Mai, Alex y Jon. Nuevos caminos I

Un relato a tres bandas de descubrimiento y aventura. Tres personajes relacionados entre ellos por un morbo común desde tres perspectivas diferentes. Primera parte.

ALEX

Hace ya tiempo que tenía ganas de relatar alguna de las aventuras que he tenido el placer de vivir, y de verdad que de entre todas apenas tuve dudas de cual elegir como primera. Seguramente por ella, o por lo que duró y hasta donde llegó, o por la intensidad con la que la vivimos las tres partes implicadas.

Me presento. Soy Alex, nací en un pequeño pueblo del norte y aquí sigo, después de alguna vuelta que otra. Tengo 41 años, me suelen decir que bien llevados. No sé hasta qué punto tendrán razón pero procuro cuidarme. A mi edad seguiría considerando mi complexión atlética, no tengo barriga y aunque con alguna que otra cana, conservo bien todo el pelo. Todo eso unido a mi estatura, cerca de 1,90, mi forma de vestir, mis pendientes y mis tatuajes, me suelen decir que tengo aspecto de chulo o de macarra. Pero no creo serlo, al menos no en mi vida diaria, en mi trato normal con la gente. Mis padres me educaron bien, el respeto hacia los demás es algo que tengo bien interiorizado. Aunque en determinados “juegos” parezca lo contrario, no deja de ser eso, un juego que todas las partes disfrutan.

Contar como empecé en esto sería una historia demasiado larga, pero mi experiencia en este tipo de aventuras arranca muchos años atrás de este relato. Sexualmente siempre he sido activo e inquieto, y no tardé demasiado en encontrar el morbo que más me excita: follar con mujeres casadas, con el consentimiento de sus maridos. Aunque a los que no hayáis vivido nada parecido os resulte raro, os aseguro que puede ser una de las experiencias más intensas para las tres partes, cada uno en su papel.

¿Y cuál es mi papel? Igual el más sencillo de los tres, pero sin duda hay que valer. Hay que despertar en ella ganas a la vez una sensación de comodidad, para lo que el marido suele ser una ayuda imprescindible. Pero después, y esto es lo que no creo que esté al alcance de cualquiera, hay que enloquecerla de placer. Y para eso no soy un cualquiera. No es solo follar bien, no es tener una buena polla, es saber jugar con el morbo que surge en esos momentos.

Conocí a Jon a través de un anuncio que puso en una página de contactos, era un anuncio simple, casi inocente. Buscaban un tercero para montar algún plan, no tenían demasiada experiencia, 35 y 36 años…poco más. Ni siquiera habían añadido una foto. Contesté, de manera simple yo también. “Hola, soy de vuestra zona, tengo bastante experiencia en situaciones con una pareja. 41 años, bien cuidado y con un punto dominante” . No tardó en contestarme. Al día siguiente ya estábamos chateando.

-Hola Jon, ¿qué tal?

-Bien, ¿y tú?

-Bien también, con ganas de saber más de vosotros

-Bueno, pregunta lo que quieras, a mí me ha intrigado a que te referías con lo del punto dominante

-Jeje. Pues creo que es algo muy necesario para este tipo de morbos. No es nada raro, no me refiero a nada relacionado con el dolor, ataduras o nada parecido

-Ahhh, mejor…

-Me gusta coger las riendas con ella, dirigirla, hacer que se deje llevar, y en el sexo lo mismo, sacar ese punto cañero, dominante sí, sujetarla fuerte, penetrarla fuerte…

-Suena muy morboso

-¿Imaginas a tu mujer así?

-Sí, y me parece muy excitante la imagen…

-He visto a maridos excitadísimos con escenas de ese tipo, mirando a su mujer con vicio, y ellas a ratos devolviéndoles las miradas…tienes que saber que hay un punto en el que ellas se sueltan, se abandonan al placer… ¿crees que estás preparado para ello?

-Su placer me pone demasiado, me da la sensación que un punto de celos es imposible no tener, pero…

-Pero, ¿qué?

-Que creo que es parte del morbo de todo esto.

Hablé durante horas con Jon, varios días. Me pareció un tipo bastante inteligente, con lo que le motivaba y lo que no bastante claro. Conocía bien a su mujer, y lo que esta podía dar sexualmente. Estaba algo frustrado por como el paso de los años, la maternidad y el día a día habían hecho mella en la sexualidad de su mujer. Pero estaba convencido de que iba a despertar. Por como la describía, por lo que me iba contando de ella…me apetecía ya mucho participar en ese despertar.

Jon no tardó en ponernos en contacto a su mujer y a mí, era el siguiente paso lógico. Me pidió que le escribiese una noche, sobre las 22, que ya a esa hora suele estar más relajada. Y así hice.

-Hola Mai, buenas noches

-Hola, tú serás Alex, ¿no?

-Sí, supongo que tu marido te ha hablado de mí, espero que bien jeje

-Pues sí, bastante bien, a saber de mí que te ha contado jeje

-Pues todo bueno…tanto que tengo ganas de conocerte y de más cosas…

-¿¿Ah sí?? ¿Es verdad que tienes mucha experiencia?

-Sí, empecé en esto bastante joven. Siempre me ha gustado mucho el sexo, y el no convencional más aún

-¿No convencional?

-Sí, ¿o que te vaya a follar delante de tu marido te parece convencional?

MAI

Sé que él había visto alguna foto mía, alguna que le hubiese enseñado mi marido. Yo también había visto alguna foto suya. Tenía un cuerpo bonito, depilado, tatus…y lo que tenía entre las piernas era grande, en las fotos se apreciaba gruesa, y dura. Cuando en su última contestación me soltó explícitamente que me iba a follar delante de mi marido lo primero que pensé fue que vaya chulo, pero…joder, mi coño se humedeció casi instantáneamente!

-Mmmm no, para nada es convencional.

Aunque es una abreviatura, no poca gente acostumbra a llamarme Mai, soy una mujer casada, con un trabajo serio, dos hijos. No tengo ni de lejos el cuerpo que tenía hace 15 años, pero empiezo a valorarlo un poco más. Sobre todo la maternidad y sus consecuencias habían afectado a mi autoestima. Después de una racha muy perezosa en temas sexuales, sentía que empezaba a despertar de nuevo.

En eso algo de mérito puede que tenga mi marido, o no, no lo sé. Igual es la naturaleza que me ha tenido parada y me está estimulando para que espabile. El caso es que el morboso de mi marido me había puesto en contacto ya con varios hombres, y sentir el deseo de otros hacía mí cada día me parecía más excitante.

Alex por lo que contaba mi marido encajaba bien con lo que buscábamos para vivir alguna aventura. Las fotos y su descripción, tanto física como de sus maneras, me habían gustado.

-Pues que sepas que no tengo prisa, pero intención y ganas de hacerlo muchas.

Seguía con ese punto chulo…y yo lubricando un poco más.

-¿Eres bueno follando?

-Eso lo tendrás que decir tú, pero seguro que es de lo primero que te pregunta tu marido después.

-Jeje seguro. Pero… ¿Qué te gusta? ¿Qué te pone?

-Me gusta ver que disfrutas, tu excitación, incluso la de tu marido. En el sexo de menos a más, hasta todo lo más que me dejes.

¿Por qué no te iba a dejar? Me gustan los finales intensos…

-¿Ah si? Ya al final hay un punto en el que me suelo olvidar de que hay un tercero mirando. Acabaría follándote como un animal a su hembra, intenso, profundo, sujetándote fuerte. Solo te la sacaría, para que me la volvieses a pedir…

-Ufff lo haría.

Joder, primera conversación y estaba a mil. No sé si fue oportuna o inoportuna la llamada de teléfono de mi madre, pero me tuve que despedir apresuradamente. Eso sí, al meterme en la cama me provoque un orgasmo con demasiada facilidad.

Reconozco que consiguió con poco despertar mi imaginación, tenía mucha curiosidad por saber a dónde nos llevaría esta aventura. A través de Jon me entere que Alex iba a estar unas semanas fuera, liado por el curro, así que volví yo también a mi rutina. Desconecto más fácil que conecto, que le voy a hacer, soy así. Me sumerjo en el día a día quizás con demasiada facilidad y luego me da pereza retomar las cosas donde las dejé. No fue el caso.

-Hola Mai, buenos días.

Eran las 9:30 de la mañana, yo estaba currando. Habían pasado un par de semanas de la última conversación. No era momento de responder, pero leer el mensaje me provoco un escalofrío. Tendría que esperar mi respuesta.

A la noche, ya con el día acabado, en el sofá con mi marido, viendo ambos la tele, cogí el móvil.

-Buenas, ¿qué tal estas?

No contestó, ni lo leyó.

-¿Estás por ahí? A la mañana no podía contestarte.

Nada. Cinco minutos. Diez minutos. Mi marido, de turno de mañana, se iba ya a la cama, cansado. Le iba a seguir cuando note la vibración del móvil.

-Hola, sí, aquí estoy, no estaba pendiente del teléfono. Yo bien, ¿y tú?

Le dije a mi marido que luego iba, me apetecía quedarme un rato más.

Bien también, ahora con el sofá para mí, un rato de tranquilidad.

-¿Ah sí?, ¡qué bien! ¿Sabes? A la mañana me he acordado de ti, acabe muy caliente la última vez que hable contigo. Pena del corte. Acabe masturbándome solo.

-Bueno, no fuiste el único.

-Ummm has conseguido que mi polla reaccione. He estado algún rato fantaseando con tú marido. Él me dice que contigo las riendas las tendría que llevar yo, que te gusta más dejarte llevar que tomar la iniciativa.

-Sí, es así.

-A mí me gusta ese papel, pero soy cañero, morboso, con los morbos de Jon creo que puedo encajar bien, incluso sorprenderle, con los tuyos…

-¿Qué te gustaría de mí?

-¡Muchas cosas! ¿Lo que más? Estimular y conseguir tu deseo, antes, durante y después. Que desees, que necesites que te folle, ser follada, sin más problemas, limitaciones ni tabúes. Y cuando lo tengo…me gusta hacérselo ver a tu marido.

-Explícate…

-Jeje no, sobre la marcha, no es nada que tenga pensado de antemano.

-Pero…algún ejemplo, alguna situación morbosa de ese tipo ya tendrás para contar.

Estaba de verdad intrigada por lo que me estaba contando. Intrigada y excitada.

-Hubo una pareja, yo era más joven que ellos, muy morbosos. Habíamos quedado un día sin llegar a más. Ese día me invitaron a su casa. Todo fluía, conectábamos muy bien ella y yo. El marido…quería dirigir la escena, pero no lo hacía nada bien. Supongo que por eso ella, a pesar de estar disfrutando, no acababa de soltarse.

-Sigue.

-Jaja te intriga, ¿eh?

-Pues claro.

-¿Sabes que hice?

-No sé, delicada situación, ¿le pediste a él que se callara?

-No. La empecé a follar fuerte, lo mejor que se. Su excitación iba subiendo, la iba llevando a mi terreno, se iba soltando, ufff estaba a mil, ambos estábamos ignorando al marido, ya solo eran nuestros cuerpos chocando.

-Mmmm que morbosa escena.

-Espera. Pare en seco, se la saque, solo dejando la punta presionando levemente en su entrada. “ufff métemela” me dijo. Empujando un poco más, sin llegar a penetrarla, le susurré de manera que solo lo oyera ella “dile a tu marido que se vaya”.

-¡Que cabrón!

-Jajaja eso me dijo ella con la mirada. Le miro a él, que no perdía detalle, masturbándose. Me volvió a mirar “métemela…”. Se lo negué con un gesto. Pensó unos segundos. Dirigió la mirada hacía su marido “vete…” le dijo, con suavidad. Empuje un poco y se le escapó un gemido, volví atrás…

-Joder, que manera de cortar el rollo, ¿no?

-¿Cortar el rollo? Jajaja ella estaba a mil Mai.

-¿Y él?

-Bueno, él en alguna conversación me reconoció que se puso a mil, que nunca había visto a su mujer tan zorra. Pero en ese momento se quedó descolocado, inmóvil mirándola a ella fijamente. “Vete, joder” Subió el tono. Él no reaccionó, yo sí, con un pequeño empujón, ella amagó un gemido. En ese momento pensé que igual me había pasado, que igual se frustraba y me mandaba a la mierda. Me miró.

¿Y?

Me tenía muy intrigada con la historia, además de caliente. Lo que había empezado como una caricia en mi coño ahora ya iba cogiendo ritmo.

-Mmmm ¿te está gustando? ¿Te estas tocando?

-Si…sigue.

-Mmmm joder, si te tuviera aquí sí que iba a seguir. Solo con imaginarte tocándote se me ha puesto muy dura, preparada para disfrutar de ti, y hacerte disfrutar.

-Uffff yo también estoy preparada…

-¿Quieres ver lo que has provocado?

-Claro

Aceleré el ritmo de mi mano, estaba cada vez más caliente. Me llegó una foto.

-Joder

Era un primer plano de una polla, depilada, limpia, gruesa…sujetada por una mano grande, firme, con unos dedos gruesos. Vino a mi imaginación esa mano, sujetándome, agarrándome la cintura, las tetas, el pelo...y mientras esa polla uffff abriéndose paso dentro de mí.

-¿Te ha gustado?

-Mucho

-Mmmm enséñame lo caliente que estás

Sabía que me tocaba enviarle algo, y ya me había anticipado y quitado el pantalón del pijama. Abrí bien las piernas y saque tres fotos. La última, con mi mano separando los labios fue la que más me gusto, se veía lo húmeda que estaba. La mandé.

-Uffff joder, precioso. Casi me corro Mai. Que ganas de follarte…

-Tendrías que ir suave con esa polla

-Claro, te la metería suave, muy suave, pero ahí se acabaría la suavidad

-Mmmm ¿no vas a acabar tu historia?

-De acuerdo. Estábamos en que creía que igual me había pasado con ella, pues enseguida me quedo claro que no. Le miró, me miró, le volvió a mirar. “Vete ya, cabrón, ¡qué te vayas!” casi gritando. Su voz no se me olvida, transmitía necesidad, una necesidad y una actitud animal. Él se levantó, se fue de la habitación y arrimó la puerta al salir. Según salía la penetré con todas mis ganas. Gimió. Su “fóllame” lo tuvo que escuchar todo el edificio. Y eso hice, la follé con tantas ganas como con las que ella recibía cada embestida, y eran muchas, seguidas, profundas. Sus gemidos sé que no eran solo para mí, también eran para su marido. Gritaba de placer, sabía que su marido le escuchaba. Con ella a cuatro patas, cada embestida sonaba fuerte. Ella estaba en éxtasis, pero no callaba, que no parase, que le encantaba mi polla, que la estaba follando como nunca… ¿ves lo que te quería decir?

-¿Qué? ¿Qué eres bastante cabrón?

Le escribí eso, pero en mi cabeza me imaginaba en el papel de ella, follada por ese “cabrón”. Mi coño se estaba deshaciendo de excitación, empapándome los dedos. Mis flujos se deslizaban ya más allá del culo, llegando a mojar el sofá.

-No jajaja igual también pero no. En ese momento la estaba follando como si fuese mía, mi hembra. Así se lo hacía sentir, y era recíproco, era real. Mientras durase ese polvo era mía. Y no duró poco. Sus orgasmos la volvían loca de placer, estaba desatada, no creo que con el marido al lado se hubiera soltado tanto. Pero saber que él nos escuchaba, era sin duda un aliciente morboso para los dos.

-Mmmm seguro que fue un polvo muy intenso y morboso.

-Sí, no lo dudes. Procuraré ser tanto o más intenso cuando te tenga. ¿Sigue mojado tu coño?

-Algo…

¡Joder! Acababa de tener un orgasmo brutal, apenas podía escribir nada más, me retorcía de placer en el sofá. Empezaba a intuir que se acercaba una sesión de sexo con él, y solo con un par de conversaciones me estaba apeteciendo mucho. Me incorporé para despedirme. Creo que le corté un poco el rollo pero ya no podía más.

-¿Sabes cómo acabé yo?

-Mmmm dime.

-La tumbé en la cama y descargué encima suyo. Una corrida abundante y caliente que ella recibió con un gemido suave, con sus ojos ya cerrados. Le dije que ni se moviese. Salí de la habitación, su marido estaba en el salón. “Toda tuya” le dije. Sabía que la imagen de su mujer cubierta del semen de otro hombre era algo que merecía ver.

-Muy cabrón jejeje me voy a dormir.

-Jeje besos. Que descanses.

Me fui a la cama, pero seguía con la imaginación desbordada. Tenía ganas de saber quién se escondía detrás de tanto morbo. Si sería tan salvaje. Cómo reaccionaría yo en una situación tan cañera. Cómo reaccionaría Jon.

Sonó la vibración del móvil. “Dedicado a ti” leí, un video acompañaba a la frase. Pulsé. Empezó una descarga que se me hizo larga, estaba intrigada. La misma mano que había visto antes masturbaba esa misma polla. Se podía apreciar que estaba de rodillas, en una cama, un sofá o en el suelo. Debajo lo que parecía una toalla extendida. Era una masturbación pausada, incluso lenta, rítmica. Su polla gruesa se veía más gruesa aun cuando la mano se detenía en la base y sujetaba con fuerza.

Noté como me estremecía y mi coño se inundaba de nuevo. Aceleró ligeramente el ritmo unos segundos y se detuvo. Joder. Su polla, hinchada, expulsó un potente chorro de semen. La mano se apartó. En la imagen solo se veía su polla, palpitando. Estaba casi hipnotizada con ese palpitar cuando otro disparo, todavía más abundante que el primero, me produjo un escalofrío. “Uauu” se me escapó. Otro chorro, y otro, y otro, perdí la cuenta. Me vino a la mente el cuerpo de la mujer de la historia, cubierto como hubiera quedado al recibir semejante corrida. Después imaginé el mío…

JON

Entiendo que algunos o algunas me juzguéis. Entre mis preferencias en el sexo hay alguna que difícilmente confesaría, salvo desde el anonimato. A todos nos pone el placer de una mujer, supongo que estaremos programados para ello. A mí el de mi mujer me vuelve loco, cuando se lo proporciono yo, y cuando se lo proporciona otro. Me podéis llamar raro, desviado, cornudo…no me importa. He visto a mi mujer corriéndose con ganas mientras otro le follaba y no creo que pueda haber nada más excitante y morboso.

Tengo 36 años, llevo media vida con mi mujer Mai. Somos una pareja muy normal, ambos trabajamos en trabajos normales, tenemos una casa normal, una hipoteca normal, y dos hijos a los que cuidamos y adoramos. Todo normal. Bueno, casi todo.

Físicamente también soy un tío normal. Más bien alto, algo delgado, puedo resultar atractivo, pero eso según gustos, ya se sabe. Mai es una guapísima mujer de 35 años, con un cuerpo más que apetecible, aunque a ella a veces no se lo parezca. Enfrentarse al deseo de otros hombres le hace sacudirse parte de los complejos que arrastra. Y cuando lo hace su sonrisa deslumbra.

Conocí a Alex a través de un anuncio que colgamos en una página de contactos. Creo que conectamos bien desde el primer momento. Cuando hablo con otros hombres que comparten esta fantasía, desde la perspectiva de ser el tercero claro, me gusta encontrar una mezcla equilibrada de educación, experiencia y morbo. Alex cumplía con esa mezcla. Educado, experimentado y puro morbo.

Le puse en contacto con mi mujer, a ver si ella encontraba en él cualidades que le gustasen. El siguiente paso era ya concretar un encuentro. Pero eso ya, como siempre en estos juegos, dependía de ella.

Sabía que habían hablado alguna vez, y el secretismo con el que ella me contestaba cuando le preguntaba me intrigaba. Aunque sospechaba que todo iba muy bien. Será el instinto del cornudo.

Alex en cambio era más explícito cuando intercambiaba mensajes con él.

-Hola Jon ¿qué tal estás?

-Hombre Alex, bien, ¿y tú?

-Muy bien. Ayer estuve hablando un buen rato con Mai. Joder, no sé qué tiene tu mujer pero me pone mucho. Estoy como loco por follármela.

-Bueno, ya te dije que ella es bastante tímida, tiene que coger confianza y…

-Yo ya la veo bastante avanzada eh

-¿Tú crees?

Me llego una imagen. Reconocí al primer vistazo su contenido. Mi polla despertó.

-¿Sabes de quién es ese precioso coñito no?

-Claro, es el de mi mujer. Uffff receptivo además…

-Receptiva, empapada, caliente…sí, así estaba ayer. Yo creo que ganas va teniendo. No creo que tarde en follar con ella, y joder Jon, se lo voy a hacer con unas ganas ufff me pone mucho.

Sus palabras despertaban mi imaginación. Mi mujer, embestida, un placer bestial reflejado en su expresión, en sus gemidos… Me estaba excitando.

-Igual podemos empezar a plantear algo…

-La verdad es que si te parece bien pensaba invitarla a un café un día de estos, tengo ganas de conocerla en persona.

-No sé, no lo veo, si tú lo ves muy claro…pero preferiría plantearlo yo. Ya te dije que ella es bastante tímida.

-Bueno Jon, tú la conoces mejor, por supuesto. Pero si lo veo muy claro lo haré.

-De acuerdo.

Nos despedimos ya que ambos teníamos cosas que hacer. Sabía que haberle dado vía libre a un tipo como Alex para invitar a Mai a un café significaba casi automáticamente que lo iba a hacer. No veía a mi mujer aceptando el ofrecimiento. El paso de los días parecía darme la razón.

Llegó el sábado, me tocaba turno de tarde. La semana había sido agotadora para ambos. Mucho trabajo, los niños enfermos y para rematar uno de los coches nos había dejado tirados. No habíamos tenido en toda la semana ni un pequeño rato para nosotros, ni siquiera para un polvo rápido. Justo estaba pensando en Mai, y en que de esta noche no podía pasar sin echarle un buen polvo, cuando vibro el móvil.

-Hola, ¿cómo va la tarde?

Era Mai.

-Bah currando. Nada especial. ¿Y la tuya?

-Bien también. He quedado para tomar algo.

-Muy bien. Aprovecha. ¿Con Sara? ¿Con tu hermana?

-No no, con Alex. Me acaba de proponer y le he dicho que sí. Mis padres se quedan encantados con los peques.

A pesar de que hace unos días tenía claro que se lo iba a pedir, que lo hubiese hecho me pilló por sorpresa. Más aún que ella hubiese accedido. Reconozco que se me mezclaron sentimientos y sensaciones de muchos tipos, excitación, morbo, pero también un punto de celos. Mi mujer, sola, a tomar algo con un tío como Alex…

-Hemos quedado sobre las 20, luego en casa te cuento. Ya le he dicho que para ponernos cara, que otro día más

-Él tiene muchas ganas, de conocerte y de mucho más

-Ya lo sé. Luego te cuento.

Desde esa conversación el turno de tarde se me estaba haciendo más largo de lo habitual. Sin darme cuenta me movía de un lado a otro como un animal encerrado. Estaba tan tenso como excitado. Y más cuando vi que el reloj marcaba ya la hora de la cita. Esperé media hora para mandar un mensaje.

-¿Todo bien por ahí?

Los minutos que tardo Mai en responder se me hicieron largos. Pero al final llego su contestación.

-Bien, muy bien. Es muy majo, y también atractivo.

Según le escribía la contestación entró otro mensaje. Era Alex.

-Es muy guapa tú mujer, más de lo que esperaba. Ufff me encanta, más ganas aún…

-¿Sí? ¿Más ganas de qué?

-Ganas de follarla salvajemente Jon, de hacerla gritar de placer, de que te crezcan unos cuernos de los que puedas presumir.

Mi polla se endurecía del calentón, todo lo que la ropa le permitía. Envié a mi mujer ese fragmento de conversación que acababa de tener con Alex. Esta vez me contesto rápido.

-Uffff me acabo de mojar. Más. Luego te cuento.

Intente distraerme con alguna tarea, difícil imaginando la escena, pero los minutos iban pasando y eso me reconfortaba. Estaba tremendamente intrigado. En poco más de media hora acababa el turno. Volvió  a sonar el teléfono. Era Mai.

-Ya en casa. Todo bien

Ni un minuto después Alex.

-Como me pone tu mujer Jon

Acabé al fin el turno. El relevo me notaría algo abstraído supongo. La tarde había sido intensa, tenía ya ganas de llegar a casa y escuchar a mi mujer. Hice el camino de vuelta muy abstraído, excitándome con especulaciones de lo que habría pasado en ese encuentro.

Subí las escaleras rápido. Me quede paralizado enfrente de la puerta. Gemidos. Se escuchaban los gemidos de mi mujer. Abrí la puerta lo más silencioso posible y la cerré suavemente. Sus gemidos no eran los habituales, eran mucho más intensos. Me fui acercando a la puerta de la habitación. Estaba medio abierta, me asomé. La escena casi hace que mi polla estalle. La tuve que liberar y empezar a masturbarme.

Mai estaba a cuatro patas en la cama, con la cabeza hacía la puerta, pero ladeada, apoyada en el colchón. Alex la embestía desde detrás, fuerte, chocando con ganas contra ella. Él no tardó en darse cuenta de mi presencia.

-Joder Alex, sigue, sigue-, gemía mi mujer

-¿Te gusta Mai?-Preguntó Alex, mirándome a mí.

-Jode, sí, me encanta-, respondió ella, entre gemidos.

-Díselo a tu marido-, dijo Alex, bajando el ritmo.

Mai alzó la vista y sus ojos se encontraron con los míos. Alex empezó entonces un movimiento suave dentro de ella. No separaba su mirada de la mía. Sus gestos reflejaban el éxtasis placentero que esa manera en la que él se estaba moviendo dentro de ella le estaba provocando.

-Me está follando Jon-, dijo Mai, mientras nos sosteníamos la mirada.-Me está follando.

-Pero… ¿te estoy follando bien?-preguntó de nuevo Alex,-¿te gusta?

Dos embestidas fuertes acompañaron la pregunta. Embestidas que hicieron a mi mujer gemir, sin soltarme la mirada. Su mirada era animal, casi agresiva, estaba a mil. Y yo, mi polla palpitaba a punto de reventar.

-Me encanta.-dijo Mai, en un tono agresivo, acorde con su expresión, sin dejar de mirarme.-Me vuelve loca tu polla y como la usas. Sigue, no pares de follarme.

Alex se reclinó sobre ella. La expresión de Mai no cambió con lo que él le susurró al oído, pero su mirada soltó la mía. Vi que sus labios se movían.

-Creo que no te ha oído,-le dijo Alex, mientras se separaba de ella.

-Cierra…-Dijo Mai, ahora con una mirada diferente, casi suplicante.

-No sé si te ha oído,-dijo Alex, aunque sabía sobradamente que lo había oído bien.

-¡Cierra ya! Quiero que me siga follando, a solas.

Cerré la puerta, extrañamente excitado. A los pocos segundos los gemidos de mi mujer se reanudaron, aún más intensos y salvajes que antes Y así siguieron durante las siguientes dos horas, las mismas que mi polla se mantuvo dura, sin necesidad de tocarme.