Malleus Maleficarum
Esta es una historia que he estado escribiendo poco a poco sobre Elly Kedward, quien fuera la "bruja" que inspiro #TheBlairWitchProject... Espero que les guste, y como siempre, apoyen y comenten... (+18)
Mi mente es una orgia de sangre, y resentimiento, mientras mi cuerpo tiembla de dolor y sobrevive a gracias al más puro odio.
No puedo hablar, mi boca fue cocida al vivo para que mis suplicas y gritos de dolor no atormentaran a nadie, y solo puedo ver con uno de mis ojos, el otro fue borrado a puñetazos.
El frio de la noche arremete contra mi desnudez, mis manos y pies fueron atados con cadenas a una carreta, los dedos fueron destrozados por el aplasta pulgares, y mi blanca piel está repleta de quemaduras, golpes y heridas.
Puedo sentir la sangre tibia brotar de mi entrepierna rota y vibrante por las repetidas veces que fui tomada por la fuerza, mientras he estado atrapada por las cadenas en medio de este bosque.
Por lo menos pude darme el gusto de no darle la confesión al Inquisidor, a pesar de las torturas y humillaciones, mi muerte solo será el fin de mi sufrimiento físico.
La lluvia empieza a caer, y con ella, mi cuerpo mancillado comienza a limpiarse la sangre seca y la semilla de los hombres que descargaron sobre mí entre risas y burlas.
Los truenos y centellas comienzan a caer al ritmo del viento del este, mientras la suave y dulce voz de una mujer entona una canción sobre el ruido de la tormenta, llegando a mis oídos como si su boca estuviese sobre ellos.
Tan pronto como llegó la lluvia, se fue, haciendo que ese canto fuese aun más audible, con dificultad gire mi cuello para intentar encontrar la fuente de esa preciosa voz.
-Elly… Elly… Si es sangre lo que quieres, yo puedo ayudarte.- Exclamó por fin cesando su canto, mientras aparecía ante mí como si de una aparición se tratase, la dueña de esa voz.
Ella es una oda a la belleza, su oscuro cabello y blanca piel contrastaban con un vestido de cuero rojo intenso que aduras penas cubrían los atributos de su cuerpo, sin dudas prohibido en más de una forma.
Al poner su mano sobre mi muslo desnudo, todo frio y dolor ceso, como si su tacto fuese una especie de panacea que provocaba una milagrosa calidez, tan pura y casta que por primera vez en días, la paz me cubría.
Quería hablarle, decirle lo bella que era, incluso en mi condición, no podía dejar de detallar ese cuerpo lleno de pecado, provocaba un nivel de atracción imposible de controlar.
Ella como adivinando mis pensamientos se inclino sobre mi brindándome un tierno beso sobre mis labios cocidos, que lejos de provocarme dolor, alivio el escozor que sentía en ellos.
-No tienes que decir nada preciosa Elly, solo necesito que asientas si aceptas lo que he venido a ofrecerte.- Exclamó mientras con su mano acariciaba mi rostro, bajando lentamente por mi cuello, mi pecho, mis senos y mi vientre.
Desde el mismo centro de mi ser, un calor carnal me empezó a recorrer, ajeno a todo el dolor, el sufrimiento y humillación que había sufrido desde que la gente del pueblo me saco a golpes y gritos de mi casa para juzgarme, la deseaba con todo mi ser.
-Se que en el fondo sabes quién soy yo, siempre te he hablado en tus sueños, preparándote para este momento, el momento en que tu dulce alma fuera corrompida por la humanidad.- Sus palabras me estremecieron.
Pero no por terror, supe desde el primer momento que conocía esa dulce voz que me cantaba, así como sé que es lo que quiere, y aunque una parte de mi sabe que no es lo correcto, el odio y sed de venganza son demasiado grandes.
Sin necesidad de preguntar, Ella sabía que había aceptado lo que me ofrecía, y pude confirmarlo cuando con una dulce sonrisa de felicidad pura, me hizo una pequeña reverencia de confirmación.
Su cálida mano llego a mi sexo herido y todavía palpitante recorriéndolo, sanándolo con su toque de calidez, mientras el ardor se convertía de pronto en puro placer.
Cuando la ola de mi deseo estuvo en su máximo punto, un rayo calló tan cerca de nosotras que su brillo ilumino la daga que sostenía Ella en el aire, mientras con un rápido movimiento penetraba en mi pecho.
No sentí dolor, ni siquiera cuando saco mi corazón para comerlo frente a mis ojos todavía encendidos con lo último de mi vida, ahora, soy de Ella, para la eternidad, y mi furia recorrerá esta tierra.