Malena es un regalo de cumpleaños

Una de sus antiguas amigas, convence a malena -mediante el ofrecimiento de un excelente trato- para que sea el regalo de cumpleaños de su esposo y suyo también... a pesar de que no cumple años.

PIERÍNA

F

ue su segundo triunfo y

el

que consolidó su fama de buena negociadora.

Sucedió tres

días después del asunto de

Azcunes

.

Se la presentó Leonardo

durante un almuerzo

en una de las visitas que hizo a Ciu

dad Jardín acompañando

a Cesar, uno

de sus corredores de negocio

s,

a

fin de asesorarlo en

el

cierre del

trato con su empresa

: una fábrica de calzado femenino.

Ya los ellos tres

,

se encontraban en el

restaurante

cuando Malena se les unió.

Al finalizar el almuerzo,

Pierína

, se encaprichó en llevar también a Malena a la visita que le harían a la fábrica.

Y

a en ella, dejó a Leonardo y a Cesar en

manos de su jefe de producción

para que respondiera

a

sus inquietu

des y se llevó a Malena consigo:

Quería mostrarle los modelos de zapato que confeccionaban actualmente para que le diera su opinión al respecto.

Malena inmediatamente

-

con ese olfato que tenía para las cosas con mujeres

-

se dio cuenta de que era una excusa para estar con ella a solas.

-M

acarena nos presentó. Le espetó

Pierí

na

,

una vez que estuvieron sentadas en los cómodos sillones de su elegante oficina.

Malena no se sorprendió mucho porque esperaba algo

como eso… aunque no exactamente

así.

S

onrió y bajó la cabeza para mirarse las manos.

-quiero hacerte una propuesta…

dijo

Pierína

.

Malena levantó la mirada hasta

encontrarse con la suya

.

No respondió, sólo descruzó las piernas y las volvió a cruzar al contrario.

-

¿cobras comisión por los negocios o sólo eres empleada de oficina?

-A

mbas

, respondió Malena. Estaba nerviosa al sentirse cortejada nuevamente por una mujer.

Porque a todas luces

Pierína

había comenzado a coquetearle con su

actitud

de cercanía y secretos remotos.

S

e había sentado en el sillón aledaño al suyo y lo había

acercado lo suficiente como para que sus rodillas se rozaran.

-sé que no puedes

-

por razones éticas

-

quedart

e con

mi negocio

para ti

además

,

está tu novio…

por eso no te lo ofrezco…

pero hay un negocio más grande

:

la ampliación de la planta de plásticos de mi familia… además de la comisión que ganarás por un negocio que es cinco o seis veces mayor que el mío… te

daré una recompensa adicional

Malena estaba boquiabierta: -

¡qué directa! A la yugular

, me está comprando

–pensó divertida.

No contestó nada y se limitó a, nuevamente, descruzar y cruzar las piernas en la posición contraria.

Pierína

se las miraba golosa. S

e le acercó más y le tomó una mano que se llevó a la boca para estamparle un beso

:

-te preguntarás ¿Cuál es la trampa?

Malena sonrió como si estuviera cohibida.

-Mi esposo cumple años mañana y siempre me ha pedido el mismo regalo año tras año… y no se lo he podido dar

,

porque

… porque

,

nunca había conseguido a la persona idónea… pero tiene que ser

una buena señal

que tú… precisamente tú… la muchacha en la que siempre he p

ensado

desde aquellos días

, hay

a

re

aparecido, precisamente hoy…

además del

negocio que te daré

, te pagaré lo que me pidas… si te prestas para que hoy en la noche hagamos

un trio… eso es lo que él desea

y… por mi parte

tendré la oportuni

dad de cumplir mi deseo contigo. Todo en estricta

confidencial

idad y

tú pones las condiciones… será en nuestra casa… totalmente discreto y…

-A

cepto. Malena la interrumpió.

Mientras ella hablaba

,

la había recordado

.

*E

ra la mujer que había llorado por ella cuando la descubrió con Jenny durante la fiesta de esponsales con Macarena… no podría olvidar ja

más esa

expresión dolorida.*

Había cambiado y

no la reconoció a primera vista.

A

dem

ás de los cambios físicos –producto de

alguna

que otra

operación reconstructiva- y de

,

estilo de

peinado;

a

hora e

ra

más

equilibrada y

de mirada sojuzgadora

,

era

difícil

no

sucumbir a sus pretensiones

. H

abían pasado como cuatro años de eso… ¡

Qué

tiempos aquellos!

Las

interrumpieron unos toques a la

puerta

. Leonardo, Cesar y el jefe de ta

ller habían concluido su visita.

E

n el mismo momento que ellos entraban

, a su vez,

fueron interrumpidos por un

viejo

maestro zapatero que con su delantal

azul, pidió permiso, se postró

a los pies de Malena y muy profesionalmente

, después de tomarle sus pies entre sus callos

as manos para poder tomarle sus

medidas. F

inalizado el asunto se inclinó ante ella y se retiró.

-Mañana o pasado mañana, tendrás una nueva colección de z

apatos, aseguró

Pierína

muy sonriente.

Todos, que

habían quedado silentes

a la vista de sus sensuales pies

entre las manos de ese rudo hombre

durante el acto de medición, reanudaron sus asuntos.

Pierína

parecía de buen humor y ante la explicación que le dieron y la promesa de mantener las tasas que le habían dado hacía ya más de un mes, el negocio se cerró a la

satisfacción de todos.

Malena y Leonardo estaban sentados uno al lado de la otra con sus manos agarradas por debajo de la mesa.

Todos s

e quedaron un rato para brindar y celebrar el buen suceso.

Leonardo

había quedado con Malena en que esa noche la pasarían juntos.

La situación

, la atribulaba y

la excitaba. Estaba entre dos fuegos. Pero ya había decidido cuál sería el fuego que esa noche la quemaría.

Pierína

quiso mostrarle personalmente las instalaciones de su rese

rvado cuando

necesitaron usarlo:

Había notado las

miradas de Malena que le pedía

auxilio.

Mientras orinaban y se lavaban

,

tramaron

cómo se desharían de Leonardo sin que fuera muy traumático.

Fue sencillo.

Al momento de despedirse

, Malena se colgó del brazo de su novio

como

para salir de la oficina c

on él, rumbo a la diversión y a

l

sexo.

Pierína

actuó en ese momento.

Llevándose la mano a la cabeza como si hubiera olvidado algo, dijo con tono preocupado: -señor Cesar

, disculpe que lo moleste, pero ¿podría

entregarme

la definitiva propuesta

mañana a primera hora? H

abía olvidado que

a las diez tengo la junta con mis socios… son mis hermanos, pero son exigentes…

podríamos dejarlo para la próxima reunión de nuestra directiva –dentro de un mes- pero sé que no nos conviene… a ninguno… las

buenas

tasas

que me están ofreciendo

sé que me las

mant

e

ndrán por pocos días… y no quiero perder el negocio… ustedes, me imagino que tampoco…

que ahora iban a celebrar el

negocio

pero les juro que los

compensaré

el día que firmemos… yo pagaré la celebración… díganle a Juan que asista también ese día

… que está

invitado…

¡A

y

,

perdónenme!

Entre caras no tan alegres como al principio

y “no hay problema

, señora

Pierína

” y “otro día celebramos

, así el jefe máximo podrá asistir también

” se fueron retirando… los esperaba una noche de trabajo puliendo d

etalles. Pero bueno, era tremendo

negocio.

Leonardo, le dio un leve beso a Malena y con cara

contrita le hizo un mohín de: ¿Q

ué se puede hacer?

La carita entristecida

que puso

Malena era un poema.

Pierína

le pasó la mano por el hombro y le dijo

delante de Leonardo

: -

perdóname tú también,

amiga,

pero

a Leonardo le conviene

que el negocio se cierre lo más pronto posible

..

.

“burro amarrado, leña segura” ¿no es así Leonardo?

... tiempo siempre hay para lo otro… ¿no?

Leonardo con una r

isa de frustración, las besó a ambas

y se fue tras C

esar que ya caminaba hacia su carro.

En cuanto desaparecieron en la lejanía con reiterados saludos,

Pierína

la tomó de la mano y se la llevó a la oficina.

Allí le indicó el teléfono con un gesto:

-llama a tu jefe y dile que le tienes un gran negocio…

Malena llamó a Gonzalo. Le explicó que los de la regional habían cerrado su negocio con éxito… pero ella…

¡muérete!... M

añana, nos entrevistamos

con el presidente de una fábrica de plástico

a las tres de la tarde…

el negocio es seguro… me dio la buena pro

sólo

con lo que le expliqué… ¿qué te parece?

El presidente de la planta era el marido de

Pierína

.

-ven

, vámonos a la casa, quiero estar segura de llegar primero que Octavio

… para tenerle preparada la sorpresa…

-¿

me vas a aponer un lazo? -Preguntó Malena cuando ya iban en el auto de

Pierína

rumbo al apartamento- ¡coño, se me olvidaba!

-¿qué? preguntó

Pierí

na

mientras le ponía una mano en el muslo.

-tengo que llamar a mí mamá…

**PRIMERO, VEAMOS QUÉ HAY

.**

Malena se sentía mal, se sentía traidora,

desleal,

mentirosa e ingrata.

No le gustaba lo que le había hecho a

Leonardo… era su amante y deb

ía respetarlo...

hacerlo quedar como un pazguato ante

extraños era malo. Eso la atormentaba

y le dolía el estómago.

Pierína

se presentó ante ell

a

-apenas llegaron a su casa-

con un cheque que acababa de firmar. La cifra era alarmantemente alta. A Malena le tembló la voz cuando se lo agradeció.

-Es para ti…

Pierína

tomó asiento en el

primoroso sofá y con un golpecito de su mano sobre su superficie le indicó que se sentara a su lado:

-tenemos tiempo, aún está en la oficina. No te debo nada. Te entregué el cheque ahora

,

para que

cambiaras esa cara de

consorte

compungida

por la traición a su maridito, que… bueno lo demás no es mi problema.

-dime lo demás -le pidió Malena.

-es

problema si quieres saberlo…

maridito me estaba echando unas miradas que me estaba quemando la entrepierna.

-lo dices para que cambie mi actitud…

-si lo crees así, está bien por mí.

Pierína

le pasó

el brazo por sus hombros y la atrajo

. Así se quedaron en silencio unos minutos.

Malena l

e puso la palma de su mano sobre la rodilla

: -perdóname, pero

es extraño lo que sucedió, le dijo, me siento un poco incómoda por haberlo hecho…

aunque después de lo

que me dijiste –que sé que es verdad- ya me siento mejor.

-considéralo un negocio… que te impidió cenar con tu hom

bre… nada más… nada por lo que

ponerse mal…

él es sólo una víctima más de mis encantos.

Se carcajearon.

-sí, pero…

-ya te acostumbrarás… no te preocupes… sentimientos de

primeriza

en eso de ser

infiel frente a su pareja… aunque en aquella ocasión ¿recuerdas? No parecías conturbada por estarle siendo muy infiel y en sus narices y con su mejor amiga, a Macarena…

Mientras

le hablaba

le aca

riciaba el cabello con suavidad

-

no para calmarla… sino para

satisfacer el deseo de saber cuán suave era-

y

se le acercó más y

le olisqueó el cuello.

Malena sintió cosquillas y se

rió

.

-hueles a sensualidad… le dijo

Pierína

.

-¿puedo beber algo?

-¡oh, sí! Claro, disculpa. A continuación sin dejar de acariciarla, llamó a su camarera por su n

ombre y le pidió whisky.

Cuando la camarera regresó

,

la lamida que en ese momento le aplicaba a su cuello no se detuvo. Fue Malena quien dio un respingo apenada por la actividad

de

Pierína

en presencia de la muchacha.

-¡vete!

-

Le dijo

Pierína

a la muchacha

, apenas puso la botella y los vasos en la mesita-

no vuelvas… ¿no ves que la asustas?

La muchacha

se inclinó y se retiró.

Malena no entendía. Y se lo dijo con la expresión de su rostro.

-no te preocupes

por ella

,

es como mi

animalito,

no volverá.

Quiero decirte que, e

l

día que te vi

haciéndolo con aquella mujer, sentí un gran dolor… esa noche estabas bella y había decidido enamorarte

, sonsacarte y robarte

… pero la expresión de tu rostro cuando ella te poseía…

indicaba

tal entrega

,

que me dolió

más

porque pensé que nunca te tendría…

¿qué ha sido de ella?

-no lo sé. Nunca más la vi… -Malena tomó un buen trago

pensativa… rememorando

  • hablemos del presente.

-

el trato es que

eres nuestra hasta el amanecer ¿lo sabes?

... y los límites que tu impongas serán aceptados…

-eso está claro…

mi único límite es la

relación

anal

… no lo hago…

Pierína

volvió a llamar a su camarera.

-

debes

fabrica

r pronto,

un lazo

-

le ordenó- que sea grande

,

y dirigiéndose a Malena le preguntó: ¿quieres que

ella

te desvista?

-yo puedo sola.

-quisiera darle a Lily ese pequeño obsequio

por sus desvelos conmigo

… tocará el paraíso pero no entrará…

La muchacha se mantuvo hierática

.

S

e acercó a Malena

,

le d

i

o

la mano para ayudarla a ponerse de pie y sin pedir

le

permiso comenzó a desvestirla delante de

Pierína

, qu

ien sentada en el sofá observaba atentamente

la escena

: -

haz

lo m

ás lentamente, le indicó a Lily, pon atención…

te ves muy excitada

¿

es que

vas a acabar?

Malena se dejó hacer. Era suya por una noche.

Mientras la muchacha se divertía un poco,

Pierína

se desnudaba sin dejar de mirar.

Lily se veía excitada y no perdía ocasión para r

asar sus dedos por las partes más excitantes del repertorio de Malena. Ella no la detuvo cuando sintió sus dedos entre sus nalgas.

-¿verdad que es un rabo fabuloso? ¿Acaso tú habías visto algo así?

– Preguntó

Pierína

a Lily- pero no te pases… no metas los dedos allí… la vas a excitar más de lo necesario…

La mucama

se detuvo

. Le quitó el último trapito a Malena y se paró a su lado. Respiraba con fuerza.

-¿la quieres?

La muchacha no contestó.

-vete, ya es suficiente.

Ocúpate del lazo y tráelo de inmediato.

Se

marchó con las prendas que ellas se habían quitado.

-¿Por qué no la usaste a ella en el asunto del trio?

Preguntó Malena mientras se

ocupaba de aderezar su trago para disimular su turbación y su nerviosismo.

-¿E

stás loca…? ¿Esa zafia mujer meterse en mi cama?

¿Con nosotros?

Siempre he buscado la más alta calidad

para todas mis cosas… no niego que a veces la uso para alguna emergencia… tú sabes

: está bonita y sabe

… como par

a cuando pensaba en ti… me hace sus cosas y me calma

… ¡pero nada más!

Contigo es diferente, e

re

s calidad al máximo – le dijo mientras se le acercaba y ponía su mano sobre sus senos: -eres un bocado de Cardenal.

-quiero bañarme…

-¡NO! ¿Estás loca? Y perder el sabor y el aroma que ahora tienes… sírvete otro trago… Octavio, no tarda.

Se sentaron bien pegaditas.

La mucama Lily regresó con un enorme lazo.

Pierína

de poco más de

cincuenta años

-que no representaba-

era

una morena alta, gruesa, fuerte, de medianos senos

y de piel mate. Bella como hija de italiano con criolla que era. No tenía hijos. Sus

posaderas eran a

mplias al igual que su

vulva. En ese detalle se asemejaba a Malena. Se notaba que se cuidaba en gimnasios y

con

dietas

… además de en el cirujano plástico…

pues estaba muy comestible aún.

Mientras esperaban –para

entretenerse,

p

ues

Pierína

no quería cansar al regalo de su marido… y suyo- comenzó a recorrerla con sus manos y a com

érsela con los ojos en una espec

ie de reconocimiento de la mercancía:

-eres perfecta…

¿te vendes a menudo?

-es mi primera vez… creo.

-¿si te necesito estarías dis

puesta para mí? El precio

lo discutimos… no soy tacaña con mis placeres…

-ya veremos… depende de…

.

Un ruido en la puerta indicó que Octavio, estaba llegando.

-rápido

,

ponte el lazo y

escóndete tras el sofá…

¡CUMPLEAÑOS FELIZ…!

Octavio había llegado y

Pierína

lo recibió en carne viva.

Malena escondida tras el sofá no pudo verlo…

¡

otro viejo para la cuenta! Se decía.

Los oía conversando acerca del cumple

años… y que ella lo recibiera a

sí era parte del regalo que le

había comprado… él la besab

a… se oía su risa incrédula… las voces se acercaban al sofá… se sentaron en él mientras se sentía el chasquido de los b

esos y se oían las emocionadas palabras que se decían.

De pronto

Pierína

dijo en voz alta:

-Malena… sal de allí.

Malena temblaba de la emoción y de la angustia cuando se puso de pie a sus espaldas. Rectificó el lazo y salió.

Octavio

no presintió en dó

nde estaba la tal “Malena”

–la sorpresa fue perfecta… sin aviso-

por un momento pensó que estaba tras una cortina

, no esperaba que surgiera a sus espaldas

.

Cuando apareció delante

de él su sorpresa fue mayúscula.

Malena también se sorprendió

.

Pierína

dejó qu

e el momento apoteósico fluyera durante unos segundos, ellos se miraban electrizados por la sorpresa:

-te presento a

Malena… ¡feliz cumpleaños!... ¿T

e gusta

el regalo

?

-deliciosa sorpresa, dijo él mirándo

la extasiado.

Malena sostenía el

enorm

e lazo con sus manos

colocado frente a su

bajo vientre

y no

pudo evitar

no poder quitar sus ojos de la figura de

Octavio.

-quítate eso de allí,

mija

-ordenó

Pierína

-

deja que te vea

date una vueltecita

.

Malena había recaído en su

angustia.

-de

ja, déjala –dijo Octavio

con una sonrisa que la desarmó y la calmó- para que entre en confianza.

Malena dejó caer el lazo sin dejar de mirarlo

… y luego dio un giro completo… lentamente… muy lentamente.

A

Pierína

en ese momento le pasó por la mente que había cometido un error.

Mientras giraba

,

Malena pensaba que era la primera vez en sus veinticinco años de vida… bueno

, había perdido la virginidad a los diecinueve… que iba a hacer el amor con

un joven como ella

.

Octavio,

no podía tener más de

veintiseis

, era bello como el arcángel concupiscente, fornido,

alto,

con una boca sensual que disparaba los malos pensamientos de

Malena, unos ojos

… una sonrisa…

una simpatía…

-buena adquisición

Pierína

-se dijo para sus adentros

Malena

  • ¿cuánto te habrá costado

, mi amor

?

¿

y los desvelos para mantenerlo

?

¡A

y dios! Pobrecit

a.

Por mi parte creo que t

odos los que he tenido en mi vida han sido

pura

… hoy me resarciré

, concluyó.

Al detener su giro y abrir sus ojos. Ellos se estaban besando.

-¿más calmada? Preguntó Octavio

al verla detenerse

.

Se le notaba que tenía la boca vuelta agua y el pene a punto de reventar.

-sí,

Re

s

pondió ella

.

Debía dejar que

él buscara la manera de actuar sin parecer muy desesperado. Imaginó que cualquier paso suyo en falso podría ofender a su

s

proveedora.

No podía mostrarse muy ansioso. Decidió colaborar.

Sonrió y preguntó muy modosita: ¿me puedo sentar? Estoy nerviosa, como comprenderán.

Pierína

observaba sonriente la escena. Malena sabía lo que pasaba por su cabeza… ¿quién la manda, pues?

Ellos se sepa

raron para que ella entendiera

que podía sentarse entre ambos, ya que la iban a compartir.

Pero

no. Ella se sentó en el extremo, al lado de

Pierína

. Esta, sonriente y a sabiendas de que Malena con ese gesto le entregaba el mando

, le colocó la mano sobre el muslo y marcando su territorio, se lo sobó desde la rodilla hasta

la cintura en ademán posesivo

y preguntó

a Octavio

: ¿qué te parece?

Octavio con un golpe de vista le había agradecido a Malena que lo hubiera sacado de ese problema.

Malena sonrió complacida: “los tengo en mis manos”

-¿cómo empezamos? Preguntó Malena

, me parece que

Pierí

na

que es la que me compró diga qué prefiere… yo por ahora quiero un whisky, doble o triple.

Se rieron

forzadamente, pero ya estaban entrando en confianza.

-¿cómo lo tendrá? Se preguntó Malena y un escalofrío de deseo recorrió su columna y se metió entre sus nalgas.

TRIO

-¿Qué te parecería que nuestro galán nos hiciera un

strip

tease

?

Malena aplaudió. Se había tomado la mitad

de su triple trago de un solo sorbo. Estaba excitada y quería calmarse. El tipo era bello… un bombón.

Cuando

comenzó con su baile

(tenía que preguntarle a

Pierína

si el hombre había sido stripper, porque lo hacía muy bien) Malena se tomó el resto de su bebida y se inclinó hacia la mesita para tomar la botella, momento y circunstancia que fue aprovechado por

Pierína

para met

er su mano e

ntre sus nalgas

y su dedo en su rajita

.

Y allí los

dejó.

Malena se apoyó en su hombro: el tipo estaba buenísimo, pero ella era la del billete.

Se

sirvió sin medida

y

también a

Pierína

, bebieron

angustiada

s –cada una por una r

a

zón diferente-

E

l momento de conocer

su pene

estaba cerca. Ellas lo incitaban con

el alborozo y la alg

arabía de sus expresiones alegre

s

para que acentuara sus movimientos sensuales

. Ambas estaban bebidas y lo demostraban.

Ya

Pierína

no escondía el deseo que la embargaba.

La duda de Malena era que si el deseo que

Pierína

sentía por ella era igual al que sentía por su marido.

La duda pronto se despejó: -tú con ella, ella conmigo –dijo

Pierína

con voz enredada.

No entendieron bien pero harían lo que pudieran.

En ese

momento otra duda se despejó para Malena:

el miembro de Octavio:

era grande y perversamente bello.

Malena pensó

-

cómo había pensado Florencio

cuando la dejó desnuda en manos de

Azcunes

-

: “

esta noche morirás, Malenita”

Octavio se acercó a Malena y le puso el m

iembro cerca de su boca. Ella

lo tomó con una mano y mira

ndo a su dueño a los ojos… lo engulló.

S

abía a gloria.

Pierína

se separó

en el asiento para darles espacio.

Malena esta

ba desesperada por ser empalada

.

La gata se lo pedía a gritos.

Mientras: chupaba y succionaba.

Se separaron y sin bochorno ante la presencia de

Pierína

se besaron vivamente

-

A continuación

,

él metió su cara entre sus muslos y Malena comenzó a morir.

Pierína

la ayudó a

acomodarse cómodamente

en el sofá

. No cabían los tres:

se cambiaron al piso.

Él le mordisqueaba suavemente toda su vulva con

suavidad, como comiéndose un manjar. Ella se retorcía y le acariciaba su cabello con ternura y le dirigía palabras

delicadas para que supiera que se le entregaba de verdad.

Pierína

,

observaba sentada tras la cabeza de Malena con sus muslos

abiertos colocados a cada lado de sus orejas.  L

e acariciaba las mejillas con

exquisito miramiento. Malena no ve

ía su cara pues

la tenía detrás, pero sentía el

influjo sensu

al que manaba de su entrepierna y le

entraba a su cabeza directamen

te.

En el momento que sintió que el orgasmo se acercaba

, Octavio

notó

el temblor recrecido de sus entrañas

, dejó lo que estaba

haciendo con su boca y se irguió

, colocó la cabeza de su tranca en la entrada de Malena

y se la zampó

de sopetón.

Malena abrió los ojos y vio sus bellos ojos mirándola

, sonrió y los volvió a cerrar. Ya estaba cerca del cielo.

Pierína

ahora le acariciaba los senos. Malena

acarició esas manos que tan sabiamente la

hacían gozar de una forma diferente a la que Octavio le aplicaba.

Él se enterraba completo y luego salía casi hasta sacarlo, de allí se enterraba nuevamente  pero despacio. Malena estaba perdiendo el control. Abrió los ojos llorosos y miró a

Pierína

que estaba inclinada sobre ella.

Su mirada se lo dijo todo: estaban gozando de ella. Ambos estaban del

eitándose con su cuerpo portentoso. Ella era su placer:

el placer era para ellos.

S

u

propio

gozo era

un asunto que no habían discutido

como parte del trato

.

Cerró los ojos nuevamente y sintió los labios de

Pierína

sobre los suyos. Abrió la boca para que su lengua la penetrara.

Octavio estaba acelerando sus movimientos. Ella sentía su dureza llenando su canal con buena carne. No quería irse

aún

, quería sentirlo más… sentía su calor, su sudor, el roce de su pubis y cómo sus ninfas se abrían

para tragarlo y se estremecían cuando casi las ab

a

ndonaba.

Era un maravilloso suplicio… pero todo tiene fin

, el orgasmo emergía trepidante de sus tripas que latían como queriendo expulsarlo.

Pie

rína

lo presintió primero que Octavio

y dejó de besarla pero mantuvo su cara cerca de la suya…

para tragarse su hálito cuando lo sintiera salir.

Malena extrañamente estaba silencios

a. Sólo resoplaba

y respiraba por la boca, apretaba los ojos y las piernas

,

pero no se quejaba.

El orgasmo llegó

y se manifestó en forma de un quejido grueso que salía de su matriz, en

forma de un estremecimiento espa

smódic

o que recorría todas sus fibras. S

u cola se levantaba del suelo sin ella proponérselo, sus manos enterraban sus dedos en los brazos del macho y su boca suplicaba a la hembra que

la besara.

Así se fueron juntos: Octavio y Malena.

Apenas él terminó,

Pierína

prestamente lo apartó y sumió su cabeza en el vientre de Malena.

Comenzó a chupar el semen de su marido y la vulva de M

alena, era una sensación exótica

, diferente

,

la que Malena ahora sentía. La lengua era más suave, la caricia más experta…

Octavio permanecía a su lado observándola con su bella sonrisa

, ella lo tomó por un brazo con el objeto de apoyarse en el para aguantar lo que se avecinaba.

Le sonrió agradecida.

Pierína

era una estrella con su lengua y Octavio era un rayo para recuperarse a pesar de que con Malena había perdido mucha energía por el deseo tan fuerte que le inspiraba.

Se colocó tras

Pierína

y la penetró

en posición de perrito.

Pierína

se sacudió, levantó un

poco su cabeza y Malena oyó

cuá

ndo le dijo: “déjalo para ella, a mí me va bien así”

Volvió a la gata de Malena y esta vez su

lengua

la penetró, Malena

sintió que la espuma la llena

ba de nuevo, aspiró, cerró los

ojos, apretó sus man

os alrededor de la

nuca

de

Pierína

y se fueron juntas las dos.

El orgasmo de

Pierína

n

o

fue fruto de la

masturbación

, fue

la expresión espontánea

de

t

anto placer que había acumulado

al

poder

poseerla

al fin

.

Se tendió a

su lado. La abrazó, la besó con ternura y le

dijo “gracias

, eres inolvidable”

acto seguido se quedó acurrucada a su lado hasta que se durmió.

Octavio la miraba con su

pene entre sus dedos: -descansa

-le dijo en voz baja-

tiempo queda, ella no se despertará hasta mañana.

Malena no sonrió. Iba a morir.

LA MUERTE PEQUEÑA.

Octavio levantó el gran cuerpo de

Pierína

como s

i no le pesara nada y lo llevó

a la

habitación

. Cuando regresó, Malena estaba sentada en el sofá con un trago en la mano. No se había tenido que limpiar su semen pues

Pierína

se lo había limpiado con su lengua.

-quiero orinar,

dijo.

L

a condujo a un reservado que estab

a en un salón cercano y entró

con ella.

S

e sentó en el váter y él se acuclilló a su lado. Ella le pasó la mano por el cabello con una sonrisa de cómplice

intimidad

y

comenzó a orinar, e

l meti

ó la mano entre sus piernas y se llenó sus dedos con su orina.

Ella se echó a reír: -¡deja, chico!

Él metió su cara entre

sus muslos y les pasó su lengua; -no te limpies, quiero probar todo de ti.

-¡cochino! Le dijo en broma

, pero no se limpió

.

L

a tomó entre sus brazos

y la carg

ó

h

a

sta

una habitación secundaria

y la colocó so

bre

la cama con cuidado.

Se trenzaron en un beso que duró una eternidad.

-quiero tragarme tu semen…

El la complació.

Se acostó boca arriba y cerró los ojos. Ella era mala mamando

,

pero esa noche se acordó de todas las clases que había recibido y en menos de media hora había llenado su boca con su semen. Todo en él era divino para ella. Quería seguir ju

gueteando. Apenas eran las tres de la madrugada

:

-

¡fe

l

iz cumpleaños

! Le dijo cuando supo la hora.

Ya era el día de su cumpleaños.

-¿Cuántos cumples?

-veintinueve.

-puedes hacérmelo veintinueve veces.

Se carcajearon y se volvieron a enredar en un beso que era como agua de manantial para sus cuerpos y sus almas.

-lo har

emos sólo una vez, debo estar

con

Pierína

cuando despierte.

-entonces, mátame de una vez.

Casi lo logró.

Ella se sentía débil por tanto goce.

Fue tanto su placer que por ef

ecto de la hiperventilación

se desvaneció después del “n” orgasmo.

Era una hembra

rica,

como nunca

había conocido a otra, pensaba él mientras ella descansaba dormida a su lado.

Lo dejó seco y sin

más

ganas. Nunca más

,

hacerlo

,

sería lo mismo. Le había dejado su sello. Ya entendía a

Pierína

.

La cubrió con una manta y se retiró en silencio.

AMANECER

Pierína

velaba cuando ella despertó.

Le dio un tie

rno beso y se acurrucaron desnudas

en el sofá.

-¿tienes ganas? Le preguntó Malena.

-claro, pero el trasnocho, los tragos y lo que hicimos me dejaron para la urna.

-quedemos en paz entonces. El exceso es malo.

-¿Qué te pareció mi hombre?

-Casi me mata… es divino,

pero no conviene

que me vuelva a tocar

-te entiendo… gracias por la sinceridad…

-

por cierto te felicito… ¿qué tal se porta?

Preguntó Malena.

-es un regalo de dios para una lesbiana retirada…

Se carcajearon.

-menos mal que “retirada”… me ibas a sacar el útero y los ovarios…

Volvieron a carcajearse.

Se besaron.

P

ierí

na

llamó a Lily.

-prepara desayuno, le ordenó secamente.

La

mucama se retiró.

-¿quieres que Lily te saque la música

que te queda?

-no es necesario, gracias. Es el frío lo que tiene a mis pezones así

, respondió Malena burlona.

Lily vino a informar que el desayuno en cinco minutos estaría listo. Informó a

Malena

, además,

que su baño estaba preparado y sus ropas listas.

-báñala Lily, yo voy a vestirme en mi cuarto.

Refunfuñó

Pierína

poniéndose de pies.

Malena se dejó llevar por la sirvienta hasta su bañ

o. Una tina cálida

la esperaba, depositó su cuerpo

estragado

en el reservorio de agua y se quedó tranquila respirando su aroma a hierbas.

Abrió

los ojos y vio

a Lily allí de pie

, expectante.

Entendió su reclamo.

-está bien, hazlo.

Lily sonrió

,

s

e acuclilló, se despoj

ó

de

la bata

, se bajó la

pantaleta

y

comenzó a frotar

le el

cuerpo con una suave esponja enjabonada

. C

uando la sintió bien relajadita:

con una mano se ocupó

del placer encerrado en el cofre de Malena

y con la otra,

del propio

.

Fue vaciando la tina sin sacar a Malena del placentero momento que le proporcionaba con sus dedos

.

Entró en la bañera

y colocó su vagina cubierta de suave pelaje cuidadosamente sobre la boca de Malena

,

mientras

,

bajaba su cara hasta que sus labios encontraron la sonrosada raja de la

catirita

de nombre extraño.

Abrió la boca… mordió la fruta y al compás de su lengua fue extrayendo su zumo.

Media hora de

spués ambas bebieron sus flujos entre aspavientos, temblores y susurros.

Cuando Malena estuvo vestida pasó al com

edor. Desayunó sola

pues Octavio y

Pierína

ya se habían marchado a sus labores.

Lily, la acompañó a tomar un taxi

:

Gonzalo la esperaba en su oficina.

Fin

de: Trato Hecho

y

Pierína

.

By

:

leroyal