Mala fe
Una nueva historia.
Mala fe
Me llamo Juan y me encuentro en un puente mirando al vacío, tiene la altura suficiente para acabar con mi sufrimiento, en los últimos tres años he perdido a mi novia por la misma persona. El que antaño fuera el hermano de mi mejor amiga Marta, llevo intentando averiguar de donde viene tanta inquina hacia mí. Nunca me trago, pero no pasaba de un bullying en el instituto.
Un día paso de eso a odiarme con saña, nunca supe por qué, Marta cree que estuvo relacionado con la que fue mi primera novia Susana. Pero no sabía por qué cambio de vacilarme a humillarme de la forma más cruel y dolorosa, conocía a Susana cuando estábamos en la universidad.
Yo me había matriculado en periodismo, pero pronto me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era la fotografía. Me apunté a todos los cursos, sobre todo cuando Marta se echó novio y aunque este me toleraba, pasaba casi todo el tiempo con Marta, pase de verla casi todos los días y fines de semana enteros a no verla más que contadas ocasiones en un mes, si tenía suerte. Había meses que los pasaba sin poder verla, jamás cambie mi actitud hacia ella.
No hay mal que por bien no venga, eso me permitió centradme en la fotografía y la verdad que se me daba realmente bien. Marta viendo mi destreza con la cámara enseño mis fotografías a una revista de moda con la que ella solía colaborar. No lo he dicho, pero Marta era fotógrafa profesional. Allí me dieron la oportunidad de poder sacar fotografías profesionales, me hicieron un contrato en prácticas y cobraba poco, pero no me importaba. Lo más difícil me resulto poder hacer las fotos a esos monumentos de mujeres, sin ponerme rojo como un tomate.
La verdad que muchas de ellas me ayudaron muchísimo, poco a poco, fui perdiendo ese pudor y concentrándome en sacar el mayor partido a las modelos. Hasta que una de las veces conseguí unas fotos que impresionaron a mi jefe, la protagonista de esas fotos se llamaba Susana, era una de las mujeres más hermosas que hubiera visto en mi vida.
Cuando salimos afuera nos esperaban Marta y su novio, Marta no tenía nada que envidiar a Susana, siempre fue mi amor secreto. Sabía que ella jamás se fijaría en alguien como yo, así que decidí conformarme con su amistad. Al salir miré a Marta y le dije.
• Esto es cosa tuya, verdad Marta – pregunte.
• Sí, sabía que con Susana te sentirías cómodo y sacarías lo mejor de tu trabajo, y vaya que has sacado, unas fotos magníficas – dijo Marta.
Marta y su novio iban a cenar y nos dijeron que los acompañáramos, iba a poner una excusa, pensaba que Susana no querría salir con alguien como yo, ella era la bella y yo la rana. La verdad que me sorprendió cuando con una sonrisa, dijo que estaría encantada de cenar conmigo. Yo me volví a poner rojo como un tomate, el novio de Marta se puso a reírse hasta que Marta le miro de tal forma que al novio se le cortaron las risas.
Pensé en poner una excusa, Susana no querría cenar con alguien como yo, ella era la bella y yo la rana, pero me sorprendió cuando acepto encantada. La cena fue estupenda, hice reír a Susana y ella me pareció una mujer encantadora. Me sentía muy cómodo con ella, en un momento de la cena Susana me pregunto cuál era mi sueño. A mí se me iluminaron los ojos y le dije que mi sueño era trabajar para National Geografic, poder viajar por todo el mundo y trabajar con los mejores fotógrafos del planeta.
• Lo de viajar por el mundo suena muy bien, pero tengo entendido que algunos reportajes suelen ser peligrosos – dijo Susana.
• No me importa, seguro que valdrá la pena – dije.
Terminamos de cenar y el novio de Marta decidió que iríamos a un local que habían abierto hacía poco, cobraban al entrar y yo no tenía tanto dinero, lo poco que ganaba era para la gasolina y para pagarme la comida. Susana viéndome apurado me dijo que no me preocupara.
• Tú céjeme fuerte del brazo y ya verás como entras sin pagar – dijo Susana.
• ¿Estás segura? – pregunté.
Pues tenía razón, el segurata de la puerta miro de arriba abajo a Susana, con ojos de lobo hambriento y yo pase desapercibido no, lo siguiente. Dentro la música estaba demasiado alta, Marta y Susana fueron a la pista de baile, yo me quede con el novio de Marta pidiendo las consumiciones, entonces me dijo.
• No te hagas muchas ilusiones Juan, te lo digo sin intención de hacerte daño – su semblante no mentía.
• ¿Crees que no doy la talla verdad? – pregunte
• Pocos la dan con semejante mujer, además Susana tiene un gusto muy específico – dijo el novio de Marta.
• ¿Qué gusto? – pregunté.
No dio tiempo a seguir con la conversación, Marta y Susana se acercaban a nosotros. La verdad que lo de no hacerme ilusiones ya lo había pensado yo, pero viendo como se portaba Susana conmigo, no entendí que quería decir el novio de Marta. Después de coger las consumiciones fuimos a la pista de baile, yo era torpe no, lo siguiente, sin embargo, Marta y su novio bailaban a la perfección.
En un momento dado llego un mastodonte que de un empujón me aparto, con la mala suerte que la bebida se me cayó encima. Bueno había llegado la hora de darse de bruces con la verdad, fui hacia el baño para limpiarme un poco, por suerte no había cola. Al salir fui a la barra a pedirme otro refresco, mire a la pista de baile, esperando ver a Susana disfrutando con ese hombre, pero lo que vi fue algo muy diferente.
Susana le estaba plantando cara y el novio de Marta intentaba separarlos, solo cuando miro a la barra y me vio, Susana dejo de discutir y se vino a donde mi.
• ¿Estás bien Juan? – con rostro preocupado.
• Si, únicamente me he ido a limpiar, gracias por preocuparte Susana – dije.
Desde ese momento Susana no se apartó de mí, fue una noche increíble. Tenía en mente lo que el novio de Marta me había dicho, pero preferí disfrutar y dejar de comerme la cabeza. Como yo era el único que no había bebido, deje a Marta y su novio en la casa de esta y por último lleve a Susana. Al despedirnos me dio un beso muy cerca de la comisura de los labios y la mirada que me echo me desarmo, tenía que disimular el calentón que llevaba encima.
Cuando entro al portal puse marcha hacia mi casa, di un repaso a la noche y me di cuenta de que no le había pedido el teléfono a Susana, para ser honestos, no me atreví a pedírselo. Al día siguiente un mensaje entrante a mi móvil me despertó, era un WhatsApp de un número desconocido. En seguida me di cuenta de que era Susana, como abría conseguido mi número, Marta, tenía que ser ella. En el WhatsApp ponía que iría a recoger su coche y me recogería para ir a comer juntos.
Me puse muy nervioso, todavía tenía tiempo y me metí en Internet, entre en la página de National Geografic y me lleve una grata sorpresa, harían una competición para que distintos fotógrafos pudiéramos competir enviando nuestras fotografías. Pedían dos, una de un atardecer y otra de un amanecer.
Por suerte en nuestra ciudad teníamos los mejores atardeceres, esperaría al momento justo, para sacar la foto ganadora. Con el amanecer sería otra cosa, pero ya se me ocurriría algo. Nos daban un mes de plazo y el premio era un contrato con ellos, tenía mi sueño al alcance de los dedos, sabía que sería difícil, pero el no ya lo tenía.
La verdad que me duche lleno de alegría, el día empezaba redondo, una preciosa mujer quería comer conmigo y mi sueño estaba más cerca que nunca. Para cuando Susana llego, yo ya estaba preparado. Me puse unos vaqueros que me quedaban muy bien, una camisa y una americana, como calzado me decidí por unos zapatos cómodos. Era primavera y la temperatura era agradable.
Susana me mando un mensaje para decirme que ya estaba abajo, cuando baje y la vi, casi me caigo de culo, la palabra preciosa no le hacía justicia. Yendo a su lado, podría robar un banco y nadie se fijaría en mí. El vestido le quedaba perfecto, el peinado aumentaba su belleza y su sonrisa iluminaba el día más oscuro.
Me llevo a un buen restaurante, Susana me dijo que invitaba ella. Fue una comida y una sobremesa increíble, Susana y yo teníamos bastante más en común de lo que esperaba. A ella también le gustaba la escalada, pero dejo de practicarla cuando empezó su carrera de modelo, por las lesiones que pudiera sufrir, una mala lesión podría arruinar su carrera.
Yo le conté que deje la carrera de periodismo, por la fotografía, me había dado cuenta de que el periodismo me aburría y descubrí la fotografía. La verdad es que Susana me comento que las fotos que le saque a ella fueron de primera y me pidió un favor.
• Juan, me gustaría que me hicieras el book de moda.
• ¿Esta segura Susana? – pregunté.
• Si, totalmente segura – dijo Susana.
Esa tarde fuimos a la empresa donde se hacía la revista para la que trabajaba, hacerle el book fue todo un suplicio para mí, Susana con los vestidos estaba increíble, pero cuando toco fotos de lencería casi me quedo sin respiración. Cuando terminamos llevaba un conjunto de lencería negro semitransparente, se acercó a mí y me beso, mientras posaba su mano sobre mi dura polla.
Al hacerlo de su boca salió un suspiro, se quitó la lencería y por primera vez vi su cuerpo en todo su esplendor. Me sentí muy pequeño a su lado, y un miedo empezó a crecer dentro de mí, el miedo a no estar a su altura y no dar la talla. Pronto las dudas desaparecieron, la excitación que sentía por la calidez que desprendía el cuerpo de Susana me superaba. Me empecé a desnudar, cuando estuve desnudo, pude ver como Susana observo mi cuerpo con atención, gracias a la escalada tenía un cuerpo definido, pero lo que creo que fallo fue mi polla.
Tenía una polla de medida estándar, Susana se agachó y se la metió en la polla. La verdad es que me estaba haciendo una señora mamada, parecía que lo estaba disfrutando. Tal vez la sensación que sentí antes tuviera que ver con mis inseguridades, tuve que pararla para no correrme en ese momento, Susana se apoyó en una mesa que había al lado y se abrió de piernas, se veía que estaba caliente y su coñito así lo atestiguaba de lo húmedo que lo tenía.
Su sabor era un afrodisíaco, por suerte para mí el sexo oral se me dio bien. Susana jadeaba cada vez más fuerte hasta que se terminó corriendo en mi boca. En esa misma postura se subió su precioso culo a la mesa y cogiendo mi polla la dirigió a su coñito, no me costó nada entrar. La verdad que estaba estrecho y calentito, empecé a penetrarla mientras le cogía los pechos. Mi falta de experiencia me jugó una mala pasada, mi carencia de penetración era torpe y eso lo notaba en los gestos de Susana.
Hacia el final conseguí acompasarme a ella, pero para mi desolación no pude aguantar más y me corrí. Susana no pudo disimular su decepción, decepción que disimulo enseguida, pero el daño ya estaba hecho. Al final mis miedos se iban a hacer realidad.
Susana se empezó a vestir en silencio, yo también me vestí mirando al suelo. Sentía una vergüenza indescriptible, había hecho mi mejor esfuerzo, pero no podía quitarme la idea de haber decepcionado a Susana y que eso me perjudicara en el futuro.
Susana me miro y me dijo.
• ¿Juan me voy, te llevo a algún sitio? – pregunto.
• No gracias, me voy a quedar un rato más – conteste.
Era lo que más quería, haberme podido ir con ella, pero la vergüenza que sentía era superior a mí, escuche como Susana salía y cerraba la puerta, yo me quede mirando por la ventana hasta que ella se montó en su coche y salió del aparcamiento. Tenía claro que a Susana le interesaba, pero sería suficiente ese interés o tendría que mejorar en mis artes amatorias.
Decidí recoger un poco todo lo que habíamos movido, después me iría a casa y me daría una ducha larga y calentita.
MARTA
Susana me llamo, parecía preocupada por algo. Quedamos en la terraza de la cafetería que quedaba cerca de mi casa. Cuando llegue ya me estaba esperando.
• Hola Susana que mala cara traes – dije.
• Juan y yo hemos estado en la revista y hemos acabado haciéndolo – dijo muy seria.
• ¿Y qué tal? – pregunté presagiando tormenta.
• No a estado mal – dijo mirando hacia otro lado.
• Vuelve a intentarlo y esta vez intenta sonar más convincente – le dije.
• No es Roberto en la cama, me jode porque Juan tiene todas las virtudes que le faltan a tu hermano menos una – dijo Susana.
• Mi hermano lo único que sabe es follar, no vale para nada más, piénsalo bien Susana, si crees que el sexo con Juan no te va a llenar, déjalo ahora antes de hacerle un daño irreparable – le dije muy seria.
• Pero… - dijo Susana.
• No hay, pero que valga, siempre te quejas de que quieres a un hombre bueno, cariñoso que te trate con respeto y tenga en cuenta tu opinión, Juan es ese hombre, si piensas que es escaso en el sexo, enséñale.
• ¿Cómo? – pregunto Susana.
• Pues eso, el sexo es como todo en la vida, se puede aprender – dije.
Dejamos el tema ahí, después hablamos de temas intrascendentes. Pasadas una hora y media nos despedimos, parecía que Susana se había quedado más tranquila, en el pasado estuvo muy enganchada a mi hermano y este le hizo mucho daño, esperaba que hubiera aprendido la lección y se mantuviera alejada de el. Por la descripción de Susana, Juan no tenía mal desempeño, estaba claro que le faltaba rodaje. El problema radicaba en que Susana estaba acostumbrada a hombres muy superiores sexualmente comparando con Juan.
Eso me dejo preocupada, por lo menos mi hermano estaba fuera de la ciudad, si llegara a enterarse de que Susana estaba con Juan, movería ficha para humillar a Juan y no sé si Susana seria capaz de resistirse a mi hermano. Prefiero ni pensar el daño que eso le causaría a Juan.
JUAN
Después de ducharme me sentí mejor, decidí hacerme algo para cenar y después vería una película, de esa forma me evadiría de lo mal que me sentía ahora mismo. Las palabras del novio de Marta adquirían más importancia después de haber hecho el amor con Susana y haberla decepcionado. Esa noche recibí una llamada de Marta, ella como siempre acudía a mi rescate. Cuantas veces me había animado en los días que me encontraba con el ánimo por los suelos, no hablamos de Susana.
La verdad que me hizo reír y me dijo que en unos días me invitaría a comer, no supe nada de Susana en la siguiente semana. Di por hecho que lo nuestro se había acabado antes de empezar, me lleve una grata sorpresa cuando recibí un WhatsApp de ella invitándome a comer. La verdad que acepte enseguida, el tiempo pasaba despacio, a la hora que quedamos el timbre sonó y al abrir la puerta, me encontré con una Susana sonriente.
La comida fue muy bien y desde ese día, nos veíamos cada día, algunos fines de semana me quedaba con ella en su casa y otros venía ella a la mía. Todos los fines de semana tuvieron un denominador común, era yo la que la buscaba a ella para follar, porque lo que hacíamos no era hacer el amor. Cosa que me decepciono, pero no pensaba cejar en mi empeño de sorprenderla.
Fueron pasando las semanas en la misma tónica, todos los ámbitos de la vida junto a Susana eran maravillosos, menos el tema sexual. Susana no me rechazaba y se esmeraba, pero percibía que no disfrutaba, que le faltaba algo y cuando le preguntaba para averiguar que hacía mal, evadía la pregunta. Deje de preguntar, si algún día quería ya me lo contaría.
Era media semana cuando recibí una llamada de Susana, según me dijo fuimos invitados a una fiesta de cumpleaños de un tío que era amigo suyo, yo no lo conocía. Muchos de sus amigos eran como Roberto, no me gustaban y prefería que no me los hubiera presentado. No me apetecía ir, pero acepté. A Susana le hacía ilusión y después de decirme que Marta también iría, ese hecho fue crucial para que yo aceptara.
En honor a la verdad, no sabía donde me estaba metiendo y lo mucho que lamentaría el haber ido a esa fiesta. Me vestí de forma elegante, pero cómoda, cogí mi coche y me fui a buscar a Susana, se puso un vestido rojo que le sentaba estupendamente bien. Iba preciosa, en dos ocasiones tuvimos un susto por no esta yo atento a la carretera. Cuando llegamos a la dirección que Susana me había dado, era una casa bastante grande, el amigo de Susana resulto ser uno de los modelos a los que hace poco Marta le había hecho una sesión de fotos.
Lo sé porque me lo enseño para pedir mi opinión, la verdad es que Marta tenía más experiencia que yo en la fotografía, pero me gustaba que me pidiera mi opinión, eso me hacía sentir importante. Cuando llegamos, Marta y su novio ya se encontraban allí. Susana y yo no acercamos y Marta me saludo tan cariñosa como siempre, el novio me tendió la mano con educación. La fiesta para mí estaba siendo aburridísima, lo único que pude destacar fue que Marta me presento a dos amigas suyas.
Una se llamaba Lidia y la otra Esther, Lidia era modelo y Esther era fotógrafa como Marta y yo, solo que ella no se dedicaba a la moda. Trabajaba como fotógrafa y cámara para un periódico. Marta, Susana, Lidia y Esther se lo estaban pasando genial bailando y yo me coloqué en un sitio donde pasaría desapercibido, me sentía fuera de lugar, la verdad sea dicha yo allí no pintaba nada.
La noche se fue a la mierda cuando el anfitrión presento a un amigo que había estado fuera y que había vuelto para celebrar su cumpleaños, no era otro que Roberto el hermano de Marta, Marta se quedó blanca, eso me dejo claro que ella no sabía nada. Lo que me preocupo fue ver la cara que puso Susana, su cara expresaba alegría. Ella jamás me miro así, yo estaba enamorado y en ese momento no lo quería ver, pero si hubiera sido listo en ese momento me hubiera ido de esa fiesta.
Marta me miro y después miro a Susana, le dijo algo al oído y Susana agacho la cabeza avergonzada. Vi como Roberto se acercaba donde estaban las chicas y yo decidí acercarme también, otro error.
• Hermanita tu cada vez más guapa – dijo Roberto.
Marta no le contesto y puso cara de desagrado, posteriormente miro a Susana y vi como esta se ruborizaba, mala señal. Por último me miro a mí y esbozo una sonrisa malévola, me estrecho la mano y me la apretó con tanta fuerza que tuve que apretar los dientes para no gritar de dolor. Marta hizo que soltara mi mano y se lo llevo a Roberto a una esquina para hablar con el, mientras yo mire a Susana preocupado y ella me respondió con un rostro de pena.
Ese rostro me partió el corazón, sabía que debía marcharme, pero algo me retenía allí.
MARTA
• ¿Qué haces aquí Roberto? – pregunto Marta.
• Nada, que me he enterado de que Susana estaba saliendo con el pelele de Juan – dijo Roberto riéndose.
• ¿Para qué has venido?
• He venido para follarme bien follada a Susana delante de ese infeliz, para que vea lo que es follar de verdad – soltando una carcajada.
Marta le cruzo la cara y se volvió donde nosotros con el rostro rojo de la ira, Roberto mirándome con una cara de extrema crueldad, cogió a Susana y se la llevo en dirección de los baños. Susana me miro con extrema tristeza y lo unido que dijo fue, un lo siento, sé que no tendría que haber ido, pero tenía que verlo con mis propios ojos.
Cuando llegue al baño se escuchaban los gritos de Susana, al entrar pude ver por el cristal del lavabo como un cuerpo subía y bajaba encima de otro que estaba sentado sobre un inodoro. Al llegar vi a Susana con el vestido por la cintura, el tanga rojo que llevaba roto en el suelo y con la polla de Roberto bien metida en el coño. Cada suspiro, cada jadeo era una puñalada para mí.
• Vete Juan, no quiero que veas esto- apretando los dientes para no gritar de gusto.
• ¿Por qué me haces esto? – pregunté yo.
• Porque eres un pelele ja, ja, ja – río Roberto.
Me encontraba petrificado, no podía moverme y lo único que sentía era un líquido que resbalaba por mis mejillas, de repente sentí como alguien tiraba de mí y me decía que nos fuéramos de allí.
Continuará.