Mala fe 8 (Final)

Fin de la historia

Mala fe 8 (Final)

Después de hablar con Susana fuimos a su casa, las pruebas contra su hermana eran contundentes. Poco se podía hacer, por lo que nos contó. Esther no había cometido ese delito fue Marta, pero la misma persona que había hecho el video de Marta follando con Bruce. Fue la encargada de cambiar la imagen de Marta por la de Esther, Esther se había quedado en ese hotel muchas veces por trabajo y la reconocerían si la policía preguntaba.

Ese fue el video que utilizo Marta para obligar a Esther a prostituirse, aunque Esther no hubiera hecho nada, el video estaba tan bien hecho que terminaría siendo culpable. Helena y Bruce llamaron a una abogada que ellos conocían, era muy buena y tal vez podría conseguir algo. Susana nos pidió que la acompañáramos al hospital, quería saber el estado de salud del padre de Lidia. Llevaba mucho rato llamándola y esta no cogía el teléfono, nos pusimos en marcha y al llegar preguntamos por el enfermo.

Al llegar a la habitación de hotel, vimos a una Lidia totalmente abatida, según nos contó Susana, su padre tenía problemas con el juego, pero siempre había sido un buen padre. Las veces que dejo de apostar fue porque necesitaba ese dinero para su hija, la madre de Lidia les abandono. Lidia jamás perdonó a su madre, su padre no sería perfecto, pero no huyo y daba la cara cuando era necesario.

Lidia se giró al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, estaba destrozada. Según nos contó. La paliza que había recibido su padre, estuvo a punto de matarlo. Susana y Lidia se fundieron en un emotivo abrazo, después todos salimos de la habitación pues el médico quería hablar con Lidia. Yo fui a la máquina de café, seguido por Sharon y al poco se acercó Susana.

• Juan, mi hermana se había reformado había encontrado trabajo a media jornada, para pagarse los estudios – dijo una llorosa Susana.

• Tranquila Susana, Helena y Bruce se han puesto en contacto con una buena abogada – dije.

• Además tenemos un plan de contingencia – dijo Sharon.

• ¿Estás segura? – pregunté.

• Si, ya es hora de ponerlo en marcha – dijo Sharon.

• ¿No crees que la abogada pueda hacer algo? – pregunte.

• Soy policía Juan, ya te digo, por muy buena que sea la abogada, las pruebas son contundentes – dijo Sharon.

Susana nos miraba intrigada, miro a Sharon, esta la sonrió y le dijo.

• De momento no puedo contar nada Susana, pero si todo sale como lo he planeado, tu hermana y Esther saldrán pronto – dijo una sonriente Sharon.

Sharon nos dejó para que habláramos Susana y yo.

• Tu novia es una mujer increíble Juan – dijo Susana.

• Sí que lo es – dije.

Susana y yo nos miramos mientras terminábamos el café, el médico salió de la habitación. Habían sedado al padre de Lidia para que pudiera descansar, Lidia nos contó que estaba fuera de peligro, pero que la recuperación sería lenta por la gravedad de las lesiones y que seguramente se quedaría cojo. Tenían que operarle la rodilla, pero el médico no las tenía todas consigo.

Al día siguiente quedamos con la abogada y como dijo Sharon, las pruebas eran demasiado contundentes. Sharon me miro, abrió su portátil y mando un correo electrónico, en el dejo el número de un móvil de tarjeta irrastreable.

• ¿Qué has hecho Sharon? – pregunte.

• He estudiado los perfiles de los jefes de Marta, le he mandado el correo electrónico al que tiene el perfil más dialogante – dijo Sharon.

• ¿Funcionará? – pregunté.

• No tenemos muchas más opciones – dijo Sharon.

• Espero que funcione tu plan – dijo Susana.

• Yo también Susana – dijo Sharon.

Sharon era consciente que si su plan no salía como había planeado. Todos estaríamos muertos, nos contó cuál era su plan. Sharon sabía que los jefes de Marta eran intocables, aunque los actuales cayeran, otros ocuparían su puesto. Esas personas eran producto de un sistema corrupto y ese sistema necesitaba a personas así, su plan era utilizar a esas personas en nuestro beneficio. Si mandábamos las pruebas que teníamos a la policía estas desaparecerían en algún cajón, Marta y Roberto se librarían y la hermana de Susana y Esther se pudrirían en la cárcel.

• ¿No es muy arriesgado hermana? – pregunto Bruce.

• Si, pero en poco tiempo uno de los jefes sabrá que Marta obligo a sus modelos a ayudarla a robar documentación, que podrían usar para chantajearlos – dijo Sharon.

• Tú lo has dicho, si les damos toda la información, la harán desaparecer, que les impediría destruirnos después – dijo Helena.

• Nada, pero Marta se ha atrevido a robarles información para chantajearles en un futuro, os aseguro que esa traición la va a pagar cara – dijo Sharon.

Luego nos dijo que después de esto si al final salíamos con vida, dimitiría de ser policía.

• ¿Por qué Sharon? – pregunte.

• Porque voy a entregar documentación a unos delincuentes que podría utilizar para encerrarlos – dijo Sharon.

• Es por una buena causa – dijo Lidia.

• Eso es irrelevante, estoy faltando al juramento que hice, no me arrepiento, pero tengo que ser consecuente – dijo Sharon.

La hermana de Susana y Esther pasarían setenta y dos horas en los calabozos del juzgado antes de ir, delante del juez/a. después ingresarían en prisión a espera de juicio, hasta entonces no podríamos hablar con ellas. Sharon hizo un par de llamas a agentes de alto rango de la policía que le debían favores por ayudarles a dar caza a ladrones internacionales que habían robado obras de arte en el país.

Consiguió que una vez Esther y la hermana de Susana entraran en prisión, les pusieran juntas en la misma celda. De esa manera podrían protegerse la una a la otra, confiaba plenamente en Sharon, pero la mala suerte perseguía a nuestra familia y teníamos muchas papeletas de que algo saliera mal. Tenía miedo a que todo volviera a saltar por los aires, Lidia se quedó pasando la noche con su padre. Susana decidió que iría a casa de sus padres, estos estaban destrozados y quería estar junto a ellos. Le temblaban las manos, Sharon y yo decidimos acompañarla.

• Estoy rezando Juan, no lo he hecho en mi vida, pero algo me dice que tenga fe en este plan – dijo Susana.

Sharon sonrió y a mí que queréis que os diga, me dio moral. Susana se despidió de nosotros y volvimos a casa, al llegar vimos que el coche de Marta estaba aparcado delante de la casa de Bruce y Helena. Al llamar, fue la misma Marta quien nos abrió la puerta. Tenía la cara hecha un cromo, la verdad es que mi hermana tenía una mala leche de la ostia.

• Mira que habéis tardado en llegar – dijo una sonriente Marta.

• ¿Qué haces aquí Marta? – pregunte.

• Nada, venía a hacerle una oferta a tu hermana, si acepta haré que suelten a la hermana de Susana y Esther – dijo Marta.

• ¿Qué oferta? – pregunto Sharon muy enfadada.

• Nada, tengo un cliente que busca un perfil de mujer como el de Helena, le he enseñado una foto de ella y está dispuesto a pagar mucho dinero, por follar con ella – dijo una burlona Marta.

• A además si le dejas darte por culo, pagara el doble – dijo Marta riéndose.

• ¡Vete de aquí! – espeto Sharon.

Os prometo que desde que la conocía, no le había visto una expresión como esa. La misma Marta se dio cuenta y dio varios pasos atrás, la verdad era que daba miedo. Marta vino con dos hombres, nos imaginamos que serian guardaespaldas. Hicieron ademán de moverse, Sharon saco su arma y les miro.

• Bien, ¿merece la pena que perdáis la vida por un ser despreciable ¿como esta mujer? – dijo Sharon con una voz glacial.

Los guardaespaldas recularon, Marta se les quedó mirando con cara de enfado, después miro a Helena y le dijo. Solo tenías que dejarte follar una noche y todo se solucionaría, pero al final eres tan egoísta como yo. Helena se levantó de un salto y arranco contra Marta. Sharon y yo nos interpusimos en su camino y miramos a Marta.

• Marta ya has escuchado a Sharon, vete, me parece que has perdido el norte del todo y no eres consciente ni de lo que dices – dije enfadado.

• Muy bien, Esther y la hermana de Susana se pudrirán en la cárcel y tú tenías la llave de su salvación – dijo Marta.

• Si ellas se terminan pudriendo en la cárcel, será por tu culpa, no lo olvides Marta – dijo Bruce.

Marta sonrió y salió por la puerta, Helena se echó a llorar.

• Todo esto a pasado porque en su día me negué a follar con ese tío, si lo hubiera hecho tal vez… - dijo Helena.

• Que estás diciendo, no caigas en su trampa Helena – dije.

• Si Helena, ella sigue resentida por lo que tuvo que hacer aquella noche, ¿crees que si cedes no te chantajeara más adelante? – dijo Sharon.

Bruce abrazo a Helena para consolarla, Sharon y yo salimos fuera. Sharon estaba muy enfadada, la miré y le dije.

• ¿Le abrías disparado? – pregunté.

• No, además no hubiera podido aunque hubiera querido – dijo Sharon.

Saco la pistola y al apretar el gatillo se encendió una pequeña llama, era un mechero. Me quede mirándola a la cara y le dije.

• ¿Has amenazado a dos hombres que podían ir armados con un mechero? – pregunte.

• Ellos no sabían que era un mechero, además, esta era una arma real en su día, la modificaron mis compañeros para hacerme un regalo – dijo Sharon.

• ¿Fumabas? – pregunté.

• Hace mucho tiempo, la llevo porque me trae buenos recuerdos – dijo Sharon.

Su móvil de tarjeta vibro y al mirarlo, en la pantalla aparecían unas coordenadas. Parecía que uno de los jefes de Marta, estaba dispuesto a hablar. Iríamos Sharon y yo. Sharon opinaba que por mi trabajo estaba más acostumbrado a situaciones de peligro que cualquiera de los otros. Más acostumbrado si, pero el miedo estaba allí y yo cuando se me pasaba la adrenalina me cagaba como el que más.

Cenamos con Bruce y Helena, después de la charla que tuvieron. Se veía más animada a mi hermana, Helena estaba cansada, estaban siendo demasiadas emociones en pocos días y necesitaba descansar. Nos despedimos de ellos y nos fuimos a mi casa, bueno, nuestra casa. Tenía claro que Sharon era la mujer con la que compartiría esa casa, me subí a nuestro dormitorio y me metí en la ducha.

El agua caliente siempre me había relajado, me sentía fuera de mi elemento, es verdad que me había puesto en situaciones de peligro. Nubes piroclásticas, lenguas de lava, tigres y leones, incluso tiburones blancos, pero ahora no sabía si le sería de mucha ayuda a Sharon si las cosas se ponían peligrosas.

Mientras estaba en mi mundo, note como unas manos me rodeaban por la cintura y me daban un beso en la nuca, cosa que hizo que todo mi cuerpo temblase. Me di la vuelta y allí estaba la mujer más hermosa del mundo desnuda, delante de mí. La miré con una sonrisa y nos besamos, Sharon dio un saltito y enrosco sus piernas alrededor de mi cintura. Con ayuda de su mano, se empezó a meter mi polla dentro de su coñito. El gemido que dio al verse completamente penetrada, hizo que su vagina se contrajera dándome un placer increíble.

Mirándonos a los ojos y los dos jadeando, hicimos el amor, no hubo palabras. No hicieron falta, nuestras miradas lo decían todo, apoye a Sharon contra la pared de la ducha, la pared fría hizo que jadeara más, las penetraciones cada vez eran más fuertes. Nuestras respiraciones agitadas se acompasaron, Sharon empezó a acompañar mis penetraciones con su cadera. El orgasmo que nos llegó a los dos fue atronador, creo que el grito que dimos lo debió escuchar toda la urbanización, después de recuperar el aliento nos empezamos a reír.

Nos terminamos de duchar el uno a la otra y nos metimos a la cama así como estábamos desnudos, el día siguiente sería clave. Si aquel hombre aceptaba nuestra propuesta, a Marta se le acabarían las ganas de joder al personal. No dormimos en toda la noche, yo mirando hacia el techo y Sharon mirando por la ventana. No dijimos nada, solo nos abrazamos fuerte, con la salida del sol nos levantamos.

Desayunamos fuerte y nos dispusimos a ir a esas coordenadas, esta vez Sharon cogió su verdadera arma y un fusil de asalto. Yo la miré y me dijo que lo llevaba por si acaso, prefería llevarlo y no necesitarlo, a no llevarlo y necesitarlo. Tenía razón, metió dos carpetas en la parte de atrás del coche y nos pusimos en marcha. El viaje fue largo, llegamos a una gran casa que se encontraba a las afueras de Edimburgo, al llegar un gran portón se abrió y únicamente tuvimos que seguir el camino.

En la puerta de la mansión nos esperaban dos hombres armados, Sharon tuvo que dejar su arma. No había otra, Sharon abrió la parte de atrás del coche y cogió las dos carpetas. Después nos dispusimos a seguir a los dos hombres, estos nos llevaron a una sala y nos dijeron que el señor estaba reunido y que tendríamos que esperar. Nos ofreció café, cosa que los dos agradecimos.

Yo estaba muy nervioso, intentaba disimularlo, pero seguro que se me notaba. Sharon, sin embargo, parecía un témpano de hielo, tenerla al lado me daba cierta tranquilidad. Nos hicieron esperar una hora, los dos hombres volvieron y nos dijeron que podíamos pasar. Al entrar aquel hombre nos esperaba de pies al lado de la gran mesa que había en esa habitación, era un hombre alto y de aspecto intimidante.

Amablemente, nos pidió que nos sentáramos y entonces nos dijo.

• ¿Qué puedo hacer por ustedes? – pregunto.

• No es lo que usted puede hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer por usted – dijo Sharon.

Le entrego una de las carpetas, para qué le daría un vistazo, por cada hoja que pasaba su cara se iba crispando más.

• ¿De dónde han sacado esto? – pregunto molesto.

• De uno de los ordenadores de una de las hijas de uno de sus socios – dijo Sharon.

• ¿De quién era el ordenador? – pregunto.

• Marta – dijo Sharon.

Mire al hombre y no le sorprendió, cerro la carpeta y nos miró.

• Que desean a cambio de la información, ¿dinero? – dijo aquel hombre.

• No queremos dinero, nuestras peticiones son otras – dijo Sharon.

• Ustedes dirán – dijo el hombre.

• Marta con malas artes, Metido en la cárcel a una amiga nuestra y a la hermana de otra amiga, además de dar una paliza de muerte al padre de una tercera amiga por deudas de juego – dijo Sharon.

• Ya veo por donde van, quieren algo más – dijo el hombre.

• Sabemos que si entregamos esta información desaparecerá, entonces Marta y su hermano se libraran, lo que queremos es que paguen por todo el mal que han hecho- dijo Sharon.

• En definitiva, quieren que liberemos a esas dos mujeres, saldemos la deuda de ese hombre y les demos su merecido a Marta y Roberto, ¿no es así? – dijo el hombre.

• Así es – dijo Sharon.

• ¿Qué les hace pensar que aceptaremos? – pregunto el hombre.

• Habrá la segunda carpeta que le he dado – dijo Sharon.

El hombre abrió la carpeta y se quedó blanco, entonces miro a Sharon.

• Una vez que nuestras peticiones estén satisfechas, le entregaremos la memoria externa con la única copia de la información, el equipo donde se desencriptó la información, podrán comprobar que no se han hecho más copias y por último le daremos la información que nos quedaremos por nuestra seguridad, ¿acepta? – dijo Sharon.

• Por mí si, pero comprenderán que primero tengo que hablar con mis socios – dijo el hombre.

• Lo comprendemos, cuando hayan decidido algo avísenos al número que le he dado – dijo Sharon.

El hombre se levantó y se despidió educadamente, los dos hombres armados nos acompañaron a la salida y le devolvieron el arma a Sharon. Nos montamos en el coche y nos pusimos en marcha.

• No ha ido mal – suspiro Sharon.

• ¿No las tenías todas contigo? – pregunté.

• La verdad es que no – dijo Sharon con una sonrisa.

• ¿Y ahora? – pregunte.

• A esperar – dijo Sharon.

Volvimos a casa donde nos esperaban, Bruce, Helena, Susana y Lidia, les explicamos todo y como yo todos se quedaron inquietos. La única que parecía tranquila era Sharon, las semanas pasaron y al final obtuvimos una respuesta, nos enviaron las mismas coordenadas y una hora. Decidimos ir todos, nos montamos en dos coches y nos pusimos en marcha. Pasamos el portón y en la entrada nos esperaban los mismos hombres armados, esta vez no nos hicieron esperar.

Entramos en un gran salón, los hombres estaban sentados alrededor de una mesa que hacia una media luna, el mismo hombre de otro día se levantó y saludo con la misma educación de la otra vez.

• Ya hemos tomado una decisión, aceptamos sus condiciones, pueden sentarse mientras esperamos a los invitados – dijo aquel hombre.

Todos nos sentamos y esperamos pacientemente, no sé cuanto tiempo había pasado, ninguno se atrevió a hablar y menos a mirarles. Todos exceptuando a Sharon, de repente la puerta se abrió y entraron cuatro hombres, dos de ellos traían a dos personas atadas y con una capucha en la cabeza, los otros dos traían a Esther y la hermana de Susana.

Los encapuchados eran Marta y Roberto, los pusieron de rodillas y les quitaron la capucha, Marta no decía nada, eso sí, temblaba de miedo, Roberto, sin embargo, lloraba y suplicaba a su padre. Este fue a protestar, entonces otro de los hombres hablo por primera vez.

• Tu hija nos ha traicionado, extrayendo información sensible, tú decides, sigues ostentando el poder y hacemos la vista gorda o acabas como ellos – dijo aquel hombre.

El padre de Marta y Roberto se levantó y dio la espalda literalmente a sus hijos, al final el poder había ganado sobre el cariño, el mismo hombre miro a Sharon. Esta pidió ayuda a los hombres armados y le acompañaron al coche, al rato vinieron con todo el equipo que se utilizó para desencriptar la información, la memoria externa donde se guardaba la información y la carpeta con la información que nos quedamos por si no cumplían.

Los hombres parecían satisfechos, nos dijo que la deuda del padre de Lidia estaba saldada, miro a Marta y Roberto y les dijo.

• Vosotros estáis a punto de aprender lo que significa la palabra lealtad – dijo el hombre molesto.

• ¿Nos vais a matar? – pregunto Marta.

• No, os aremos algo mucho peor, estáis a punto de experimentar el infierno en puestas propias carnes.

Marta miró al suelo aguantando las lágrimas, Roberto se meó encima de miedo, mire a mi alrededor y todos estábamos serios, sabíamos que aunque se lo merecían. Marta y Roberto iban a parecer sufrimientos indescriptibles, creo que todos sentimos algo de lástima.

MARTA

Hace una hora estaba en mi club, tenía todo el poder en mis manos y ahora me encontraba de rodillas junto a mi hermano que se había meado de miedo, sabía que me habían pillado y que pagaría mi traición con sangre. No tendría tanta suerte de que me ejecutaran, entonces mire a todos, Juan, Sharon, Helena, Bruce, Susana, Lidia, Esther y la hermana de Susana. Ninguno tenía cara de regocijo, no se alegraban de lo que nos estaba a punto de pasar, aunque sabían que nos lo merecíamos. Ahora también me habían vuelto a derrotar. Yo en su lugar me abría alegrado y ellos no, demostraron que eran mejores personas que yo.

Lo último que sentí fue un ligero pinchazo en el cuello y todo se volvió negro, desperté sobre una cama que no reconocía. Era una celda, mire alrededor y allí había una mujer, era grande y tenía un rostro amable, dijo que se llamaba Balalaica, también dijo que era la jefa de esa cárcel, tenía un marcado acento ruso.

• ¿Sabes por qué estás aquí verdad? – pregunto balalaica.

• ¿Dónde es aquí? – pregunte.

• Esta es una cárcel secreta, de donde no se sale nunca, si eres buena conmigo te ayudaré a que tu estancia sea un poquito mejor – dijo Balalaica.

• ¿Qué quieres decir? – dije.

• Has traicionado a los jefes, tenemos órdenes concretas, podemos hacerte lo que queramos, lo único que nos han prohibido es matarte – dijo Balalaica

Entonces vi como Balalaica se iba bajando los pantalones y debajo de ellos había unas bragas sucias, se las bajo y sonriendo me dijo que le limpiara el coño, yo me negué, esa mujer de rostro amable se transformó en un animal y de dos puñetazos me tumbo en el suelo. Me cogió del cuello y levanto mis pies del suelo un palmo.

• Yo estoy en esta celda, para dos cosas, para impedir que alguna presa se le vaya la mano y te mate y para impedir que te suicides, nuestra relación puede ser buena, pero tienes que pagar peaje – dijo Balalaica.

Se sentó en la cama y abrió las piernas, de rodillas como estaba me fui acercando a su coño, de repente me vino un olor de su coño que casi me hace vomitar. Aquel coño olía ha muerto, eso no le gusto y me levanto la mano, yo agaché la cabeza y me metí entre sus piernas. Me sentía humillada, había sido la reina y ahora no era nada, lamí ese coño putrefacto hasta que dejo de oler mal.

Balalaica se rio y poniéndome un collar en el cuello, mi hizo pasar por todas las celdas. Tuve que comer los coños apestosos de todas las presas, algunas como no quedaron satisfechas me dieron unas palizas que casi me matan, Balalaica dejaba hacer riéndose, otra presa me apuñalo. Sabía donde apuñalar para no tocar órganos vitales, Balalaica me visitaba todas las noches en la enfermería para que le limpiara los bajos.

Aquel hombre tenía razón estaba en el infierno y mi condena era para siempre, las presas me enseñaron cuatro ventanas, en las cuatro solo se veía una cosa, agua. No había escapatoria, cada minuto del día deseaba morir, pero para eso estaba Balalaica, cada vez que intente suicidarme ella me lo impidió y los castigos por hacerlo cada vez eran más brutales, Sentía un miedo que me atenazaba cada segundo del día, entonces me arrepentí, tuve un amigo como Juan, amigas como Helena, Susana, Lidia y Esther y yo les había jodido la vida.

Cuanta razón tenía Juan cuando me dijo que el karma vendría a visitarme, pensaba en ello mientras Balalaica me obligo a limpiarle el culo con la lengua, únicamente tenía la esperanza que alguna de ellas me pegara una enfermedad que terminara matándome.

ROBERTO

Desperté en la celda, el preso que la compartía conmigo era pequeño y flaco, me reí de él y le dije que si no hacia lo que yo quisiera lo iba a pulverizar. Él se rio y de un rápido movimiento, me clavo un cuchillo.

• Aquí no eres nadie, bueno si, la putita de todos – dijo el preso.

Mientras me agarraba el estómago, me obligo a levantarme y me presento a los demás presos. Jamás en mi vida me habían dado una paliza semejante, me dijeron que lo único que no tenían permiso era para matarme, pero que si me portaba bien, mi estancia seria un poquito menos incómoda.

Desde aquel día pasé de manos en manos y mi culo fue el coño de todos y cada uno de los presos, las palizas eran diarios y si algún preso no se quedaba satisfecho con mi desempeño, me apuñalaban, o me rompían algo. Cada dos por tres estaba en la enfermería, jugaban a las cartas y el premio era mi culo, allí nadie perdía menos yo. Intente suicidarme en más de una ocasión, pero mi compañero de celda tenía la orden de mantenerme con vida.

Me creía el más fuerte, el más listo y al final fui el pelele de mi hermana y ahora el pelele de todos los presos de esta cárcel, solo esperaba que alguno de ellos me pegara algo que terminara con mi vida.

EPILOGO

Lidia y Susana se hicieron cargo de la agencia de modelos, con ellas se acabó la prostitución, rechazaron a más de un cliente que quería utilizar su influencia para follarse a mujeres de bandera. Eso en vez de perjudicarlas, les creo una reputación, todas las modelos querían trabajar para ellas y todos los días recibían ofertas de los mejores diseñadores, en uno de esos desfiles debuto la hermana de Susana.

Todos asistimos y pudimos ver a una emocionada Susana llorar de orgullo y alegría, el padre de Lidia se rehabilitó, devolvió hasta el último céntimo a los socios del padre de Marta y Roberto, con eso se ganó su respeto.

Esther se hizo cargo de la revista, todas las modelos de talla mundial querían ser entrevistadas por esa revista que había alcanzado mucha fama gracias a su buen hacer, Esther se enamoró del padre de una de las modelos que había enviudado hacía unos años, era un hombre bueno y sencillo y eso hacía feliz a nuestra amiga.

Helena y Bruce nos dieron la sorpresa, mi hermana volvía a estar embarazada otra vez, Bruce dejo su carrera de modelo. Quería estar al lado de su Hijo/a y siendo modelo estaría más tiempo fuera de casa que dentro, al igual que mi hermana Bruce era arquitecto y decidieron poner un pequeño estudio en la ciudad. Como todos les conocían clientes no les faltaron, volver a verlos sonreír como antaño nos izó felices a Sharon y a mí.

Sharon dimitió de la policía como prometió, yo volví a trabajar para National Geopgrafic y Sharon fue contratada para protegernos a la redactora que hacia el reportaje y a mí como fotógrafo, la pobre lo paso fatal y decía que todos los que trabajábamos en esa revista estábamos locos. Sharon siempre decía que ella nos protegía a nosotros, pero quien la protegía a ella de nosotros, de momento no hemos hablado de ser padres, pero sé que después de la noticia de Helena a Sharon le ha picado el gusanillo, en cuanto tengamos menos trabajo lo podremos intentar, a mí también me hace ilusión ser padre.

De Roberto y Marta no hemos vuelto a saber nada y ni falta que hace, esa mujer nos destrozó la vida, pero el karma pone cada cosa en su sitio y mientras ella estará sufriendo en vete a saber donde, nosotros hemos vuelto a ser felices. Como dije he vuelto a África de la mano de la mujer que amo, allí en medio de la sabana le he pedido matrimonio y ella ha dicho que si entre lágrimas, pero esa será otra historia.

FIN.