Maldita rutina

De la vida rutinaria a la excitación de la exhibición. De las limitaciones de lo establecido a la liberación. Cambios de hábitos en una pareja común que se busca a sí misma. Lazos mentales que van a ser desatados

Todo estaba cambiando. Lo que había empezado como un juego o curiosidad ahora era deseo. Lo deseaba, sentía celos sí, pero me encendía solo imaginar a Paula deseada por otros. Ya no había marcha atrás. Quería seguir y quería más.

Soy Juan, 36 años. Casado con Paula de 32 años. Un matrimonio común con un hijo de 3 años. Ambos nos conservamos bien, vamos al gym para mantenernos y Paula mantiene muy bien su figura, 1.60, morena, cara de niña buena, piernas firmes y culo redondo. Pechos medianos y firmes.

Nuestra relación sexual ha sido siempre normal. A veces un poco más de intensidad, cuando hemos bebido al salir de fiesta pero sin hacer cosas exageradas.

No se si debido a esto o simplemente porque así es la naturaleza, empecé a aficionarme cada vez más a ver vídeos porno. Me excitaba mucho las escenas lésbicas, y a veces me he imaginado a Paula liándose con alguna amiga. Lejos de provocar algún recelo o rechazo me ha excitado muchísimo. Cada vez que salíamos, al beber alcohol, entre risas, la he visto bailando y hablando con alguna amiga y he querido que se comieran la boca. Si iban al baño juntas me las imaginaba tocándose y liándose allí mismo. Eso me encendía. Una vez me pasé con las copas y le insinué que no me molestaba si se liaba con alguna chica, entre amigos y entre risas, como quitándole importancia dije un par de veces que no tendría inconveniente a que mi mujer se liara con otra mujer siempre que no me lo ocultara.

La cosa siempre quedó ahí. Y poco a poco me fui cansando de las escenas lésbicas. Mirando varios géneros y dándome cuenta de que el porno, y el sexo en general no puede ser rutinario. Después de interesarte unas cosas pasas a la monotonía y necesitas otras cosas. Así me recorrí varios géneros, pasando por el interracial hasta llegar al voyeurismo, que me empezó a gustar sobre manera. Tanto es así que empecé a fantasear más de la cuenta con la idea de exhibir a mi mujer, de exhibirnos follando y de que incluso participaran otras personas. Cada vez que fantaseaba me excitaba, y mientras más tiempo pasaba peor. La veía vestirse para salir a cenar y deseaba que lo hiciera sin ropa interior. La imaginaba haciendo topless en la playa,  observada por otros, y en tanga o desnuda completamente. La imaginaba insinuándose a otros hombres y siendo deseada. Incluso fantaseaba con la idea de que la follaran otros delante de mí.

Vi un vídeo en el que un marido salía de fiesta con su mujer, en lencería súper erótica y un vestido que dejaba la espalda libre con un amplio escote. Al final de la noche el propio marido acaba entregando a su mujer para que otros tres le follen, tapándole todos los agujeros a la vez. Después de que los varones acaban corriéndose encima de la mujer, el marido se acerca a la mujer exhausta y ésta, aún con fuego en su interior se la chupa con lujuria, muy sensualmente. El marido acaba pronto, en la boca y ella se lo traga.

No consigo sacarme la escena de la cabeza, y ya no se que pensar al respecto. Tampoco encontraba el momento de hacerle ninguna proposición a Paula. El tiempo pasaba y había días en los que me tenía que masturbar 3 veces pensando en ese vídeo u otros similares.

Se acercaba el cumpleaños de Paula, y como no sabía que regalarle pues aproveché la tesitura y compré un conjunto de ropa interior similar al del video. Tanga negro de hilo con transparencia, medias y liguero a juego y un sujetador transparente sin aros, solo de fina tela transparente atado al cuello con una especie de collar de tela y en la espalda más bajo de lo normal. Ese sería mi regalo y a verlas venir.

Continuando por la avenida comercial, paso por un escaparate y veo un vestido muy parecido al del video. Que diablos, pido la talla de Paula y ahí estoy, con un vestido también atado al cuello, de una pieza, con la espalda al aire y una tela suave que insinúa a la perfección la silueta femenina.

Además organicé un cumpleaños con familiares y amigos, a la hora de comer, en casa de mis suegros que tenían un chalet con barbacoa y que después se encargarían de nuestro hijo, como hacían siempre encantados cuando salíamos de fiesta.

Le di el regalo en casa, por la mañana, a ver que cara ponía y para no hacerlo delante de la gente. Me desconcertó un poco la cara que puso, que en ningún momento fue de desacuerdo. Es más diría que le brillaban los ojos. Me dio las gracias y me besó.

Se lo probó, por si había que devolver algo, y salió para que le diera el visto bueno. Estaba espectacular. Desearía haberla follado salvajemente allí mismo. Ella se limitó a decirme que se le veía el sujetador por detrás, que era bajo, pero la espalda quedaba muy descubierta, aunque lo podía solucionar con una chaqueta que tenía a juego. Así la sacó se la puso y pude contemplar lo morbosa que estaba Paula. Nuestro hijo nos interrumpió, y ella se cambió de ropa, esta vez delante mía, así pude ver como le quedaba el conjunto de ropa interior. Quise chupar cada rincón de su cuerpo, la poya me iba a estallar y se lo hice saber, acercándome, abrazándola por detrás y pegando mi bulto a su culo. Nos besamos pero siguió a lo suyo. Termino de cambiarse con la excusa del niño.

No quise pajearme, pensé en aguantarme, hacer que Paula bebiera durante el cumpleaños, y a ver a donde podía llegar después. Quería estar excitado para atreverme a proponerle cosas. Follar en ese momento también habría restado fuerzas.

Durante la fiesta me venían erecciones y tenía que pensar en otra cosa, fui cuidando de que bebiera, cerveza, vino, y antes de terminar le di varios chupitos, para que se fuera entonando. Nos fuimos a casa a ducharnos y cambiarnos con intención de salir a dar una vuelta. Le pedí que estrenara el regalo y le preparé una copa para que se la fuera tomando mientras se arreglaba.

Salimos de casa y fuimos a un PUB, que estaba un poco retirado, así no me cruzaría con nadie que conociera. Al llegar nos pusimos en la barra y pedí 2 copas y 2 chupitos. A Paula se le estaba notando que estaba borracha, reía y se trababa un poco al hablar. Se puso a bailarme mientras yo estaba en el taburete, restregándome el culo con los movimientos. Nos besamos de forma más apasionada de lo habitual yo le metía la lengua todo lo que podía. Con cada magreo le subía un poco la falda y ella no ponía mucha resistencia.

Hacía un poco de calor, entre la bebida y el ambiente, y le dije que se quitara la chaqueta. En un principio se mostró reacia, porque se le veía parte del sujetador por detrás. El alcohol empezó a hacer mella y pedí otro chupito para echar aliciente. Se le veía cada vez más desinhibida, y como le insistí accedió. Se quitó la chaqueta, pero no estaba muy a gusto con la espalda al aire y viéndose la tela del sostén, que además era muy sensual por detrás. Como la noté inquieta le dije que se lo quitara y ya está. Se echó a reír, con cara pícara. Se te va la hoya, me dijo entre risas, pero la noté excitada. No era un no rotundo. Cada vez había mas gente y empezábamos a estar un poco apretados, con dos chavales de unos 22 años muy cerca, que no paraban de mirar a Paula, su figura, sus movimientos y su roneo conmigo. Lejos de molestarme los leves roces que daba a los chavales de al lado, por el espacio que se estaba reduciendo, me excité mas.

Paula quiso que la acompañara al baño y le dije que fuera sola, que la esperaba aquí mientras pedía otra copa. No quería ir sola y a mí me ponía muy cachondo que cualquiera se rozara con ella por el camino o intentara ligar.  No quiso ir sola, decía que había mucha gente, yo insistí, con la excusa de la copa y además insistí en que se quitara el sujetador, que le quedaba mejor la espalda al descubierto. Me besó, con pasión y se fue.

Tuve que apartarme un poco cuando pedí las copas porque me estaba quedando sin espacio. Y a la vuelta de Paula pude ver el contoneo de sus pechos. Me pareció súper erótico, nunca la había visto así, las tetas libres y los pezones marcados. Además inevitablemente tenía que rozarse con la gente para pasar y eso me gustaba aun más. Nada más llegar y besarnos me dijo que no iba más sola al baño, que alguien le había tocado el culo por el camino. Quizás esperaba una reprimenda por mi parte o un enfado. Simplemente se me dibujó una sonrisa y la besé de nuevo al tiempo que pude entender que los chavales de al lado cuchicheaban sobre la espalda de Paula, sabían que se había quitado el sujetador.

Bueno, el que te ha tocado el culo que se la casque luego. Reímos y Paula se vino un poco arriba, aunque sus movimientos ya se estaban volviendo torpes por el alcohol y sin ser consciente se iba rozando con la gente, y los chavales de al lado también, que se ve que no iban a pillar cacho y lo mas morboso que harían era disfrutar de la silueta de mi mujer.

Necesitaba ir al baño y Paula me acompañó. Al entrar en el de los hombres no había cola, en el de mas mujeres sí, y bastante. La dejé allí, esperando y al salir aun quedaba cola y Paula no aguantaba. La cogí del brazo y la metí en baño de los hombre, en el wc que estaba libre. Yo me metí con ella, que estaba ruborizara de haber visto varios hombres de pie meando. A uno le vió la poya perfectamente.

Estaba espectacular con el conjunto de lencería. Se levantó el vestido, se bajó el tanga y se puso a mear con la respiración muy agitada. Aproveché para sacarme la poya, que estaba durísima y ponerla en su cara. Ella la agarró y con una risa nerviosa se la llevó a la boca. Me la chupó mientras duró la meada y al terminar se limpió y se incorporó, dejándome con el nabo tieso. Se fue a poner el tanga y le dije que no lo hiciera, que ya hiciera la gracia completa y se quedara sin ropa interior. Estás loco, me murmuró al oído. Sin dejar que lo pensara le dí un tirón y le bajé el tanga, que ya en los tobillos acepto a quitárselo. Lo metí en su boca como había visto en las pelis porno y a ella se le pusieron los ojos como platos. Estás espectacular hoy, eres una diosa, le dije. Recogí el tanga, lo guardé en mi bolsillo y salimos a la pista otra vez entre risas.

Eran las 03.30 horas y el local encendió las luces, iban a cerrar. Salimos a la puerta con los vasos de plástico y allí entablamos conversación con una pareja de unos 38 años de edad, también bien cuidados. Nos propusieron ir a una discoteca cercana y aceptamos para tomar la última, no queríamos que se alargara mucho más la noche.

Al llegar había espacio para estar cómodos, y las chicas hababan de sus cosas y cogieron confianza rápidamente. Yo no podía aguantar mucho más. Me iba a explotar el pantalón, estaba empalmado y excitadísimo. Las chicas se alejaron un poco y comenzaron a bailar contoneándose un poco. Joder, las tetas de Paula se movían  de maravilla, sensuales, y Claudia (Así se llamaba) se mostró también natural, rozándose y tocando a Paula. Se veía que estaba acostumbrada a jugar con chicas cuando salía.

Tras un rato se acercan y dicen que van al baño. No le doy importancia hasta que caigo en la cuenta de que Paula no lleva ropa interior. Dios estoy ya por pajearme allí mismo. A la vuelta, las dos con unas risas y una complicidad muy picantona vuelven con sus respectivos, y Paula apoya su culo contra mí, notando lo duro que estoy. Bailamos suaves, sensuales y nos besamos. Apasionados, pierdo la noción del tiempo hasta que un tortazo de Claudia en el culo de Paula nos hace salir del trance. Venga tortolitos, un chupito dice con el vaso ya preparado. Todos reímos y Claudia cada vez juega más. Cada vez que puede baja la mano hasta el culo de Paula, como si no se diera cuenta de lo que está tocando, y de cuando en cuando la besa en la mejilla, bajo cualquier excusa. Entre risas acaba dando un pico a mi mujer, que tras ruborizarse, encuentra mi total aprobación con la mirada. Entre risas decidimos salir. Se hacía tarde y ya a la altura del coche nos disponemos a despedirnos. Hablando ya mas relajados Claudia se excusa y dice que espera no haberme enfadado con el beso, que eso lo hace con todas sus amigas. Mi contestación fue contundente. No me ha molestado, por mí como si le comes la boca o lo que te de la gana.(en tono de guasa) UUUUUU. Venga que luego os rajáis rápido mucho habar. JAJAJA, a mí me da igual repito haciéndome el valiente.

Todos reímos, y Paula no parece estar molesta por nada, al contrario, está recibiendo todo lo ocurrido con excitación. SISII, contesta Claudia, luego entráis en cólera.

YO NO, dije rotundo. MIRA EL VALIENTE, vamos a verlo y acto seguido toca las tetas de Paula por encima del vestido. Yo las miro como si no me importara y Paula me mira buscando la aprobación que le doy. Claudia saca la lengua y se la mete en la boca a Paula, que la recibe con ganas y sin apartar la mirada de mí.

Mira, si hasta se ha puesto cachondo dice Claudia, que con su otra mano agarra con fuerza el culo de Paula, sobándolo. Si es que al final a los hombres os encanta ver a dos mujeres follando.

Viene gente así que nos recomponemos un poco. Seguimos hablando distendido. A Fermín (pareja de Claudia) se le ve en su salsa. Se nota que está acostumbrado.

Claudia lleva las riendas, y agarra el paquete de Fermín. Este está ya a tope, dice mientras lo soba.  Paula está muy agitada, se le nota la excitación.

Como no encontró mucha oposición, claudia busca otra vez a Paula, y le susurra al oído. Las dos sonríen pero Paula niega con la cabeza. Siguen en ese plan varios minutos y Claudia soba con disimilo las tetas y los muslos de mi mujer. En un descuido mete la mano directamente en la entrepierna y en un gesto reflejo Paula se lleva las manos a las de Claudia, como queriendo impedirlo. Me mira, y se deja sobar mostrando una leve oposición.

Cariño, estás empapada, dice Claudia mostrándonos los jugos del coño. Lleva los dedos a la boca de mi mujer y los introduce para que los chupe. Yo no aguanto mas la presión y me rasco el paquete, Pero Paula ya se siente ruborizada y corta un poco, y con tacto la situación.

Finalmente dice que nos tenemos que ir, y tras intercambiar los teléfonos, se dan un morreo de despedida.

Cuando se van, y vamos a montar en el coche, Paula me pide el tanga y aunque no tiene mucho sentido se lo doy. Se levanta el vestido hasta la cintura, dejando una maravillosa visión de su conjunto de lencería, de sus piernas, y de su coño. Se agacha y despacio, sin prisas, se pone el tanga. Se recrea un poco para ajustarlo bien. En ese momento se acerca un grupo de jóvenes, borrachos y Paula baja su vestido, pero no hasta su posición natural, solo hasta tapar lo justo. Nos morreamos con descaro, la sobo con pasión, y al notar las miradas del grupo lo hago con furia, moviendo el vestido y dejando ver parte de su culo. Desearía que se hubiesen acercado, pero se alejan. Tras una leve frustración le digo que se ponga también el sujetador, y con los ojos llenos de lujuria, irradiando calor corporal, se desabrocha y baja el vestido, esta vez por arriba, dejando los pechos al aire. Con detenimiento saca el sujetador del bolso y se lo pone, sin ninguna prisa, en la calle y protegida solo con el coche. Después se coloca el vestido. ¡Vámonos ya! dice.

Nos subimos al coche y nada mas arrancar cojo su mano y la llevo hasta mi entrepierna, no aguanto más, voy a explotar. Tras sobar un poco acaba desabrochando el pantalón y me hace una paja mientras conduzco de camino a casa. Aprovecha un semáforo en rojo para agachar la cabeza y metérsela en la boca yo aprovecho para levantar el vestido y sobar su culo, que queda expuesto. No aguanto mas, me voy a correr pero lo impide el semáforo que se pone en verde y al reanudar la marcha Paula se incorpora, con el vestido por la cintura, no hace el intento de ajustarlo, incluso se le escapa una mano que va hacia sus pechos y los acaricia como acto reflejo. Está muy excitada y se le nota. Mira de reojo hacia mi poya, que va a explotar en cualquier momento y extiende la mano para agarrarla. La freno con mi mano y le digo que si me toca me corro. Se le dibuja una sonrisa de ninfomanía en la cara, tiene la expresión de una puta fogosa. Aun así la agarra y la mueve muy suave. No ando ni 10 segundos y paro el coche en un aparcamiento que veo en la propia avenida por la que estoy circulando. Me bajo y me voy hacia la puerta de Paula que me está esperando sentada con el vestido subido hasta la cintura y la expresión mas salida que le he visto jamás en la cara. Con el rabo fuera abro su puerta, ella se gira sacando los pies y apoyándolos en el suelo y yo permanezco de pie con la poya a la altura de su cara. Ya sabe perfectamente lo que hay que hacer, pero lo hace como nunca, con mas saliva, más profundo y más guarro que nunca. Le desabrocho el vestido y el sujetador dejando los pechos al aire, lo hago deprisa porque voy a explotar. Ella acelera el ritmo y me corro. Parece que está saliendo litros de esperma y Paula lo guarda en su boca, creo que con mis embestidas ha tragado bastante, y el resto termina dejándolo caer en sus pechos. Realmente creo que lo ha hecho queriendo para tener la excusa de acariciárselos. Ella disimula, finge que se está limpiando pero lo que hace es sobarse las tetas que debe tener ultra sensibles. Cuando parece que ya hemos terminado se la vuelvo a meter en la boca, para que me la deje bien limpia. Ella reacciona muy bien. Lo acepta todo. Lo saborea. Se recrea.

Finalmente la saco y me monto en el coche para conducir camino a casa. Ella sigue con las tetas al aire, y mientras yo conduzco se va limpiando. Prácticamente tiene el vestido en forma de cinturón. Se recrea, creo que lo hace porque también siente morbo de exponerse.

Queda una vuelta a la manzana y llegamos a casa. Ahí si que Paula se recompone. Guardamos el coche y entramos en casa. Yo ya estoy cachondo otra vez, hoy no necesito mucho tiempo de recuperación y  voy a aprovechar la calentura que tiene mi mujer.

De camino a la habitación casi le arranco el vestido y la ropa interior, así llega totalmente desnuda, y ya en la habitación se arrodilla, me baja el pantalón y comienza a chupármela de nuevo. Nunca lo había hecho de rodilla, y menos aún con esa expresión en la cara. A ella le estaba gustando todo tanto como a mí. Me comía los huevos y se la metía hasta la garganta. Era una auténtica zorra.

Cuando ya está de nuevo bien dura, me desnudo, la incorporo y la tiro en la cama para abrirla de piernas completamente y darle la mejor comida de coño que le había hecho hasta el momento. Cuando el coño era insuficiente le comía el culo, incluso metía la punta de la lengua. Paula no hacía ascos a nada, y recibía las lamidas con suspiros de lujuria. Era la primera vez que le hurgaba en el culo y los dos estábamos encendidos, Paula incluso agarra mi cabeza con fuerza para hacer fuerza y controlar los movimientos que ahora van del coño al culo de forma inagotable, hasta que las contracciones y los gemidos de mi mujer me advierten del orgasmo que está teniendo.

Tras esto le doy la vuelta y la penetro con violencia desde atrás, mis embestidas son salvajes, abofeteo sus nalgas y llevo un dedo a su ano, introduciendo la primera falange.

Esto es demasiado para mi, y acabo derramándome dentro. Me corro con furia y noto, que aunque satisfechos, ambos queremos más. Tengo la sensación de que esta aventura solo acaba de empezar.