Mal dadas 2

La historia sigue

Mal dadas 2

Estaba sentado en nuestro banco, entonces me dio por mirar el columpio. Cuantas veces habría empujado ese columpio mientras mi hermana me decía más fuerte, con una sonrisa en el rostro.

Algo me retenía en ese parque, tal vez el no querer reconocer que si aparecía en el hospital y veía su cuerpo. Tendría que reconocer que había muerto, que no volvería a verla nunca más. Me levanté y empecé a caminar por todo el parque.

El móvil no dejaba de sonar, menos mal que la pantalla estaba destrozada y no podía ver quien me llamaba. Entonces llegue al tobogán, recordé la primera vez que se subió en él. Estaba asustada, pero convencida de que se lanzaría, una vez se lanzó jamás había visto una cara tan feliz en mi vida.

Recordé el lugar donde solía parar un camión de helados, la primera vez que nos compramos uno. Un chaval que iba a toda velocidad en una bicicleta, al pasar por al lado la asusto y se le cayó al suelo. Se quedó mirando el helado, no derramo ninguna lágrima. Su rostro reflejaba una gran decepción.

Entonces yo le di mi helado y su rostro se iluminó, Hiro me pregunto si yo quería otro. Mi respuesta fue que no, me valía con ver con la felicidad que se lo estaba comiendo ella.

El móvil volvió a sonar, lo saque del bolsillo y mire la pantalla. Solo se distinguía Isa, seguro que seria Isabel preocupada por mi tardanza. No quería preocuparlas, mi intención era despedirme de mi hermana a mi manera.

Entonces lo vi, ese parque tenía un mirador, desde él se podía divisar toda la ciudad, me puse a caminar en su dirección. Cuando llegue mire al cielo y recordé lo que solía decir Silvia.

• Hermano, que bonita está la luna, pronto estaré más cerca de ella y tal vez podré hasta tocarla.

Mi cara se entristecía cada vez que escuchaba decir esas cosas a mi hermana, entonces me daba un golpecito en el hombro y me decía.

• Pase lo que pase Pablo, yo siempre cuidaré de ti.

De repente una sonrisa empezó a nacer en mi rostro que estaba arrasado en lágrimas. Entonces mire hacia abajo, estaba oscuro parecía un abismo. En muchas culturas piensan y tienen fe de que cuando mueren, volverán a encontrarse con sus seres queridos.

Y si las leyendas eran ciertas, a mí ya no me quedaba nada. Mi hermana acababa de morir, mi novia me acababa de engañar en mi propia cama. De repente empecé a sentir una paz interior y una calidez que me estaban envolviendo, ¿tenía que significar algo no?

Agarre el barandado ambas manos y saque mi cuerpo un poco hacia fuera. Si, mi padre y mi hermana tenían que estar ahí abajo esperándome. Pronto volvería junto a ellos y volveríamos a ser felices, para toda la eternidad.

Estaba decidido, tenía medio cuerpo al otro lado del barandado. De repente alguien se acercó por detrás y me abrazo. Lloraba y me pedía por favor que no lo hiciera, mire hacia atrás y la vi era Erika.

Erika tiró de mí hasta caernos al suelo, cuando pudimos ponernos en pie me soltó una ostia que casi me arranca los dientes.

• ¡No vuelvas a hacerlo me has entendido!

• No lo entiendes Erika, ellos están ahí abajo, me esperan. Ya no me queda nada.

Otro tortazo más, esta vez me partió el labio, pero funciono he hizo que reaccionara. Cuando volví a la realidad vi a dos mujeres llorando desconsoladamente con un rostro totalmente asustado. Entonces fui consciente de la locura que había estado a punto de cometer, me acerque a Erika y la abrace.

• Perdóname Erika, y tu también Isabel, no era mi intención causaros dolor.

• ¡Pues lo has hecho maldito imbécil!

• ¿Qué a ocurrida para que hayas perdido las ganas de vivir?

• ¡Cuando he llegado a casa me he encontrado a Laura follando en nuestra cama!

• ¡No me jodas!

Isabel se llevaba las manos a la cabeza, no podía entender que se le podría haber pasado a Laura por la cabeza hacer semejante cabronada. Sabiendo que podía aparecer en cualquier momento.

• ¿Qué vas a hacer con lo de Laura?

• ¡Ya le he dejado claro que tiene hasta mañana para sacar las cosas de casa!

Erika me abrazo, entonces rompí a llorar otra vez, en una misma noche había perdido la persona que más quería en el mundo a mi hermana Silvia y a la mujer que amaba Laura. Cuando nos calmamos nos montamos en el coche de Isabel y nos dirigimos al hospital.

Por el trayecto les pregunté como me habían encontrado, entonces Isabel me contó que Silvia coloco un programa en el móvil, por si pasaba algo supiera donde estaría ella. El programa también servía para localizarme a mí.

Cuando vieron que era el parque se temieron lo peor y salieron corriendo a buscarme, si no llegan a llegar en ese mismo instante, no lo quiero ni pensar. Inmerso en esos pensamientos llegamos al hospital.

Cuando vi su cuerpo, tuve que sujetarme contra una pared porque mis piernas me fallaron. Tenía un semblante sereno, diría que murió en paz. Después de hablar con la funeraria y dejar todos los papeles en orden fuimos a casa, para escoger el vestido que llevaría puesto en el tanatorio.

Al final decidí incinerarla, esparciría las cenizas en ese mirador donde se pasaba tantas horas mirando esa luna que ella tanto amaba. Erika, Ingrid e Isabel no se movieron de mi lado en ningún momento. Les dije que estuvieran tranquilas, que no volvería hacer estupideces. No se fiaban de mí, no las culpaba.

Por el tanatorio paso mucha gente, de los amigos de Laura solo pasaron Carla y Óscar. La única pareja con la que me llevaba bien, Carlos me dio el pésame y un abrazo, Carla me abrazo llorando y entonces me cogió, llevándome a un lugar apartado y me pregunto.

• ¿Los rumores de que pillaste a Laura con otro en la cama son ciertos?

• ¡Si ayer a la noche!

• Joder esta tía es gilipollas, Pablo lo siento mucho de verdad.

• No es culpa tuya, nunca me amo. Ayer me lo dejo claro.

Carla me volvió a abrazar, me dio el pésame y volvió al lado de su novio, vi como Erika ponía caras extrañas, en ese momento no le di más importancia. Mientras incineraban a Silvia esperamos en el tanatorio. Todos estaban en la cafetería menos yo, yo me encontraba fuera de la funeraria, no me hacía a la idea que no volvería a verla.

Una mano tocó mi hombro y me giré, era Erika.

• He hablado con mi hermana y pasaremos la noche contigo, no te dejaremos solo.

• No es necesario, no quiero importunaros.

• No lo haces, lo hacemos encantadas.

Cuando terminaron de incinerarla me entregaron una urna. Parecía mentira que un cuerpo cupiera en un recipiente tan pequeño. Me despedí de todos y todas, dándoles las gracias por haber venido y me dirigí al coche de Isabel.

Cuando llegamos a casa, me encontré una nota de laura que decía que vendría otro día a recoger lo que faltaba. Rompí la nota y metí todo lo que le quedaba en bolsas de basura, abrí la puerta de casa y las saque fuera, de esa manera no tendría que escuchar sus excusas ni sus disculpas.

Cuando volví a entrar, Erika e Ingrid estaban dentro de la habitación de Silvia. Me preguntaron que aria con sus cosas.

• Llamar a Isabel y entre las tres podéis elegir lo que más os guste. Lo demás lo donaremos para los que no tengan nada.

De repente lo vi, el osito de peluche, eso sería lo único que conservaría de mi hermana aparte de las fotos. Erika e Ingrid se sorprendieron y entonces les conté la historia.

• Hace años, eran las fiestas del barrio, Silvia y yo fuimos a las barracas. Nunca habíamos estado en ninguna de ellas, entonces Silvia se paró delante de una de ellas. Era una en las que se disparaban perdigones a palillos para ganar el premio.

• ¿Y tú lo ganaste a la primera verdad?

• Que va, me deje medio sueldo, pero al final conseguí el peluche que tanto había llamado la atención a mi hermanita.

Las dos se abrazaron a mí y terminamos los tres llorando. Como no nos apetecía cocinar pedimos unas pizzas, la verdad que fue una cena agradable, por unas horas conseguí olvidarme de ese dolor que me estrujaba por dentro.

Llego la noche, Erika he Ingrid dormirían en la habitación de mi hermana y yo en el sofá. Me negaba a dormir en la misma cama donde horas antes laura había follado con otro. Me tumbe en el sofá y abrace el osito como si la vida me fuera en ello.

A media noche mis llantos despertaron a las hermanas que se levantaron muy preocupadas. Me cogieron de las manos y me llevaron a su cama, mientras Erica me abrazaba desde adelante Ingrid me abrazo desde atrás, “no penséis que paso nada, estaba yo para pensar en sexo en esos momentos”.

Llore hasta que el llanto pudo conmigo y me quede dormido, a la mañana siguiente Erika seguía abrazada a mí, mientras Ingrid preparaba el desayuno. Erika dormía, era posiblemente la mujer más hermosa que hubiera visto en mi vida. Acerque mis labios a su frente y la bese.

Erika se despertó con una sonrisa, Ingrid nos llamó desde la cocina para decirnos que el desayuno estaba listo. Nos vestimos y desayunamos, se pasó preparando comida, pero la verdad que teníamos hambre. Después de ducharse las chicas me duché yo, me vestí y fuimos a buscar a Isabel, habíamos quedado para comer con ella.

La comida fue estupenda y cuando acabamos entregue un estuche a Isabel, era una pulsera de plata que se compró en Grecia. Ese fue el único viaje que hicimos en nuestra vida, pero nos lo pasamos muy bien. Isabel no quería aceptarlo.

• ¡No puedo acercarlo Pablo!

• Quédatelo tú, ella lo quería así

Isabel al final la acepto y se la puso, le quedaba muy bien, acompañamos a Isabel pues le tocaba abrir a ella, al llegar Julia nos esperaba en la puerta, llorando me abrazo y le dije.

• Lo siento julia no se cumplirá lo que hablamos el otro día.

• Sí que lo ara chiquillo, tú vendrás por ella, a no ser que no quieras venir a un bar llena de mujeres que no te podrás ligar (mientras se reía).

Entonces Ingrid por lo bajito, soltó algo como “no creo que eso sea un problema”, entonces Erika le soltó un codazo en mitad del hígado que me dolió hasta a mí. Todos terminamos riendo.

Entramos dentro, Julia nos sacó unas cervezas mientras preguntaba que es lo que iba a hacer. Erika dijo entonces que iría durante un tiempo con ella a Alemania, si me parecía bien. La pobre se sonrojó y todo, le dije que estaría encantado de ir, Erika sonrió de oreja a oreja y así pasamos la tarde.

Las chicas decidieron quedarse en casa viendo una película, yo decidí ir donde Anselmo, me imaginaba que se abría enterado, pero prefería hablarlo con él en persona. Cuando llegue estaban los degenerados de siempre. Se levantaron uno a uno y me dieron la mano y las condolencias.

Cuando llegue a la barra, Anselmo salió y llorando me dio un abrazo, quería mucho a mi hermana. Me saco una jarra bien fresquita y empezamos a recordar los buenos momentos. Todo se jodió cuando entraron Laura Sebas y su séquito.

• Pasa de ellos pablo, no merece la pena.

• ¡Lo sé Anselmo!

Yo seguía a lo mió cunado el Sebas se acercó a mí, custodiado por dos gorilas y me dijo.

• ¿El otro día dejamos algo a medias recuerdas?

• ¡Sí que te limpiaras el culo después de cagarte de miedo!

Me puse en guardia Viendo los movimientos de los gorilas del Sebas, uno se me acerco de frente, me agaché y le hundí el codo en la boca del estómago, haciendo que se arrodillara sin poder respirar.

El segundo rompió una botella, a este le golpeé en la rodilla de la pierna de apoyo haciendo que hincara la rodilla, cogí uno de los tacos de billar que había en el suelo. Se lo coloqué en la nuca y le solté un rodillazo en toda la cara, partiendo el taco y dejándolo inconsciente. Entonces mire al Sebas a los ojos, le iba a dar la del pulpo.

Entro el Rubén, hermano mayor de Sebas y jefe de la banda, yo me puse en guardia. Su reacción me sorprendió, le soltó un bofetón a su hermano y se acercó a mí.

• Perdona esta falta de educación Pablo, siento mucho lo ocurrido a Silvia.

• Gracias Rubén.

• Sabes que estas humillaciones a mi hermano no quedaran así.

• Lo sé, pero que conste que ha empezado él.

• Eso también lo sé, lo dicho tendrás un mes de luto. ¡Después arreglaremos cuentas!

• Me parece bien.

Rubén le dio una patada a su hermano para que se levantara y se sentaron en unas mesas, Laura me miraba con tristeza. A mí me dio igual, ella se lo busco.

• ¡Joder pablo mira que te lo he avisado!

• Tranquilo Anselmo, no pasara nada.

• ¡Ese tío tiene a unos animales a su disposición!

• Yo también tengo a los míos, y te aseguro que son peores que los suyos.

La cosa quedó así y me fui para casa, al entrar les conté lo ocurrido a las chicas, Isabel también se había acercado después de terminar su turno. Menuda bronca me cayó, si yo solo me defendí.

• ¡Joder, ya te vale Pablo, Rubén es un tío chungo!

• ¡Ya sé cómo es Rubén!

Entonces Erika me miro muy seria y me pregunto.

• Silvia me contó que participaste en peleas clandestinas, ¿es verdad?

• Así, es

• Mi exnovio me llevo un día a ver una y me pareció una salvajada.

• Lo eran Erika, ese es mi pasado.

• ¿Entonces que va a pasar con lo de ese tal Rubén?

• No pasara nada tengo un plan, confías en mí?

• Sí.

• Entonces todos a dormir que mañana cogemos el vuelo a Alemania.

Tumbado en el sofá, me di cuenta  que era normal que todos estuvieran preocupados, Rubén era el mafioso del barrio, lo que nadie sabía es con que clase de luchadores tuve que enfrentarme en mis tiempos de peleas clandestinas. Las peleas que había comentado Erika, eran peleas semi legales, tenían reglas.

En las peleas que participaba yo, no las había, o dejabas K.O. al otro o lo matabas, por suerte jamás tuve que matar a nadie, pero si había presenciado muertes en otros combates. Después de esa reflexión me dormí.

Por fin estábamos montados en el avión que nos llevaría a Alemania. Tenía unas ganas locas de llegar, nunca había estado y quería visitar las ciudades que nos dieran tiempo en las dos semanas que Erika e Ingrid habían cogido de vacaciones.

Llegamos al aeropuerto de Berlín ya anocheciendo, las gemelas habían cambiado los billetes para llegar un día antes. No aviso a su novia que llagaríamos un día antes para darle la sorpresa. Y si hubo sorpresa y de las gordas.

Cuando llegamos al edificio donde vivían Erika e Ingrid, esta última se quedó extrañada de ver luz en el salón. Se suponía que ella trabajaba esa noche. Trabajaba como camarera en un bar de lesbianas como Isabel.

Erika empezó a palidecer cuando vio a su hermana apretar el puño hasta hacerse sangre. Yo me preparé para lo peor, al abrir la puerta ya se podían escuchar los gemidos de una mujer. Ingrid los reconoció enseguida.

Se quitó los zapatos para no hacer ruido y se dirigió con paso firme hasta tu habitación, entonces abrió la puerta de una patada, las dos mujeres que había dentro se intentaron tapar con la sabana. Lo gracioso era que una se la quitaba a la otra.

• ¡Intuía que me engañas, pero jamás pensé que con esta!

• ¡Y tú que, te vas a otro país para estar con otra zorra dejando aquí abandonada a tu novia y vienes con reclamos!

Menudo ostión, creo que la cabeza le dio una vuelta de trescientos sesenta grados, sé cayo de la cama y estuvo en el suelo un buen rato quejándose y tocándose la cara. Ingrid miro a su novia, “después me enteraría de que se llamaba kara”

• ¿Ahora que Ingrid?,! Primero te follas a esa amiga tuya y después!, ¿te traes un tío para compartir con tu hermana?

Esta vez fue Erika la que lo soltó el bofetón, Kara termino incrustada entre la pared y una silla que tenía al lado de la cama, que llamara zorra a Silvia me jodió mucho, pero el ostión que le dio Erika lo compenso.

• Silvia ha muerto, este chico es su hermano, aquí la única que no tiene vergüenza eres tú. Más te vale que recojas tus cosas y te vayas.

• ¿Y si no que me vais a hacer?

Ingrid apretó tanto la mandíbula que creí que se había roto hasta los dientes, miro a su ya exnovia y le dijo.

• ¡Si no haces lo que te ha dicho mi hermana, tus cosas y tú saldréis por la ventana!

Menuda rachita que llevamos todos, la exnovia y la amante se vistieron y salieron corriendo de esa casa como alma que lleva el diablo. Erika e Ingrid se dedicaron un buen rato a echar sus cosas por la ventana.

Cuando la cosa se calmó, Ingrid se rompió, Erika también de ver sufrir a su hermana, yo las abrace muy fuerte y también llore, de rabia de ver sufrir a dos buenísimas personas. Esa noche fue Ingrid la que durmió entre nosotros dos, y fue ella la que abrazo el osito de Silvia esta vez.

Cuando las dos se durmieron, yo no podía y me levante para mirar por la ventana. Note un cuerpo pegándose al mió y al darme la vuelta era Erika. Se me quedo mirando con tal intensidad que me dejo sin respiración entonces ocurrió, acerco su boca a la mía y terminamos besándonos.

Continuará.