Magoya (7)

Siguen las historias a dúo....

Aquí estamos de nuevo, Sarah y Carlos, para contaros la mañana del sábado.

Nos despertamos un poco más tarde de las nueve de la mañana. Yo, acostumbrado a madrugar todos los días no solía levantarme tarde, salvo algún día en que la noche había sido especialmente "movida".

Nos abrazamos y besamos con pasión

Buenos días Carlos, mi amor. ¿Cómo has dormido?

De maravilla. Me siento un hombre nuevo.

¿A qué hora vienen tus alumnos?

A las diez y media.

Así que tenemos todavía algo más de una hora ¿no?

Sí. Podemos aprovechar para darnos un buen baño y desayunar tranquilamente.

Perfecto –dijo levantándose y yendo hacia el baño a preparar el jacuzzi.

Yo me quedé en la cama remoloneando hasta que me llamó desde el baño. Fui hacia allá y ella ya estaba dentro del jacuzzi. Me metí junto a ella y la abracé. Empezó a acariciarme por el pecho y a morderme los pezones. Yo busqué su ano y empecé a dilatárselo. Quería quitarle el mal recuerdo que le había dejado su experiencia con Fernando, el hermano de su compañera de piso. Además me tocaba a mí marcar las reglas.

Así que fui metiéndole un dedo enjabonado por el culo con mucha suavidad, moviéndolo en círculos. Al cabo de un ratito le introduje el segundo dedo. Su ano iba dilatando poco a poco, sin dolerle. Le introduje un tercer dedo y me pareció que ya estaba lo suficientemente dilatado así que enjaboné abundantemente mi verga y cogiéndola por las caderas la hice sentarse sobre ella.

No se la introduje de golpe, sino muy poco a poco. Primero la puntita empujaba y salía, estuve así diez o doce veces. El siguiente empujón le metí el glande y paré para que se acostumbrara. La fui dejando caer muy poco a poco, de esta forma conforme su ano se adaptaba y acostumbraba a tener algo extraño en su interior, él mismo iba pidiendo que entrara más.

Al cabo de un par de minutos así, ya estaba toda dentro.

Te duele mi amor

Sólo me ha dolido un poquito cuando me has metido el cabezón de tu polla. Pero en segundos ha dejado de dolerme y he empezado a sentir un gran placer. Sigue, tú marcas las reglas.

Disfrútalo.

Empecé el bamboleo sujetándola de las caderas y poco a poco fui aumentando el ritmo, la hice inclinarse hacia delante hasta quedar a cuatro patas y yo me puse de rodillas detrás de ella. En esta posición podía mantener el ritmo mejor que con ella sobre mí, y podía estimularle su clítoris para que el placer fuera mayor.

No tardó de esta forma en tener un primer orgasmo que yo sentí especialmente pues su esfínter se apretó sobre mi polla como queriendo exprimirlo. Pero como yo estaba fresco después de un sueño reparador aguanté todavía un rato más hasta que ella tuvo su segundo orgasmo y al apretar mi miembro con sus músculos hizo que estallara dentro de ella.

La saqué y ella se volvió hacia mí, me besó y me abrazó

Gracias mi amor. Me has hecho disfrutar de lo lindo. Ya no tendré miedo a este tipo de experiencias.

Sólo hay que hacerlo con amor y dulzura para que sea gratificante.

Vamos a desayunar.

Sí, que los chicos están al llegar.

Cuando sonó el timbre de la puerta todavía estábamos sentados a la mesa de la cocina.

Miré por la mirilla para comprobar que eran ellos y que no había nadie más alrededor y ya sin ponerme la toalla del primer día los recibí desnudo como estaba.

Ellos venían con sus chándals y en cuanto cerré la puerta se los quitaron. No traían nada debajo como era nuestra costumbre compartida.

Pasad, que os tengo una sorpresa.

Entraron y les conduje a la cocina donde Sarah estaba sentada, desnuda, como todos, acabando su desayuno.

Os presento a Sarah. Estos son Eva y Luis, mis alumnos.

Hola chicos, encantada. Carlos me ha hablado mucho de vosotros.

Hola Sarah - dijeron al unísono

Vaya sorpresa - dijo Luis, que se había quedado bastante prendado de la belleza de Sarah.

Bueno chicos, si queréis tomar algo hacedlo ahora y nos vamos a dar nuestra clase. Cuando acabemos, Sarah se nos unirá a la tertulia.

No gracias, acabamos de desayunar en casa. Empecemos cuanto antes, para acabar también cuanto antes y poder hacer la "tertulia".

Nos dirigimos a mi estudio y repasamos los ejercicios que les había propuesto para hacer en casa. Los habían hecho correctamente y cambiamos de asignatura. Les estuve explicando los sistemas de numeración que son imprescindibles entender para saber cómo funciona un ordenador por dentro y nos enrollamos más de la hora prevista.

Cuando pasaban diez minutos de la hora Sarah se asomó al cuarto y dijo:

Chicos que me estáis haciendo esperar y me aburro mucho sola.

¡Ah! Estábamos tan enfrascados con el tema que no nos habíamos dado cuenta de qué hora era. – dijo Eva.

Bueno chicos, lo vamos a dejar para el miércoles.

Sí, sí, que ya es hora de otros trabajos –dijo Luis con cara de alegría.

Recogimos los papeles y sin más dilación nos fuimos al salón. Entre Sarah y yo les explicamos cómo nos habíamos conocido y la historia de la palabra magoya. Ellos se rieron con la palabra, pero decidieron que ellos también lo eran y que querían disfrutarlo con nosotros.

Así que Eva se lanzó a por Sarah para darle la bienvenida al club y empezó a llenarla de besos por todo el cuerpo hasta que se decidió a concentrarlos todos en su boca a lo que Sarah respondió con un beso de pasión desenfrenada que hizo que a Eva se le erizara el vello pelirrojo. De allí pasaron a que Eva se arrodillara entre las piernas de Sarah y empezara a comerle el coño con gran maestría a juzgar por la cara de placer que ponía Sarah.

Mientras tanto Luis y yo empezamos a hacer un 69 y a dilatarnos con los dedos los culos respectivamente. Cuando todos estábamos más que excitados y calientes pedimos cambio de parejas y Luis se fue a metérsela a Sarah por el coño y yo le pedí a Eva si podía metérsela por el culo. Me dijo que hiciera lo que yo quisiera. Así que le dilaté el ano con dos dedos ensalivados, hacía falta poco trabajo para dilatarlo pues estaba más que acostumbrado a recibir visitantes con su padre y su hermano, así que enseguida la empalé sentada sobre mí de frente, de esta forma podía comerle esos pechitos chiquitos a la vez. Mientras tanto Luis estaba tumbado sobre la alfombra con Sarah encima, le estaba dedicando una sesión como la que me había dedicado a mí la noche anterior. Luis estaba en el séptimo cielo. Creo que consiguió correrse dentro de ella tres veces seguidas sin sacarla y sin que se le bajara la erección. Eva y yo también llegamos al orgasmo y me derramé en su culo.

Nos fuimos al baño y nos duchamos. Los chicos se tenían que ir pues se marchaban con sus padres a una casita de campo que tenían cerca de Madrid a pasar el fin de semana, nos invitaron a acompañarles.

Gracias, pero es nuestro primer fin de semana juntos y tenemos mucho de qué hablar y muchas historias que contarnos todavía.

Sí -dijo Sarah – Más adelante iremos con vosotros así conoceré a vuestros padres y podremos disfrutar los seis juntos.

De acuerdo.

Se pusieron sus chándals y fueron hacia su casa. Nosotros nos fuimos al salón y nos sentamos en el sofá.

Tienes que contarme lo de las provocaciones.

Sí, te dije que había cambiado las braguitas por un tanga y que había prescindido del sujetador para provocar a la gente y lo he conseguido.

Cuéntame.

Empezó su relato.

La primera provocación fue al ir a comprarme unos zapatos. Fui a una tienda vecina de la nuestra cuya dueña es muy guapa y también muy provocativa. Aquel día decidí ponerme la falda más corta que tengo y una blusa y me fui a la zapatería. Justo antes de entrar en la tienda me desabroché dos botones de la blusa dejando mis tetas casi al descubierto. Entré y me dirigí hacia ella, no había nadie más en la tienda. Estaba también despampanante. Llevaba una minifalda de cuero negro cortísima y un suéter blanco ceñido que marcaba sus pezones de forma descarada. Creo que cada rato entraba en la trastienda a pellizcárselos para que estuvieran erectos y provocar más. Le pedí que me enseñara varios modelos, estuve curioseando por las estanterías y me agaché varias veces para enseñarle mi culo.

Cuando me decidí por dos de ellos me senté en una de las sillas para probarlos. Ella se vino hacia mí con un taburete y se sentó frente a mis piernas. Pude disfrutar de una vista espectacular pues no llevaba más que un tanga azul. Yo abrí las piernas para que pudiera disfrutar de una buena vista de mi tanga y subí el pie hacia ella para que me pusiera el zapato. Ella al ponérmelo acarició mi pie y mi tobillo y empezó a subir la mano hacia arriba de la pierna. Me puse de pie para ver el efecto y si me hacía daño. Volví a sentarme para que me quitara ese zapato y me probara el otro y mientras recogía el primero en su caja y sacaba el segundo apoyé mi pie en su coñito por debajo de la falda, se me quedó mirando y le dije "Perdona", quité el pie y ella me puso el segundo zapato. Volvió a acariciarme la pierna, esta vez la dejé que llegara hasta el muslo, cuando iba a alcanzar mi coño le aparté la mano y me puse de pie para ver cómo me quedaba. Ella se pudo de pie a mi lado y apoyó su mano en mi culo.

Te queda perfecto- me dijo.

Sí, la verdad es que me gustan mucho los dos y no sé por cual decidirme.

Llévate los dos, estamos de rebajas.

Me lo pensaré y ya volveré. Gracias.

Y me fui, dejándola caliente y con ganas de algo más.

Igual es una candidata a unirse a la cofradía de los magoyas

Es posible, pero yo creo que más que una magoya es una ninfómana.

Y hay mucha diferencia?

Pues creo que la diferencia principal es que los magoyas buscamos el sexo no para disfrute egoísta sino dando importancia al disfrute del otro. La ninfómana sólo busca su propio placer sin importarle el de los demás.

Yo también tengo una historia de provocación que contarte.

Pues adelante con ella.

¿Recuerdas hace un mes que hubo una manifestación contra el terrorismo?

Sí, asistí a ella.

Yo también. Pero no hice todo el recorrido pues se me hizo tarde, así que decidí irme en metro hasta el final de la manifestación, en la Puerta del Sol, y allí oír los comunicados y participar. Así que me puse mi chándal, como siempre sin ropa interior y me fui para allá. El metro iba más lleno que en hora punta así que no me fue difícil encontrar una chica con la que apretarme un poco. La chica no puso mala cara e incluso favoreció el contacto, así que me empalmé. Salimos del metro y la perdí entre el gentío. Así que entre el millón de personas que había aquel día allí concentrados fui moviéndome para coger un sitio en el que pudiera ver algo sin que me aplastaran. Así alcancé un buen sitio detrás de un señor algo mayor que yo. Al pasar alguien detrás de mí me empujó y yo le di un pollazo en la mano sin querer. El señor notó que estaba empalmado y se volvió un poco a mirarme, le pedí perdón por el empujón y él me hizo un gesto como que no importaba. Se me estaba bajando ya la erección, mientras tanto llegaba la cabeza de la manifestación y afluía gente por todos lados. No cabíamos en la plaza. Me vi de nuevo empujado hacia el señor e incapacitado para moverme. El señor aprovechando esa situación me agarró el pene y se volvió a mirarme. Yo no hice ningún gesto de desagrado y empezó a sobarme por encima del pantalón yo le dejaba hacer. Mientras tanto a mi lado había una chica como de trece o catorce años que se dio cuenta de lo que pasaba y no perdía detalle. Al percatarme de que la chica nos estaba mirando me decidí a provocarla un poco más y solté la mano del señor, me abrí la cinturilla del pantalón y guié su mano a mi verga que disfrutaría así mucho más sin el intermediario de la tela del pantalón. La chica puso cara de asombro al verme la polla y cómo el otro hombre me masturbaba. Yo con disimulo le empecé a acariciar la pierna y empecé a subir la mano por su pierna debajo de la falda. Para llegar a su culo. Intenté llegar a su coño, pero apretó las piernas impidiéndomelo, así que quité la mano. Seguía allí con los ojos como platos viendo cómo mi capullo aparecía y desaparecía entre los dedos de aquel hombre. Entonces acabaron los discursos y la gente empezó a moverse hacia el metro y a las salidas de la plaza y todo terminó. Me parece que todavía debe estar con los ojos abiertos aquella chiquilla.

¿Es una historia un poco fuerte, no? Aprovecharte de una niña de trece o catorce años no me parece bien.

Yo no me aproveché sólo la provoqué y no reaccionó o reaccionó no dejándome meterle mano, así que no la forcé, ni abusé de ella.

La verdad es que con chicos jovencitos es muy fácil provocar. Ya sabes que yo voy a trabajar en autobús algunos días. Sobre todo si hace mal tiempo. Suelo coincidir con un grupo de chavales de catorce o quince años que van al colegio. El primer día que decidí ponerme el tanga y quitarme el sujetador se dieron cuenta rápidamente del cambio y empezaron a mirarme con otros ojos que antes. Yo lo noté y decidí provocar a uno de ellos en especial que me parece monísimo.

Y que hacías.

Pues a esas horas que el autobús va bastante lleno el primer día que pude acercarme a ellos le puse la teta en el brazo. El no sabía a dónde mirar, pero no quitó el brazo para impedirlo y sus amigos cuchicheaban. Otro día conseguí un asiento enfrente de ellos que iban de pie y les enseñé el tanga, pudieron verlo a su gusto. El tercer día me senté y se puso a mi lado así que puse el bolso sobre mis piernas sujetándolo con la mano estratégicamente puesta de forma que se rozara su paquete con mi mano, mientras me desabroché dos botones de la blusa para que tuviera una buen panorámica de mis tetas. Evidentemente se empalmó. Además sus amigos no hacían más que empujarlo contra mi mano para que el contacto fuera mejor. Al final, el chaval se corrió en los pantalones. Ahora he descubierto que una chica de unos dieciséis años nos observa atentamente en nuestros juegos así que voy a ir a por ella.

Bueno se ha hecho la hora de comer. Voy a preparar una ensalada y algo de segundo y después de comer podemos ver alguna película de video. Si te apetece.

Yo prefiero que nos echemos una siestecita, mejor.

Sí, mucho mejor la idea de la siesta

Continuará.

Agréguenme y cuéntenme sus experiencias.

cmagoya@hotmail.com