Mala fe 2

La historia sigue.

Mala fe 2

Alguien me saco de aquel baño, estaba tan aturdido que no veía nada y no escuchaba nada. El ruido atronador de hace unas horas se convirtió en un silencio que hacía daño, notaba que iba golpeándome con objetos, pero yo seguía bloqueado. Intuí que estábamos fuera del local por el cambio de temperatura y por el zarandeo que me dio la persona que me había sacado de allí.

Era Marta, por fin pude oler su perfume, poco a poco me fui recuperando. Al mirar a Marta me di cuenta de lo preocupada que estaba, me pedía perdón una y otra vez, yo solo atine a decir su nombre.

• Juan estás bien, me he asustado mucho – dijo una preocupada Marta.

• Porque me ha hecho esto Susana, sabía que el sexo conmigo la había decepcionado, yo hubiera preferido que me hubiera dejado a tener que haber sido testigo de esto. – dije destrozado.

• Lo siento, persóname Juan yo te la presenté y mira lo que te ha hecho.

• Tú no tienes la culpa – dije.

• Si la tengo, yo sabía el enganche que siempre tuvo Susana con mi hermano, pero te juro que pensé que lo había superado.

• ¿Enganche? – pregunte.

• Mi hermano tiene un magnetismo con las mujeres difícil de explicar, pocas han conseguido resistirse a él, algunas tardan más o menos, pero todas caen – dijo Marta.

• Y sabiendo eso, porque me pusiste en el camino de Susana, un tren de mercancías me hubiera hecho daño – dijo como reproche.

• Susana lo paso muy mal con Roberto, se enamoró y hacia todo lo que él quería, estuvo con sicólogos, tardo, pero salió del pozo – dijo Marta.

• Y… - dije.

• Susana y tú conectasteis tan bien, en una de las últimas conversaciones que tuvimos ella me describió el chico que estaba buscando y eras tu Juan, no lo hice con mala intención, créeme – dijo una desesperada Marta.

Sabía que Marta no hubiera hecho nada que me hiciera daño, de forma intencionada. Pero me costaba no estar enfadado con ella, ella lo noto y eso la puso peor. Marta pensó en su amiga y pensó que yo podría hacerla feliz, la verdad sea dicha Susana era una mujer cariñosa y detallista, pero si evaluó la situación fríamente. La Susana que estaba en ese baño con Roberto no era la persona que follaba conmigo, estaba totalmente entregada.

Por un lado, mejor que me haya pasado esto ahora y no dentro de un tiempo que todavía estaría más enamorado de ella. Mire a Marta y le dije.

• ¿Marta, porque tu hermano me odia tanto? – pregunte.

• No lo sé, pero lo de hoy ha sido algo personal contra ti, se ha pasado mucho y me avergüenzo de ser su hermana- dijo Marta.

• ¿Otra cosa, como supo Roberto que yo estaba saliendo con Susana? – pregunte.

• Se que Susana no ha sido, por la expresión que ha puesto, las otra persona que sabía que estabas saliendo con Susana era Lidia – dijo Marta.

• ¿Y Esther?, pregunte.

• Esther se ha enterado hoy, ha estado fuera por trabajo y no habíamos hablado – dijo Marta.

Marta tenía claro que si Lidia se lo había contado a Roberto no seria por celos. Ella me lo dejo claro, yo no era su prototipo de hombre según Marta. Seguro que había caído en las garras de su hermano, Marta se enfadó muchísimo y fue a dentro del local para pedirle explicaciones. Yo me quede fuera, necesitaba tomar aire fresco, lo único que tenía claro que mi relación con Susana había acabado. Era una pena, porque me llego a gustar de verdad, yo tenía amor propio y no iba a renunciar a él por muy buena que estuviera Susana.

MARTA

Después de la conversación con Juan, estaba muy enfadada. Cuando llegue a donde estaban todos, mi novio y Esther se encontraban intentando consolar a una inconsolable Susana.

• ¿Dónde está? – pregunte muy enfadada.

• Marta yo… - dijo una destrozada Susana.

• Tu nada Susana, ya has hecho bastante por hoy – dije mascando las palabras.

Susana se volvió a sentar llevándose las manos a la cara, una seria Esther me dijo que Lidia se había ido al mismo baño donde Roberto y Susana acababan de follar. Se veía que Esther no estaba de acuerdo con lo sucedido esa noche, parecía la única que era capaz de poner en su sitio a Roberto. Mi novio no decía nada, se acercó a mí y me pregunto.

• ¿Cómo está?

• Mal, como quieres que este, Roberto se ha pasado mucho, no sé quién se cree que es, pero me va a oír – dije más que enfadada.

Les deje a todos allí y me encamine hacia los baños para encararme a mi hermano, se había pasado mucho, esto no es lo que hablamos, cuando estaba llegando a los baños se escuchaba una conversación. Algo me decía que sacaría más provecho del sigilo, entre sin hacer ruido y me puse a escuchar.

• Porque ese ensañamiento con Juan, es un buen hombre, no se lo merece – dijo Lidia.

• Su hermana – contesto Roberto.

• ¿Qué ocurrió con su hermana? – pregunto Lidia.

• Eso no te incumbe, tú dedícate a limpiarme la polla, Susana no ha querido hacerlo después de ver el estado del pelele.

Decidí que mejor me iba, regrese a donde estaban todos y una desesperada Susana me abordo.

• ¿Dónde está Juan Marta? – pregunto una llorosa Susana.

• ¿Para qué quieres saberlo Susana?, ¡te has salido del guion! – dije.

• Solo quiero pedirle perdón Marta, esto no ha sido culpa mía– lloraba Susana.

• Lo mejor será que le dejes estar tranquilo de momento, ahora lo que menos le conviene es verte- dije.

Mire a mi novio y este me dijo que llevaría a Susana y Esther a sus casas, yo le dije que estaría con Juan para que no pasara esta noche solo. Pensé que mi novio me pondría mala cara, pero incluso siendo amigo de Roberto. Se veía que no le había hecho gracia lo que su amigo le había hecho a Juan, salí del local y allí estaba Juan sentado en un banco mirando al cielo.

Me senté a su lado y entonces me dijo.

• Tengo mi sueño al alcance de mi mano Marta.

• ¿Qué sueño? – pregunté.

• Poder formar parte de National Geografic – me dijo.

• ¿Cómo? – pregunte.

• Han hecho una competición, los participantes tienen que presentar dos fotografías, una del atardecer y otra del amanecer – dijo Juan.

• En esta ciudad con el amanecer vas a tener problemas – dije.

• Si – contesto Juan con una sonrisa.

Juan era más duro de lo que creía, era ingenuo, confiado, excesivamente bueno, pero también era fiel y el mejor de los amigos, pero su mejor virtud era que por muchas veces que cayera se levantaba para seguir adelante.

• ¿Oye Juan, sabes si Helena tuvo algo con mi hermano? – pregunte.

• ¿Mi hermana?, no lo sé, nunca me comento nada, sabes que era muy celosa de su intimidad – dijo Juan.

• Porque lo dices – volvió a preguntar Juan.

• Por nada, por algo que le he oído comentar a mi hermano cuando he ido a cantarle las cuarenta – dije.

Lleve a Juan a su casa y la pase con él, cuando llegamos a su casa él se duchó y se metió directamente en la cama. Yo me quede en el sofá, Susana no se ciño al plan y esto había hecho que Juan hubiera perdido su confianza en mí, no me lo ha dicho, pero por su expresión, no me ha hecho falta. De aquí en adelante tendré que tener más cuidado y controlar más de cerca de mi hermano.

JUAN

Marta había comentado algo sobre Helena, iría a Edimburgo a hacerle una visita. De esa manera podría preguntárselo a ella y sacaría esas dos fotos que me alejarían de esta ciudad que tanto daño me había hecho, también me alejaría de Marta. Esa noche algo se me rompió con ella, sé perfectamente que no lo ha hecho a posta, pero me da la sensación que en esta ocasión se ha preocupado más en intentar ayudar a su amiga y no a medido las consecuencias. No puedo evitar sentirme utilizado por mi mejor amiga, por eso es imperativo que me aleje de todo. Necesito tomar perspectiva.

No podía dormir, aproveche para mirar por Internet. Con un poco de suerte tendría un billete de avión para Edimburgo, tenía muchas ganas de ver a mi hermana, no sé que paso en el pasado. Solo sé que poco después de conocer a Bruce se marchó con él a Escocia, me preguntaba si no tendría que ver con Roberto. Si Roberto le había hecho daño a Helena lo pagaría, no sé cómo, pero lo pagaría.

Por suerte tenía un billete para el vuelo de primera hora de la mañana, me dispuse a hacer la maleta. Una vez terminada mi maleta le mandé un mensaje a mi hermana, sé que le gustaban las sorpresas, pero no me apetecía llegar y que no estuvieran en casa.

• Hermanita, a las siete de la mañana cojo un avión para Edimburgo, llegaré en tres horas y media aproximadamente, si no puedes recogerme avísame antes de llegar.

No tardo mucho en contestar, me dijo que Bruce se encargaría de recogerme, ella no podía cambiar el turno en el trabajo. Nos veríamos al mediodía, también me dijo que me preparara pues me achucharía con todas sus fuerzas. Bruce era el novio de mi hermana, era modelo y se conocieron en los tiempos que Helena trabajaba de modelo para la misma agencia que Susana y Lidia. Físicamente, era parecido a Roberto, pero sus personalidades eran tan parecidas como un huevo a una castaña.

Bruce era humilde y muy amable, la verdad que me alegre cuando se conocieron, con su anterior pareja no acabaron bien. Mi hermana no contó mucho, lo único que dijo fue que cortaron por causa de unos cuernos. Lo que no especifico fue si de su parte o de la de el otro.

Eran las cinco de la mañana, al salir de la habitación. Vi como Marta dormía, le deje una nota diciendo que me iba a Edimburgo a pasar unos días con mi hermana y así desconectar de todo. La verdad es que había cogido este mes de vacaciones para poder preparar bien mis fotos y ganar la competición, los planes no habían cambiado. Según recuerdo de la última vez que estuve en Edimburgo, los amaneceres y atardeceres eran preciosos, si tenía suerte volvería a ver aquel atardecer con un cielo rojo como el fuego.

Si conseguía una foto así, tendría muchas posibilidades de llevarme el gato al agua. Ahora mismo esas fotografías y las ganas de ver a mi hermana me mantenían de pie, Llegue al aeropuerto, todavía tenía tiempo para facturar las maletas, me senté en una de las mesas de una cafetería del aeropuerto, pedí un café con leche y un zumo de naranja.

Volar no me hacía mucha gracia, por eso prefería no desayunar mucho y si luego me entraba hambre. Ya tendría tiempo de comer algo en el avión, llego la hora. Facture las maletas y después me dirigí a mi zona de embarque, una vez dentro del avión y en el asiento que tenía asignado, me puse cómodo y me dispuse a escuchar música. No podía evitar pensar que me estaba escapando de Susana, pero la verdad sea dicha, no me encontraba con fuerzas para enfrentarla.

No porque pudiera hacer que cambiara mi decisión sobre nuestra relación, para mí estaba más que muerta, pero sabía que si la veía llorar mi caparazón se podría desquebrajar y lo mejor sería dejar pasar el tiempo y enfrentarla cuando estuviera más fuerte anímicamente.

El vuelo se me hizo más corto de lo que me esperaba, para cuando me di cuenta estábamos a punto de aterrizar, el aterrizaje era lo que más miedo me daba, el avión era enorme y cualquier fallo, nos llevaría a todos a la muerte, puse la cabeza entre mis piernas y recé a toados los dioses. Por suerte el aterrizaje se dio sin ningún percance, ya me encontraba en tierras Escocesas, todo era tan hermoso como lo recordaba. Bruce me esperaba con una cartulina con mi nombre tan grande como él.

El bueno de Bruce con una sonrisa en su rostro, me abrazo fuerte, tanto que me levanto del suelo.

• ¿Qué tal el viaje cuñado? – pregunto Bruce.

• Mejor de lo esperado – dije.

• Que a ocurrido, Helena se ha quedado preocupada – dijo Bruce.

• Conocí a una chica y esta me ha puesto los cuernos con Roberto – dije con tristeza.

• ¡Roberto como no! – dijo apretando los dientes.

• Bruce, ¿sabes lo que paso entre Helena y Roberto? – pregunte.

• Eso mejor lo hablas más tarde con tu hermana, ahora te llevaré a casa para que te duches y te pongas cómodo – dijo Bruce recuperando la sonrisa.

Desde el aeropuerto hasta la casa que compartían mi hermana y Bruce, se tardaba aproximadamente una hora. Según me dijo Bruce Helena le había dicho que estaría en casa para cuando llegáramos, Le comente a Bruce lo de la competencia de National Geografic. Este me dijo que me llevaría a unos cuantos sitios que él conocía, de allí saldría la foto ganadora. Se reía mientras lo decía, después se puso serio y me dijo.

• Cuando lleguemos tenemos otra sorpresa para ti.

• Bruce, helena sabe que no me gustan las sorpresas – dije intrigado.

• Esta te gustará, te lo aseguro.

Por fin llegamos a casa de mi hermana, ella nos escuchó llegar y nos esperaba en la puerta. Se veía diferente, más radiante. Mi hermana se llevó toda la belleza de la familia, yo me quede con los retales. La verdad es que sé que es mi hermana biológica, si no me hubieran dicho que era adoptado y me lo hubiera creído.

Abrace a Helena con mucho cariño, a ella se le escapan las lágrimas. A mí también y el cabronazo de Bruce miraba para otro lado para que no viremos como él también se había emocionado.

• Bien hermanita, ¿cuál es la sorpresa? – pregunte.

Entonces vi como mi hermana se llevaba ambas manos a su tripa, estaba embarazada, tenía que ser eso.

• ¿Estás embarazada Helena? – pregunté emocionado.

• Si, no queríamos decir nada hasta que estuviéramos seguros de que todo estaba bien – dijo mi hermana emocionada.

• Me alegro mucho por los dos – mientras abrazaba a mi hermana.

Bruce nos rodeó con sus brazos, el maldito Escocés era como un oso de grande. Me enseñaron cuál sería mi habitación, nada más y nada menos que la futura habitación de mi futura sobrina. Helena me dejo toallas limpias y me dijo que me duchara tranquilo, ella y Bruce se encargarían de hacer la comida.

Mientras me duchaba, pensé lo acertado que había sido hacer este viaje, desde que llegue todo habían sido buenas noticias y eso había hecho que mi autoestima subiera. Mi hermana embarazada, quien me lo iba a decir, ella siempre dijo que no seria madre. Yo siempre le decía que nunca dijera de esa agua no beberé.

La comida fue muy bien, me estuvieron contando su vida en Escocia y lo felices que eran. Después de terminar de comer, Bruce dijo que iría a correr un poco, pues a la mañana no había podido hacerlo al tener que recogerme. De esa forma nos dejaba tranquilos para que pudiéramos hablar.

• ¿Qué a ocurrido hermanito?, cuénteme – dijo Helena.

Le empecé a contar lo sucedido, como me enamore de Susana, lo bien que estaba con ella. Menos en la cama, allí por lo visto no daba la talla y terminé mi relato con los cuernos en directo entre ella y Roberto en los baños del local al que habíamos ido.

• Juan, la Susana que me describes no es la Susana que yo conozco – dijo Helena muy seria.

• Tal vez habrá cambiado- dije.

• Susana jamás de los jamases te habría hecho eso, aquí pasa algo que se nos escapa – dijo Helena.

Cambiando de tema le pregunté que ocurrió entre ella y Roberto, Helena me miro seria y empezó a relatarme. Ella entró en la agencia de modelos por mediación del padre de Marta y Roberto, entonces yo le detuve y le dije.

• ¿El padre de Marta es el dueño de la agencia de modelos? – pregunté.

• Si, y de la revista en la que trabajas, veo que Marta se ha callado muchas cosas – dijo Helena muy seria.

• No me dijo nada – dije desconcertado.

• ¿A qué tampoco te ha dicho que Roberto era el representante de todas? – pregunto Helena.

• No – conteste.

Según siguió relatando Helena, ella se sintió atraída enseguida por Roberto. No era amor, sino una atracción sexual brutal. Al principio todo fue bien, pero según contó llego un momento que Roberto empezó a cambiar. Quería situaciones más arriesgadas en el sexo, eso era una cosa que a ella tampoco le desagradaba. Hasta que una noche después de un desfile, estaban follando en los baños de una discoteca y Roberto dejo la puerta del cubículo abierto.

Ella se encontraba ensartada en la polla de Roberto, sus ojos estaban cerrados y no se dio cuenta de que había otra persona allí. Este le empezó a tocar las tetas y fue cuando mi hermana abrió los ojos, era un empresario importante de la ciudad. Ella miró a Roberto y este le dijo que sentiría dos pollas a la vez por primera vez.

Según mi hermana, empujo al empresario y se desacopló de Roberto soltándole un tortazo. Salió echa una furia del baño, Roberto no tardo en seguirla muy enfadado y cociéndole del brazo le dijo.

• Se ha encaprichado de ti y yo le he dado mi palabra de que fallaría contigo.

• ¿Qué pasa que lo que yo opino no cuenta? – pregunto furiosa.

• Tú eres mi… - reculo Roberto.

• Dilo, !tu puta!, pues si le has dado tu palabra ya sabes lo que tienes que hacer – dijo Helena muy enfadada.

• ¿El que? – pregunto Roberto.

• ¡Poner el culo! – espeto Helena.

Después de eso le soltó un tortazo y salió de esa discoteca y guardo las distancias con Roberto desde entonces. Roberto quería despedirla, pero como no podía contarle a su padre que la había intentado prostituir. Tuvo que aguantarse, meses después coincidió con Bruce en una sesión de fotos, se parecía a Roberto, pero su humildad y optimismo cautivo a mi hermana.

Una noche después de una sesión de fotos, Bruce y mi hermana decidieron dar rienda suelta a lo que sentían. Mi hermana estaba subida sobre una mesa con las piernas abiertas, mientras Bruce le penetraba con destreza. Helena cruzó sus piernas alrededor de la cintura de Bruce y coloco su boca cerca del oído de este, fue cuando le dijo lo mucho que se había enamorado de él.

Eso espoleo a Bruce, estaban tan absortos en darse placer el uno al otro que no se percataron de que no estaban solos, Roberto estaba allí, con los ojos arrasados en lágrimas, empezó a gritarla falsa e infiel. Fue a encararse con Mi hermana, pero Bruce se interpuso y de un puñetazo lo tumbo.

• Pero se supone que ya no estabas con él, ¿no hermanita?

• Tú no dejas a Roberto te deja él, para él fui infiel y contó su versión, versión que todos se creyeron – dijo Helena.

• ¿Piensas que esa inquina que me tiene pueda venir por ahí? – pregunte.

• Puede que sea su forma de vengarse, hacer un daño irreparable a alguien al quién quiero mucho – dijo Helena.

• ¿Por eso te marchaste? – pregunté.

• Los comentarios empezaron a ser inaguantables, todos me juzgaban, tú tenías a mama y papa, decidí poner tierra de por medio y me fui con el hombre que de verdad amaba.

Roberto estaba enfermo, ahora empezaba a entender esa rabia que vertía contra mí, Helena empezó a llorar amargamente y me dijo.

• Perdóname Juan, yo me fui y te dejé a merced de ese monstruo – llorando.

• Tranquila hermanita, Roberto es un cabrón con todo el mundo, seguramente me habría tratado así aunque tú no hubieras hecho nada.

Subí a mi cuarto a pensar en el relato de mi hermana y a intentar descansar un poco, el viaje me había dejado agotado y llevaba varios días sin dormir. Cuando me estaba quedando medio dormido, escuche un mensaje en mi móvil, lo abrí y ponía.

• Juan Soy Susana, las cosas no son como parecen, me gustaría poder quedar algún día y poder explicarte la verdad y pedirte perdón de todo corazón.

Continuara.