¡Maldito cabrón!
y por enésima vez me partirá el alma, me romperá el corazón, hará que le odie y que grite al viento: ¡Maldito cabrón!.
¡MALDITO CABRÓN!
Esta allí, frente a mí, al otro lado de la barra, sin atreverse a mirarme a los ojos. Y me duele su indiferencia, me duele que parezca que nada de lo que hemos sentido le importe, que parezca como si para él hubiera sido un terrible error. Para mí no lo fue, jamás me arrepiento de nada de lo que siento, y sentí amor por él, ¿cómo puedo arrepentirme de eso?, lo sentí, no puedo negarlo, forma parte de mí y de mi corazón. Sé que era imposible, muy imposible, pero no por eso debo negármelo como hace él, no por eso debo esconderme de su mirada, como hace él, no por eso....Pero de que sirven ya estas inútiles palabras, si él ni siquiera las escuchará, ni las leerá. Como siempre cerrará los ojos, se apartará de mí, pasando por mi lado como si yo no existiera, como si ni siquiera me hubiera conocido y por enésima vez me partirá el alma, me romperá el corazón, hará que le odie y que grite al viento: "¡Maldito cabrón!". Porque es eso, en eso se está convirtiendo para mí, con cada gesto suyo, con cada desdén, cada desaire, me parece más cabrón, más despreciable, más indeseable. Jamás creí que podría llegar a sentir todo esto por él, jamás pensé que el más imposible de mis amores, se convertiría también en el más odiado de ellos, jamás imaginé que él sería capaz de hacerme odiarle de este modo. Pero lo ha logrado, lo ha conseguido, y aquí estoy, perdida en un mar de lágrimas, deseando no haberle conocido, no haberle amado, pero sintiendo que no puedo arrepentirme de haberle amado, de haberle conocido. Me pone furiosa esta situación, me parte el alma este odio. Si miro hacía atrás aún puedo oír su voz diciéndome: "Princesita" y entonces rompo a llorar y mi alma de cae al suelo, y cuando levanto la vista y le veo mirándome con esa indiferencia vuelvo a gritar para mis adentros: "¡Maldito cabrón!". Desearía patearle, desearía arañarle, pero a la vez desearía besarle, abrazarle con fuerza y gritarle al oído: "¿Por qué me haces esto, cabrón?, ¿qué te he hecho yo para que me trates así?, ¿qué hay de malo en todo lo que hemos sentido para que me desprecies de este modo?". Nadie, jamás, ninguno de los hombres a los que he amado antes que a él, me han hecho sentir tanto odio, ninguno me ha destrozado el corazón de esta manera, pero él.... Él es capaz de sacar lo peor de mí. Él es un maldito cabrón que me destrozó el corazón.
Erotika (Karenc, del grupo de autores de TR). 5 de agosto de 2005.