Mal dadas 4

La historia llega a su fin

Mal dadas 4

Mientras abrazaba a Erika, entro otro mensaje en mi móvil. El mensaje venía de parte de laura y decía.

• Polígono x nave cuarenta y ocho, segunda planta, diez hombres, ten mucho cuidado Pablo.

Mire a Erika y le enseñe el mensaje, pude notar desconfianza en sus ojos. Era la única pista que teníamos de las chicas, decidí fiarme de una persona que nos había traicionado.

Erika y yo cogimos el coche, creo que no he corrido tanto en mi vida. Me preocupaba si estaría preparado para enfrentarme a diez hombres a la vez, llevaba los últimos tiempos haciendo en entrenamiento mínimo, solo para mantenerme en forma. De m antigua destreza en combate no quedaba mucho.

Deje de pensar en eso, eran Ingrid e Isabel, si tenía que dar mi vida por mi familia que así fuera, si me acobardaba ahora jamás podría mirar a la cara a mi hermana y mi padre cuando llegara mi hora.

Erika podía sentir mi preocupación, pero lo malinterpreto.

• ¿Crees que si te veo luchar me asustaré y te rechazaré verdad?

• ¡No Erika, lo que me preocupa es no estar a la altura y que acabéis todas muertas!

• ¿Cómo?

• No me preocupa que me veas luchar sin ningún miramiento, lo que me preocupa es no estar a la altura de salvar a mi familia.

• Cuando hablas de ningún miramiento…

• ¡Sin ningún miramiento quiere decir que si para salvar a Ingrid e Isabel tengo que matar a alguien no lo duraré ni un instante!

Erika se quedó pensativa, sabia que esa noche podía perder a la mujer que amaba, pero Hiro me enseño para poder defender al que no podía hacerlo y sobre todo para defender a la familia. Como echaba de menos a Silvia, ella siempre sabía decir la palabra correcta en el momento justo.

Erika agarró mi mano y soltó la frase que solía decir mi hermana, estamos unidos en esto como un puto equipo de remo. Estábamos llegando al polígono, decidí parar unas naves antes y acercarnos a pie. Le dije a Erika que no se separara de mí hasta que yo dijera lo contrario.

Cuando llegamos a la nave correcta, le dije a Erika que se escondiera detrás de unos matorrales y no hiciera ruido. Yo me acerque a uno de los hombres con sumo sigilo, pase mi brazo por su cuello y apreté hasta que perdió el conocimiento. Uno menos quedaban nueve.

Vi que la cosa se podría poner peligrosa y pedí a Erika que me esperara en el coche. No quería, pero al final accedió, no podía protegerla a ella, a su hermana, a Isabel y mi propia vida.

Erika condujo el coche hasta una zona segura, yo me introduje en la nave. En el primer piso había tres hombres, no tenía donde esconderme. Me vieron como era lógico, uno de ellos aviso a los otros dos y vinieron a por mí. No llevaban armas de fuego y eso me extrañaba.

Saque mis dos Tambo (bastón de madera corto) que llevaba en la espalda. Al primero le golpee el brazo con el que me iba a atacar con uno de los tambos y golpee a la nariz del sujeto con el otro Tambo, dejándolo fuera de combate. Al segundo le di un combo, golpeándole las dos rodillas estómago y barbilla, dejándolo inconsciente.

Al tercero le lance los dos Tambos y cuando los cogió le deje fuera de combate con una patada lateral a la altura del rostro. Seguí mi camino y por fin llegué al segundo piso, lo que vi allí me dejo helado.

Laura estaba suspendida en el aire atado con una cadena, parecía haber recibido una paliza de muerte. Sangraba copiosamente y le costaba horrores respirar. Entonces hicieron su aparición los dos cabrones más grandes del reino, Rubén y Sebas.

• ¿Qué te parece lo que le hemos hecho a Laura?, si hubiera estado calladita ahora estaría bien (con una sonrisa).

• ¡Donde están Ingrid e Isabel, devolvérmelas, pero ya!

• ¿Y si no que? – decía Sebas.

• ¡Que algunos de nosotros cenaremos en el infierno esta noche!

Sebas se arrancó contra mí, pero su hermano lo detuvo, movió una de sus manos. Ingrid e Isabel fueron traídas por uno de sus hombres. Parecían estar bien, Sebas no podía aguantarse entonces Rubén le cogió del cuello y le dijo.

• ¿Eres tonto o que te pasa?, ¡quieres morir hoy!

• ¿Crees que no puedo con él?

• ¡No podrías con este hombre ni aunque el fuera ciego y estuviera manco, si te dejo ir morirás!

• Te vi pelear hace un tiempo y ardo en deseos de combatir contigo.

• ¿De eso se trata eso de medírnosla quien la tiene más grande?, no me interesa.

• Hagamos una cosa, yo las dejo libres y te dejo un par de meses para que vuelvas a ser el que eras entonces.

• ¿Para qué?

• Para luchar contigo, hasta que no te derrote, nadie me respetara como a ti.

• ¡Paso, yo no estoy tan obsesionado como tú por tus temas!

• Piénsalo, podrás llevártelas sanas y salvas, y te daré la oportunidad de poder salvar a Laura.

• ¡Y si digo que no?

•¡Os acribillaran en este mismo instante, tú eliges!

• ¡No me dejas muchas opciones, acepto!

No me gustaba, pero por lo menos las chicas estaban a salvo, todas menos Laura. Su estado era muy crítico. Le quité las cadenas y un simple roce ya le hacía quejarse, la cogí con sumo cuidado entre quejidos, toses y los borbotones de sangre que le salían por todos lados. Mire a las chicas que me abrazaron con cuidado de no hacer daño a Laura.

Cuando llegamos al coche, Erika salió corriendo en cuanto vio a su hermana e Isabel abrazándose a ellas y llorando. Su semblante cambió cuando vio a Laura, puse unas toallas en la parte de atrás y la tumbe. Quería llevarla a un hospital, pero me lo impidió.

• No me queda tiempo Pablo.

• ¡No digas eso Laura ostias!

• Me han reventado por dentro, no llegaré al hospital y quiero aprovechar este tiempo para poder disculparme de ti y despedirme

Las chicas se pusieron a llorar, Laura se portó como una cabrona conmigo, pero gracias a ella salve a Ingrid e Isabel, Erika la tapo con una manta pues Laura temblaba, esta puso su mano sobre la de Erika y le dijo.

• Cuidalo, cuídalo como yo no supe hacerlo.

Laura empezó a toser sangre, Ingrid e Isabel se la limpiaban con un pañuelo, Laura me miro y con su último aliento me dijo.

• Perdóname, fui una egoísta y lo he terminado pagando caro, perdiendo a un gran hombre como tú.

No pude contestarle, su cabeza se ladeó, mire su pulso y ya no tenía. Solo pude llorar, me hizo mucho daño, pero al final dio su vida para salvar a mi familia. Rubén quería un combate lo tendría lo haría pedazos.

Llame a los cuatro degenerados del bar, cuando llegaron y vieron el percal preguntaron.

• ¿Rubén?

• ¡Si!, me ha pedido un combate.

• ¡Siempre a estado obsesionado contigo y no sabemos por qué!

• A Rubén le gustaba Silvia, esta lo rechazo, pero no porque fuera lesbiana.

• ¿Por qué entonces?

• Porque Silvia vio lo podrido que estaba por dentro. Desde entonces Rubén está convencido que fui yo el que la prohibió que saliera con él.

• ¿Tú sabías algo de eso? – pregunto Isabel.

• Si, me lo contó, ¡después de haberlo rechazado de forma contundente!

• ¿Qué vas a hacer?

• ¡Hacerlo pedazos!

Los cuatro se hicieron cargo de todo, el ex policía llamo a su antigua comisaría para denunciar el asesinato de Laura, no fue mucha gente al funeral. La madre de ella estaba allí y se me acerco. Creí que me increparía, la noticia del combate se había corrido como la pólvora, llego delante de mí y me dijo.

• ¡Acaba con los mal nacidos que han hecho esto a mi niña! Sé que te hizo daño pero concédeme ese deseo por favor!

La abrace con fuerza, no hay más dolor del de una madre y un padre que pierden a un hijo, mire a esa mujer a los ojos y le dije que aria lo que pudiera. Carla y Óscar también se acercaron nos abrazaron y se llevaron a la madre de Laura, entonces Carla se giró y me dijo.

• Ten cuidado.

Para poder salir vivo de ese combate no me quedaba otra que llamar a Guren Tanaka, el hermano pequeño de Hiro y mi tío adoptivo. Si no apareció en el funeral de su hermano y de Silvia fue porque estaba en la cárcel.

• Tío, necesito tu ayuda.

• Te has metido en otra pelea ilegal, ¿verdad zoquete?

• ¡Así, es!

• Siento muchísimo lo de Silvia, sabes que la quería mucho como a ti, mi hermano nunca pudo tener hijos y vosotros fuisteis una bendición para él.

• ¡Bien te ayudaré zoquete, te enviaré a nuestro maestro!

• ¡Pero si ese hombre tiene que tener por lo menos trescientos años!

• Si, tú ríete zoquete, prepárate para vivir un infierno. Si cuando acabe contigo no has muerto, no tendrás rival.

• Tranquilo él se pondrá en contacto contigo, ¿qué tal el japonés, lo tienes oxidado?

• Lo he seguido practicando.

• Bien, en cuanto me dejen salir de aquí te hago una visita, prometido.

• Te tomo la palabra.

• Que si hombre que sí, tengo que colgar.

El sensei de mi padre se puso en contacto conmigo, al pasar cuatro días, fui con Erika a recogerlo al aeropuerto. Iba realmente acojonado, pero resulto un hombre muy agradable. Deje de pensar así en cuanto me levanto a las cuatro de la mañana para que corriera diez kilómetros con unas tobilleras y muñequeras que pesaban una tonelada.

Me dijo que si al final del adiestramiento no era capaz de correr más rápido que él en bicicleta me mataría el mismo. Me lo creí menudo miedo, todas las mañanas me hacía meterme en la piscina comunitaria para que practicara todas las catas que mi padre me enseño. Dentro del agua tenía que hacer el doble de esfuerzo.

Para hacer flexiones se sentaba sobre mí con una par de pesas sobre sus piernas. Mientras leía un libro, y no paraba hasta llegaba al número que él quería. Se confundía en la cuenta y me hacía volver a empezar.

Para las abdominales me hacía sostener una pesa de gran tamaño, y la dinámica era la misma. Él contaba se confundía y volvíamos a empezar. Una de las veces me probó en combate. Erika, Isabel e Ingrid se asustaron de verdad. Me golpeaba sin guardarse nada, parecía que cada vez que me golpeaba me rompía algo, eso notaba yo por lo menos.

Entonces entendí por qué era maestro y lo mucho que me quedaba por aprender. Los días fueron pasando y el propósito de este entrenamiento empezó a dar sus frutos, mi velocidad, resistencia, reflejos, intuición, fuerza y capacidad de reacción aumentaron de forma increíble.

Mis músculos eran como rocas de duros y mi tolerancia al dolor era increíble. Al final me hizo la prueba de la bicicleta y la pase, entonces le mire y le pregunte.

• ¿Si no llego a superarte, me habrías matado?

• ¡Sin dudarlo!

Había pasado un mes y medio y ya estaba preparado, mi maestro me dijo que cuando estuviera combatiendo era mi vida la que tenía que defender primero. Me había enseñado a vencer sin tener que matar, pero que si corría peligro no lo durara.

Cuando mi sensei se marchó, todavía quedaban don semanas para el gran combate, yo intentaba pasar el mayor tiempo posible con Erika, pero le pasaba algo conmigo, era de forma sutil paro la veía distante, como si me tuviera miedo. Decidí ir al bar de Anselmo y hablar con los cuatro degenerados, cuando les expuse mi problema me dijeron.

• Ella cree que no solo has cambiado físicamente, sino mentalmente también.

• Pero eso no es así

• Pues demuéstraselo zoquete.

Me termine de tomar mi cerveza, que manía de llamarme zoquete, de camino a casa compre unos tulipanes que eran las flores que más le degustaban. Cuando entre en casa estaban las tres viendo una película, Ingrid e Isabel se levantaron y nos dejaron solos.

• ¿Qué ocurre Erika?, te noto rara conmigo.

• Es tu mirada, tus gestos, pareces otro.

• No lo soy cariño, te lo prometo.

Toda la tensión que llevaba acumulando durante esos días, al final estallo. Se puso a llorar, nos fuimos acercando y nos terminamos besando. Después del beso su semblante cambio, parecía más contenta. Me cogió de la mano y me llevo al dormitorio, me desnudo poco a poco disfrutando de cada rincón de mi cuerpo, cada caricia hacia que mi polla fuera cogiendo vida. Cuando sus labios besaron la punta de mi polla se puso tiesa como el palo de la bandera. Erika me la descabullo y se la introdujo en la boca.

El placer fue tal después de un mes y medio de dolor, (el cabrón de mi sensei no me dejo tener sexo en todo ese tiempo) que me corrí enseguida. Me dio tanta vergüenza que me tape la cara con las manos. Erika me miro y me beso, se sentó en la esquina de la cama y separo sus piernas, enseñándome su sexo en todo su esplendor.

No lo dude ni un instante y se lo comí con toda la gula del mundo, me supo a gloria. Erika no hacia más que jadear, les debimos de dar envidia porque de la habitación de Ingrid e Isabel también empezaron a oírse gemidos.

Cuando Erika se corrió, me hizo ponerme encima de ella, puso la punta de mi polla en la entrada de su coño. Me fijé que no llevaba condón, pero ella me dijo que quería sentirme piel contra piel. La complací y me fui introduciendo en ella poco a poco.

Por fin veía la mirada de Erika había desaparecido durante las semanas anteriores, no hacia más que repetirme si la quería. Mi contestación siempre era que la quería más que a mi propia vida.

Entonces empezó a llorar de alegría, mis embestidas cada vez eran más profundas y rítmicas, conseguí que Erika se corriera otra vez. Terminamos de amarnos con un beso.

De la habitación contigua se seguían escuchando jadeos de intenso placer, volvimos a expiarlas otra vez. Ingrid tenía a Isabel a cuatro patas insertada con una polla de plástico sujeta a un arnés. Isabel tenía los ojos en blanco así que debía estar en el mismísimo cielo.

Un gruñido nos indicó la gran corrida de Isabel, terminaron haciendo una tijera donde rozaban sus húmedos coños mientras se besaban la una a la otra.

Las dejamos terminar y volvimos a nuestra habitación, entonces Erika me dijo.

• Ten mucho cuidado, esa gente parece muy peligrosa.

• Lo sé Erika, pero si no hago algo no nos dejaran en paz.

• Tu procura volver de una pieza.

• ¡Así lo aré mi amor!

El día del combate llego, antes de ir a la nave donde mataron a Laura pase por el bar de Anselmo, estaba cerrado con una nota que ponía “estamos todos en el bar de Julia”.

Fuimos allí, los degenerados estaba en la gloria rodeados de mujeres hermosas, pobres infelices. A esas mujeres no les gustaban los hombres, yo les miraba y me reía. Carla y Óscar también estaban allí, los miré a todos y les dije.

• A sido un placer conoceros a todos - entonces Julia dijo.

• ¡Déjate de ostias y revienta a esos mal nacidos, estamos todos contigo a que si!

Todos los presentes dijeron un gran SI, los viejitos se acercaron y me dijeron que si Rubén no jugaba limpio y venía a por las chicas tenían un plan de continencia, eso me dejo más tranquilo. Me despedí de Erika con un beso y de los demás con un abrazo y me fui a poner las cosas en su sitio.

Cuando llegue, me introduje en la nave industrial, no había gente como en otras ocasiones. Parecía que sería algo más íntimo, me pareció que había gente que se encargaba de las apuestas y estaban los mafiosos que organizaban estas peleas. También me fijé en que había cámaras.

Solo abría dos combates, el primero seria yo contra Sebas y uno de sus gorilas y el segundo y el combate estelar yo contra Rubén. Me fui a los vestuarios que habían improvisado y me dispuse a ponerme el kimono que mi sensei me había dado el último día antes de irse, en él salía el emblema de la escuela Tanaka de Kenpo, era negro y tenía un cinturón que me otorgaba el quinto dan en la disciplina del Kenpo.

Salí al improvisado tatami que estaba rodeado de unas vallas. Me imagino que era para no escaparnos, el primer combate empezó. Sebas y su gorila empezaron fuerte. Yo me dediqué a esquivar todos sus ataques hasta que vi que se empezaran a cansar. Demasiadas cervezas y poco entrenamiento.

Mi primer ataque fue contra Sebas, pare su puñetazo con el antebrazo derecho y le golpee con el codo en todas las costillas haciendo que se arrodillara, después con una patada lateral lo tire al suelo, su amigo se cabreó mucho y se lanzó contra mí como un toro enrabietado.

Solo tuve que apartarme y se dio con toda la cabeza contra toda la valla, el golpe le impulso hacia atrás y yo aproveche para darle una patada usando el talón en toda la boca. Termino sangrando copiosamente y medio inconsciente. Rubén les gritaba desde fuera y estos se pusieron de pies.

Rubén viendo que su hermano estaba perdiendo les dio una lanza a cada uno, como no había reglas todo estaba permitido, a mí no me dieron nada. No me hacía falta, me puse en la mitad del tatami y esperé su embestida. Los dos enrabietados se lanzaron contra mí. Yo me moví en el último momento, Sebas y su gorila se ensartaron mutuamente. Entonces yo cogí la cabeza de cada uno y las golpee con todas mis fuerzas, el golpe fue tan fuerte que se pudo oír como los cráneos se resquebrajaron.

Ni Sebas ni el gorila se movían, así que dieron por terminado el combate. Yo aproveché para ir a refrescarme un poco. Rubén ya me estaba esperando en el tatami. Me di cuenta de que llevaba un cuchillo en la mano, no pensaba jugar limpio. No me importaba el combate iba a durar muy poco.

Nos pusimos uno en frente del otro y nos saludamos, el tío se reía seguro de su victoria. Yo no me inmutaba, Rubén dio su primer movimiento. Se lanzó de frente con el cuchillo por delante, yo me aparte y agarre su muñeca obligándole a soltar el cuchillo, usando el codo de mi otro brazo le provoque una rotura abierta del cubito y radio de su brazo derecho.

Rubén empezó a gritar y sangrar mucho, yo no me inmute. Levante mi pierna y al bajarla le provoque otra rotura abierta de tibia y peroné en la pierna derecha. Dándome media vuelta por atrás suya, le agarré la otra muñeca y con el codo le hice otra rotura abierta de cubito y radio del brazo izquierdo.

Cuando estaba a punto de caer hacia atrás por el dolor, agarre su cuello rodeándolo con mi brazo derecho. Le miré a los ojos y le imprimí toda la fuerza que pude. Se escuchó como su cuello se partía, todos los allí presentes pensaban que lo había matado. Cuando se acercaron a comprobarlo, se dieron cuenta de que la fractura le había dejado inválido de cuello para abajo. Su cuerpo sería su cárcel para el resto de su vida.

• Eres el ganador del combate, puedes pedir lo que quieras.

• La única condición que pongo es que Rubén no muera aunque lo suplique, que muera de muerte natural. Lo que hagáis con ellos es cosa vuestra.

Me di media vuelta y me fui a buscar a mi familia, ya éramos libres y quería festejarlo con ellas.

A mi hermana y a mí en la vida nos vinieron las cosas mal dadas, pero como pude comprobar no llueve eternamente.

EPILOGO

La noche que Erika quiso hacer el amor conmigo sin condón, se quedó embarazada de una niña preciosa que le pondremos el nombre de mi hermana SILVIA.

Julia se jubiló y le dejo el bar a Isabel, Ingrid dejo la clínica y ahora es socia junto a Isabel. Cada día están más enamoradas y son más felices, le hemos dado envidia y también se han animado a ser madres, ese hecho nos ha hecho muy felices a todos.

Carla y Óscar dejaron a esa pandilla tóxica y empezaron a andar con nosotros, la verdad que congeniaron muy bien con las chicas, los dos están muy apenados por la muerte de Laura, pero saben que fue vengada.

A los dos días quede con la madre de Laura y le conté lo que ocurrió en ese combate, se abrazó a mí llorando y me dijo que su hija podría descansar después de ser vengada.

De Sebas y Rubén no volvimos a saber nada, pero hicieron apuestas muy fuertes a su favor y en contra mía, les debían mucho dinero a gente realmente peligrosa. Creo que sus vidas estarán siendo un grandísimo infierno, a mí la verdad que no me importa.

Por último a mi tío ya le han dado la libertad y viene de visita,! Que dios nos coja confesados!

FIN.