Majora Mask, La ranchera y un espadachín verde
Desde la vista y perpectiva de Link, veremos que pasó la 2 noche de eas tierras. Cremía le dio esa careta, y despues le dio un abrazo ¿Por qué? ¿por qué ledio un abrazo a nuestro héroe. ¿Acaso deseaba algo más, pero no se atrevía? Desde aquí lo vermeos con claridad. Disfluten
Esa misma noche la ayude, socorrí a esa muchacha tan bienhechora, tan idealista, tan pensativa. A cambio, yo no era tan hablador en ese tiempo de crisis, pero me gustaba haber ayudado a una persona así con mis actos de héroe. Era Cremia, la encargada del Rancho Romani, en las afueras de los Campos de Términa. Vive con su hermana menor, Romani; allí su nombre. Pero eso no me importaba ahora demasiado. Lo importante es que había sufrido un ataque durante el camino. Quería llevar su mercancía de leche Romani a la ciudad y yo le ayude a espantar a los bandidos. Y así fue cuando regresé a ella para terminar mi labor como salvador para esa dulzura de buen primor de fuera, en la puerta Oeste. No sé cómo decirlo, pero yo aún sentía algo por Zelda, la princesa de Hyrule. Pero tan separado de ella, y sin que ella sepa lo que siento, me hace sentir como un extraño. Con su sonrisa me recibió, y con su dulces palabras me cautivo dandome los agradecimientos, y regalándome una careta de vaca, y lo más motivador durante mi período por esas tierras: fue un abrazo agradable y aromático de ella entre sus brazos y su cuerpo. Eso me honró mucho por su presencia y por mis actos heroicos. Pero cuando me separé para mirar su linda cara de sonrisa afable, me sentí vació, como si faltará algo en aquel momento inoportuno.
-Tengo que irme -me dijo-. Estoy segura de que un día volverás a vernos.
Observé como se separó y no dirigió su mirada hacía mí volviendo a su carreta, con su asno como cargante. Se paró por un instante antes de subir.
-Me da igual lo que opinen la gente de aquí -dijo sin mirar atrás. Pronto alzó su mirada al cielo, observando como la luna mostraba su feroz mirada inquietante-. La luna no caerá, eso quiere decir que podré vivir mi vida en paz. Pero... -en aquel momento me intranquilizé por sus sentimientos-. ¿Qué pasará si sucede lo contrario? -me miró con mirada triste-. Si pasará lo contrario, acabaría todo, mi vida, e incluso la de mi hermana menor, Romani. Y....- la miraba atentamente-. Nunca se sabe lo que ocurrirá, así que... ¿quiéres venir al rancho?
Eso me asombró por parte de ella, pero también me extraño. Algo dentro de mí no dijo nada, pero afirmé dudosamente con mi cabeza y caminé hacía ella. Ella invitó amablemente; como siempre con su sonrisa a punta a punta. Subió, y yo también en la parte de atrás.
-Iremos a mi casa -dijo-. ¿No te alegra venir otra vez a oler el agradable gusto de los pastos?
Allí me quedé perplejo, pero no comenté nada durante el trayecto al rancho. Ella solo conducía la carreta, y yo me permencía en silenció mientras pasábamos por el camino Lácteo. Los hermanos Gorman no surgieron y regresamos sano y salvo de nuevo a su hogar tan pacífico como siempre.
Cuando llegamos, ella bajó y de pronto se dirigió al establo, donde las vacas se guardaba durmientes.
-Ve a mi casa, enseguida volveré -entró en el establo. Yo me bajé y la hice caso.
Entré en su puerta, la puerta de su casa. Solo había un salón, con su madera, con su cocina, su chimenea, su mesa blanca con su mantel y un florero típico del hogar. Más allá estaba las escaleras al piso superior, pero eso no me importó subir. La tranquilidad de ese lugar me conformó suavemente, que me intranquilicé por unas caminas por los escalones. El perro de Romani y de la familia acechaba bajando las escaleras. Me ladró varias veces acercándose sin pensarlo, pero yo solamente me alegré y la acaricié su loma varias veces. Sin pensarlo, me dirigía a la chimenea, y me aguardé con su calor. El frío de esa noche eran tan frecuente. El perro se sentó a mi lado y se tumbó. Pensé en varías cosas, lo primero: ¿Por qué quería Cremía llevarme de nuevo aquí? Lo segundo: ¿Está bien hacer esto y no ocuparme de mi tarea? Tengo que salvar Términa de la luna y de Skull Kid de la Máscara. Pero pensándolo bien, tengo la Ocarina del Tiempo, que me fue confiado por la mismísima princesa de Hyrule, Zelda. Siempre que pase algo, puedo tocar la canción del Tiempo y retroceder tres días antes, para ocuparme de más asuntos. Eso pensé poniéndome en excusa, de que todo esto era solo un pasatiempo, un descanso para aliviar todo trabajo recurrió durante todo el tiempo en que estuve aquí y desde el momento en que el Vendedor de Máscaras me pidió su tarea de confianza. La segunda pregunta ya lo solucioné, pero la primera no: ¿Qué quería Cremía de mi? Hasta que no venga, no podre saberlo exactamente. Fue así, hasta que la puerta de la casa se abrió de nuevo, y de allí entró la chica que esperaba.
-¿Estabas esperando sentado? -me dijo cerrándola de nuevo-. Me alegró de que hayas aceptado venir. La verdad nunca pensé que aceptarías-. en aquel momento miré como cerraba la puerta con un llave, guardándosela de nuevo en el bolsillo de su falda larga.
Yo me levanté, y la esperé junto al lado de la chimenea. Ella se acercó y me miró como si de mi esperaba algo.
-Debes de saber, Link -me dijo algo preocupada-, que Kafei ha desaparecido, y su prometida Anju, anda con deseos de saber dónde se encuentra.
Eso me comentó intranquila, pero ella no supo nada de que yo sabía quien era Kafei y que sabía donde se hospedaba. A pesar de la maldición de Skull Kid, Kafei se vio obligado a esconderse de Anju, hasta recuperar dicho objeto que tanto quiere. Pero yo aún no le ayude, y todavía tengo tiempo en hacerlo gracias al poder del Tiempo en la Ocarina.
-Yo estoy enamorada de él -siguió; a pesar de haberme sorprendido-, pero se casará con mi mejor amiga. Eso me alegra por ella. Pero por mí parte, me pondré triste de solo pensar que quien yo quiero se comprometa para toda su vida con alguien a quien yo respeto. Pero no quiero entretenerte con mis sentimientos ocultos. Solo digo que guardes mi pequeño secreto y que escuches atentamente al siguiente tema-. me interesó más aún sus palabras -Mi hermana Romani, como ya sabes, ha estado muchas veces comentando un asunto preocupante para ella; dice que ''Ellos'' se llevarán a las vacas, pero ahora la creo, pues ha pasado y fui una tonta por no hacerla caso desde un principio. Dice que tú le has ayudado -me miró con intriga-. Gracias a ti, las vacas y el rancho están a salvo. Y mi hermana menor y yo hemos estado hablando de cierto tema en particular, y... -inclinó medio cuerpo hacía mi-... hemos decidido de que tienes la propia voluntad de vivir con nosotras si de verdad no tienes hogar donde hospedar. ¿Qué te parece?... Pero no responderás tan rápido, pues es una decisión algo fuerte para ti. Así que te daré tiempo. Mientras tanto, ... -arrimó su boca a mi oreja puntiaguda-... quiero que hagas un cosa para mí -yo me quedé algo confuso. A parte de pedirme vivir con ellas, ¿qué más me pedirá?-. Quiero fundirme contigo -eso me absortó, ya que no sabía perfectamente a lo que se refería-. Verás, Link. La luna caerá, tal como dicen la mayoría de aquí. Yo no creo que caiga, pues es una demencia caer algo tan grande en un mundo como el que vivimos. Pero... ¿y si pasará? Nuestras vidas acabarían, y ya no podríamos disfrutar de los últimos momentos -me tocó mi boca con sus dedos delicados-. Por eso te pido a ti, mi héroe, que compartas conmigo ése último acto conmigo, antes de mañana -bajó su mano, y me tocó el pecho-. Nuestros corazones se unirían en uno, y tú estarías compartiendo mi última petición que te pediré sin rechistar -sin más avisos, me sujetó las dos manos y las apretó con las suyas-. Siéntate encima de la mesa, por favor.
Ignoro por qué me pidió aquello, pero sin decir ni una palabra, la hice caso. Me coloqué y me senté encima de la mesa, frente a la chimenea. Ella se arrimó a mí, poniéndose frente, cara a cara.
-Mi hermana duerme en el establo con las vacas. Parece ser que no quiere separarse de sus amigas después de lo ocurrido -arrimó su boca a la mía-. Podemos hacer mucho ruido -de pronto dirigió su mirada hacía mi túnica verde, y con una mano, me quitó el cinturón que se enlazaba por mi pecho hasta el hombro. El escudo de Hylian y la funda con la espada Esmeril se me cayeron atrás-. Ésto no lo necesitarás allá donde vamos ahora -recogió el escudo y la espada con su funda, y la dejó en el suelo, cerca de las escaleras. Yo la miraba con inquietud, pues ella parecía muy decidida con su mirada, hasta que se acercó de nuevo-. Y ahora lo más importante -me desabrochó el cinto de la cintura, y la arrojó hacía un lado de la habitación. Quedé desarmado para ella. Pero... siguió moviendo sus brazos, y lo primero que hizo era quitarme mi túnica, exponiendo mi cota de malla dorada-. Estás muy atractivo de esta forma, pero tengo que prohibirte la última prenda.
Yo estaba algo más confuso, pero más intrigante. ¿Qué iba hacerme quitándome toda las prendas qué tanto he tenido durante mis aventuras por Hyrule y por Términa? Alzó mi cota con sus manos y yo me incorporé en la tarea, quedando desnudo de torso y mitad cuerpo para abajo, excepto por la botas de cuero. Desnudo, y con el frío que hacía, pero el calor de la chimenea mantenía un poco tenso aquel lugar. Ella me miraba con interés, sobre todo por las piernas, la entre pierna, donde arrimó su ojos a los mios enseguida.
-No hay que quitar nada más; ni tus botas, ni tu gorra verde -me dijo sonriendo-. Ya busqué lo que quería.
Señaló con su dedo índice mi miembro encogido de entre las piernas.
-Sabes perfectamente para que sirve esto, ¿cierto? -me tocó la punta varias veces, así que yo me sobresalté un poco a esa reacción-. Es para orinar, pero también sirve para más cosas importantes. ¿Quieres saber qué cosas puedes hacer con él, a parte de orinar?
Es cierto, solo uso mi pito; así lo llamó así, para poder orinar cuando era necesario. Me quedé muy sorprendido que Cremia, esa mujer adulta, me dijera una cosa como esa. Pero no podía rehusar de ella en un momento así tan inesperado y extraño. Así que negué con la cabeza a esa pregunta que con interés me llamó demasiada la atención.
-¿Quiéres saberlo enseguida? -me sonrió, y yo afirmé a esa otra pregunta-. La verdad es algo precipitado. Pero ya empezó todo esto, así que lo terminaré contigo.
Estuve impaciente, no paró de mirarme el pito. La tenía encogida para ella. Pero Cremia solo la miraba atentamente, como si fuera a indagar más.
-No te preocupes por lo que va a pasar, mi querido Link. Tendrás que cooperar, poner algo de tu parte para este momento. ¿De acuerdo? -acercó de nuevo esa mirada consentida-. Lo primero es relajarte, y haga lo que haga, no te enfades, por favor.
Y así fue, ella solo inició su movimiento tocando mi pito, como si no le importará y fuera totalmente suyo. Me sentí extraño, yo siempre he tocado mi genital, pero nunca me lo han tocado a mi. Con sus manos lindas y delicadas, algo frías y suaves me cogió el pito con un mano y empezó a manosear de arriba a abajo. Sentí la sensación de que algo dentro de mí me acariciara, como un escalofrío algo inusual en mí. Ella solo se concentraba, hasta que sentí algo fuera de lo normal. Solo percibí un estímulo por mi genital que yo nunca aprecié. Algo duro ahí abajo se agrandaba poco a poco. Solo lo note, solo contuve esa emoción. Pero era imposible. Mi pito estaba creciendo a medida que ella lo palpaba con su mano de arriba a abajo, y de arriba a abajo, de arriba a abajo... Me mareo. Lo estaba viendo, y lo veía, y muy claro. Estaba erguido, crecido. Mi pene, o mi pito había crecido más de lo normal. Sí, reconozco que no era la primera vez, hay algunas veces que lo he tenido así, pero nunca en éste estado irreconocible y casi nuevo para mí. Mi pene estaba irreconocible para mí, estaba grande. Tan grande que se asomaba perfectamente cuando ella lo mantenía con su mano. Tenía su cuerpo largo y grueso; como siempre, y una cabeza rosada. Me estaba sintiendo algo raro a medida que ella continuaba flotando. Pero no era nada malo, ni me dolía mucho, solo que era una sensación nueva y relajante que es imposible decir que no a eso. Subí mi mirada al techo, y vi la madera, y varias pequeñas telarañas en las esquinas. No puse demasiado interés en ello, porque baje y vi que Cremía me miraba con un sonrisa agradable a la vista, y como su mano seguía con mi pene.
-¿Te gusta? -me dijo al fin-. Porque puedo continuar. La verdad nunca he visto que un chico de tu edad tuviera algo así de grande.
Ella continuó con más rapidez. Con su otra mano acarició mi escroto. Estuvo así un pequeño rato más.
-No te pongas tenso -tensó para abajo el cuerpo de mi pene y observó como de mi punta surgía un fluido viscoso a su vista lasciva-. Vaya, creo que ya es hora de ir al otro nivel más avanzado.
Qué quería decir con eso, y qué iba a hacer a continuación. Lo único que vi, es que sacó su lengua suculenta y lamió el cuerpo de mi pene como si de un helado se tratase. Noté su caliente lengua recorriendo mi genital, que mostraba firmeza ante ella. Con su mano, lo soltó y lo mantuvo con la lengua con varias lametones. Lo hacía como si le gustaba, como si su vida fuera dar lamidos a eso, entre mis piernas. Lentamente fue hacia abajó del pene, y lo lamió suavemente hasta la punta. De pronto, con su boca, se tragó la punta y sentí como lo engullía con su lengua dentro. Lo notaba, bien notado. Nunca había apreciado algo tan emocional dentro de mi, nunca en la vida. Nunca me perdonaré haber dicho esto, pero está sensación me estaba confortando a deleitarme. Enseguida empezó a menear su cabeza, aún con mi pito en su boca. Se lo tragaba entero. Ante mi mirada absorta y estimulada, observaba y contemplaba como ella me la chupaba y lo consumía enteró, arriba, ya abajo, de lado a lado, con su lengua que no paraba de jugar por dentro. Notaba también como su cabello largo y pelirrojo se acoplaban con sus rizos entre mis piernas, muslos. Notaba perfectamente; a parte del calor de su boca, también notaba el de su cuerpo acoplado a mi. Estaba de rodillas, se había levantado un poco la falda para mostrar más sus piernas blancas y bellas arrodilladas en el suelo de madera. Mantuve mi compostura. Cerré mis ojos por un momento y me dejé llevar por esa emoción, esa sensación emotiva. Mientras ella me lo comía con mi consentimiento, mientras estaba absortó, estuve cavilando y sintiendo su presencia a fondo. Pensé que, ¿qué ganaba ella haciendo esto? Nunca había sabido que los adultos hacían esto. Pero yo no era una adulto, lo era antes en Hyrule, y lo hice para derrotar a Ganondorf. Soy todavía un niño que intenta rescatar al mundo, y que aún no conoce las cosas bastante bien. Ella es un mujer adulta, cuidando de una niña de mi misma edad. Debería estar yo con Romani haciendo esto, ¿o con la princesa? ...No lo se, estoy empezando a perder el control en mi mente. Ella me está lamiendo, chupando, mamando de mi pene. Mi pito siempre lo uso para otra cosa, menos para esto, pues no sabía nada. ¿Esto es amor?, ¿esto es una relación?, ¿es ser amigos? Si la gente me hacen estas cosas cada vez que le ayudo, estaría agradecido. Ella podría ser mi madre en este aspecto, de adulto y pequeño, madre a hijo. Pero no lo somos. ¿Esto está bien para mi, para ella, o es normal? No sabía si estaba bien, no lo sabía, ya no me importaba mucho pensar en aquello. Así que continúe. Abrí los ojos, y todavía permanecía allí, con la misma acción y la misma sensación que cada vez subía y que me hacía sentir más extraño que yo mismo. Sujeto con sus manos, mis piernas, moviéndose con más fuerza. Durante unos segundos más estuve así. Todo ocurrió hasta que paró y se sacó mi pene de su boca. Como un plátano entero se lo sacó. Había fluidos, varias manchas traslúcidas que recorría los labios de Cremia, y parte de mi pito. Y eso era insólito para mí, ¿Qué era ese liquido? Hasta que lo supe. Supondría que era las babas, el liquido que nosotros, las personas, echamos por la boca como una saliva. Sin embargo, me fije como ella se lamía un poco sus labios y me dije demasiado. Era más que un saliva, era más viscoso, más traslucido y se apegaba mucho al cuerpo, como sus labios. Se lo pasaba por su lengua viscosa y se lo tragaba. ¿Era orina? ¿Pero la orina no es de otro color? ¿Por qué? ¿Qué ocurre? Aún sentía una fuerte energía en mi pene que palpitaba al ritmo de mi corazón cerca de su boca deseable y viciosa.
-Empieza a tener otro sabor distinto, y me gusta -me dijo-. Pero no te preocupes más. Estás haciendo lo correcto para mí.
¿Lo correcto? Solo me estoy dejando llevar, ¿y ella hace eso? ¿Por qué? Todavía hay muchas preguntas. Pero en aquel momento no me importa. Solo quiero saber más dejándome llevar por sus acciones de buen primor. ¿Qué estoy diciendo? No lo se.
-Tus deseos intentan crecer a más, y yo estoy allí para cumplirlas y sastifacerlas -se levantó al fin. Retrocedió un paso atrás.
Se mantuvo firme y frente a mi, muy decidida sobre sí mima. Se quito el cinturón, y lo arrojó hacía un lado como hizo con el mio. Su blusa blanca, con su broche en su lazo dorado y embozado sobre sus hombros, se desapretó un poco.
-Estoy muy segura ....No, muy segura no. Quieres mucho más de mi -me decía-. Te ha gustado demasiado y mucho mi forma de complacerte. Mas aún no hemos terminado, pequeño Link -siguió mirándome muy seria-. Lo importante es cooperar y unirnos en cuerpo y alma, y eso haremos hasta el final. Podría haber continuado de está misma forma contigo y acabar de una vez con todo. Sacaría todo lo que tienes dentro y estaría muy contenta. Pero... -no entendía nada-. Pero todos lo chicos miran a chicas como yo, por está zona.
Se señaló los bultos de su pecho, apretando palma a palma cada una y mostrando su figura más detallada. Eso me sorprendió bastante y con más ganas de interés.
-¿Nunca has visto ni comprobado los pechos de una mujer? -¿eso me insinuó a mí? Eso es cierto, nunca lo he visto ni comprobado-. A lo chicos no les gusta que solo le mamen la polla -¿Mamen? ¿Polla? Son palabras nuevas para mí.
Al mismo instante, ella se desabrochó el broche dorado, y suavemente el lazo de su cuello y hombro, deslizando hasta el suelo. Después se subió su blusa. Me quedé más estupefacto y congelado que una piedra en el camino. Había mostrado su torso desnudo. Una piel blanca sin manchas, limpia y suave, con un par de senos mirándome a mi. Tiró su blusa por atrás y se arrimó de nuevo a mí, cediendo suavemente por mis piernas. Nuestras miradas quedaron intacta una a la otra, y sin respiración. ¿Qué iba a pasar?
De nuevo de rodillas ante mi y mi pene que seguía erguido y palpitando con ganas por ella.
-A los chicos... -arrimó con sus manos e introdujo mi pene en medio de sus dos senos- ...os gusta esto más que nada.
Quedé alelado y acomodado, pues sentí como sus dos senos abrigaba mi pito por ambos lados y solo asomaba su punta por arriba. Estaba frío, y me relajaba con solo notar su tacto suave después de sentir la calidez de su boca. Pero ignoraba, ignoraba aún lo que pretendía hacer con sus dos mamas. Las dos manos de la chica lo apretaba más contra mi vientre y mi pene tieso y acomodado junto con sus pechos.
-Sentirás mi cuerpo estimulando tu polla -de nuevo esa palabra; ¿se referirá a mi pene?-. Siento tu calor en mis senos. Ahora serás tú el que sentirás el calor latente de mis tetas.
Junto sus dos codos a cada lado de sus senos, y apretó. A continuación, con su antebrazo y una sonrisa en su cara con sus dos ojos entornados hacía mí, empezó a menear sus senos hacía arriba del todo y abajo suavemente. Estaba confortado, sentía su suave tacto apretándolo contra mi vientre y mi cosa, que me deje llevar, pues seguía haciendo ese movimiento nuevo para mí.
No quiero ser sensato, pero a medida que ella seguía ejercitado ese ejercicio en mi, mostraba más vigor en ello. Como si le gustase, y más de lo normal. Pero no soy nadie dudando, porque yo también acepto esa satisfacción que solo ella me está dando, y me gusta mucho. Me complace excesivamente en su presencia y en su acto que realiza en mi. Así, durante un rato estuvo así, haciéndolo en mi polla.... ¿Qué dije? No importa, ya nada importa. Quiero seguir haciendo, seguir con su aprobación. Una energía muy fuerte se avecinaba dentro de mi. Quería surgir ante nosotros con un enorme potencia. Es como si tienes ganas de orinar, pero en vez de una sensación molesta, es una estimulación emotiva más grande que eso. ¿Voy a mear algo grande y nuevo para mí? Eso quiere Cremia, y se lo daré. Ella lo desea. ¿Por qué no iba a desearlo si me está provocando de está forma? Da igual lo que ocurra a partir de ahora. Me dejaré llevar por ella.
Ella dejo sus antebrazos y puso sus manos en cada extremo de sus senos y empezó menear alternadamente; uno sí, y otro no.
-Ya está todo hecho -miró la punta de mi polla mientras seguía con sus movimientos algo más rápidos-. Pronto saldrá fuera, y será mucho. Lo presiento.
Estuvo así varios segundos más, hasta que meneó sus senos juntos a la vez sobre mi polla alterada. Salvajemente con sus manos y sus pechos lo hacía sobre mí, y más rápido que antes. Yo lo notaba mucho. Estaba a explotar en ella, pero quería relajarme más, pues es la única forma de disfrutarlo más tiempo.
-Ya falta poco -soltó sus senos y me tumbó en la mesa con sus manos. Yo estaba ensimismado por la sensación.
De pronto, con su dedo medio, lo introdujo por mis nalgas y de allí noté que me lo introducía suavemente por el ano. No pude verlo con claridad, pues distinguía su tacto dentro de mí, cosa que me estaba incomodando. Pero a medida que agitaba su dedo medio por el interior, percibía una sensación profunda. Estaba apretando un bulto, o eso me parecía, hasta que empezó a tragarse de nuevo mi polla. Ella meneó su cabeza salvajemente y removía su dedo aún. Me agitaba contra mi vientre con mi polla en su boca, y hasta el fondo. Notaba su lengua juguetona dentro ensañando y deleitando con violencia.
Era algo enorme, algo enorme venía. Quería salir, salir fuera entre nosotros. En medio iba producirse algo magno y bestial. Seguía con su dedo medio en mi ano, manejándolo por dentro, de tal forma que yo lo notaba muy bien ese tacto extraño y que con primor me gustaba. Pero no podía aguantar más, y más durante unos minutos cortos que estuve aguantando esa enorme energía en mi, apunto de desbordar.
-¡Señorita Cremia! -dije levantandome. Ella se sobresaltó algo asombrada y con mucho fluidos viscosos en su boca.
-¿Qué ocurre? -me dijo exaltada-. ¡Link, échate en la mesa o te echaré fuera!
La miré enérgico y muy avivado. Estaba de rodillas, y con su mitad cuerpo desnuda. Eso me excitó demasiado, así que me arrimé y la sujeté de su delicada cabeza por cada lado de su oreja.
-¡¿Qué haces?! -se asustó, hasta que yo la calle metiendo mi polla en su boca gritona. Abrió sus ojos como platos.
Con firmeza y con fuerza, la acoplé contra mi vientre, notando pues, su caliente boca de nuevo. Con mis manos la sujeté de sus orejas puntiagudas y la meneé hacía mi vientre de nuevo y de nuevo, y otra vez y así durante unos segundos largos. Ella gimoteaba con fuerza, y con unos ojos muy abiertos que me miraba con recelo. ¿Me estaba odiando? ¿Por qué? ¿No era eso lo qué quería? Estaba dudando. Sus manos se apoyaban en mi muslos. Pero aún me miraba con enfado, y apretaba su boca contra mi polla ya consumida. Estaba allí, un enorme torbellino dentro de mi que me consumía y poseía. Ya no podía aguantar más, yo también suspiraba y gimoteaba del placer allegado. Fui más rápido que nunca y con más vigor que antes. No podía, se avecinaba a lo golpe, ya no aguantaba. Estaba a punto.
-¡Ahhhhh! -grité con fuerza, notando esa presión en mi, y con una corriente que salía la exterior.
Me movía aún agitando la cabeza de esa mujer, que abría más sus ojos y llevando a la boca todo lo que sacaba de mí. Me estaba desaguando (corriendo) dentro, y se cargaba todo en ella. Noté como su interior se llenaba. Apretaba contra mi vientre su hocico. Al fondo, lo echaba al fondo. ignoraba el por qué, pero ella intentó separarse de mí. Mi polla estaba inundada de líquido caliente qué enseguida era engullido por ella. Su garganta hacía tragos en su profundidad, y su gemidos cesaron con sus ojos mirando a su frente, como perdidos. Todavía seguía y la mantenía con mis manos, hasta que acabe todo en ella.
Cuando termine deje de forjar y la solté. Ella se separó débilmente de mi polla cayendo inmersa en su consciencia. La miré con mucha observación, y mientras mi polla estaba inclinado para abajo, de su boca resurgía mucha agua de un líquido de color blanquecino y un color algo más oscuro. Su lengua estaba salida y cubierta de viscosidad del mismo color. ¿Había hecho algo malo? Yo solo me dejé llevar, ella me lo dijo. Pero, de todos modos, ella me odia. Me miraba enojada cuando acabé en ella. No la entiendo, es por eso que me vestí enseguida y salí de su casa (recogí la lave de su falda)
-¿Qué ha pasado, link? -surgió Taya de mi ropaje verde- Estaba dormida. ¿Ha pasado algo interesante?
-Sí; digamos que sí -le dije tranquilamente sacando mi Ocarina del Tiempo-. Pero tampoco forma parte de la misión. Regresemos al pasado.