Mala fe 7
La historia sigue
Mala fe 7
Ver esa mirada en mi hermana me lleno de emoción, pensé que la había perdido para siempre, poso su mano en el rostro de Bruce, este puso su mano sobre la de Helena y empezó a llorar con tal intensidad, se notaba que llevaba guardándose todo ese dolor durante mucho tiempo. Sharon y yo nos miramos y salimos de la habitación, para que pudieran hablar tranquilamente.
Nos fuimos a una de las salas de espera y nos sacamos un café cada uno, Sharon trajo con ella una mochila. De ella saco un portátil y enchufo el teléfono que usamos para copiar toda la información, Sharon se puso seria y me dijo.
• Esta información, tiene un grado de encriptación muy superior a mis conocimientos informáticos, se nota que es información importante – dijo Sharon.
• ¿Cómo es posible que Marta pueda permitirse semejante encriptación? – pregunte.
• Ella va de que es la que manda, pero es evidente que trabaja para otra gente con mucho poder – dijo Sharon.
• ¿Eso es bueno o malo? – pregunté.
• Bueno, porque tendremos con que negociar – dijo Sharon.
• ¿Tú tienes algo en mente verdad? - pregunté.
• Tal vez – me dijo con una gran sonrisa.
• Cambiando de tema, ¿cómo supiste que estaba en ese puente?, de no haber llegado tú, no sé cómo abría acabado la cosa – dije.
• Vine a recoger algunas cosas de mi hermano y quería hablar contigo, te vi salir de casa muy alterado, decidí seguirte – dijo Sharon.
• Pues te debo la vida – redije-
• Sabrás compensarme – dijo Sharon con mirada sugerente.
Volvimos a la habitación y fue una gozada ver como Helena y Bruce, tenían una conversación fluida y una gran sonrisa en sus rostros. Necesitarían tiempo y terapia, pero tenía un buen pálpito con estos dos, Sharon carraspeo y los dos se nos quedaron mirando muertos de vergüenza. De repente empezaron a ponerse rojos como un tomate y Helena se tapó la cara con las manos, Bruce se levantó y nos abrazó a los dos.
• Gracias me habéis devuelto la vida – dijo un lloroso Bruce.
• De nada hermanito – dijo Sharon.
• Lo mismo digo – guiñando un ojo a mi hermana.
Entonces la mirará de Bruce se ensombreció y nos dijo.
• Marta y Roberto me las van a pagar muy caro – apretando los puños hasta hacerse sangre.
• Para, para hermanito, pagarán, pero no así – dijo Sharon.
• Yo estoy con Bruce, nos han hecho un daño irreparable – dijo Helena.
• Bueno creo que tu hermano y mi hermana necesitan decirles ciertas cosas a esos dos a la cara, pero sin pasar más de ahí – dije.
Sharon se me quedo mirando, después miro a su hermano y cuñada y resoplo como diciendo, está bien. Mi hermana estuvo ingresada una semana entera, después tuvo que ir a terapia. Un día tocaron a la puerta, entraron Susana, Lidia y Esther, a Helena le hizo mucha ilusión. Se puso muy contenta cuando pudo comprobar que entre Susana, las cosas habían mejorado un poco.
Yo cada vez estaba más cerca de Sharon, quedábamos todos los días para ponernos al día de la información encriptada. Uno de los días se nos hizo tarde y le dije que se quedara a cenar, no lo he dicho, pero al final compre la casa de al lado de la de mi hermana. Me esmere y le prepare una señora cena con lo que tenía en casa, veía como me miraba Sharon. Yo tenía miedo, lo ocurrido con Emily todavía coleaba dentro de mí. Lo que marco la diferencia en esta ocasión, fue ver como Sharon rechazaba a Roberto, la cena paso entre risas y para cuando nos dimos cuenta nos estábamos besando.
Cuando nos separamos, yo me toque los labios con la mano, me cogió por sorpresa. Sabía que no era indiferente para Sharon, pero no esperaba que fuera ella quien diera el primer paso.
• ¿Te ha sorprendido? – pregunto Sharon.
• Si, pero también te digo que me ha gustado mucho – dije.
• Sabes Juan, te admiro, te han hecho un daño irreparable y siempre te has levantado – dijo Sharon.
• Bueno, la última me levantaste tú – dije sonriendo.
Sharon me dio un golpecito y me echo los brazos por el cuello. Volvió a besarme con más pasión, de repente se separó de mí. Se puso de pies y se empezó a bajar el vestido que había traído. Ver por primera vez a Sharon desnuda fue una visión inolvidable, trague saliva y pensé madre mía que preciosidad. Tendría que ponerme a hacer deporte, durante estos dos años que me dedique a cuidar a mi hermana, perdí un poco mi forma física.
Me toco el turno de desnudarme a mí, a Sharon pareció gustarle lo que veía. Al que le gustaba lo que veía era a mi polla que se puso como el acero de dura en un instante. Sharon al verlo se rio y se agachó, me dijo que quería conocerlo y se lo metió en la boca. Sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Sharon me comía la polla mientras me miraba a los ojos, tenía unos ojos preciosos y la manera de mirarme me tenía hipnotizado.
Tuve que pararla, le mire y le dije que yo también quería probar su sexo, Sharon se movió hasta la pared. Apoyo su espalda contra la pared y me dio una visión perfecta de su coñito, brillante y de color cobrizo, tenía pelo, pero bien cortado. Me agaché y empecé a degustar ese manjar que tenía delante de mí. Sharon empezó a temblar y apoyo sus manos sobre mi cabeza. Sus piernas no la sujetaban y de repente vi como se corría.
Su corrida fue tan abundante, que no fui capaz de tragármelo todo, empecé a toser, pues casi me atraganto. Sharon empezó a reírse, me cogió de la mano y me pregunto donde estaba el dormitorio. Se lo indiqué y me llevo de la mano, se tumbó en la cama con las piernas abiertas, yo me fui acercando poco a poco y empecé a pasar la punta de mi polla, por todo su coñito. Sharon empezó a jadear y a pedirme que dejara de torturarla y se la metiera de una vez. Empecé a metérsela poco a poco, las caras de gusto de Sharon me espolearon y terminé metiéndosela de un golpe. La tuve metida dentro de su sexo, hasta que Sharon me dijo que ya estaba lista. Empecé un mete saca despacito, fui intensificando las penetraciones según me lo pedía ella.
El contacto de nuestros cuerpos era total, no pude aguantar más y poniendo mi boca al lado de su oído, le dije que me había enamorado de ella hasta las trancas. Ella no tardo en contestar que estaba de enhorabuena, pues ella también se había enamorado de mí.
No sé cuanto tiempo estuvimos cabiendo el amor, pero lo que yo deseaba era que no acabara nunca, ni con Susana o Emily había sentido lo que estaba sintiendo en ese momento con Sharon, acompasamos nuestros movimientos y conseguimos corrernos los dos a la vez. Sharon se levantó y fue a limpiarse, me llamo desde el baño, se había metido en la ducha, no me lo pensé ni un segundo y terminé haciendo el amor otra vez con Sharon debajo del agua que recorría todo nuestros cuerpos.
Volvimos a la cama, nos tapamos, estábamos en otoño y por las noches refrescaba. Sharon coloco su cabeza sobre mi pecho, decía que mi corazón le relajaba, entonces le pregunte.
• ¿Te ha gustado?
• Mucho – contesto Sharon.
Yo sonreí y al poco rato pude comprobar como la respiración de Sharon se había acompasado y se había dormido, le quite el cabello de la cara y me quede admirando la belleza que tenía esta mujer. A primera vista daba la sensación de una mujer dura, que lo era, pero también estaba conociendo una parte dulce de ella que me había enamorado todavía más.
A la mañana siguiente nos despertó el sonido de un móvil, los dos nos asustamos. Era el de Sharon, lo cogió y era su compañero de trabajo. Había conseguido desencriptar parte de la información, nos vestimos y fuimos a su comisaría. Esta se encontraba en una ciudad cercana a donde vivíamos mi hermana y yo, allí vivían sus padres. Llegamos a la comisaría y Sharon fue directa a donde su compañero, yo me quede mirando a la impresora que no hacia más que sacar hojas.
Sharon empezó a mirar la información, sonrió y me dijo que tenía el pálpito de que Marta había robado esa información a los socios de su padre.
• Marta es ambiciosa de verdad – dijo Sharon.
• ¿Eso es bueno, verdad? – pregunté.
• Si, si tengo razón, tenemos la manera de destruir a Marta y Roberto – dijo una sonriente Sharon.
• ¿Qué quieres decir? – pregunte.
• Esa gente es imposible de meterlos en la cárcel, tienen demasiados contactos, Marta y Roberto están protegidos por estos contactos, pero si les demostramos que les a robando información con malas artes para usarlo contra ellos más adelante… - dijo Sharon.
• Podríamos hacer que ellos se encarguen de Marta y Roberto – dije.
• Exacto – dijo Sharon.
• Su padre jamás lo permitirá – dije.
• Ya veremos que pesa más, el poder o el cariño a sus hijos – dijo Sharon.
Estuvimos el resto del día en la comisaría, según los papeles que el experto iba desencriptando. Conseguimos unos cuantos nombres de personas muy poderosas de Europa, Sharon metió sus fotos en su móvil y me dijo.
• Tenemos que hablar con Susana, Lidia y Esther, a ver si reconocen a alguno de ellos – dijo Sharon.
Bruce volvió a vivir con Helena, decidieron volver a intentarlo, Sharon y yo nos alegramos mucho. Ellos también se dieron cuenta de que algo había cambiado entre nosotros, para eso mi hermana es un lince. Bruce se alegró mucho y Helena empezó a llorar, me dijo que después de lo mal que lo habíamos pasado. Ya era hora de que volviéramos a ser felices, les comentamos que teníamos que volver a nuestra vieja ciudad, necesitábamos hablar con Susana, Lidia y Esther.
Helena nos dijo que ella y bruce nos acompañarían, desde la separación solo habíamos estado con nuestros padres las únicas veces que pudieron venir a Edimburgo. La verdad es que Helena había dado un cambio enorme, todavía se le notaban los estragos de lo mal que lo había pasado, pero el color había vuelto a su rostro y la sonrisa también. Sacamos los pasajes del avión y la primera parada fue en la casa de nuestros tíos, cuando nuestra madre abrió la puerta y nos vio allí empezó a llorar y se le cayó el plato que llevaba en la mano.
Mis padres se alegraron mucho de que Helena y Bruce hubieran arreglado lo suyo, no sacaron el tema de mi sobrina. Aunque todos lo teníamos en mente, mi madre vio como me miraba Sharon, se acercó a mí y me dijo si no pensaba presentarle a mi nueva novia. Sharon y yo nos quedamos sin palabras y rojos como un tomate, todos se rieron. Mi madre y tía prepararon un banquete, por fin las risas volvían a nuestra familia y estaba más fuerte que nunca.
Al final la sobremesa término en una cena, ver reír a Helena fue increíble, hacia no mucho creí que la perdía para siempre y eso me llevo a intentar acabar con mi vida. Ahora las cosas eran diferentes. Mientras mis padres se ponían al día hablando con Helena, Bruce y Sharon, yo me puse a fregar los platos. Mis padres y tíos ya tenían una edad y no era plan de dejarles todos los platos sin fregar. Al final nos quedamos a dormir en casa de mis tíos, sacamos unos sacos de dormir y dormimos en una habitación que usaban como almacén.
Mi hermana y yo nos miramos y nos reímos, de pequeños habíamos hecho eso muchas noches, esa noche no paso nada, aunque escuchamos ruidos sospechosos del saco de mi hermana y Bruce. Al día siguiente desayunamos y llamamos a Susana para quedar con las tres, al final quedamos en la casa de Susana. Comimos en casa de mis padres y tíos, a media tarde fuimos a casa de Susana, al llegar se alegraron de ver que Bruce y Helena hubieran arreglado lo suyo.
• Bien, que era eso que nos queríais enseñar – dijo Esther.
• Son unas fotos, queremos saber si fueron vuestros clientes – dijo Sharon.
• Es importante – dijo Susana.
• Mucho – dije yo.
Sharon les enseño las fotos y como pensábamos, todos habían sido clientes de alguna de ellas alguna vez, todas se quedaron serias y nos dijeron que a esos hombres de las fotos, Marta las mando que les metieran algo en la bebida para que una vez dormidos no se despertaran, cuando eso ocurría tenían orden de llamarla. Marta entraba en la habitación y se ponía a enredar en sus cosas buscando algo, ninguna supo decirnos que era lo que buscaba, pues Marta no les dejaba acercarse.
• Bien, parece que tu teoría se hace realidad Sharon – dije.
• Sí, tenemos una oportunidad de devolverles el daño recibido, multiplicado por mil – dijo Sharon.
Esa noche iríamos al local de Marta, Helena y Bruce, se morían por tener una conversación con esos dos. Susana, Esther y a Lidia no les parecía buena idea, Sharon y yo les dijimos que no pasaría nada, teníamos planes de contingencia como el mismísimo Batman.
Las chicas se prepararon a conciencia, parecían diosas del olimpo que se hubieran escapado de allí para irse de juerga, el cabrón de Bruce también se preparó a conciencia. Yo daba igual lo que me pusiera, comparándome con ellos, no dejaría de ser el patito feo, pedimos dos taxis y nos presentamos en el local de Marta y Roberto. Los segurastas de la puerta se les salían los ojos de las órbitas al ver a semejantes bellezones, Bruce y yo pasamos desapercibidos.
• Has visto Juan, somos los únicos dos tíos de la cola que no van a pagar por entrar – dijo un sonriente Bruce.
• Sí, creo que a algún segurata se le ha desencajado la mandíbula – dije riéndome.
Ese tipo de locales no me gustaban nada, demasiada gente, pero sobre todo demasiado ruido. No pasamos desapercibidos, la gente nos dejó pasar hasta la barra donde pedimos unas consumiciones. Marta y Roberto no tardaron en aparecer, al ver a Helena y Bruce. Marta se puso en guardia, Roberto, sin embargo, miraba con desconfianza a Sharon. Esta se le acercó y le dijo.
• Tranquilo hombre que hoy vengo desarmada, no eres de mí de quien te tienes que preocupar – dijo Sharon.
Marta y Helena se quedaron mirándose la una a la otra, Marta le señalo el despacho que estaba en la parte de arriba y los cuatro subieron.
HELENA
No me aparecía nada entrar en ese local, pero tenía que ver a la persona que había destruido mi vida por no querer pasar por su aro. Que me mandara un video trucado para que cortara con Bruce fue un golpe tan rastrero, que luego se agravó con la muerte de nuestra hija. Eso es algo que jamás perdonaré a esa arpía, cuando la tuve delante me costó no lanzarme a su yugular, de no ser porque Bruce me cogió de la mano, no sé lo que hubiera hecho.
Marta estaba muy tensa, creo que jamás pensó que me vería en ese local y tan entera delante de ella. Señalo el despacho de la parte de arriba del local y allí nos fuimos los cuatro, era el mismo despacho que aparecía en el vídeo. Marta nos dijo si queríamos beber algo y los dos le dijimos que no.
Marta fue a decir algo, no le deje. De un certero sopapo la lance contra la mesa, eso no les gusto, porque agarrándose su adolorida cara apretó los dientes y fue a decir algo. Un segundo sopapo con la otra mano, la lanzo contra el sofá que tenía al lado de la mesa. Le partí el labio a Marta y esta se quedó hecha un ovillo para no recibir más.
Roberto no movió un dedo, Bruce lo miraba fijamente y Roberto sabía que si se movía recibiría de lo lindo, Marta miraba a su hermano y al ver que este era un cobarde que no iba a hacer nada le echo una mirada cargada de asco y decepción, Marta me miro y me dijo.
• Vale ya Helena, no me pegues más, es suficiente – dijo una asustada Marta.
• ¿Suficiente?, perdí a mi hija Marta, la perdí por ese video que me mandaste, intente suicidarme, no podrás compensarme en toda tu vida – dije muy enfadada.
• No sabía lo de tu hija, Juan no me dijo nada – dijo una Marta con una expresión extraña.
• No mientas Marta, claro que sabías que había perdido a mi hija, seguro que lo celebraste y todo – destilando odio.
Marta se levantó y fue a decirme algo, pero le volví a soltar otro sopapo. Marta cayó al suelo esta vez, no había cara de arrepentimiento, solo miedo y humillación. Me di cuenta de que Marta no se arrepentía de nada de lo que hiciera mientras le beneficiara y le daba igual a cuantos se llevara por delante.
Le cogí del cuello y acerque mi cara a la suya.
• Marta en el mundo existe una cosa que se llama Karma y pronto tocara tu puerta, vete preparándote.
La solté y la deje en el suelo, tocándose su adolorida cara y después mire a Roberto, el hombre que se atrevía a llamar pelele a mi hermano, él no solo era un pelele. Era un cobarde incapaz de defender a nadie, ni tan siquiera a su propia hermana. Sentía vergüenza de mi misma porque en el pasado tuve sentimientos por ese infraser.
Volvimos con los demás y decidimos ir a otro local, nos despedimos de las chicas y decidimos ir a descansar a casa de nuestros padres.
JUAN
Esa noche, no teníamos intención de hacer nada, pues sabiendo que Helena estaba en la habitación de al lado me cortaba el rollo. Pronto empezamos a escuchar un combate amoroso en todo su esplendor, al final terminaron calentándonos a Sharon y a mí y nos pusimos a ello, fue una noche sin tregua donde terminamos agotados pero satisfechos. Por la mañana sonó mi móvil, al cogerlo vi el nombre de Susana, Sharon también se despertó. Descolgué y al otro lado se encontraba una histérica Susana, diciendo que habían arrestado a su hermana y a Esther y que al padre de Lidia le habían dado una paliza al salir del turno de noche en su trabajo, había terminado tan malherido que lo tuvieron que llevar al hospital.
Le dije a Susana que estuviera tranquila que lo solucionaríamos, me imaginaba que Marta no se quedaría de brazos cruzados, pero otra vez se había pasado de la raya y ya era hora de ponerla en su sitio.
Continuará.