Magoya (6)
Siguen las historias magoyas, ahora a dúo.
Hola amigos.
Seguimos con las historias de magoyas.
Ahora ya somos dos Sarah y Carlos.
El viernes a mediodía hablé por teléfono con Sarah, como habíamos quedado la noche anterior.
Se había inventado una amiga de su pueblo que la invitaba a conocer su nueva casa en otro pueblo distinto e iba a pasar el fin de semana con ella, aprovechando que el sábado no trabajaba, pues lo hacía uno de cada tres. Su novio se lo tragó y su compañera de piso también. Yo me inventé un viaje a una feria de informática (real) en Barcelona y mi novia también se lo tragó.
El plan era encerrarnos en mi casa y no salir. Además el sábado por la mañana tenía "clase particular" con Eva y Luis, así que aprovecharía para presentárselos a Sarah.
La recogí en su casa el viernes después de salir de la tienda y nos fuimos a casa.
Había preparado una cena romántica con mis especialidades: mousse de berenjena con gambas y rape al horno. Mucho cava fresquito y helado de limón de postre.
Nos desnudamos y nos pusimos a cenar. Durante la cena me contó su siguiente conquista. Y fue el hermano de su compañera de piso.
Blanca, que era su compañera, era de Madrid pero se había independizado de su familia al empezar a trabajar, pero con los precios de los pisos en Madrid decidió buscar un piso compartido, a través de conocidos comunes se había puesto en contacto con Sarah, que había estado compartiendo piso con una amiga del pueblo mientras estudiaba, pero ahora estaba sola. Blanca trabajaba en una empresa en una zona industrial fuera de la ciudad, así que nunca iba a comer a casa. Sarah, por el contrario, con su horario de comercio, tenía tiempo de sobra para comer en casa.
Así que siempre estaba en ella a la hora de comer. El hermano de Blanca lo sabía así que si alguna vez tenía algún encargo para su hermana se acercaba por el piso a esa hora y se lo dejaba a Sarah.
Aquél día Fernando (el hermano de Blanca) se acercó a casa de las dos amigas con la intención de coger unos cuantos discos de su hermana que quería copiarse, se acababa de comprar un ordenador con copiadora de CDs y quería aumentar su discoteca copiando.
En cuanto Sarah lo vio entrar y con ganas de pasar un rato revolviendo entre los discos de su hermana, sin prisas, decidió que necesitaba un buen polvo. Así que lo invitó a comer. Fernando dijo que encantado.
Sarah se fue a cambiar la ropa de calle por ropa más cómoda para estar en casa y trajinar por la cocina y dejó a Fernando en el salón revolviendo entre los discos.
Tuvo la precaución de dejar la puerta de su cuarto abierta mientras se cambiaba de ropa, con lo cual éste pudo ver desde el salón como se quitaba toda la ropa menos el tanga que llevaba y se ponía una camiseta holgada. No perdió detalle.
Se dirigió a la cocina a la que se accedía por el salón y empezó a preparar una ensalada y unos filetes rusos en salsa de tomate. Cada movimiento que hacía Sarah en la cocina estaba medido para dejarle ver a Fernando su culo en el que se perdía la tirita de su tanga o sus pechos, agachándose de modo que se le vieran por el escote. La táctica estaba funcionando. Fernando, mostrando una incipiente erección se acercó a la cocina y se ofreció para ayudarla.
Pon la mesa -le dijo Sarah.
Dónde están los platos y vasos
En el armario que está sobre mi cabeza dijo Sarah
Fernando se acercó por detrás a Sarah y se apoyó sobre su espalda mientras subía los brazos para coger los platos. Sarah pudo notar cómo su verga ya bastante dura se clavaba entre sus nalgas. Fernando se tomó su tiempo frotándose con morosidad contra ella. Volvió para coger los vasos y repitió el movimiento.
En ese momento Sarah se volvió y lo abrazó apretándose contra él y besándole en la boca. Fernando respondió apretando su polla contra el pubis de ella y agarrándola las nalgas con fuerza.
Le quitó la camiseta y la aupó sobre la encimera de la cocina. Le bajó el tanga y se despojó de los pantalones y calzoncillos. Sin perder un instante más la penetró con violencia de una estocada. Tenía un pene corto pero muy gordo con lo cual la embestida le dolió un poco a Sarah que se quejó. Pero Fernando que estaba muy excitado por la exhibición de Sarah no tuvo contemplaciones y siguió embistiendo con bastante poca dulzura. En cuanto la vagina se acostumbró al grosor de esa polla indómita Sarah empezó a gemir. Fernando mientras tanto amasaba los pechos de Sarah y les daba pellizcos, fue un poco brutal pero Sarah, en medio del dolor que le producía encontraba un placer nuevo y desconocido hasta aquel día.
Fernando hombre rudo siguió embistiendo sin piedad a Sarah que pronto llegó a su primer orgasmo entre gemidos y los jadeos de Fernando.
Fernando decidió que era hora de cambiar de postura así que la llevó en volandas hasta el salón y la puso a cuatro patas sobre el sofá y siguió embistiendo en la postura del perrito. En esta postura aprovechó Fernando para llenándose un dedo de saliva abrir el ano de Sarah. Ella era virgen por detrás pero iba a dejar de serlo en pocos minutos.
Sarah estaba disfrutando de la penetración simultánea por ambos agujeros y no fue consciente de las intenciones de Fernando hasta que fue muy tarde. Se la sacó del coño y apoyándola fuerte sobre su ano apenas dilatado la ensartó de un golpe. Sarah gritó de dolor, pero no le sirvió de nada. A Fernando le gustaba correrse dentro de las chicas, pero para no dejar a ninguna embarazada lo hacía siempre por el culo. Así fue como Sarah tuvo su primer polvo por el culo. Como fue la primera vez y de forma un tanto brusca no lo disfrutó, me dijo y no lo había vuelto a probar. Cuando Fernando se corrió dentro de ella se fue a la cocina a buscar la ropa de los dos. El se vistió, le tiró la camiseta y el tanga a Sarah encima, cogió los discos que había preparado y se fue sin comer. Sarah se quedó llorando por el dolor del ano. Se fue a la ducha se limpió con saña los restos que le había dejado Fernando y se tumbó en la cama.
Estos son los riesgos que puedes correr si te dedicas a buscar sexo sin elegir bien con quién le dije
No es cierto. Al principio me sentí muy mal. Utilizada como objeto de placer, pero luego fui consciente de que Fernando me había violentado en la misma forma en que yo había violado a Eduardo. Yo también lo había utilizado a él como objeto de mi exclusivo placer. Lo único por lo que podía sentirme dolida era por su poca delicadeza.
Tienes razón. La verdad es que yo todavía no he tenido ninguna experiencia de ese tipo. Y es diferente para un hombre.
Hacía rato que habíamos acabado de cenar. Nos habíamos bebido dos botellas de cava entre la cena y la finalización de su historia. Estábamos recostados en el sofá yo tenía mi brazo sobre su hombro reposando mi mano sobre su seno mientras lo acariciaba. Ella reposaba su cabeza sobre mi pecho y me acariciaba con dulzura mi polla y mis huevos. Estaba en estado de empezar a presentar batalla.
Si quieres, yo te lo haré como debe hacerse y lo disfrutarás.
Sé que todo lo que tú me hagas me lo harás con dulzura y con amor, así que nunca me harás daño. Por lo tanto puedes hacer con mi cuerpo lo que quieras. Me besó apasionadamente cuando dijo esto.
Has expresado mejor que yo lo que yo mismo siento. Mi cuerpo te pertenece, no tengo miedo de nada que quieras que hagamos juntos. Sé que lo haremos con amor y con dulzura, y sólo para obtener placer que es nuestra meta como magoyas.
Le devolví el beso, nuestros labios se sellaron y nuestras lenguas ejecutaron un baile dentro de nuestras bocas en el que intercambiamos mucho cariño. Cuando nos separamos ella me tumbó sobre el sofá y se incorporó sobre mí metiendo mi verga en su boca. Yo intenté ponerla en posición de 69 para ser recíproco con ella, pero no me dejó.
Paso a paso. No tenemos prisa, vamos a disfrutar de uno en uno cada uno de los pasos.
Tú has empezado el juego, así que marca tú las reglas le dije.
La primera vez lo vamos a hacer a mi estilo. Luego te tocará ti marcar las nuevas reglas.
De acuerdo.
Así empezó a comerme el rabo. Se lo metía entero y demoraba en el momento en que el glande rozaba con la campanilla, al sacarlo estiraba la lengua como intentando sujetarlo para que no se le escapase. Lo envolvía con la lengua, lo mordía con una dulzura increíble lo apretaba y lo soltaba con su mano en los momentos oportunos para producir un placer que jamás había sentido con una mamada. Pero no notaba que fuera a correrme. Me hizo pensar en Marta y en cómo controlaba el momento de la eyaculación con el ritmo que me marcaba.
Al cabo de varios minutos se sentó sobre mi verga y se la introdujo en su coño. No quiso ponerme condón. Me dijo que tomaba la píldora desde hacía mucho tiempo. Yo siempre lo hacía con condón porque Mamen mi novia no quería tomar la píldora pues decía que producía muchos efectos secundarios y luego costaba mucho quedarse embarazada. Y como ella pretendía, y yo estaba de acuerdo, tener dos o tres hijos cuando nos casáramos, respetaba su decisión.
Empezó con movimientos suaves al principio, contoneándose y apretando y soltando su vagina. Sentía en mi pene cómo era exprimido, alargado, apretado, retorcido levemente. Se movía con la maestría de una experta. En el momento que ella sintió que le llegaba su orgasmo decidió que me llegara a mí el mío y con una clavada a pico extrajo de mis huevos una cantidad de leche que rezumaba por su sexo mezclado con los abundantes jugos que ella había segregado. Una vez recuperada del esfuerzo se tumbó sobre mi pecho sin levantarse de mi polla y me besó sobre el corazón.
He encontrado la mitad que le faltaba a mi vida me dijo.
Creo que yo también le contesté.
Cómo que creo? me repuso airada.
Todavía nos faltan dos pruebas de fuego.
Tu dirás cuales son esas dos pruebas.
Muy sencillo. La primera la superaremos mañana: es compartir el placer que nos damos con otras gentes y mañana con mis alumnos podremos ver cómo funciona y cómo nos sentimos.
Y la segunda.
La segunda es no tener celos de las relaciones que podamos tener fuera de nuestra pareja. Por ejemplo, yo con Jorge, tú con cualquier cliente de la tienda. Por cierto no me has contado si fue el hermano de Eduardo a comprarse un traje.
Pues sí vino a los cuatro días de que su hermano se llevara su traje y sus calzoncillos.
Cuéntamelo.
De acuerdo, pero mejor nos vamos a la cama y te lo cuento allí.
Muy bien, así cuando acabes con tu historia nos echamos a dormir, pues mañana hemos de levantarnos temprano para la clase.
Nos fuimos a la cama y empezó su relato.
A los cuatro días de haber tenido la experiencia con Eduardo en el probador, apareció por la tienda un chico jovencito muy guapo, se parecía bastante a su hermano de cara, pero en lo demás en absoluto. Si Eduardo estaba bueno éste estaba superbueno. Si Eduardo tenía buen paquete este lo tenía el doble. Y si Eduardo era tímido este no lo era para nada. No sé qué concepto tendría Eduardo de su hermano menor, pero desde luego podía ser su maestro en el arte de la seducción y del amor.
Entró en la tienda y se vino directo a por mí.
Señorita, necesito un traje para una boda y me ha dicho mi hermano Eduardo que vd. me atendería de maravilla.
Ah! Así que tú eres el hermano de Eduardo. Me dijo que vendrías. Encantada de conocerte.
¿Cómo quieres el traje, de sport o de mucho vestir?
De mucho vestir. Se casa mi hermana mayor en la catedral y la cena es en el Ritz, así que no tan serio de color como el de mi hermano, pero elegante.
Le enseñé varios modelos y eligió tres para probarse. Le acompañé al probador y cuando iba a salir me dijo:
No hace falta que salgas. Así no perdemos tanto tiempo con paseos por la tienda.
Como quieras. Era por respetar tu intimidad le dije.
Ja, -rió con su mejor sonrisa.
Se quitó los zapatos y los vaqueros que llevaba y para mi sorpresa no llevaba calzoncillos. Tenía un rabo de más de veinte centímetros y circuncidado.
Me temo que tengo que salir, pues así no puedes probarte los trajes.
No hace falta que salgas - Se acercó a mí y mientras me besaba en la boca me subió la falda y me quitó el tanga que llevaba. Desde la primera experiencia con su hermano había cambiado las braguitas que solía usar por una colección de tangas de todos los colores. Me excitaba usarlos con faldas cortas para provocar en cualquier lugar. Se envolvió el capullo con mi tanga y me dijo, así ya no mancho los trajes.
Se dio media vuelta y me dejó con la falda subida y el coño al aire. Eligió el primer traje se puso los pantalones y la chaqueta y mirándome a los ojos me dijo.
Qué tal éste
Te queda muy bien le contesté sin moverme.
Se lo quitó y fue a por el segundo, repitió la pregunta y yo la respuesta.
No me convencen ninguno de los dos. Vamos a por el tercero.
El tercero era un "príncipe de gales" gris oscuro, cruzado. Muy elegante y apropiado para un cuerpo como el suyo. Se lo puso y cuando se volvió a mirarme enarcó las cejas en señal de pregunta.
Soberbio. Con esa percha te queda como hecho a medida.
En ese momento y sin mediar palabra se acercó a mí, se quitó la chaqueta del traje y los pantalones y empezó a desabrocharme los botones de la camisa. Me quitó la camisa y se encontró con mis pechos desnudos. Otra costumbre que había adquirido recientemente era prescindir del sujetador.
Los tomó con sus manos ofreciéndoselos a su boca y degustándolos como néctar, mientras su miembro lo restregaba contra mi pierna, todavía flácido.
Yo lo cogí y le intenté quitar el tanga pero me lo impidió.
No, déjalo de momento ahí.
Como tú quieras.
Empecé a masturbarle mientras él me acariciaba los pechos y las nalgas. Me dirigió al sofá sobre el que había "violado" a su hermano y se tumbó sobre él arrastrándome sobre él en la posición del 69. Yo empecé a comerle el rabo con el tanga todavía liado y él empezó a comerme el coño. Me metía la lengua entre los labios buscando el botoncito del placer. Pronto lo encontró y me hizo sentir maravillas. Mientras yo se lo chupaba y mordía su rabo crecía sin parar. Nunca había visto un pollón semejante. El tanga, al crecer el rabo, le apretaba y yo creo que estaba usando la técnica del carrete o alguna parecida, apretando el glande obtenía más placer.
Yo tuve mi primer orgasmo. En ese momento me hizo cambiar de posición. Me puso a cuatro patas sobre el sofá y empezó a apoyarla en mi vulva. Seguía con el tanga puesto y seguía empujando, lo noté al entrar como me rozaba internamente. Fue una sensación muy agradable. De aquel pedazo de carne sólo estaba metiendo media y yo me sentía reventar. Siguió empujando suavemente, yo no creía que fuera capaz de admitir en mi interior tanta carne, pero seguía empujando despacio, creo que quería medir el fondo sin hacerme daño. Seguía y seguía y mi coño engullía con hambre. Empujando suavemente llegó a metérmela entera. Y en ese momento notó la pared de mi vagina que chocaba. La empezó a sacar y meter imprimiendo cada vez un ritmo más rápido. Yo notaba cómo rebotaba pero no me dolía, era una sensación única, además restregaba el tanga en mi interior, lo cual me producía un cosquilleo maravilloso. Al cabo de sus buenos diez minutos de mete-saca la sacó del todo y se quitó el tanga, la cabeza de su polla de repente creció dos o tres centímetros más y me la clavó de nuevo, en esa clavada, que fue un poco más dura que las anteriores se corrió dentro de mí. Noté como un volcán que entra en erupción dentro de mi cuerpo, tal era el calor de la leche de aquel semental. En esos momentos yo también exploté en un tremendo orgasmo que hizo que me flaquearan las piernas apoyadas en el sofá. Me quedé prácticamente sostenida en todo mi peso de ese rabo monumental.. El me sujetó con las manos para evitar que cayera y me levantó hacia él. Sin sacármela me dio la vuelta en el aire quedando frente a él y pude abrazarme a su cuello y rodear sus caderas con mis piernas, quedando así en una postura en la que no descargaba todo mi peso sobre esa barra de hierro que tenía ensartada. Después del orgasmo que había tenido, el chico seguía queriendo más así que sujetándome por el culo empezó a hacerme saltar de nuevo sobre su rabo y en cinco minutos volvimos a tener otro orgasmo con nueva erupción de lava lechosa en mi interior. Estaba destrozada. Me depositó con cuidado en el sofá y me besó delicadamente en los labios.
Es verdad todo lo que me dijo mi hermano. Voy a cambiar de tienda y volveré siempre a comprar aquí mi ropa.
Vuelve cuando quieras. Incluso si no vienes a comprar también te atenderé como te mereces. Nunca había tenido un cliente como tú le dije.
El se puso sus vaqueros en los que no consigo entender todavía cómo era capaz de abrochárselos manteniendo dentro el instrumento sin reventarlos, y se metió mi tanga en el bolsillo trasero, dejando que se viera. Yo me puse la camisa y la falda y salimos a envolver y pagar el traje.
Mi jefe vio el tanga en el bolsillo de su pantalón y me vio arrebolada, así que sospechó que algo había pasado en el probador. Cuando se fue el chico se me quedó mirando intentando adivinar aunque sin preguntarme nada.
Y así acabó experiencia con el hermano.
Yo que me había excitado muchísimo estaba totalmente empalmado así que me iba a ser imposible dormir sin despejar el problema, así que le pedí ayuda. Sarah me masturbó con dulzura y cuando iba a eyacular se la acercó a la boca y se la tragó. Me dio un beso seminal de buenas noches y nos dormimos.
Continuará.
Agréguenme y háganme sus cometarios.