Mala fe 3

La historia sigue.

Mala fe 3

Decidí no contestar al mensaje de Susana, como ya había dicho no me encontraba con fuerzas ni ánimos de afrontarla. Mi hermana me dejo con la mosca tras la oreja, según ella Susana jamás me abría hecho algo semejante, pero lo había hecho. Alguien la estaría chantajeando o simplemente disfruto humillándome, decidí dejar de pensar en eso que no me llevaba a ningún lado.

Ahora solo tenía una cosa en mente y no era otra cosa que conseguir ese contrato con Nacional Geografic, esa noche no podía dormir. Prepare y limpie muy bien todo mi equipo, según amaneció baje a la cocina y me prepare el desayuno, deje el café hecho para cuando Bruce y Helena se levantaran. Cogí mi equipo y me dispuse a buscar un lugar del que anoche me hablo Bruce, según Bruce era un acantilado precioso, allí fue donde Helena le dijo que estaba embarazada y en él, sacaría unas fotos impresionantes si sabía elegir el momento idóneo.

Tuve que preguntar, para ir a ese sitio decidí coger la bici de montaña de Bruce. No me apetecía conducir, además aquí se conducía por la izquierda y todavía me tenía que acostumbrar. Dicen que preguntando se llega a Roma y que verdad dice esa frase, desempolve mi inglés y poco a poco gracias a las indicaciones fui capaz de encontrar el sitio.

No tengo palabras para describir la belleza de aquel sitio, mi hermana siempre había tenido buen gusto y esta no era una excepción, otra peculiaridad era que las olas al chocar con las paredes del acantilado sonaban como si una tormenta se estuviera acercando. De repente empecé a notar una paz interior, desde la noche anterior a lo sucedido con Susana que no sentía tanta paz.

Coloque mi equipo fotográfico en distintas zonas del sitio, todas me permitieran sacar unas buenas fotos, pero no me dejaban satisfecho. Llegue a donde había un viejo árbol, en él había grabados dos iniciales dentro de un corazón. Ojalá que a ellos les hubiera ido mejor que a mí, entonces puse el trípode y la cámara y lo sentí. Ese era el sitio idóneo, volvería al atardecer y sacaría las fotografías.

Al volver a casa de mi hermana y Bruce ya se habían despertado, al entrar me agradecieron haber dejado el café hecho y me preguntaron a donde había ido.

• Ya he encontrado el sitio que me dijiste Bruce.

• Que te ha parecido – pregunto Bruce.

• Precioso – respondí

• ¿Crees que te servirá? – pregunto Helena.

• Ya he encontrado la zona idónea para sacar la fotografía – dije.

Le enseñé a Helena en mensaje de Susana, esta lo leyó con calma y después de mirarme a los ojos me dijo.

• Hermanito, yo siempre estaré de tu lado, decidas lo que decidas lo respetaré, pero si yo fuera tú la escucharía – me dijo.

• No sé Helena, me ha hecho mucho daño – dije dolido.

• No pierdes nada por escucharla, además tú ya tienes claro que no volverás con ella ¿verdad? – dijo Helena.

• Claro que lo tengo claro, ¿pero por qué tanto interés en que hable con ella Helena? – pregunte.

• No sé Juan, algo me huele muy mal, ya sabes que mis presentimientos no suelen fallar – me dijo.

En eso tenía razón, Helena tenía un instinto que pocas veces se equivocaba. Pero aunque hubiera una buena razón. El hecho es que el daño estaba hecho, podría perdonarla he incluso tener una amistad con el tiempo, pero de ahí no pasaría la cosa. Comimos muy bien, Bruce era un gran cocinero y luego como buen escocés me saco un whisky que hacían en el pueblo. Tengo que decirlo jamás había probado un whisky tan bueno, me dijo que este era expresamente para el pueblo y todos los bares lo servían.

Llego la hora de la verdad, Bruce y Helena me acompañaron. Monte el equipo fotográfico y espere al momento idóneo, ese momento llego. El cielo se tiño de rojo, pareciera que el cielo se hubiera incendiado. Mi instinto me dijo que apretara el botón y sacara una serie de fotos, ese cielo no duro mucho, pero si el tiempo suficiente para haber sacado unas cuatro fotografías muy buenas.

La primera en verlas fue Helena, según las pasaba sus lágrimas empezaron a brotar por sus mejillas. Eso era buena señal, mi hermana solo se emocionaba así cuando veía algo que le gustaba mucho. Me miro y me abrazo, entonces me dijo.

• Si con esta foto no ganas, apaga y vámonos.

Mire la fotografía y era la mejor fotografía que había sacado y que posiblemente sacaría en mi vida. La fotografía del atardecer salió mejor que bien, ahora tocaba hacer la del amanecer. Decidí que la sacaría en el mismo sitio, me había dado suerte y esperaba rematar la jugada con el contrato firmado.

Helena y Bruce sacaron una cesta y me dijeron que nos quedaríamos allí para hacer un pícnic. La verdad que desde que estaba en Edimburgo, mi humor había mejorado muchísimo. Yo le pregunté a mi hermana si no tenía que madrugar al día siguiente, ella me dijo que la empresa le debía unos cuantos días y se los había cogido, serian unos quince.

Bruce me dijo que no tendría que viajar hasta el mes siguiente, viajaría a Islandia, allí les harían un reportaje fotográfico. La verdad es que pasamos una noche muy buena, llego un momento que Helena estaba muy cansada, Mire a Bruce y le dije.

• Volver a casa.

• ¿Y tú? – pregunto.

• Yo me quedaré, algo dentro de mí me dice que si me quedo conseguiré la segunda foto para llevarme el premio – dije.

Bruce fue al coche y saco una manta, me dijo que en ese lugar a partir de media noche refrescaba bastante. La pobre Helena se estaba quedando dormida, Bruce la cogió en brazos y la metió en el coche. Se acercó a mí y me dijo.

• Ten cuidado, por aquí no pasa gente por las noches, pero nunca se sabe.

Bruce y Helena se marcharon, a mí me quedaban unas cuantas horas para el amanecer, me recosté en el árbol y me tape con la manta. Menos mal que me la dejo, el frío cada vez era más intenso. Estaba eufórico, no sabía si al final ganaría o no, pero gracias a esta competición había conseguido no pensar en Susana, Marta y Roberto. Una idea pasó por mi cabeza, el pueblo donde vivían mi hermana y Bruce me gustaba, mis padres se habían mudado a vivir con mi tía, la pobre había enviudado hace poco y fueron para hacerle compañía.

Mi tía era más joven que mama, mi tío empezó con unos dolores en el estómago, fue a hacerse un chequeo y le dieron la mala noticia. El tratamiento no funcionó y termino muriendo en poco tiempo, para mi tía fue un palo muy gordo, se querían con locura. Si había una mujer que se casó convencida esa era mi tía, no tuvo ni atisbo de duda cuando el cura le pregunto y ella dijo que sí.

La verdad que mi tío era genial, a Helena y a mí nos quería mucho. Por lo cual si volvía a mi ciudad, estaría solo y la verdad que ahora mismo no tenía ninguna ganas de volver. Lo de la revista tampoco me hacía mucha gracia, ganará el concurso o no la decisión de dimitir ya estaba tomada. Llamaría a Marta y le diría que no volvería, no creo que tendría problemas para encontrar trabajo, mi inglés era bueno y mis fotografías hablaban por mí.

Entre pensamientos se fue pasando la noche, me quede acurrucado y entonces sucedió la magia, el sol empezó a aparecer por el mar. El reflejo que hacía en el agua daba la sensación de que estuviera saliendo de la misma agua, me gusto tanto que no dude en darle al botón de la cámara. Cuando las mire me quede satisfecho, no era tan buena como la del atardecer, pero estas también eran buenísimas.

Recogí todo, hasta casa tenía una tirada. Me fijé que en aquel lugar había paredes muy buenas para hacer escalada, por suerte me traje mi equipo. Es un equipo muy bueno, me lo regalo Helena y se aseguró de que así fuera, la verdad que iba eufórico y el camino no se me hizo tan largo. Cuando llegue a casa, me pegue una ducha para entrar en calor y me prepare algo de desayunar.

Después saque el portátil, me registre, cree un usuario y contraseña, rellene el formulario y adjunte las dos fotos que a mí me habían parecido que eran las mejores. Una vez hecho esto me fui a mi habitación y me metí a la cama para descansar, unos zarandeos me despertaron, era Helena.

• Vamos dormilón, hora de despertarse, la comida ya está hecha – dijo mi hermana.

• Déjame cinco minutos más – dije con desgana.

Mi hermana no tuvo piedad de mí, levanto el colchón y termino tirándome al suelo. La cabrona se descojonaba y más cuando yo le mire serio. No pude mantener ese semblante durante mucho tiempo y yo también terminé por reírme, mientras comíamos, les conté mi decisión de dimitir de la revista.

• Estás seguro Juan – dijo Bruce.

• Si, allí hay demasiados claros oscuros y no me siento cómodo – dije.

• Comprensible – dijo mi hermana.

• Si lo de National Geografic sale mal, buscaré trabajo por aquí y una casa para alquilar – comente.

• Puedes quedarte todo lo que necesites, ya lo sabes – dijeron a la vez Helena y Bruce.

• Lo sé, pero pronto seréis tres y no hay espacio para todos – dije.

Mi hermana y Bruce al darse cuenta se pusieron a reír, la verdad es que la procesión iba por dentro, lo de Susana me había partido en tres, pero por lo menos aquí volvía a ser feliz y me sentía querido por dos personas de forma desinteresada. El tiempo fue pasando y la respuesta de National Geografic llego, estaba nerviosismo. No me atrevía a abrir el correo electrónico, fue Helena la que lo abrió y pego un grito que nos dejó a todos sordos, Con lágrimas en los ojos me miro y me abrazo.

• Enhorabuena hermanito, eres el nuevo fotógrafo de National Geografic.

Yo caí de rodillas y empecé a llorar, lo había conseguido, por fin había conseguido mi sueño. Era enormemente feliz, en el correo me ponía una dirección a la que me tendría que presentar en unos cuantos días. Como estaba en Edimburgo, me tendría que presentar en Londres. Allí me pondrían al día y firmaría el contrato, esa noche salimos a cenar y celebrarlo.

Después de cenar fuimos a un local, de esos que le gustaban a Marta, lleno de gente y una música horrible a todo trapo. Nos cobraron la entrada, menudo sablazo, menos mal que de aquí en adelante tendría un buen sueldo, si no en dos salidas como estas a vivir debajo de un puente.

A Helena le encantaba bailar, si por ella fuera se pasaría el día entero bailando, además sabia que dentro de poco no podría hacerlo por el embarazo. Bruce y yo fuimos a la barra, de repente un hombre que se había metido más esteroides que Hulk se acercó a Helena. Lo que más me sorprendió que miro fijamente a Bruce y le sonrió de forma extraña.

• Oye Bruce, me puedes explicar, ¿por qué ese tío te ha sonreído de esa manera tan inquietante? – pregunte.

• Es el machito del lugar, lo que pretende decirme es que se va a follar a Helena – dijo con toda la calma del mundo.

• ¿Y a ti eso no te preocupa? – pregunté flipando.

• Mira Juan, si tu hermana me engaña con ese tío, me estará demostrando que no me quería como me decía y me demostrara que no merece la pena – dijo Bruce.

• Además ya conoces a tu hermana, en tres segundos pondrá a ese tío en su sitio – dijo disfrutando.

Aquel tío viendo que Helena no le decía nada, metió la mano por debajo de la falda, no sé si llego a tocarle el tanga, lo que si notamos todos es el tortazo que le metió mi hermana. El tío dio dos pasos para atrás, miro a mi hermana y a todos a su alrededor. Viéndose humillado se lanzó a por Helena, yo mire a mi lado y no vi a Bruce, joder, sí que era rápido para lo grande que era.

Me acerqué y pude oír la conversación.

• Tú que te has creído cabrona, que puedes sacudirme y salir impune – dijo Hulk.

• Yo que tú me calmaría – dijo un serio Bruce que se interpuso entre el amasijo de músculos y una más que furiosa Helena.

• Esta tía me la va a comer, como compensación – dijo Hulk cabreado.

Nadie lo vio venir, del costado de Bruce apareció la pierna de mi hermana, esta se incrustó contra los huevos de Hulk, este hinco las rodillas. Gritaba de dolor, entonces aparecieron los amigos de Hulk, la cosa se ponía peliaguda, yo me puse al lado de Bruce para proteger a mi hermana o por lo menos para intentarlo, aunque pensándolo bien, Helena tenía más peligro que Hulk.

• Estás listo Juan, estos están muy cabreados – dijo Bruce.

• No, pero por mi hermana lo que sea – dije asustado viendo el tamaño de los amigos de Hulk.

• Esa es la actitud – dijo Bruce.

De repente detrás de los amigos de Hulk, aparecieron tres armarios empotrados, eran de la seguridad del local, se acercaron a Bruce, Helena y les preguntaron.

• Va todo bien, Bruce, Helena.

• Este tipejo, se ha creído que podía meter mano a mi novia, Helena solo se ha defendido – dijo Bruce.

• Para nosotros eso es suficiente, si son tan amables caballeros, les enseñaremos la salida del local – dijo uno de los armarios empotrados.

• Pero… dijo Hulk.

• O salís por iniciativa propia o a patadas, vosotros elegís – dijo otro de los armarios empotrados.

Los tíos viendo como podía acabar la noche, decidieron recular e irse. De entre la gente apareció un hombre trajeado, era el dueño de la discoteca, parecía conocer a Helena y Bruce. Se disculpó y nos invitó a la zona VIP para que pudiéramos estar más tranquilos, además de no cobrarnos las consumiciones.

• Te has portado Juan, eran grandes y no has dudado ni un instante – dijo Bruce.

• Casi me cago encima Bruce, si alguno de esos me llega a coger, friega el suelo conmigo – dije.

Entonces mire a mi hermana, se agarraba el codo, parecía que se hizo daño al darle el tortazo al maromo. Viendo como se le hinchaba decidimos llevarla a urgencias, nos dependimos de los armarios empotrados y del dueño del local. Cerca había un hospital, le hicieron unas placas, mientras tanto los dos esperábamos en una sala de espera.

No sé cuantas horas estuvimos, entrar en urgencias, sabes cuando entras, pero cuando sales es otra cosa. Por lo que parecía tenía un pequeño esguince, menos mal que había cogido unos días de vacaciones y podría guardar reposo. El viaje a Escocia estaba resultando de todo menos aburrido, sabía la mala leche que tenía Helena, pero no sabía lo fuerte que era mi hermanita.

Al final volvimos a casa, yo me senté al lado de Helena en el coche, esta me miro triste y nos dijo.

• Quiero pediros disculpas por el espectáculo.

• El que tendría que disculparse era ese mastodonte y no tu mi amor – dijo Bruce.

• Estoy de acuerdo con Bruce hermanita – dije.

Helena pareció calmarse, cuando paramos en un semáforo beso a Bruce y después a mí me dio un abrazo. Si tendría que definir la noche lo haría con una palabra interesante, al llegar a casa hablamos un poco y nos fuimos a nuestras habitaciones, los demás días fueron sin novedades.

Llego el día que tenía que viajar a Londres, Mi hermana y Bruce me acompañaron al aeropuerto. Me desearon suerte y después embarque en el avión, la verdad es que iba muy nervioso, por muy buenas que fueran mis fotos, allí trabajaba lo mejor de lo mejor. Tenía miedo de no dar la talla.

Me recosté en el asiento y decidí que ya me preocuparía de esos problemas al llegar a Londres. Cuando baje del avión, un hombre me espera con un cartel con mi nombre. Me acompaño hasta un coche elegante y me dijo, si prefería pasar por el hotel primero o prefería ir a nacional Geografic Society directamente. Opte por la segunda, no tardamos en llagar.

Allí me esperaba una chica que sería mi guía, me entrego mi tarjeta de acceso y me fue enseñando los distintos departamentos, la verdad es que estaba disfrutando como un enano. Al final llegamos al departamento donde se hacía la revista y a la que pertenecería, allí me tope con algunos de los mejores fotógrafos/as del mundo. Estaba muy nervioso, todos me trataron con mucha amabilidad.

Uno de ellos tenía la foto que saque del atardecer en la mano.

• Con una foto como esta este es tu lugar sin duda – dijo el famoso fotógrafo.

• Gracias – dije muy cortado.

• Vamos anímate, que no comemos – dijo otra famosa fotógrafa.

La verdad que el ambiente que se respiraba allí era increíble, pensé que me encontraría con egos descomunales, sin embargo, la gente era humilde y muy amable, uno de ellos me acompaño a la que sería mi mesa. Según me dijeron, la empresa me ponía casa y coche para poder deslazarme.

• Que te ocurre, ha sido escuchar coche y te has puesto blanco – dijo la famosa fotógrafa.

• Es que aquí conducís por la izquierda y yo no estoy acostumbrado – dije.

• Por eso no te preocupes, Londres tiene tanta cantidad de coches, que al final te moverás como nosotros en metro – dijo el famoso fotógrafo.

Entonces vi como una mujer se acercaba a mí, era una de las mujeres más hermosas que hubiera visto en mi vida, según me dijeron se llamaba Emily y sería mi jefa directa y una de las redactoras jefas de la revista.

Continuará.