Mamá, el Mirón y Yo 03
Danilo, nuestro mirón, no se conformó con cogerse a mi madre en la playa, vuelve por más... y ella se lo da gustosa (sexo hetero con un maduro y voyerismo).
Mamá, el Mirón y Yo
III
– Cielo, ¿cómo me miro? – la pregunta de mi progenitora me sacó de mis cavilaciones.
– Igual de bien que hace 5 minutos mama… – le respondí.
– ¡No me respondás así, grosero! – dijo, poniéndose muy roja.
– ¡Pero es cierto, te ves excelente, espectacular!… además yo no sé porqué te arreglás tanto solo para andar con ese tipo. – respondí, bastante celoso, la verdad.
– Bueno… porque es la primera vez que tengo una cita con un hombre desde que me separé de tu papá y quiero dar una buena impresión… además, puede que nos convenga a los 2…
Luego de su aventura con Danilo, el mirón, mamá, con mi aprobación, aceptó una cita con él esa tarde en una cevichería a orillas del mar, un lugar bastante concurrido, y luego pues… todo dependía de cómo se portara el tipo, porque eso si, quedamos que si se ponía patán o abusivo lo mandaría a la mierda. Por ello yo mismo elegí ese restaurante, pues es un lugar cercano a nuestra colonia y siempre está lleno, sin mencionar que cuenta con seguridad.
– Bueno amor… me voy o llego tarde…
– Vaya mama… que te la pasés bien… – volteó a verme con una enorme cara de sexo.
– Je, je, eso espero, – y agregó con un vejo muy libidinoso – pero mejor deseale a él que se la pase bien conmigo… porque así disfrutamos los 3… – y se fue muerta de la risa (una risa un poco histérica, por cierto) y dejándome paralizado y con una enorme erección bajo el pantalón.
¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda! Lo peor de todo es que no tenía derecho a decir nada, fui yo el que provocó y propició todo esto. El día anterior dejé que el morbo me ganara y permití que un mirón nos viera coger a mamá y a mi en la playa. Y luego, por la mañana, se la dejé servida en bandeja de plata para que le hiciera lo que se le diera la gana. Y ahora a ella él le pareció encantador y había aceptado una invitación suya esa misma tarde y, seguramente, a coger después. Eso si, si él quería volver a tener a la perrita de mi mami lo haría en nuestro chalet… conmigo viéndolos escondido.
¡mierda! ¿Cómo permití que ocurriera esta situación? ¿Por qué era tan débil y dejé, por segunda vez el mismo día, que mi calentura le ganara a mi sentido común? Y para más joder, parecía que el destino buscaba que siguiéramos con este juego enfermizo: mi hermana y sus amigas decidieron ir a conocer el chalet del papá de una de ellas, que quedaba en nuestra misma colonia, así que nos dejarían solos el resto del día para hacer lo que queramos.
Quedé solo, ansioso, excitado y preocupado, no sabía qué esperar, si le iría bien con ese desconocido (bueno, “desconocido”, ya había cogido con él). Llevaba una salida de baño celeste, corta y ajustadísima que le quedaba como mini, la parte de arriba tenía un escote que le dejaba ver parte de sus hermosas tetas, que no llevaban sujetador, solo tenía puesto la parte de debajo de su bikini… o sea que iba dispuesta a “matar”. El pendiente me mataba y hasta estuve a punto de ir por ella, arrepentido de habernos permitido llegara tan lejos. Así estuve por casi 30 minutos hasta que recibí una llamada:
– ¡¿Aló, mama?!
– Aló Ricky…
– ¡¿Qué tal te fue, cómo va todo?! ¡¿Bien?! – por más que tratara no podía ocultar mi preocupación.
– Si, si amor, todo va bien… Dani es un caballero. – ¿“Dani”, ya le decía “Dani”?
– Ah bueno… eso me tranquiliza un poco…
– ¿Estabas preocupado? ¡Qué tierno sos! – se me subieron los colores – Mirá, fijate que me invitó a ir “por allí” con él… dice que solo a caminar…
– ¡Nada, nada, el trato era que lo trajeras aquí, no que te fueras con él a otro sitio!
– Si amor, yo sé… – respondió contrariada – solo te estaba contando… mirá… le voy a decir que estoy sola a ver si quiere… – ¡je, ¿y cómo no iba a querer?!
Colgamos, nuevamente quedé ansioso, excitado y preocupado (aunque esto último ya no tanto), no creía que mamá se fuera con el tipo ese, pero cuando ella se calienta mucho pierde el control de si misma por completo. Estuve dando vueltas por la sala por un buen rato hasta que el sonido de mi celular recibiendo un mensaje hizo que pegara un brinco. Era de mi madre, “vamos para allá” decía. Inmediatamente lo preparé todo para poder ver sin ser visto…
Nuestra casa de la playa era una espaciosa construcción que papá edificó hacía unos 5 años cuando aun vivía con nosotros. Tras el divorcio le quedó a ella pero con la condición de que él podría utilizarla cuando le placiera bajo previo aviso, obvio (no queríamos venir y pescarlo en plena cogida con alguna de sus amantes, ni que él lo hiciera con nosotros). Era una construcción de 3 plantas totalmente diseñada para el ocio y el placer. La primera planta era la única hecha de concreto, en ella se encontraba una gran sala y una cocina/comedor, en la segunda planta estaban las habitaciones. Si se quedaban abajo podría verlos desde cualquier punto, escondido detrás de los tupidos arbustos del jardín.
Más o menos 15 minutos después llegaron, vi a mamá bastante alegre, demasiado diría yo, seguro le aceptó uno que otro trago (ella tiene cero resistencia al alcohol). Inmediatamente fueron a la sala en donde él tomó asiento mientras ella iba a la refri por unos refrescos fríos.
– ¿Y qué pasó que andás sola esta vez?
– Mmmm… yo siempre ando sola, ya te dije que soy divorciada…
– Me refiero al jovencito con el que andabas la otra vez.
– Ah, David… no, él no me pudo acompañar ahora…
– Mmmm, anda fuera entonces… – mamá esbozó una sonrisa misteriosa – es una relación bastante peculiar la que tienen… no me lo tomés a mal…
– Esa es una relación que jamás acabara, él y yo estamos unidos por un lazo que no podrá romperse nunca… – contestó mientras le daba la bebida.
– ¿Y eso qué quiere decir? – preguntó Danilo, cuyo gesto me decía que sabía qué pensar.
– Pues eso mismo… – y antes que el hombre pudiera decir alguna otra cosa agregó – pero no creo que hayás venido a mi casa para platicar de David, ¿o si Danilo? – él guardó silencio y dejó que mamá se le acercara y lo besara despacio, el morbo de saberse observada ya la tenía ardiendo.
Ahora pude ver claramente al tal Danilo, era un tipo entre los 45 y 50 años, muy bien conservado. Era delgado, como de 1.75 mt, con el pecho peludo y las piernas y los brazos fuertes y robustos, con una incipiente panza cervecera y una gran calva en la parte superior de la cabeza, pero su cabello aun no era gris. Recordé la soberbia cogida que le metió a mi madre horas antes, con ese impresionante aparato suyo, una verga larga, gruesa y sin circuncidar, por encima de unas gordas bolas.
La tomó por la cintura y puso sus manos sobre su culito, levantándole su corta falda y dejando expuestas sus grandes y hermosas nalgas metidas bajo el bikini. Continuó sobándole el culo mientras la iba tumbando en el sofá y subiéndole el vestido más y más cada vez, hasta dejárselo en las caderas. Entonces, con un infantil pero lujurioso gesto le quitó la parte baja del bikini.
– ¿Me vas a chequear el aceite? – preguntó mamá con vejo y mirada lúbricas.
– No… te voy a catar Majo… – respondió Danilo.
Su lengua comenzó a recorrer la suave y tierna rajita de Majo, de arriba abajo, despacio y saboreándola. Pronto comenzó a chupar hábilmente, metiéndole la lengua entre la vulva al mismo tiempo. Ella gemía de placer, abriendo las piernas y apretándose las tetas con fuerza. Movía las caderas arrebatadamente de un lado a otro, estaba cada vez más caliente, gimiendo cada vez en voz más alta hasta que lo detuvo…
– ¡¡¡AAAHHHH!!! ¡¡SOS ÚNICO DANI, AAAHHHH!! ¡¡Tu lengua me vuelve loca!! ¡¡¡AAAHHH!!!
– Je, je, je… – Danilo no contestó, solo sonrió y rió satisfecho pero sin sacar la boca de su sexo.
Para ese momento yo ya estaba ardiendo, con una dura e incómoda erección debajo de mi bañador que me sobaba y restregaba lascivamente con la mano mientras continuaba viéndolo todo sin perder detalle. Desde mi escondite podía verla casi de frente, por lo que quedaba totalmente fuera del ángulo de visión de Danilo. Igual no creo que se hubiese dado cuenta aunque hubiese estado en otra posición, él estaba tan absorto y concentrando en darle placer a mi progenitora que no se hubiese dado cuenta jamás.
Cada vez Majo se movía más frenéticamente, la diestra lengua de su amante estaba llevándola hasta el cielo. Su piel morena se enrojecía, su rostro se contraía en profundas muecas de placer y jadeos llenos de excitación. Simultáneamente se apretaba las tetas desnudadas bajo la tela con fuerza, se las restregaba y se pellizcaba los pezones, estaba a punto…
– ¡¡¡DANI, DANILO… DANIIILLOOOOOHHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYGGGGHHHHHH!!!! – María José apretó con fuerza la cabeza calva de su amante contra sus ingles y estalló en un intenso clímax que la estremeció completa y la hizo agitarse como un gusano – ¡¡¡¡OOOHHHH!!!! ¡¡¡¡DAAAAANIIIIILOOOOOHHHHH!!!!
Mamá dejó de convulsionarse, lo más intenso del orgasmo había pasado, pero no por eso disminuyeron sus ganas. Se liberó de Danilo y se puso de pié, se quitó la salida de baño y quedó completamente desnuda, el hombre tomó asiento, viéndola embobado y casi echando espuma por la boca.
– No, sentado no… a mi me gusta mamarla con el hombre parado y yo de rodillas. – no pude evitar reír de su comentario, dicho en voz alta para que yo lo escuchara. En efecto esa era una de las posiciones favoritas de mi madre porque la hacía sentir totalmente sometida a su hombre… yo.
Danilo se puso de pié y se dejó bajar el short, ella lo hizo lentamente para calentarlo y desesperarlo más. Pero ese monstruo de carne dura no podía estar oculto por mucho tiempo, en cuanto salió saltó como un resorte apuntando directo a la boca de mi caliente y admirada madre. Era la segunda vez que la veía, una cosa impresionante, larga, gruesa y llena de venas.
– ¿Cuánto te mide la verga Dani? – le preguntó mamá, mirándola y acariciándola embelesada.
– Bueno… no me gusta presumir… – dijo con una sonrisa.
– ¿Cuánto? – le preguntó ella de nuevo, ahora con la sonrisa más seductora que le había visto
– Esteeemmm… bueno… son 22 cm más o menos…
– ¡22 centímetros, Dios mío, es un monstruo! – exclamó ella en voz alta para que yo la escuchara, para ese momento ya me había quedado claro lo mucho que a mamá le gustaba ese tipo.
Volvió a sonreírle y se la metió a la boca, empezó una mamada esmerada, chupándole apasionadamente el glande como si fuese un chupete, succionando mientras la acariciaba con la lengua. Con una mano sujetaba ese pene con fuerza del tronco mientras que con la otra le acariciaba y amasaba delicadamente los testículos, redondos y pesados, tan portentosos como la verga que llevaban por arriba.
A Danilo se le cerraban los ojos, embargado del inmenso placer que ella le daba, pero se negaba a no verla, se esforzaba en mantenerlos abiertos y contemplar en primer plano esa experta boca regodearse con esa gran verga. Lo vi dar respingos varias veces, luego caí en la cuenta que ella le estaba acariciando el culo con la mano de los testículos, seguro que nadie le había hecho esa caricia antes. Me la imaginaba dibujando círculos alrededor del anillo anal del hombre, tal y como lo hacía conmigo.
Realmente mamá se estaba dedicando y lo estaba disfrutando, pues aun con la boca llena de verga podía distinguir claramente la gran sonrisa dibujada en sus labios al saberse capaz de enloquecer de placer a ese tipo. Incluso la vi darle una mamada profunda varias veces, de esas que solo ella puede, tragándose el gran mástil de carne hasta la base. En una de esas se sacó la verga, enrojecida y lagrimeando:
– ¿Así es como te gusta Dani? – le preguntó cargada de lujuria y coquetería.
– Si… si… me encanta… sos increíble…
– ¿Así te la chupan todas tus amantes?
– ¿Y quién dice que tengo “amantes? – le replicó divertido.
– ¡Ninguna mujer normal dejaría ir a un papasito como tu cielo! Decime la verdad, ¿te la maman mejor que yo? – creí que solo estaba jugando, pero en el fondo percibí un vejo de celos en su voz.
– No creo que nadie en este mundo sea mejor chupavergas que tu, Majo… – a pesar de la rudeza y ordinariedad de ese comentario, mi madre esbozó una resplandeciente sonrisa.
Danilo tomó la riendas, la agarró de los hombros y la puso de pié, la besó con fuerza, sujetándola de las nalgas y apretándole las tetas, más que pasión parecía brusquedad, el tipo de besos intensos que ella disfruta mucho. La colocó con las manos sobre el respaldo del sofá, se puso un condón y, despacio y por detrás, la penetró hasta el fondo, lenta y cadenciosamente.
– ¡¡¡AAAAAHHHHHHH, SSIIIIIIHHHHHH!!! – exclamó ella al sentir esa gran barra atravesándola despacio pero sin detenerse, abriéndola desde adentro y hasta el fondo.
– ¿Así te gusta Majo? – ella seguía jadeando, ya había comenzado empujar hacia atrás también.
– ¡¡SSIIIIIIHHH, ME FASCINA, así te siento entrar hasta el fondo, me volvés loca!! ¿Y a ti te gusta papito rico? – no pude verlo, pero me imaginé qué estaba diciendo que si con la cara.
– ¡Dios mío, qué rico, qué sensación! ¡Me estás apretando la verga con las paredes de tu vagina! – ¡hijo de puta, estaba gozando con las cosas que ella me hacía a mi! Mamá, a base de práctica, había desarrollado los músculos de su vagina de tal manera que parecía que me chupaba la verga mientras la penetraba… y eso estaba poniendo a Danilo a mil.
La tomó de la cintura, “¡te voy a partir en 2, puta!” le dijo y empezó a embestirla con fuerza, y dureza, clavándosela todo lo que le entraba. Ella mordía el respaldo del sofá y pegaba berridos y fuertes jadeos, estaba extasiada, al mismo tiempo empujaba hacia atrás para recibirlo todo. Sin embargo, pasados unos minutos, Danilo, que tenía los ojos cerrados con fuerza y la lengua casi fuera, se la sacó entre jadeos…
– ¡¡¡AAHHH, AAHHH, DIOS MÍO, AAHH!!! – gimió él, respirando profunda y entrecortadamente.
– ¿Qué… ah, ah… qué pasó… ah, ah, ah… cielo?… – preguntó ella, volteando a verlo extrañada.
– Es que… es que… – Danilo se esforzaba por dejar de jadear – casi… casi me hacés acabar y… no… no quiero acabar tan rápido… – mamá volteó a verlo con gesto entre presuntuoso e infantil.
– ¡Qué malo, ¿o sea que lo de la otra vez fue solo coincidencia?!
– ¡Ninguna coincidencia… – contestó herido en su amor propio – te voy a demostrar como coge un hombre! – dijo la puso nuevamente en posición con brusquedad, y de igual forma la tomó del pelo y le jaló la cabeza hacia atrás. Ella lo besaba y sacaba la lengua para que él se la chupara
Esta vez duraron más tiempo en esa pose, Danilo logró controlar el inmenso placer que la perra de mi madre le brindaba y el deseo de eyacular y ella gozaba intensamente sin parar. La vi voltear a verlo, con la cara congestionada de placer y una expresión nueva que no le conocía. También me volteaba a ver a mi, cuando él no se daba cuenta, para que yo pudiera apreciar lo mucho que aquello le estaba gustando.
– ¡¡¡AAAHHHH, AAAHHHH, OOOOOHHHH!!! – chillaba mamá, enloquecida y bañada en sudor – ¡¡¡MAS, MAAAASSSGGGHHHH… cogeme más fuerte papito que me muero mi amOOOoRRRr!!! – y finalmente acabó por segunda vez – ¡¡¡¡ AAAAAUUUUGGGHHHH, AAAHHHHH… DAAAAANIIIIILOOOOHHHH!!!! – Majo alcanzó un fuerte e intenso clímax que casi la hace perder el equilibrio y caer al suelo, si no fuera porque Danilo la sujetó.
La depositó suavemente en el sofá de costado, dándole la espalda y con su redondo y perfecto culito expuesto. En voz baja le preguntó si se sentía bien, que si quería descansar un poco. Je, je, je, y yo que por un momento creí que no se detendría y que la penetraría nuevamente como un salvaje sin darle tregua. Pero no, él me impresionó de nuevo haciendo gala de caballerosidad y portándose a la altura…
– ¡A la mierda con descansar un rato Dani! ¡Mejor abrime el culo y preparámelo porque quiero que me enculés, que ese el único sitio que no has probado de mi cuerpo! – lamentablemente mamá se mostró como todo lo contrario a una dama y no tuvo la menor intención de detenerse.
Luego de lanzar una carcajada, Dani se inclinó sobre el redondo y perfecto culo de mamá, le separó las nalgas y comenzó a pasarle la lengua sobre su ano, una caricia que a ella le encanta. Automáticamente se sujetó los senos y empezó a restregárselos y a apretarse los pezones, gozando de la lengua que recorría esa íntima parte de su ser. Pasados uno o dos minutos abrió las piernas y estiró una en el aire, dándole más espacio para trabajar a Danilo que aprovechó para meterle varios dedos entre la vagina.
– ¡¡¡OOOOOHHHHH, SIIIIIIIII… DAAAANIIIIIIHHHHHH!!! ¡¡Ay, papito rico, amor, dale, seguime chupando que me volvés loca!! – mi madre gozaba como una perra.
Danilo lo hacía cada vez con más ganas e intensidad, no pasó mucho antes que le metiera un dedo entre el ano al mismo tiempo que le metía la lengua, mientras continuaba serruchándole la cuca con los dedos y arrancándole largos gemidos gozosos. Para ese momento ella ya estaba estirada por completo sobre el asiento, de costado, con el brazo izquierdo estirado y el derecho sujetándose la pierna en el aire para permanecer lo más abierta que podía. Pronto a ese dedo solitario se le unió otro para continuar ensanchándole el culo. Danilo lo hacía a conciencia, pero mamá tenía prisa.
– ¡¡Meteme la mano entera de una puta vez y terminá de dilatármelo que ya no aguanto!! ¡¡Mirá que ya lo tengo bien abierto así que cogémelo sin miramientos!!
Una nueva sonrisa iluminó el rostro del hombre cuando se puso de pié y guió la cabeza de su aparato a la estrecha abertura posterior de mi mamá. Ensalivó bien el glande y los colocó sobre el ano, lo restregó varias veces antes de empujar con fuerza. Fui testigo de cómo una enorme verga que no era la mía invadía los esfínteres de mi progenitora, que lo recibía con una estoica mueca de esfuerzo mezclado con un claro mohín de placer, le dolor y placer a la vez. Él empujaba y luego la sacaba, empujaba y metía un poco más y volvía a sacarla, hizo lo mismo varias veces hasta que logró empalarla por completo.
– ¡Ya entré hasta el fondo Majo! – mi madre estaba caliente y perdida.
– ¡¡¡AAAAHHHHH, SIIIIII, LA SIENTO… DALE DANI, DALE, REVENTAAAMEEEHHH!!!
– ¡¡Sos una perra caliente María José, y TE VOY A PARTIR POR LA MITAD!!
Puso la pierna derecha de Majo sobre sus hombros y, firmemente sujeto a ella, inició a sodomizarla. Su largo y grueso palo entraba hasta el fondo del hambriento ano de María José. ¡Dios mío, juro que casi podía verlo forzando el esfínter anal de mi mamá, horadándola salvajemente y llevándola a niveles de placer infinitos! Y cuando la tomó fuerte del pelo su placer aumentó, junto con sus gritos y gemidos.
– ¡¡¡AAAHHHH, OOOHHH, AAAHHHH!!! ¡¡¡MÁS DANI, DAME MÁS, DAME MÁS DURO!!! ¡¡¡¡AAAAHHHH, SOS UN SEMENTAAAALLLLGGGHHHH!!!!
Danilo continuó encajándole completa toda la tranca, hasta el fondo. El sudor cubría sus cuerpos y los empapaba, el éxtasis voluptuoso y enajenado los hacía delirar, él estaba cada vez más cerca del orgasmo, igual que ella, que se masturbaba frenéticamente con la mano derecha. Yo también, no pude aguantar ver ese increíble espectáculo sin sacarme la verga y consolarla. Los 3 acabamos casi al mismo tiempo:
– ¡¡¡AAAHHH, DANI, AAAHHH… DAAAAANIIIIIIHHHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHH!!!!
– ¡¡¡¡DIOS MÍO, MAAAAJOOOOOOGGGGHHHHH… UUUUAAAAGGGGHHHHHH!!!! – el placer de Danilo fue doble, pues al mismo tiempo que derramaba a chorros su semen dentro del condón, mamá lo ordeñaba por medio de los intensos espasmos de su ano, producidos por todo el goce que estaba experimentando.
– ¡¡¡UUUUHHHHHHH!!! ¡¡¡¡MMMMMGGGGGGFFFFFHHHHHH!!!! – por mi parte acabé en el mayor silencio posible, derramando mi semen en el suelo justo bajo los arbustos que me ocultaban.
Me derrumbé en el suelo, mareado por el ímpetu de mi orgasmo. Ellos todavía continuamos gimiendo por un rato, Danilo aun enchufado en el insaciable ano de mi madre, empujando aunque sin tanta fuerza como hacía un minuto. Ella también siguió masturbándose hasta que sintió extinguirse su clímax por completo. Se quedaron acoplados incluso cuando ya todo había acabado, pues él se sentó, la jaló y la tomó en sus brazos, besándola apasionadamente mientras su pene continuaba dentro de su ano.
La escena se volvió tan íntima que, por enésima vez, me sentí un intruso y tuve el impulso de irme. Pero no lo hice, pues técnicamente el intruso era él, yo era el hijo de María José y, además, su amante. Sin embargo en el fondo sabía que quien estaba de más allí era yo y que la relación entre mi madre y ese hombre apenas estaba naciendo. Mierda, y, como ya dije, no tenía derecho a decir nada…
CONTINUARÁ…
Garganta de Cuero
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