Maitea: Diciembre

La historia de los fragmentos de un chico universitario, explorando cada recoveco de algo que debería conocer, su vida. Personas, idas y venidas. Relatos de la naturaleza humana siendo forjada por el destino.

Sin extenderme demasiado, les invito a leer lo que ha surgido como una mera ilusión y que estoy viendo cristalizado. Les ruego den una oportunidad a esta historia y pido me disculpen si puede parecer muy sosa, llevo años sin hacer esto.

Me recostaba en mi cama, mientras sentía como mis ojos ardían por el escozor latente en ellos, habían pasado ya dos noches en las cuales apenas y pude dormir unas escazas horas. Esto me estaba acabando, no encontraba la razón del porque sentir mi vida un tanto vacía; era demasiado joven para lo que me ocurría, mi crisis depresiva estaba ya programada y debería llegar cuando terminara la carrera y no encontrara trabajo.

-Joder- musité mientras chasqueaba la boca.

De nuevo sonaban los ladridos infundados de la maldita rata, que tiene a bien llamar perro mi vecino.

No era normal en mí sentirme de tan mal humor, sobre todo cuando el día había pintado bien: el examen no había sido tan intenso como imaginaba, el proyecto fue aceptado con correcciones y por primera vez desde que entre a la universidad no estaba en peligro de ser expulsado.

-Hermoso- pensé para mis adentros.

Miré la hora y decidí que una siesta no me caería nada mal, apenas eran las cinco de la tarde, el sol aun daba sus últimos rayos y no tenía más nada que hacer.

Me levante del pequeño sofá que estaba en mi cuarto, cruce mis manos, tome la parte baja de mi playera negra y la arroje sin darle importancia donde acababa tirada; me desabroche el botón del pantalón caqui del uniforme de mi universidad, baje la bragueta y deje que se resbalara por mis muslos, para que al llegar a mi tobillos me deshiciera de ellos con una pequeña patada. Acto reflejo me deje caer en el sofá, para luego subir mis piernas y cruzarlas, este invierno tal vez sea como aquel… pensé.

Mis ojos se cerraron, pude sentir como dejaban de arder.

Han pasado 3 años.

~~*

Sonaba estrepitosamente sin dar señal de parar. A pesar de haber despertado hace unos minutos, quería disfrutar de esos segundos en los que mi cerebro se reinicia y pareciera que no existo. Tome el teléfono entre mis manos sintiendo su tacto frio, realicé un pequeño movimiento con un dedo y acerque a mi oído.

-Ya llegaste a la casa amor – se escuchaba la voz de un mujer, que muy tiernamente preguntaba por mi paradero – ¡Oye contéstame!

  • Ahh… ajam…- mascullé con increíble esfuerzo, sin ser capaz de articular palabra alguna.

-Estás despertando ¿Verdad? – Dijo en un muy falso tono de reproche contrastado con su habitual matiz de broma.- bueno corazón, te dejo descansar, te quiero, te cuidas.- Terminó mi mamá la conversación y de inmediato colgó el teléfono.

Me sentí un poco mal de no haberle contestado, pues yo estaba despierto y aun así, no hice nada para vencer mi pereza. Me levante del sillón y me estiré un poco, me rasque la nuca y me dirigí lentamente al baño que está inmediatamente saliendo de mi habitación. Me mire al espejo.

- Dios, que demacrado me veo.- Mis ojos eran sostenidos por unas muy visibles ojeras, mi cutis lucia descuidado y mi mata era una maraña de cabello, que parecía haber perdido una batalla campal con el cepillo. Dibuje una sonrisa burlona y me lamente de la propia ironía que estaba viviendo.

Con un lánguido caminar me dirigí al retrete, con mi mano derecha baje mi bóxer y con la izquierda sujete mi miembro. Solté un bostezo al aire, mientras cerraba los ojos, el ruido resonó por toda la pieza. Me desnude decididamente, me puse debajo de la regadera y sin pensarlo dos veces abrí la llave, dejando caer sobre mi cuerpo pequeños chorros de agua fría; mi piel se erizo ante el primer contacto y deje escapar un pequeño gemido. Aún sentía que mi cerebro estaba en stand by .

A lo lejos se escuchaba mi celular sonar una y otra vez, aquella canción de Halloween que tanto me gustaba. – una llamada.- no hice esfuerzo alguno por apurarme y continúe sosegado bajo la gandulería del momento.

- Volverás a llamar, siempre lo haces.- Dije mientras empezaba acelerar mis movimientos. Enjabonaba todo mi cuerpo y me analizaba muy lentamente, sintiendo la textura de m piel, observando la dinámica del agua sobre ella, recorría cada curva y me dejaba seducir por la sensación.

Sonaba de nuevo el celular.

Resignado, caí en cuenta que esto tenía que acabar lo más pronto posible, sin referirme precisamente a la ducha. Enjuague mi cuerpo, tome la toalla a mi diestra, me seque lo más rápido que pude y me la amarré por la cintura. Suspiré un momento.

Entre a mi habitación y con un tanto de recelo tome mi móvil, - efectivamente eres tú- . Estuve a punto de devolverle la llamada, cuando de nuevo marco. Deslice el dedo por el móvil, cerré los ojos y acerque el auricular a mi oído.

-¿Estabas ocupado? – Me sorprendí al escuchar su voz después de este tiempo, la adolescencia le había favorecido bastante; su voz había engrosado y se escuchaba muy profunda.

  • Me daba una ducha, no me sentía demasiado bien.- mi voz sonó neutra.

-¿Es por mí? – se percibía un tono de auténtica curiosidad con pequeños tintes de preocupación.

-Algo así… - divague un microsegundo - ¿A qué debo el honor de tu llamada? -  se convertía mi volumen en un ligero bisbiseo llevado por el viento, sin esperanza de llegar a su destinatario.

-Nos debemos una cita, desde hace más de seis años ¿Lo recuerdas? – Su voz se escuchaba autoritaria.- Ahora, la quiero ahora.-  agrego por ultimo.

  • No me apetece salir, solo quiero Netflix and chill , me siento molido.-  autentico cansancio en mi voz.

  • Mejor para mí – la voz de al lado del celular se escuchó pensativa.- tenemos todo el fin de semana, aunque usé de excusa la admisión a la universidad, más que todo he venido por esto.

-Vale ¿tienes donde quedarte? – perdida de estribos, reacción espontánea, sonrisa lúgubre.

-Sí… - contesto al instante sin vacilación alguna.- Contigo.

Resignación. Había perdido la primera guerra. Momento de silencio.

  • ¿Puedes venir por mí? – Rompiendo el mutismo, su tono era juguetón.- Estoy en la terminal de autobuses, nunca he venido solo.

-No me apetece salir. – Suspiré – Súbete a un taxi, te traerá sin darte demasiadas vueltas.

-Como quieras. – finalizo con un tono divertido.-

Después de darle mi nueva dirección colgué y sentí como el adyacente diciembre se hacía presente con sus primeras brisas invernales. Me dirigí al armario y me puse el primer conjunto de pijama que encontré: pants azul de rayas y playera de franela gris con estampado de piloto.

Me dirigí a encender las luces exteriores, regresé a mi cuarto y me senté de nuevo en el sillón con las piernas cruzadas, mientras ordenaba mis ideas para la plática que se aproximaba desorientada y andando en taxi.

Como pudieron haber notado esto ha sido una pequeña prueba de lo que quiero desarrollar, si bien estoy firme con el hecho de llevar la historia, quiero dejar en claro que no me quiero sentir presionado por publicar cada cierto tiempo, tampoco quiero ser perezoso y publicar una vez cada dos meses, pero trataré de ser lo más contante posible.

Les agradezco haber leído y les animo a comentar y valorar.