Mala copa (Bárbara)
David, el mejor amigo de mi esposo, dios del sexo y de la destrucción.
Mala copa.
La cabeza me retumbaba, y la luz del sol que entraba por mi ventana incinerando mis ojos me hacía imposible abrirlos. Un aliento alcohólico me advertía del exceso que tuve junto a nuestras amistades la noche anterior.
La fiesta de bienvenida que le preparamos a mi esposo Javier después de un largo mes de ausencia había terminado siendo para nosotros. Su vuelo que saldría a las 5 de la tarde y que le harían llegar a las 10 u 11 de la noche había sido cancelado y no habría otro sino hasta las 5 de la mañana del día siguiente.
-Discúlpame Barbara, y dile a los demás que yo invito los tragos mañana.- Recuerdo decir a mi esposo la última vez que hablé con él.
Coloco mi mano en mi mejilla lamentando el haber bebido demasiado. El aroma de las cobijas de mi cama me hacía ver que estaba en casa, en nuestro recién estrenado nicho de amor.
Deseaba ver a Javier, teníamos 4 meses de casados y uno lo pasó de viaje de negocios en Nueva York, maldito calendario escolar que no me permitió viajar con él y maldita suerte que no permitió encontrar a un maestro sustituto para mis chicos. Necesitaba a Javier, lo necesitaba para salir, lo necesitaba besar, tenerlo cerca, encima y dentro de mí.
Girándome boca arriba me doy cuenta que estoy totalmente desnuda enredada en mis sabanas -¿Cómo demonios llegue así?- pensaba algo confundida.
Moví mi pierna un poco y un leve ardor en mi vagina me hizo despejar un poco la resaca. Llevé mi mano hacía mi raja y la note húmeda y muy sensible -¿Pero qué demonios?- Erguí mi torso para quedar sentada en mi cama mientras la sabana caía a mi cintura dejando expuesto mi pequeño y delicado pecho mostrando unos pezones rozados semiendurecidos y algo enrojecidos.
-¿Qué demonios pasó? –pensé mientras la realidad superaba a la resaca.
Dirigí mi vista hacía la entrada del baño de mi recamara. La vista distorsionada que provocaba aquella resaca se iba aclarando y me permitía ver la figura desnuda de un hombre con un torso musculado que solo portaba unos boxers negros que se adherían a esos muslos robustos y fuertes. Cuando desperté del encanto de aquel cuerpo dirigí la vista hacía su rostro y pude ver una quijada fuerte y marcada cubierta por una barba bien arreglada, una nariz puntiaguda y unos ojos verdes. Su cabello largo, castaño y despeinado de quien se acaba de despertar me iban ayudando a identificar a aquel hombre.
-¿Cómo estas, Barbara? –Dijo el individuo.
-¿Daa.. David?- Dije mientras una lluvia de obvias sospechas inundaban mi mente.
Me giré de inmediato sentándome en la orilla de la cama dándole la espalda a aquel hombre y bajé mis piernas al suelo tratando de levantarme –Esto no puede estar pasando- trataba de gritarme como para despertar de aquella pesadilla. Estaba en total shock.
-¿Recuerdas lo que pasó anoche?- dijo aquella voz de nuevo.
-¿Q… qu.. qué pasó?- dije temblando y conociendo la respuesta.
-Dormimos en la cama desnudos ¿qué piensas que sucedió?- dijo sarcástico.
Gire mi vista hacía mi cuerpo desnudo solo cubierto por aquella sabana que sostenía entre mis brazos. Agaché mi cabeza aceptando y resignándome a la estupidez que había cometido.
-¿En serio no recuerdas nada de lo que sucedió?- dijo David mientras se sentaba a lado mío.
-No, no recuerdo nada- dije casi en silencio.
-Pues yo lo recuerdo todo, estuviste fantástica –dijo sin una gota de vergüenza.
Levante mi cara para verle con una gran expresión de enojo, parecía que no entendía lo que sucedía.
-No me mires así- dijo David- También tú me dijiste que yo estuve…. –Una bofetada fuerte se impactó en su mejilla y resonó en la habitación.
-Cállate imbécil- grite con furia -¿No te das cuenta de lo que acabamos de hacer? –Estaba completamente fuera de control –Yo me acabo de casar y estoy jugándome la vida- le decía mientras le empujaba expulsándole de la habitación –Quiero que te largues.
Mientras le empujaba podía ver como David se lamía con su lengua el labio lastimado y cambiaba de una actitud burlona a una seria.
-Eres un irresponsable- seguía presionándole –Eres un maldito, eres un imbécil ¿por qué me hiciste esto?- le gritaba mientras golpeaba su endurecido pecho –Javier es tu….
Esta vez David no me dejó terminar y me tomó de las muñecas con sus fuertes manos antes de cruzar la puerta de mi dormitorio.
-Sí, lo sé- ahora él era quien gritaba –Javier no es solo mi amigo, es como mi hermano- me lo reprochaba en tanto el me empujaba hacía dentro de la habitación –Pero ahora no puedo hacer nada- su expresión era de ira –Javier me ayudó siempre y si tengo una vida ahora es gracias a él.
Llegamos a los pies de mi cama y de un tirón David me arrancó la sabana dejándome completamente desnuda.
-Pero desde que el me presentó contigo yo me volví loco por ti- termino empujándome haciéndome caer desnuda en la cama.
En ese momento mi cerebro se volvía a congelar y mi boca a cerrar. David se echó sobre mí metiéndose ente mis piernas y tomándome de las muñecas aprisionándolas en la cama.
-Me vuelve loco tu cuerpo, tu aroma, tus piernas y tu cara de inocente- me decía mirándome a los ojos.
Sin avisar David hundió su lengua en mi boca y yo trataba de rechazarla. Intenté mover las manos para liberar mis muñecas, pero la fuerza de aquel hombre era brutal. David embarraba su torso en el mío y restregaba su endurecido sexo en mi vagina que ya estaba muy sensible por los juegos de anoche que no recordaba. David se cansó de mi boca y la liberó.
-Por favor no, Davi…. Aaaaah- fui interrumpida por un gemido ocasionado por la lengua de David recorriendo mi delgado cuello.
Empezó a besar mi cuello dando grandes bocados y lengüetazos. Mi cuerpo empezaba a traicionar a la razón y comenzaba a erizarse la piel. Mi cara pasó de molestia a placer confuso. Su cuerpo robusto y atlético aplastaba el mío mientras su pene rosaba mi castigado sexo.
Mi vagina empezaba a lubricar y emanar líquido sin mí consentimiento. David ya no sostenía mis muñecas, ahora era yo quien decidía no moverlas. Mi cabeza se movía para permitir a aquella boca suplantadora recorrer cada área de mi cuello.
-no… aaah, dejame… -dije mientras David presionaba su pene en mi vagina y mi cuerpo se arqueaba sobre la cama de mi esposo ausente.
David dejó mi boca solo para subir a mis gruesos labios y devorarlos de nuevo. Esta vez mi lengua correspondió insensata, y mis manos reaccionaron enredándose la cabellera de mi amante en turno. Mis piernas se abrían para recibir el contacto directo de aquella pelvis en mi sexo. Mi cadera se empezó a mover de arriba hacia abajo para que el rose se incrementara.
Los labios de David soltaron los míos. Mis ojos se cristalizaron y algunas lágrimas rodaron por mis mejillas tratando de liberar la culpa. Es verdad que lo disfrutaba, pero sabía que estaba traicionando aquellos juramentos que un dé le hice a Javier en esa misma cama.
Cerré los ojos y mordí mi labio inferior. Eché mi cabeza hacía atrás y tape mi cara con las manos lamentando aquel placer ilícito.
Sentí a David separarse y bajar de mi cuerpo empapado en sudor y gozo. Mis piernas se cerraron al no estar David entre ellas, pero fueron abiertas de inmediato. Sin aviso alguno David empezó a lamer y pasar sus labios en mi ingle lo que me hizo nuevamente temblar en aquella cama.
Mis puños apretaban las sabanas tratando de soportar aquel flagelo. Dejó mi ingle para subir hasta mi obligo recorriendo su ovalada figura y hundiendo su lengua en él. La piel de mi llano vientre se erizaba aún más. Le sentí al fin descender por mi bajo vientre y pasando por mi pelvis e intuí lo que vendría.
-aaah… no, por favor –dije hipócritamente suplicante.
Sin obedecer David dio un gran bocado cubriendo mi raja vaginal con toda la boca.
-oh… Diooos…- grite entre dientes.
David devoraba mi vagina cual fruta. Lamía y succionaba la parte superior donde ya hace mi clítoris y hundía si nariz en mi pelvis por la intensidad en que lo hacía. Mi cadera nuevamente respondía moviéndose de arriba abajo exigiendo más placer.
Mi vientre temblaba, mis piernas temblaban, mis manos, mis pies, todo mi cuerpo entero reaccionaba. Mi boca y nariz desesperadas traban de inhalar y exhalar el aire que mi cuerpo necesitaba para no desfallecer. Mis manos inconscientes empezaron a masajear mis senos y juguetear con los pezones.
De pronto la lengua de David ya no solo recorría mi vagina sino que se introducía en ella provocándome nuevos espasmos hasta que no pude más y con una gran convulsión aprisione la cabeza de mi placentero lamedor.
David se separó de mí dejando mi cuerpo convulsionar en la cama. Coloqué mis manos en la vagina como calmando ese gozo convertido en fuego que le hacían arder y mis piernas flexionadas trataban de soportar dicho placer.
Mi cuerpo a merced quedó tratando aún de recuperarse. Mi vientre y pecho subían y bajaban tratando de normalizar la respiración. David se retiró su bóxer dejando a la vista un enorme y erecto pene que exigía compensación y se subió a la cama. Me separó las piernas metiéndose entre ellas, y se colocó sobre mi sosteniendo su peso con sus manos.
-No, no más por favor. Ya vete. –dije agonizante mientras mis ojos se llenaban de lágrimas al tomar conciencia de aquella traición en curso.
Trate de empujarlo de su pecho sólido como la roca, pero de nuevo sus manos fuertes aprisionaron mis muñecas en la cama.
-Por favor, ya basta. Vete –dije esta vez llorando.
Sin ningún gesto de compasión David colocó la punta de su vigoroso miembro en la entrada y lo hundió en mi más que lubricada vagina que lo engulló sin objeción.
-aaaaaagggh…. Por… favooor- un gran suspiro salió de mi boca.
David empezó a penetrarme de manera brusca y rápida. Pegó su frente en la mía y pude sentir su aliento alcoholizado aún por los remanentes del día anterior. Las embestidas de David eran brutales por lo que liberando una de mis manos la coloque en su marcado vientre para reducir su furia. David se detuvo de golpe y se quedó unos segundos con todo su miembro hirviente dentro de mí. El placer era inocultable, insostenible y dominador.
El volteó a verme y fue sacando su miembro de manera lenta atendiendo las instrucciones de mi mano en su abdomen. Sin dejar de verme a los ojos y sin sacarlo del todo volvió a introducirlo lentamente provocando exhalar un gran suspiro.
-Aaaaah..... Dios!!!!
Tomando ese ritmo lento David empezó a penetrarme de nuevo. Salía de manera muy lenta y se introducía de la misma forma presionada por mi estrecha vagina. Aunque lentas, sus embestidas eran profundas por lo que el placer se incrementaba sin medida alguna. Siguió así por unos minutos mientras me comía el cuello o la boca introduciendo su lengua hasta mi esófago.
Sus movimientos se fueron acelerando de apoco de nuevo y de nuevo inconsciente, mi mano izquierda se fue a frotar mi clítoris. Aquello era totalmente indescriptible. No sé si David en verdad era un dios en la cama, o tal vez era el sabor de lo ilegal lo que lo hacía así.
-Si… siii.. yaaa, por favor.
Él se erguía poniéndose de rodillas en la cama sin dejarme de introducir su miembro. Me tomó de las piernas y empezó a acelerar sus embestidas en esa posición. Yo le veía recostada desde la cama y su mirada era perdida, de un no humano, una bestia. Sus embestidas eran cada vez más profundas por lo que el ruido sonoro de nuestras pelvis chocando inundaba la habitación.
-Yaaa, yaaa… por favor…. Aaaaah – hipócritamente pedía clemencia mientras era consumida por el placer.
-aaaagh… te deseo tanto Barbara- dijo agotado.
David bajó hasta mi boca echándose por completo sobre mí embarrando su vientre en el mío. Mis manos hacían arañando su espalda y él ahora me comía el cuello.
-aaah, siii… aahh… sigue
-así es como me gusta escucharte Barbarita.
Por primera vez no suplicaba por paz, sino por más. Mis manos se fueron de su espalda a su musculoso culo apretándolo notando su dureza. Su pelvis seguía sonando en la mía y su miembro castigándome. Nuestras pieles completamente impregnadas en sudor se adherían la una a la otra. No soporte más y de nuevo una gran convulsión se hizo presente tensando mi cuerpo. Quise aventarlo y sacarlo de mí, pero no pude, él lo impidió por completo mientras me seguía penetrando.
-Yaaa, por favooor…. Ahora si yaaa quítate.- suspiraba e imploraba.
-Espera, ya estooy…. Aaaarghhh.
El me hundía aún más en la cama con el peso de su cuerpo sobre el mío. Hasta que sentí como un líquido hirviendo inundaba mi cavidad vaginal y de nuevo una descarga eléctrica hacía tensar mi cuerpo.
-Aaaaaaahhh – gritamos ambos relajándonos.
David se dejó caer sobre mí sin controlar su peso y me abraso. Mi quijada temblaba al no poder controlar esa sensación. Mis manos se colocaron en sus bíceps encajando mis uñas. Él no se retiró de mí, al contrario seguía haciendo movimientos de cadera con su pene dentro que perdía dureza y tamaño. Acarició mi cabello con sus manos mientras su boca permanecía sobre la mía sin juntarse, solo consumiendo el aliento del otro.
Al fin nuestras respiraciones se normalizaron y él se levantó dándome un pico en los labios. Se dirigió al baño mientras me quede agotada en la cama -¿Qué hora es?- me vino un sobresalto a la mente.
Vi el reloj y eran las 11:25. Javier tomaba el vuelo a las 5 de la mañana por lo que debería llegar entre 11 y 10. De pronto en la barra superior a lado de la señal de wi-fi hacía un mensaje de Whatsapp. Lo abrí y un mensaje de mi amiga Adriana decía:
“Amiga, ten cuidado. David estuvo sobre ti toda la noche, no vayas a hacer una estupidez. Todos bebimos demasiado”
La culpa empezaba a llegar de nuevo como si el placer le hubiera secuestrado y ahora le liberaba para que me golpeara.
Seguí bajando y vi entre ellos 4 de Javier.
- “Amor, que crees. Conseguí vuelo a las 3 de la mañana, llego para desayunar.”
- “Llevo algunos regalos y buenas noticias. Si podrás conocer Nueva york. La empresa quiere que nos mudemos”
- “No se cómo escribir esto. Te juro que la ira me inundo cuando los vi dormidos sobre nuestra cama. Quise despertarlos y maldecirlos, pero a diferencia de ti, yo si antepuse el amor que te tengo y decidí irme. Lo hare fácil y sencillo por el amor que aun te tengo y que me está destrozando en este momento. No habrá dramas ni reclamos. Te dejo libre, y aunque ahorita deseo que mil maldiciones te caigan, sé que un día podre desearte felicidad, hasta entonces no me volverás a ver.”
- “Daniel ya está enterado, a partir de ahora el llevara nuestro divorcio y acepto el trato que me pongas con tal de que no me vuelvas a llamar. Si te queda un poco de vergüenza no me buscaras, suerte”
En ese momento mi mundo se derrumbó. Quería llorar, pero las lágrimas no salían. Solo un gran sentimiento de sofocamiento me invadía. Me sentía desesperada, sin aire, sin palabras sin lágrimas.
Escuché salir a David del baño y le sentí sentarse a lado mío al borde de la cama.
-¿Qué vamos a hacer?- decía esta vez con tono de remordimiento.
Mi quijada empezaba a moverse aunque solo para temblar. La cabeza ahora ardía en ira haciendo un lado a la desdicha.
-Qui… quiero que… quiero que te largues- pude decir con la quijada trabada y con la mirada perdida.
-Pero…
-¡QUE TE LARGUEEEES!- grite interrumpiéndole.
Aquel grito fue uno que jamás había dado. La cara de David palideció, solo le sentí vestirse a espaldas mío.
-Javi…
-NOOO, NO TE ATREVAS A DECIR SU NOMBRE- le interrumpí de nuevo –Solo lárgate-
David con cara pálida salió de mi habitación. Le escuche bajar las escaleras, cerrar la puerta y el ruido de su coche alejándose.
En ese momento sí, mi cuerpo se liberó y se desplomo en el suelo mientras enredadas en aquellas sabanas testigos de mi ruina. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos y mi garganta de gritar y reprocharme todo lo sucedido.
Me desfallecí en aquel suelo y no desperté hasta que Adriana me levantó y me ayudó a ducharme.
CONTINUARA…
El siguiente relato será narrado por el mismo Javier y nos mostrara la pequeña venganza que perpetró.