Maldita resaca...

Escuchándole vociferar... ‘Daniela hija, ya he despertado al maricón de tu exnovio, dile que mueva el culo y salga del dormitorio de tú hermano’. Y asustado y al mismo tiempo angustiado, me quedo al enterarme de la identidad del cabrón que me acaba de follar, pues no era otro que mi exsuegro.

Maldita resaca...

No era mi casa, era evidente, pero cuando desperté, comprendí que estaba aún bajo los efectos del alcohol, aunque quizás más que de esto, debo decir que de la resaca. Y que resaca madre mía, debí beber la noche anterior mucha más de la cuenta, debí de pasar incluso esa franja que me marco. Limite que suelo mantenerme, o al menos para poder llegar a casa, pero era evidente que no estaba para nada, ni recordaba cómo había llegado.

Me dolía todo, me costaba levantarme, por no mentar incorporarme, viéndome por el reflejo del espejo del armario con tan solo mis calzoncillos y los calcetines. No acordándome no solo como llegué a esa cama, sino cuando me desvestí, momento que, por la decoración de ese dormitorio, ignoraba donde coño estaba.

Como no me podía levantar, decidí moverme como suelen moverse los bebes, acabando por girarme, quedando boca abajo, pensando que quizás de esta manera me sería más fácil incorporarme. Pues la idea era gatear hacia atrás hasta el filo de la cama, cosa que comencé, iba retrocediendo lentamente. Aunque lo cierto que el mismo roce de mis rodillas sobre las sabanas, eran molesto, iba poco a poco, postura (tipo perrito) que no me gustaba demasiado, quizás más si alguien lograba verme.

Cuando escuche un ruido, creo que provenía de afuera, y lo siguiente que escuche, creo recordar que fue la puerta abrirse, escuchando el picaporte girarse. Y notar minutos más tarde unas manos grandes alojarse sobre mis nalgas, aquello me dejo helado, ignoraba quien coño era, tampoco podría reprochar nada.

Intente decir algo, pero mi boca seca y pastosa, quizás aún bajo los efectos de la resaca, me impedía decir algo claro y con sentido. Esas manos cuya aspereza me da por pensar que deben de ser de una persona mayor, comenzando estas por acariciarme mis nalgas, notando algo impropio la verdad. Caricias que eran un magreo puro y duro, siendo cada vez más con descaro, volviendo a intentar vocalizar, pero sin mucho éxito la verdad. Llegando a escuchar a esa persona, preguntarme por lo que decía, cuyo tono de voz me era conocida, pero que lograba poner esa voz a un rostro.

Y acto seguido, notar como tiraba de mis calzoncillos hacia abajo, prenda que se me quedo a medio muslo, sintiendo poco después como esas manos separan mis glúteos. Dejando para el final algo que me dejó sin palabras, pues sentir como una lengua larga y áspera se deslizaba por entre mis nalgas, haciéndome estremecer... ooohhh!!.

Y tras unos minutos que poco pude hacer, note como esa lengua abandonaba mis nalgas y era sustituida por algo mas cálido y grueso, algo que adivinas que es, pues no hay que estar muy borracho para adivinarlo, siendo esto mucho más grueso y en nada, tras un fuerte dolor, introducirse... ooohhh!!.

Intentando apartarlo, pero este me tenía fuertemente sujetado por mis caderas, mientras continuaba embistiéndome, no escuchándose otro ruido en el dormitorio que su pelvis golpear contra mis nalgas. Y cuando finalmente me entregue al placer, este comenzó a magrear primero y pellizcar después mi pecho, echándose sobre mí y sentir su asquerosa respiración en mi cuello, mientras me babeaba este... uuuffff!!.

Mientras yo jadeaba y suspiraba de placer, no pudiendo hacer nada más, cosa que esté mismo me hizo callarme, pues me advirtió de que podría escucharme su hija, ya que está estaba cerca, proponiéndome morder la almohada. Y tras cogerla, no me quedo otra que morderla, silenciando mis quejidos y cualquier otro sonido de satisfacción... ooohhh!!.

Y esté iba a lo suyo, acabando por colocar sus manos en mis hombros, una a cada lado de mi cabeza, apretando fuertemente hacia él, comenzando a embestirme de una forma brutal... aaahhh!!. Tal fue el dolor que, no pude evitar soltar un par de lágrimas, mientras sentía como su glande golpeaba mi próstata, una vez tras otra... ooohhh!!.

Y ver el cielo cuando paro, dándome un poco de tregua, acabando por apartar su mano derecha de mi hombro, mientras la izquierda aún permanecía, mano derecha que acabo por posar sobre mis cabellos, finalizando por agarrar y tirar de ellos... uuummm!!.

Comenzando nuevamente, penetrando con frialdad y tesón, embistiéndome con dureza, como si deseara demostrarme algo, mientras tiraba de mis cabellos al tiempo que me oprimía mi hombro con una de sus manos... mmm!!. Sintiendo poco después como este, comenzaba a descargar dentro de mí su corrida, mientras me decía...

  • “Joder... maricona, ¡menudo polvo que te he echado... eeehhh!!”.

Sacándola, y tras limpiársela con mi propia ropa interior, finalizo por salir del dormitorio, escuchándole gritar desde fuera...

  • “Daniela hija, ya he despertado al maricon de tú exnovio, dile que mueva el culo y salga del dormitorio de tú hermano”.

Asustado y al mismo tiempo angustiado, me quedo al enterarme de la identidad del cabrón que me acaba de follar, pues no era otro que el padre de mi exnovia. La cual le hace saber que, se está duchado aún, pidiéndole que hiciera el favor de ayudarme a levantarme.

Momento en que vuelvo a ver a este entrar en el dormitorio, ver que camina hasta quedarse al filo de la cama, quedando a la altura de mi cabeza. Sintiendo como con una de sus manos, me coge del cuello y me tira hacia él, acercando mi cara hasta su entrepierna, viendo como con su otra mano, acaba por sacar su polla morcillona. Miembro que restriega por mis labios, incitándome a metérmela en la boca, amenazándome con llamar a su hija en esos momentos, no quedándome otra que separar mis labios y permitir que me la meta. Chupe su glande que sabía a semen aun, trague su tronco hasta que las arcadas y después nauseas me permitieron, cosa que el mismo lograba a oprimirme mi nuca. Comenzando a decirme...

  • “A que no adivinas quien te desnudo y te metió en la cama, pues a noche viniste en un estado deplorable, tanto que lamente que habías sido el novio de mi hija”.

Dice y entre gemidos debido a la mamada, prosigue...

  • “Pues eso, te desvestí, dejándote tan solo en calcetines y calzoncillos que, por cierto, ni parecen que sean de hombre, ¿Cuándo coño te pondrás unos ‘gayumbos’?”.

Momento en que sentí una de sus manos de nuevo en mis nalgas, cuyos dos de sus dedos se me metieron hasta los mismos nudillos, eso sí, aun seguía tragando aquella verga, ahora dura y toda su plenitud. Continuando este con su alegato, diciéndome...

  • “Y fue dejarte sobre la cama, cuando echo una mirada hacia atrás y ver ese culito en esa pose, como que se me empalmo la polla. ¿A que no adivinas que acabe por hacer?”.

Afirmándome...

  • “Pues si... señor, cogí y aproveché ese ‘coñito’, menudo culo que tienes, como engullía el muy hijo de puta, ¡daba la sensación que no era su primera polla que tragaba... uuuffff!!”.

Acabando por confesarme que estuvo follándome durante un buen rato, descargando y marchándose a dormir, dejándome descansar y el coger la cama, como pocas veces lo había echo. Dándome por pensar en cómo había despertado, y aún más en la facilidad con la que me entro su miembro. Y minutos más tarde, sin que este me dijera o avisara, comenzó a correrse en mi boca, no apartándose hasta que no se cercioro que me trague toda.

Sacándola de mi boca flácida y con un hilillo que, aún mantenía en contacto su glande con mi labio, acabando esté por guardársela, pidiéndome que me pusiera algo más decente. Y escucharse a mi exnovia Daniela al fondo, decirme...

  • “José, salgo del baño, puedes usarlo y ducharte cuando quieras, vale”.

Continuando por decirme desde el interior de su dormitorio...

  • “Ve duchándote, ahora entro y te dejo algo que ponerte, ya que tus ropas están aún mojadas tendidas”.

Y sí, me marché hacia el baño, y cerré la puerta tras de mí, quitándome las únicas prendas que aun tenia, mis calcetines y los calzoncillos. Abrí el grifo de la ducha y esperé fuera a que este saliera agua templada, acabando por entrar al poco, sintiendo esa agua refrescar mi cuerpo y calmar algunas de mis partes doloridas. Tomar una pastilla de jabón que había en el interior de la jabonera, comenzando a enjabonarme. Y escuche la puerta abrirse, dando por hecho que debía de ser mi exnovia trayéndome algo de ponerme, y mientras seguía enjabonándome, pensaba como coño la deje escapar.

Aunque lo cierto es que lo dejamos por decisión propia, ya que ambos nos iríamos a universidades diferentes, ella a Salamanca y a Madrid yo, recordándome que la distancia no era lo mío. Y cuando estaba en mis pensamientos, esa voz de tono grave me volvió a la realidad, diciéndome...

  • “Eso... tú enjabónate hay bien fuerte, no te imaginas como de dura se me está poniendo solo al verte enjabonarte”.

Suelta y me da por pensar, cuando coño sea metido esté cerdo en el baño, cayendo al momento, pensando en que no había sido mi exnovia quien había entrado a traerme la ropa, sino esté a espiarme. Y así se lo hice saber, y esté responderme con un tono molesto...

  • “Vamos a ver listillo, me lo ha dicho mi hija Daniela que entrará a traerte la ropa, ya que ella ha dejado de ser parte intima tuya, quedando en solo una amiga”.

Dice y continúa...

  • “Además, me he tomado la libertad de sustituir algunas prendas, ya que no permito que lleves algunas de mi hijo”.

Y bien recuerdo que, cuando llama mi atención para enseñármelas, girándome y ver, como había cambiado unos ‘gayumbos’ de su hijo por unas braguitas de su hija, dejándome eso sí... las calzonas. Y darle por contarme...

  • “Aún recuerdo la primera vez que mi hija te trajo a casa, presentándonos oficialmente como su novio, día en la que estábamos celebrando un cumpleaños”.

Siguiendo...

  • “Recuerdo perfectamente ese día, pues un padre debe de recordar los momentos de sus hijos”.

Dice, continuando...

  • “Era por el mes de julio, y recuerdas ese día en concreto por una serie de cosas, como que, cuando te trajo mi hija no traías bañador, dándote mi hija uno de su hermano”.

  • “Prenda que por cierto no pegaba, viendo que no era de tu estilo, y no porque este fuera de tipo natación (uno de esos que parecen un ‘slip’), sino que parecías otra cosa”.

Prosiguiendo...

  • “Y si no te enteras, te lo dejo más clarito, no te valían porque de lejos algunos invitados, te tomaron como una chica en vez de un chico, avergonzándome al decirles que eras su novio”.

Acabando por justificar su mal criterio sobre mí, diciendo...

  • “Y cómo te he dicho, recuerdo perfectamente ese día, pues fue de los pocos que pase una enorme vergüenza por mi hija, ya que aquellos amigos míos que no te conocían”.

Calla unos segundos, cuya mirada podría rayar hasta un cristal, volviendo a decir...

  • “Sabes que decían mis amigos... ‘Pues da igual que sea un chico, ya que son de esos que dan el pego, y seguro que, dependiendo de la situación, acabas dándole como si fuera una chica’”.

Y acabe por salir de esa ducha, tan avergonzado por sus palabras como la vez anterior, acabando por pedirle que saliera del baño para poder vestirme. Contestándome esté...

  • “Tú no eres nadie para echarme de mi propia casa y aún menos del cuarto de baño, además me iría si tuvieras pelotas de verdad, cosa que no has demostrado mientras gemías como una niña, cuando te estaba follando”.

Y no hubo mayor temor y al mismo tiempo miedo, cuando salí por fin de la ducha, secándome mientras este hombre me miraba, intentando tapar mis vergüenzas al mismo tiempo que, intentaba zafarme de una de sus manos, pues el muy cerdo, no dejaba de intentar cogerme el culo. Tome con rapidez las calzonas para colocármelas, pero este que no es ‘perro flaco’, las tenía bien cogida, acabando esté por darme las braguitas, cuya fija mirada me transmitía que, no era un ofrecimiento sino una obligación. Colocándome esas braguitas de color negras de encajes, braguitas tipo culote, prenda que me dio la sensación que fui yo quien se las regalé. Poniéndome finalmente las calzonas y una camiseta, saliendo del baño, buscando a mi exnovia, pues deseaba pedirle explicaciones por mi presencia en su casa. Y esta solo justificarse, diciéndome...

  • “Estabas totalmente borracho, tanto que no tan siquiera te mantenías en pie, teniendo que ayudarme mi propio novio a traerte a casa, luego ya me ayudo mi padre, quien se encargó de todo”.

Y pensaba... ‘que encargarse su padre, sí que se encargó bastante bien’, acabando mi exnovia por hacerme saber que tenía que salir, cosa que yo le ‘rogué’ más que pedirle irme con ella. Pero tanto ella como su propio padre me lo impidieron, mi exnovia justificándose que se iba con su novio, dejándome claro que ya estaba este bastante cabreado al llevarme a su casa, no deseando empeorarlo. Y su padre, soltando...

  • “No hombre... no, tú te esperas aquí hasta que tus ropas se sequen, no quiero tener esta mierda aquí, que seguro que las usaras como excusa para venir a mi casa”.

Y como dice el dicho... ‘A perro flaco todo son pulgas’, no me quedo otra que aceptar, y más aún tras pedírmelo ella misma, pues acabo por darle la razón a su padre. Marchándose esta, y quedarme a solos con mi exsuegro, el cual acabo por preguntarme...

  • “Le has dicho ya a mi hija que, te has dejado preñar por mí”.

Mirándole incrédulo, acabando por hacerle saber que no, pues no era precisamente un tema de conversación, obviamente menos eso, volviendo este a decirme, pero con un tono más amenazante...

  • “Si quieres que este secreto se mantenga entre nosotros, creo que durante un tiempo, nos vamos a ver más a menudo, dime... ¿qué te parece?”.

No le conteste, quedándome callado, pensé que era lo más razonable, pero mi exsuegro dijo...

  • “Haces bien en callar, pues como suele decirse... ‘quien calla otorga’, por lo que significa que aceptas, bueno, aunque la verdad es que no te quedaba otra”.

Y no quedarme otra que ceder durante unas semanas, tiempo que por poco acabe incluso con reconciliarme con mi exnovia, pues está había peleado con su novio, aprovechando el momento para consolarla. Ofreciendo mi hombro para que pudiera llorar, siendo esa persona que pudiera escucharla y animarla. Pero bueno, debo decir que esas semanas dieron para mucho, sobre todo para comprender que no eran momentos para volver con ella. Ya que su padre me lo haría pagar muy duro... y de eso tenía constancia, quizás en otro momento os haga participe de lo acontecido.

Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).