MALDITA RUTINA. Parte IV

Llegamos al punto de no retorno. Todos los limites se habían pasado y ahora solo quedaba asumir lo que eramos y afrontar nuestra nueva vida. Ya nada iba a ser como antes

Después de lo ocurrido ninguno quiso tomar la iniciativa para hablar. El sentimiento era de vergüenza y de frustración. No era fácil hablar con tu mujer  sobre la paja que le hizo a otro, de cómo se ha exhibido, de que se ha liado con otras mujeres. Menos aun contarle las pajas que te haces con las escenas de mujeres disfrutando con cinco hombres a la vez, sin ni siquiera saber si llegado el momento sería capaz de hacerlo y soportarlo excitado sin hacer daño a nuestra relación.

Pasaron semanas, meses, y la rutina se estaba apoderando ya de nuestras vidas de nuevo. No sabía como podía manejar ésta situación.

Un día después de cenar acostamos al niño y a Paula le sonó el teléfono, era un whatsapp, noté como se agitó un poco disimuló y cuando pudo fue al baño con el móvil.

Poco después pasó lo mismo y ya empecé  a observar los movimientos del teléfono y me fijé en como desbloqueaba la pantalla. Miraba siempre con disimulo hasta ver el dibujo que hacía.

Cuando se descuidaba le echaba un vistazo al teléfono, pero no veía nada, si le escribían había borrado los mensajes. Estaba muy nervioso, por momentos pensaba que por las cosas hechas había perdido a mi mujer, que ahora ella quería más de lo que yo podía darle. Era angustioso.

Un sábado por la noche, a las 5 de la madrugada se encendió el teléfono de mi mujer, ella dormía y yo estaba inquieto, no me quitaba la idea de la cabeza. Con cuidado cogí el smartphone y miré, le habían mandado un mensaje, era el chaval al que le había hecho una paja en el aparcamiento y la estaba saludando, se me vino la imagen la cabeza de cuando intercambiaron los teléfonos.

Contesté como si fuera ella, a ver que decía y respondió que estaba cachondo, le fui contestando y él fue describiendo lo que hacía y como se masturbaba pensando en mí (mi mujer), como se imaginaba que me follaba hasta que se corrió. Por la hora que era supuse que venía de recogida, borracho después de la fiesta.

Cuando mi mujer se despertó le saqué el tema, le dije lo que había pasado y ella tras la confusión del momento me explicó que el chico le había escrito semanas después de lo que pasó, que habían sido conversaciones morbosas y que no me había dicho nada porque no sabía que intenciones tenía yo. Si iba a querer seguir con el juego o si por el contrario había decidido parar.

Estaba enfadado y celoso, más que hablar provocaba una discusión, hasta que Paula me dijo que según yo, qué tenía que haber hecho ella, que no era pitonisa ni podía leer mi mente para saber en cada momento qué me pasaba por la cabeza.

Me fui tranquilizando y es que ella tenía razón, fuimos hablando, ahora sí de forma profunda, para expresar con sinceridad lo que sentíamos cada uno. Le expliqué con cierta vergüenza que me excitaba al ver los videos de las mujeres siendo folladas por varios hombres, los videos de mujeres siendo infieles, cachondas mientras follaban delante de sus maridos. No obstante si me la imaginaba a ella el sentimiento no era el mismo, me sentía mal. No supe cómo explicarlo pero Paula se mostró muy comprensiva y tranquilizadora, recordándome de nuevo que para ella nuestro matrimonio era lo primero.

Después de esto quedamos en que íbamos a contarnos nuestras fantasías sin tabos, y cuando nos excitábamos mucho empezábamos a hablarnos mientras follábamos.

La mayoría de mis fantasías eran de exhibirla, más que de eso de que ella se excitara exhibiéndose. Introducíamos otros hombres de forma imaginaria, incluso compramos varios consoladores con los que jugábamos. Me gustaba verla exponiéndome el culo mientras cabalgaba un dildo y chupaba otro. Así fueron pasando los meses. Nuestra imaginación volaba libre, no obstante lo que al principio excitaba ahora estaba perdiendo un poco de interés. Faltaba pasar a la acción, eran historias incompletas.

A mí me daba un poco de repulsa e inseguridad el compartirla con otros hombres, no obstante cuando fantaseaba con la idea de que se prostituyera el sentimiento era diferente. El hecho de que follara con otros por dinero me excitaba sobremanera y no me generaba tanta inseguridad. Mientras follábamos se lo propuse y se lo tomo como una fantasía mas y entre los dos nos imaginamos la historia, pero en esta ocasión seguí hablándole del tema cuando terminamos, algo que la descolocó. Pero le expliqué que me excitaba más de lo normal, y que al ser sexo a cambio de dinero no me generaba esos miedos que tenía, o la repulsa a que otro hombre la follara. Esta vez se lo estaba proponiendo en serio.

Lo estuve pensando un tiempo y se lo volví a proponer. Ella se mostró desconcertada y ante mi insistencia me respondió que se lo pensaría. Así fuimos planeando como sería un hipotético encuentro. A mí me encendía, nunca había sentido tanto calor, era una sensación que no había experimentado antes, me ardían las tripas.

Aprovechando que el chico del parking le había escrito, le pedía a Paula que iniciara una conversación con él, a ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar y si le pagaría por follar. Iniciaron una conversación erótica y Paula le puso como condición para verse que le pagara. Finalmente él aceptó y quiso quedar con ella, preguntándole cuanto tenía que pagarle. Paula le dijo que 100 euros por una hora y el chico aceptó. La cuestión ahora sería como hacerlo y donde. A casa no podía venir, no quería que supiera nada de nuestra vida. Tampoco quería que la llevara a su terreno, podíamos perder el control de la situación, me daba miedo. Finalmente Paula le dijo que además de los 100 euros tenían que quedar en un hotel que debía pagar el. El chaval no quiso, dijo que no tenia tanto dinero.

Empezamos a buscar la forma de hacerlo, pensando mucho y buscando información por internet. Encontramos un puti club donde se ejercía la prostitución de forma normal y que además atendían parejas. No sabía que pudieran entrar mujeres a los putis, se ve que ese sí. Indagamos aún mas buscando en foros y opiniones y finalmente le mandamos un correo electrónico donde se le preguntaba si se atendían parejas y si en un momento dado Paula se podía prostituir.

Recibimos la contestación en la que se explicaba que las parejas podían entrar libremente, que seríamos atendidos por las chicas del club. Que si nos interesaba trabajar allí podíamos hacerlo, el negocio del club está en la venta de copas y el alquiler de las habitaciones. Una vez allí podíamos subir con una chica o con otros clientes, solo tendríamos que abonar la habitación.

Con esta información planeamos la visita al club, que estaba a unos 150 km de donde vivíamos, en una zona costera. Lo ideal era planear una escapada de fin de semana y aprovechar para ir a la playa que ya hacía buen tiempo.

Así lo hicimos y el viernes por la tarde estábamos en el lugar. Nada mas soltar las cosas en el hotel fuimos en coche al puticlub, sin intención de entrar, solo de cotillear. Así dimos varias vueltas por la puerta observando quien entraba, cuantos coches habían, que aspecto tenía. Todo era bastante correcto, coches habían pocos por la hora. Regresamos al hotel, dejamos el coche y salimos a pasear. Dimos una vuelta por el paseo marítimo, paramos en una terraza a tomar una cerveza y busqué un sexshop por internet. Me marcaba uno a 10 minutos andando. Fuimos allí en cuanto acabamos.

Compré un conjunto de lencería fina con un tanga de hilo negro, pequeño y transparente con un sujetador a juego también transparente. También un vestido de licra negro, ajustado y corto, muy corto. Le dije que comprara algo ella, que quería que tomara iniciativa. Compró un lubricante de sabores, un tanga que solo tenía un hilo con perlas y un bikini tanga amarillo.

Salimos y le dije de ir ya al hotel a arreglarnos y cenar, no quería que se me hiciera tarde por si íbamos al club estar más tranquilos, con menos gente.

Nos duchamos, vestimos y fuimos a cenar. No podía ni pensar de lo salido que estaba. La veía así vestida y quería follarla ya. Aguanté la cena y la llevé directa al club.

Entramos, fuimos a la barra y pedimos de beber. Habían varios señores con putas, cada uno separado, y luego 5 o 6 chicas más, que estaban vestidas como putas, lo que eran. Tras superar los nervios iniciales empezamos a sondear el terreno y se acercó una chica de unos 25 años que era un portento. Morena, alta, con una figura exuberante y guapísima. Estuvo hablando con nosotros, nos calentaba, se rozaba mucho. Le comenté que no sabíamos bien lo que buscábamos y que era la primera vez que veníamos. Ella estaba cada vez más decidida, sobando a Paula y contándonos lo que podíamos hacer en la habitación. Nos dijo que la tarifa eran 80 euros por 30 minutos para uno, y que para los dos la tarifa eran 100 euros 30 minutos. Tras varios minutos decidimos subir. Ella nos acompaña, pagamos en un mostrador y le da las llaves y un kit de aseo. Al entrar en la habitación nos lleva al aseo y nos indica que nos lavemos los genitales. Así lo hacemos y cuando terminamos la chica ya estaba desnuda y nosotros también. Todo un poco frio. Me tira en la cama y empieza a chupármela mientras Paula mira, se encuentra indecisa. Acelera mucho el ritmo y me agita fuerte con la mano, se me pone muy dura y se detiene para colocarme el condón. Empieza a cabalgarme y lo hace con mucha intensidad mientras Paula permanece mirando. Yo la sobo, está muy dura, tetas firmes, tiesas, u un culo redondo y fuerte. No aguanto ni un segundo y me corro. Esa chica quería acabar pronto.

Se lanzó a por Paula, que se mantenía tímida, y empezó a comerle el coño, ahora yo era el espectador. Mientras lo hacía yo solo pensaba en lo poco que había disfrutado de esa chica y del momento. Les dije que hicieran un 69, no quería que Paula se corriera pronto y la aventura acabara. Así mi mujer le comía el coño a la chica mientras yo sobaba su culo y se lo abría dejándolo expuesto. Empecé a comerle el culo mientras mi mujer le comía el coño. Mi mujer se corrió también, los espasmos la delataron y a la chica se le dibujo una sonrisa sabiendo que su trabajo estaba acabado. Después de eso nos vestimos y bajamos otra vez a la barra. Allí tomamos otra copa y observamos todo con detenimiento. La chica volvió a restregarse con un hombre y se lo llevó, las otras chicas nos miraban sin ningún interés sabiendo que ya habíamos desfogado. Entraron dos hombres jóvenes de unos 30 años, nos vieron a nosotros y pensaron que yo era un cliente y Paula una puta, siguieron a lo suyo y pronto aceptaron la compañía que les llegó y subieron. Nosotros a lo nuestro. Risas pausadas y conversación tranquila. Acabamos la copa y decidimos irnos, yo al menos con sensación de frustración. Lo que había pasado me había sabido a muy poco.

Nos fuimos otra vez al paseo a tomar algo, quería exhibir un poco a Paula con el vestido ese provocativo que tenia. Entramos en un Pub, no había mucha gente y se estaba cómodo. Pude notar como los hombres miraban a Paula, lucía muy bien con esa ropa, se le veía buena figura, un poco puta pero bien.

Finalmente nos fuimos al hotel sin mucho más que reseñar. Ni siquiera quise follar para no gastar energías del día siguiente. Hablamos sobre lo ocurrido con normalidad y pronto nos quedamos dormidos.

Al día siguiente cuando nos levantamos fuimos a la piscina del hotel después de desayunar. Aun no hacia demasiada calor, pero se agradecía estar tumbados tomando un poco el sol. Nos dimos un par de baños cortos y nos dio la hora de comer. Tras esto nos dispusimos para ir a la playa. Paula se cambió el bikini y salió de la habitación con una camiseta de manga corta ajustada, y un pareo. Se le marcaban los pezones y se notaba que no tenía sujetador.

Al llegar a la playa buscamos un sitio cómodo, había poca gente. Tiramos las toallas y Paula se quito la camiseta dejando los pechos al aire, era la primera vez que hacía topless. Luego se quitó el pareo, se había puesto el tanga amarillo que compró. Me pareció muy morbosa la situación. Pude comprobar como la gente la miraba con disimulo. Tomamos el sol, nos bañamos, estábamos como dos adolescentes. A ella se le notaba excitada, le estaba gustando lo que hacía.

Pasadas un par de horas decidimos que era hora de irnos, queríamos pasar de nuevo por el sexshop y queríamos reposar un poco, intuíamos que la noche podía ser larga.

Nos fuimos directos a la tienda erótica, y yo compré una mini falda de lycra roja a juego con un top. También tenía un micro tanga de hilo rojo y unos guantes de rejilla. Era ropa de puta. Paula estuvo mirando y se entretenía mucho en un consolador negro grande. Le dije que lo comprara.

Llegamos al hotel y directamente me tumbé en la cama, estaba un poco cansado. Paula se quitó el pareo y la camiseta y se tumbó a mi lado. Pronto empezó a acariciarme, yo estaba excitadísimo, tenía tensión acumulada de la playa. Se me puso el nabo muy duro y Paula empezó a pajearme muy despacio. Yo me hacía el desinteresado, pero mi poya estaba demasiado dura. Ella, consciente de esto, hacía movimientos muy lentos, incluso paraba de vez en cuando. Luego paró y se metió en la ducha. No tardó ni 5 minutos en salir, desnuda, y se empezó a vestir de puta. Cuando terminó, me acerqué a ella excitadísimo y empecé a acariciarla. Se puso de rodillas y se la metió en la boca mirándome a los ojos. Me la chupaba esforzándose en complacerme, lo hacía como una puta, y es que se estaba queriendo parecer a una de ella. No tardé en correrme inundando su boca con mi semen. Se levanto y se fue al baño para escupirlo.

Descansé un rato, me duché, me vestí y bajamos a cenar. Después de la cena fuimos a la habitación para que Paula se vistiera de puta. Encima se puso un blusón grande que le llegaba por los muslo y así nos metimos en el coche en dirección al puticlub.

Al bajar del coche ya iba vestida de puta, se había maquillado también como tal. Entramos y fuimos para la barra para tomar algo. Conforme entraba la gente notaba que la miraban y eso me excitaba. Ella con el mas mínimo movimiento dejaba a la vista su culo o la entrepierna. Coqueteábamos como si fuera una puta real y yo un cliente, y pasada una hora había entrado gente nueva que no sabían que estábamos juntos. Yo estaba empalmado de nuevo.

Entró un grupo de chavales jóvenes, de entre 20 y 25 años. Se acercaron varias putas que a los minutos, después de ser magreadas se iban. Se ve que no querían pagar, o no tan pronto.

Yo no aguantaba mas y le pedí a Paula que se acercara a ellos. Se hizo de rogar y luego me preguntó que hasta donde quería llegar. Hasta el final, le dije.

¿Seguro? Preguntó.

Sí, contesté llevando su mano hasta mi bulto. Pero si subes hazlo todo con condón, y tu culo por ahora solo te lo voy a follar yo.

Se alejó en dirección a los chavales, con esa minifalda de puta, me pareció una diosa. Nada más llegar ya empezaron a sobarla, y a mi me iba a explotar el nabo de lo cachondo que me ponía. Se pegó a uno, le rozaba con su culo y su coño y el chico le besaba el cuello. Cuando cogió mas confianza le subía con disimulo la minifalda, exponiéndola y sobándola por todos lados. Ella se portaba como una puta. Me miraba de reojo en señal de complicidad. Tenia en la cara una expresión mezclada entre la lujuria y la timidez.

Finalmente agarró al chico de la mano y se fueron. No me lo podía creer. Se iban a follar a mi mujer, y aunque no dejaba de sentir celos e inseguridad me estaba poniendo cardíaco.

Fuero los 15 minutos más largos de mi vida. No sabía ni como contenerme, estaba muy inquieto.

Cuando apareció él volvió con su grupo y ella se vino conmigo. Joder tenía delante a mi mujer, que venía de follar con otro y el silencio de un minuto parecía que duraba años.

Cuando le pregunté se mostró muy esquiva, se le veía incomoda, hasta que la tranquilicé, y empezó a contarme que le había pagado 80 euros, 20 euros para la habitación, que el chico se corrió pronto.

¿Qué has hecho? –pregunté-

Al entrar en la habitación le quité la ropa, le puse el condón y se le chupé. Estaba muy excitado, así que lo tumbé en la cama, me puse encima y se corrió pronto.

Eres una puta- exclamé-

Agachó la mirada avergonzada y yo le dije:

Eres una puta así que compórtate como tal, ve a buscar clientes.

Me miró indecisa, ruborizada, pero fui muy tajante y le trasmití seguridad.

Se levantó y fue otra vez hacia el grupo. Fue sobada por varios, y tras varios minutos de risas le pegó el culo en la polla a uno, moviéndose como si follara. Otro se le puso en frente y así estuvieron unos minutos hasta que se recompusieron y los tres se dirigieron hacia el pasillo donde los perdí de vista.

Esta vez tardó más en bajar. Yo ya no sabia ni quien era, mi mujer había estado follando con 2 hombres y yo lo había consentido, yo mismo la había entregado. Me sentía mal, avergonzado, celoso, indeciso, y al mismo tiempo cachondo. Excitado.

Cuando llegó a mi lado Paula me contó que había subido con los dos, que le habían pagado 150 euros, 20 para la habitación. Le pregunte si todo había sido con condón y respondió que si. Le pregunte si todo había ido bien y me dijo que si.

¿El culo? Solo para ti, respondió.

Paula me conto que los chicos eran educados, que la trataron bien. Que todo había sido muy normal, mientras uno le daba a cuatro patas ella se la chupaba al otro. Así estuvieron un rato hasta que se corrieron.

Agarré su mano y la lleve a mi bulto, a punto de explotar y le dije que le quería follar el culo ya, que no aguantaba más.

Eso lleva suplemento, contestó Paula.

Mas cachondo me puso cuando me pidió dinero, entendí que a ella también le estaba gustando la experiencia, incluso la estaba disfrutándo.

Eres una puta! Afirmé

Claro –respondió- cobro 70 euros la media hora, con griego 100 euros.

La agarré de la mano y la llevé a la habitación, pagué, le dieron el kit de higiene y entramos.

Me sentí violento cuando Paula me  puso el condón, pero entendí que se estaba portando como una auténtica puta. Me la chupo todo lo profundo que pudo y yo me iba a correr, sabia que después de lo que llevaba acumulado no aguantaría nada, así que la puse a 4 patas y se la fui metiendo en el culo. Solo necesité escupirle en el agujero y se la fui metiendo despacio. La recibió sin problemas y conforme aumenté el ritmo le daba azotes. Eres una puta, le decía al tiempo que se la clavaba hasta el fondo.

Me esforcé todo lo que pude en aguantar, aflojaba el ritmo, incluso paraba unos segundos. Finalmente me corrí en el culo de Paula.

Cuando la fui a besar se apartó, se recompuso, se limpió y se vistió. Me hizo ver que ella era una puta y yo su cliente.