer, qué placer!! – exclamó ella.
– ¿Te gusta mi amor, te gusta que te esté cogiendo con público? – le pregunté al mismo tiempo que le lamía los lóbulos de las orejas.
– ¡¡SSSSIIIIIIHHHHH… la tenés tan larga y dura… aaaahhhh!! – los movimientos de mi mamá se hacían más intensos y botaba con más fuerza sobre mi.
– ¿Y te gusta que tu novio vea lo puta que te has vuelto? – le preguntó Danilo al oído.
– ¡¡¡Ssssiiiiiiihhhhh… me encantaaaaagggghhhh!!!… ¡¡Él me volvió así, aaahhh!!
Yo solo la dejaba hacer y gozaba intensamente, le amasaba las tetas y le pellizcaba los pezones. Ella misma se volvía loca, se horadaba violentamente, sentía que la cabeza de mi pene topaba directamente contra la boca de su útero y ella lo disfrutaba como una demente. Obviamente su amigo no iba a quedarse sentado viendo, por sorpresa la empujó sobre mí sin que ella dejara de rebotar sobre mi verga y la dejó inclinada frente a mi rostro, dejando expuesto su gran trasero. Le lamió despacio toda la espalda, desde la nuca hasta el culo, y comenzó a chupárselo para lubricarlo con saliva y dilatarlo al mismo tiempo. Al instante, tanto Majo como yo, supimos lo que quería y el morbo que le dio la hizo estallar en su primer orgasmo al lado de 2 hombres.
– ¡¡¡¡DAVID, DAVIIIIIDDDDGGGGGHHHHH… AAAHHH, AAAAHHH!!!! – el cuerpo moreno y mojado de mi madre se estremeció mientras continuaba moviéndose enloquecidamente. Sentí algo tibio sobre mi vientre y supe que se le habían aflojado los esfínteres. Entonces el tipo me guiñó un ojo y lo vi poniéndose un condón. Se ensalivó la cabeza de su pene, lo colocó sobre el esfínter anal de María José y se lo dejó ir con un sólido empujón.
– ¡¡¡¡OOOOOUUUUUGGGGGGGG… POR DIOOOOOSSSGGGHHHHH!!!! – ella cerró los ojos con fuerza y pegó un fuerte alarido de dolor y placer, pero no intentó liberarse de esas 2 vergas a pesar que la estábamos partiendo por la mitad. Igual eso también la deleitaba.
– ¡¡¡Gozá perra, te vamos a partir por la mitad!!! – le respondió él y comenzó a cogerla.
Automáticamente Danilo y yo nos dejamos llevar por nuestros instintos y nos acoplamos y coordinamos, cuando uno sacaba el otro metía. Ella volvió a estallar en otro orgasmo violento que la hizo berrear y gritar, con todo su cuerpo tenso. Gritaba pidiendo más y nosotros aumentábamos la fuerza y potencia de nuestras acometidas para satisfacer su insaciable apetito.
– ¡¡¡¡AAAAAAHHHHHHH, OOOOOGGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡ME ESTÁN MATANDO, ME ESTÁN MAAATAAAANNNNDOOOUUUGGGHHHH… AAAHHH, AAAHHH!!!! – literalmente estábamos partiéndola en 2, el vigor de nuestras embestidas la sacudían bruscamente y nuestros ciclópeos falos la abrían con fuerza.
– ¡¿Querés más Majo?! ¡¿Te damos más?! – le preguntó Danilo, pues al igual que yo, le pareció que podía perder el conocimiento en cualquier momento.
– ¡¡¡¡SSSIIIIIIIIIHHHHHH… QUIERO MÁS, MÁS!!!! – le respondió ella entrecortadamente y a gritos, estaba como loca – ¡¡¡¡PÁRTANME EN 2, PERROS PERVERTIDOS, AAAAHHH, AAAHHH, AAAHHH!!!! – y seguía encadenando orgasmos. Danilo la jaló y la levantó, haciendo que mi pene se le saliera, tomó asiento en un sillón sin sacarle la verga del culo y le abrió los muslos para dejármela completamente abierta.
– ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHH… SSSSIIIIIIHHHHH!!!! – ni corto ni perezoso, la penetré de nuevo y empecé a embestirla con nuevos brillos, mientras él se limitaba a mantenerla con las piernas abiertas – ¡¡¡¡DAVID, DAME DURRROOOOO!!!!
Me la cogí con furia, mis embestidas contra su humanidad sonaban como aplausos y mi gran verga se le incrustaba hasta el fondo, forzando sin piedad la elasticidad de su vagina. Mamá estaba en las nubes, extasiada, enloquecida de tanto placer, totalmente ajena a cualquier cosa fuera de ella y del sexo. Se reveló como una gran perra multirogásmica, capaz de encadenar los picos de cada clímax que tenía, fue muy impresionante. Nosotros también estábamos fuera de control, gozando como un par de energúmenos. Pero en una de esas, ella se desvaneció…
– ¡¡Mierda!! – exclamamos Danilo y yo al mismo tiempo.
Súbitamente nos detuvimos y la pusimos sobre el sofá largo, por un momento nos asustamos mucho y se nos bajó la calentura, y con ella nuestras erecciones. Pero no pasó nada, no llegó a perder el conocimiento por completo, fue algo pasajero. Pero fue suficiente para devolvernos el sentido común, que la excitación y el morbo nos habían quitado.
– Ma… Majo, ¿estás bien? – por poco le digo “mama”.
– Mmmm… si…
– Creo que lo más prudente es que paremos, creo que ya fue demasiado para ella. – dijo Danilo prudentemente… el tipo me caía realmente bien.
– Mmmm… ¿qué?
– Si, – admití – lo mejor es que lo dejemos hasta aquí…
– No… No… ¡no! – protestó ella.
– De verdad María José, ya terminamos… vos ya no podés seguir. – insistí. Pero ella, terca y todavía muy caliente, trató de levantarse pero se tropezó y casi cae si no la sostiene Danilo.
– Majo, ya… de verdad, ya llegaste a tu límite. – le dijo.
– Pero ustedes no… no han acabado todavía…
– Creo que hablo por los 2 cuando digo que estamos bien. – le di la razón con la cabeza.
– ¡Pero yo no! – mi madre tomó una honda bocanada de aire y pareció recuperarse más – No voy a permitir que ninguno de ustedes se quede sin haber gozado.
– Pero Majo… los 2 gozamos como energúmenos. – contesté.
– Nada, nada… ¡quiero su semen! – exclamó ella. Danilo y yo nos vimos con gesto incrédulo e idiota, aquello era el colmo de la calentura – Pónganse frente a mi… voy a hacerlos acabar con mis labios, se las voy a mamar… – nos dijo con vos grave y áspera.
Se arrodilló y, al final, decidimos que estaba bien si quería hacernos acabar con una mamada. Nos colocamos a ambos lados de su cuerpo y comenzó a mamárnoslas por turnos al mismo tiempo que pasó sus manos por en medio de nuestras piernas y se apoderó de nuestros testículos. Mientras le embutíamos las vergas hasta la garganta, sujetándola con fuerza del pelo, ella nos acariciaba suavemente los huevos mientras avanzaba a su objetivo final. Yo ya me imaginaba de qué se trataba, pero no creí que pondría en práctica eso allí.
Lo hizo despacio por Danilo, con cautela, no quería asustarlo. Usó su propia saliva (mientras nos la cogíamos por la boca babeaba abundantemente) para lubricarse los dedos y así logró meternos un dedo a cada uno entre el culo. Danilo y yo pegamos un intenso respingo pero no la detuvimos, obviamente yo no lo iba a hacer, a mi esa caricia me gusta mucho, pero tenía dudas sobre él. Los 2 empezamos a respirar aceleradamente, gruesas gotas de sudor rodaban por nuestras frentes mientras los dedos traviesos y diestros de nuestra amante iban y venían dentro de nuestro interior, aumentando de forma exponencial, el intenso placer que estábamos experimentando.
– ¡¡¡MAJO, MAJO, PUTA MADRE… MAAAAAJOOOOGGGGG!!! – finalmente, acabamos en medio de gritos y rugidos triunfales. Yo fui el primero – ¡¡¡¡¡UUUUAAAAAAGGGGGHHHHHH, AAAAARRRRGGGGGHHHHHH!!!!! – mi madre recibió mis chorros de semen caliente en la cara y en la boca, Mis rugidos inundaron toda la casa y alimentaron su ego de hembra.
– ¡¡¡¡POR DIOS, ¿DÓNDE A… APRENDISSSTEEEEGGGGHHHHH!!!! – Danilo no tardó mucho más, también le regó la cara por completo y terminó de llenarle la boca mientras lanzaba un largo y poderoso aullido – ¡¡¡¡¡OOOOOOAAAAAGGGGGHHHHH!!!!!
Quedamos de pié, tambaleándonos y con los ojos vidriosos, hasta se nos nubló la vista, je, je, je. Aquel fue el final de ese encuentro, el primer trío de los 3. Fue increíble, nunca había gozado tanto, pero no pudimos seguir a pesar que pudimos recuperarnos rápido, ella ya estaba destrozada, la vagina le ardía terriblemente, la tenía muy roja e inflamada y hasta le sangró un poco.
– Perdón… perdón… ya no puedo más, me destrozaron… ya no aguanto… – “obvio”, pensé.
– ¿Te sentís bien amor? – le pregunté sintiéndome culpable de nuevo.
– No… me arde mucho la vagina y la vulva amor… ¿me dejan descansar?
– Si, claro Majo… no hay problema… – le respondió él.
. . . . .
Despedimos a nuestro nuevo amigo desde la puerta del chalet, lo veíamos caminado despacio, meditabundo, todavía confundido. Varias veces nos volteó a ver y nos sonreía azorado, rojo como un tomate. Cuando desapareció detrás de una esquina mamá y yo volvimos a entrar a la casa y nos tiramos en los sillones por un rato, yo vestido nuevamente con mi bañador y ella totalmente desnuda. Quedamos en silencio y pensando, hasta que ella me abrazo y… comenzó a llorar.
No los voy a aburrir transcribiendo todo lo que me dijo, les resumiré que mi madre, luego de una emoción muy fuerte, tiende a romper en llanto, ya sea de felicidad o de dolor. En este caso era una mezcla de los 2, pues temía lo que yo pudiera pensar de ella, luego de ver cómo perdió el control. Pero no podía pensar nada malo, después de todo fui yo el que propició todo para que se dieran las cosas. Además los 2 lo gozamos intensamente, concluí que no teníamos nada de que arrepentirnos.
Ya más tranquila pasamos el resto de la tarde descansando hasta que la noche cayó. Mi hermana llamó al poco rato, contándonos que todo estaba bien, que se la estaban pasando súper y que volvería en unas horas. Por nuestra parte no hicimos nada más, ella estaba deshecha y quería tomar esa noche para recuperarse, me prometió que el día siguiente cerraríamos ese viaje con un monumental encuentro sexual que superaría el que acabábamos de tener.
Al final eso último tampoco se dio, aunque ella hubiese estado dispuesta. Pero fui yo el que decidió que solo saldríamos a desayunar y a caminar como madre e hijo, consideré que ya había sido suficiente por ese fin de semana. Además, yo todavía no acababa de asimilar todo lo que pasó, incluimos a un tercero dentro de nuestros juegos. No sabía qué nos depararía el futuro, pero si que el nombre de Danilo Rodríguez estaba escrito en el… muchas gracias por su atención.
Fin.
Garganta de Cuero
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