Mala fe 5

La historia sigue

Mala fe 5

Estaba esperando a que llegara el ascensor, cuando alguien me agarro del brazo. Al girarme vi que era Emily, su rostro estaba arrasado en lágrimas y me pedía que por favor le dejara explicarse.

• Emily, da igual lo que me digas, el vídeo y las fotos lo dejan todo claro, tú me pediste confianza y me mentiste a la cara – le dije molesto.

• Por favor, solo déjame explicarme y después puedes marcharte y no verme más – me dijo con mirada suplicante.

No tenía nada que perder y además quería saber como consiguió Roberto follarse a Emily en un periodo de tiempo tan corto.

• Tienes una hora, después tengo que ir a coger un avión – le dije.

Fuimos a una sala de espera y me empezó a contar lo sucedido.

EMILY

Aquella noche únicamente quería hacer mi trabajo y posteriormente follar contigo toda la noche, esa es la verdad. Tu mismo me habías contado lo que Roberto te había hecho con Susana, no te voy a mentir que me intrigaba ese hombre. Según me contaste Susana era una mujer incluso más hermosa que yo, sin embargo, cayó en su influjo, nada más verle. Sentía una gran curiosidad, pero también sabia lo mucho que podía perder y decidí que aquella noche me centraría en el trabajo y nada más.

Cuando vi entrar a un hombre guapísimo, vi como este te sonreía y venía directa a mí, me dio la sensación que ya sabia quien era yo. Una vez que lo tuve delante no pude evitar excitarme, esa es la verdad, pero en ese momento controlaba la situación o eso creía yo. Cuando se acercó a darme dos besos, pude sentir su calor, me separe de él. Era del tipo de hombre con el que salía antes de empezar contigo Juan, pero este tenía algo que atraía. Empezó a hablarme de su trabajo, que era muy guapa, si no me gustaría probar como modelo.

Yo le dije que ya tena un trabajo y que ser modelo no me interesaba en lo más mínimo, se había documentado y leído algunos de mis artículos. Entonces me pregunto que como era trabajar para National Geografic, la gran revista. Yo le dije que no era oro todo lo que relucía, muchos de los artículos que aparecían en esa revista entrañaban peligro de muerte real. Muchos compañeros habían muerto y yo estaba cansada de noticias peligrosas.

Él sonrió y me dijo que podía hablar con su hermana y darme un puesto de trabajo en la revista de moda. Allí lo más peligroso que me pasaría era cortarme con un folio, no te negaré que la idea me sedujo. Según me dijo me podía conseguir el mismo puesto con mejor sueldo.

• Ya claro, déjate de bromas – le dije a Roberto.

• Mi hermana está aquí, quieres que se lo preguntemos, después tú decides – dijo Roberto.

Ese fue el momento que nos perdiste de vista, Roberto me llevo a una especie de despacho, hablo con alguien por el móvil y al poco rato apareció una mujer hermosa además de elegante.

• Hermanita le he hecho la oferta, parece interesada – dijo Roberto.

• Oye, que yo no he aceptado nada – le dije.

Aquella mujer se acercó a una mesa cercana y cogiendo un folio escribió algo, después me lo enseño. Lo que me ofrecía era un puesto más alto del que ostentaba en National Geografic y un sueldo casi el doble.

• Esto esta al alcance de tus manos, pero todo tiene un costo – dijo la mujer.

• ¿Cuál es el costo? – pregunte.

• Tienes que follártelo a él, si le dejas satisfecho, el puesto es tuyo – dijo la mujer.

• No me podéis pedir eso, mi novio está aquí – dije preocupada.

• Si, lo conocemos, él no tiene por qué enterarse, después le dices que te hemos hecho una oferta irrechazable y que la has aceptado – dijo la mujer.

Yo tenía muchas dudas, el puesto de trabajo me seducía, despacho más grande, sin correr riesgos y un sueldo mayor, además que Roberto me ponía, pero te prometo que me intente resistir. Les deja allí y cuando abrí la puerta para irme ella me dijo.

• Te daremos una hora para pensártelo, si decides aceptar, Roberto te esperara en los baños de hombres en una hora – dijo la mujer.

Yo salí de aquel despacho, estaba excitada, pero también preocupada. No quería fallarte, pero siempre he sido una mujer ambiciosa y aquella mujer sabia que teclas tocar. Estuve hacinado algunas entrevistas, te vi sacar fotos desde la lejanía, no quería acercarme a ti y que te dieras cuenta del estado de nerviosismo, pero también de excitación en el que me encontraba.

Paso la hora y tomé la decisión, solo era follarme a Roberto, había tenido decenas de rollos de una noche, esta sería otra más y después podríamos seguir con nuestra vida.

• ¿Cómo pensabas que podríamos seguir con nuestra vida, si trabajaríamos en ciudades distintas? – me pregunto Juan.

• Porque la mujer me dijo que a ti te darían tu antiguo puesto y te subían el sueldo- dije.

Entonces Juan se empezó a reír, yo no entendía anda.

• Emily, Roberto me quería aquí para seguir humillándome, fallándote en tu despacho que estaría cerca del mío – dijo Juan cabreado.

• Yo no lo hubiera permitido – dije molesta.

• Ya veo como te resististe – espeto Juan.

Decidí continuar, me presenté en el baño y allí estaba Roberto con la polla fuera, no era la más grande que me había follado, pero tenía un buen tamaño. En ese momento ya había tomado la decisión y tengo que decir que no pensé nada en ti, solo en mí. Me arrodillé y me la metí en la boca. Ese hombre sabía lo que se hacía, me estaba mojando únicamente de escuchar sus gemidos.

Me paro y me hizo ponerme de pies, me beso con intensidad y después se metió en uno de los cubículos, sabía lo que quería y le complací, me baje el tanga y me senté sobre su polla.

• ¿Follaba mejor que yo? – pregunto Juan.

• Distinto – respondí.

• Eso no es una respuesta – dijo Juan molesto.

• Si, lo hacía mejor que tú, ¿contento? – dije asqueada.

Juan no dijo nada, se quedó mirándome y me hizo un gesto para que siguiera. Seguí con el relato, mientras me follaba y ya me había corrido dos veces, me dijo que quería mi culo. No era virgen, pero no era una práctica que me gustara demasiado, lo había hecho con muy pocas personas, pero esta ocasión se lo concedería, de esa manera aseguraría el contrato.

• ¿Lo disfrutaste? – pregunto Juan.

• No, no dejo de dolerme- conteste.

Roberto estaba perforando mi culo con saña, en un momento mire mi reflejo en el espejo del baño y me pregunte si todo esto valía la pena, prostituirme por un puesto de trabajo. Pero solo de pensar que no vería más tiburones, cocodrilos, montañas y volcanes. Me dije que si valía la pena, lo único que no me compensaba es que estaba engañándote, pero serías un daño colateral, que jamás sabría lo ocurrido en ese baño.

• Pues te luciste maja, porque no he tardado mucho en enterarme – dijo Juan.

Yo decidí no entrar al trapo y terminé de relatarle lo sucedido, él quería correrse en mi cara, pero me negué. Eso te daría demasiadas pistas, si salía del baño con la cara limpia sin maquillaje sospecharías. Lo ocurrido después ya lo sabes, Juan nunca fue mi intención acerté daño.

JUAN

Esto era para ir a mear y no echar ni gota, me pasé las manos por la cara para serenarme y le dije.

• Emily, si te prometieron que yo no me enteraría y me he enterado, que te hace pensar que cumplirán con lo del contrato – dije.

• ¿Qué quieres decir? – pregunto Emily.

• Que no hables todavía con los jefes, no sea que te quedes sin este trabajo y sin el otro – le dije.

• Emily tú has sido un arma para hacerme daño, solo eso – dije decepcionado.

• ¡No puede ser! – dijo Emily.

• Además, si de verdad te mandan el contrato, yo me lo pensaría, porque a la larga igual echas de menos a los tiburones y cocodrilos – dije levantándome del sofá.

• Espera Juan – dijo una llorosa Emily.

• No Emily, me engañaste, primero por avariciosa y después por tonta, una sabia persona me dijo que la mujer de mi vida estaba por aparecer y la vida me ha dejado claro que no eres tú.

Salí del despacho, Emily formaba parte de mi pasado, un pasado doloroso. Ahora únicamente tenía ganas de coger el avión y volver a Edimburgo, donde me esperaban mi hermana y cuñado. Estaba muy enfadado con Emily, pero aquí la que de verdad había perdido era ella, si no había contrato me había perdido a mí y si había contrato sería la puta de Roberto y eso no se lo deseo ni a mi peor enemigo, de todas maneras Emily ya era mayorcita y había tomado sus decisiones, ahora tendría que vivir con ellas.

Llegue justo a coger el avión, mientras estábamos a diez mil metros de altura, pensaba en que demonios estaba pensando Marta, proponiéndole algo así a Emily. Tantas ganas tenía de que volviera, esta no era la Marta que conocía y cada cosa nueva que estaba descubriendo de ella, me gustaba menos que la anterior.

Si su intención era que volviera, lo tenía claro. Yo era feliz con mi nuevo trabajo y ahora que estaba a punto de nacer mi sobrina, solo pisaría mi antigua ciudad para visitar a mis padres y tíos. Ya me encargaría yo de que nadie supiera que estaba allí, quise dejar el tema aparcado, porque a las conclusiones que estaba llegando con Marta me hacían mucho daño.

Lo primero era curarme las heridas, producidas por Emily y después ya me preocuparía de lo demás. Helena me esperaba en el aeropuerto, Bruce estaba en un trabajo de modelo, volvería en dos días. Cuando vi a mi hermana me derrumbe y empecé a llorar según nos abrazamos. Me dio igual estar en medio del aeropuerto, me dio igual que todo el mundo viera como me hacía añicos, porque estaba en brazos de la única mujer además de mi madre que me había demostrado cariño de verdad.

• Lo siento mucho Juan, Roberto y Marta se están pasando - dijo una afectada Helena.

Yo levante la cabeza, la mire a los ojos y volví a apoyar mi cara en su hombro para seguir llorando. Cuando me calme, nos sentamos en una terraza de una de las cafeterías del aeropuerto.

• ¿Más tranquilo hermanito? – pregunto mi hermana.

• Si – conteste.

• ¿Qué vas a hacer ahora? – pregunto Helena.

• Pues me he cogido unos días libres y después tengo que ir de fotógrafo a la Sabana para sacar fotos de un artículo sobre la caza furtiva – dije.

• ¿Eso no es peligroso? – pregunto.

• Si, pero nos han prometido protección, además estaré aquí para ver nacer a mi sobrina, te lo prometo hermanita.

Después de tomarnos los cafés, fuimos a si casa y me di una buena ducha, cuando llegamos vi que la casa de al lado de la de mi hermana estaba en venta. Al día siguiente me encargaría de averiguar su precio, si la casa era igual por dentro de la de mi hermana y mi cuñado. Me la compraba sin dudarlo, ahora cobraba bien y además no tenía casi tiempo de gastar el dinero. Me di una larga ducha, a mi hermana ya le quedaba poco para dar a luz, estaba preciosa. Mientras estaría en esa casa, procuraría que no moviera ni un dedo. Esa noche mientras mi hermana estaba tumbada en el sofá hice la cena, cenamos y me senté en el sofá.

Helena poso su cabeza en mis piernas mirando hacia el techo.

• No entiendo el actuar de Marta Juan – dijo mi hermana.

• Yo tampoco, al final tendré que hablar con Susana, tal vez ella arroje luz sobre este misterio – dije serio.

• No sé Juan, tal vez no te guste lo que encuentres – dijo Helena.

• Será mejor que lo que siento ahora, tengo dudas, la Marta que conozco no se portaría así – dije.

• ¿Y si la Marta que conoces no es real? – pregunto Helena.

• Me partiría en tres, sabes lo mucho que quiero a Marta – dije.

• Se que se portó bien contigo, pero a mí siempre me ha dado mala espina – dijo Helena.

• Tendré que hacerte más caso de aquí en adelante – dije.

No sé cómo paso, pero los dos nos quedamos dormidos, no sé que hora seria, pero el frió me despertó. Helena seguía dormida, la cogí en brazos y la metí en su cama. La cara de buena que tenía mi hermana cuando dormía y la mala leche que solía demostrar. Bruce regreso a los dos días como dijo y vino lleno de regalos para Helena, a mí lo único que me regalo el cabrón fue su sonrisa.

Los días que pase al lado de mi hermana y mi cuñado fueron sanadores como siempre, cogí un avión y en vez de irme a Londres fui directo a Tanzania. Allí me esperaba mi equipo y la redactora que aria el artículo, no la conocía. En otro momento me abría fijado más, pero después de la experiencia con Emily decidí que lo mejor sería centrarme en mi trabajo y en este teníamos que estar con cien ojos. El artículo iría dirigido a la venta de marfil en el mercado negro, si no andábamos con cuidado podríamos terminar enterrados en ese paraje tan bonito.

Durante el día iba sacando fotos que mandaba a Helena y Bruce, los dos decían que era precioso y no se equivocaban, pero no tenían en cuenta las arañas gigantescas que había allí, las serpientes y todo bicho capaz de morderte y ponerte en un verdadero aprieto. Íbamos con dos guías y dos escoltas que nos pusieron, según supe eran dos veteranos del Servicio Aéreo Especial británico.

Conseguí fotografiar a esos cazadores furtivos cuando intentaban cazar a un elefante para cortarle los colmillos, no sé cómo, pero se percataron de nuestra presencia. Empezaron a disparar y tengo que decirlo, jamás había pasado tanto miedo en mi vida. Nos montamos en el todoterreno, me agaché todo lo que pude. Las balas silbaban por todos lados, al final gracias a los guías pudimos despistarlos.

La redactora hizo entrevistas a activistas en contra de la caza furtiva, la verdad que fue toda una experiencia. Nunca había estado en África y esperaba volver, pero en esa ocasión seria en otras circunstancias y esperaba que sería cogido de la mano de una persona especial en mi vida. Con el artículo terminado, llego la hora de volver, con la tontería habíamos pasado allí un mes, a mi hermana no le quedaba mucho para dar a luz. Después de este trabajo a la redactora y a mí nos dieron descanso, el siguiente trabajo seria en Italia. Más bien en Sicilia, teníamos que cubrir un documental sobre el volcán del Etna, esto sería después de que mi hermana hubiera dado a luz, se lo deje claro a mis jefes y estos no pusieron ningún problema.

Cuando llegue a Edimburgo, cogí un taxi en el aeropuerto. Con el embarazo avanzado de mi hermana, les dije que se quedaran en casa que yo llegaría por mi mismo. Llovía a cántaros, yo venía de África que hacía más calor que en el infierno. Al llegar a Edimburgo el cambio de temperatura fue brusco y terminé por resfriarme, mi hermana me tuvo recluido en mi cuarto hasta que el catarro paso. Una mañana que me desperté, volví a ese acantilado que tanta suerte me dio, llegue a ese árbol donde una pareja quiso plasmar su amor para siempre.

Yo sentía que eso se me estaba negando a mí, una pregunta me golpeaba constantemente la cabeza y si jamás encontraba esa persona que me hiciera feliz, no podía pensar así, si algo me había enseñado la vida era que había que luchar, saque una foto del lugar, siempre llevaría esa foto encima. Esa foto me recordaría que en el mundo había un sitio que me hacía feliz, al regresar Bruce estaba hablando por teléfono, se reía mucho.

Cuando colgó se le saltaban las lágrimas de lo que se reía.

• ¿Qué te ha hecho tanta gracia Bruce? – pregunte.

• Mi hermana que esta loca – dijo Bruce.

• No sabía que tuvieras hermana – dije.

• ¿Nunca te he hablado de ella? – pregunto Bruce.

• No – conteste.

Entonces saco una fotografía de su cartera y me la enseño, en ella salía Bruce al lado de una mujer preciosa. Si Bruce era guapo, su hermana le ganaba en todos los sentidos. Después de lo de Emily llegué a pensar que ninguna mujer volvería a llamar mi atención, pero fue ver a su hermana y algo despertó dentro de mí.

• ¿Cómo se llama? – pregunte.

• Sharon, te gustará, es tan aventurera como tú – dijo Bruce riéndose.

• ¿A qué se dedica? – pregunté.

• Trabaja para Scotland Yard, se dedica a recuperar obras de arte robadas y detener a los ladrones que las roban, es muy buena.

• Parece buena chica – dije con nostalgia de tiempos mejores.

• Lo es, no puede venir al parto de Helena por trabajo, pero me ha prometido que vendrá para conocer a su sobrina – dijo Bruce.

Una sonrisa empezó a crecer en mi rostro, seguramente tendría pareja, pero si no era así, volvía a tener ilusión por algo ajeno al trabajo y eso me subió el ánimo.

Continuará.