Magoya (19)

Despues de mucho tiempo vuelven las aventuras de los magoyas, esta vez acabando el congreso de Sevilla...

Hola amigos, seguimos con las historias de los magoyas.

Llegamos al hotel al final de la tarde, teníamos un par de horas para descansar un rato y cambiarnos de ropa, pues por la noche la organización del congreso nos llevaba a cenar en un barco navegando por el Guadalquivir.

Así que las chicas se fueron a su habitación a ducharse y cambiarse de ropa, rato que luego supe por Elena que había incluido un pequeño repaso mutuo, y Juan y yo nos tumbamos sobre las camas a descansar un rato antes de darnos una ducha y vestirnos para la cena.

En el barco la cena fue buffet y barra libre. Bailamos, reímos y hubo alguno que se pasó de copas. Especialmente pasada de copas iba una de las chicas que trabaja en el departamento de relaciones públicas de la empresa organizadora. Era una morenaza muy alta y despampanante. No le quitaba el ojo de encima a Elena e intentó bailar con ella interponiéndose entre nosotros dos. Yo aproveché una de las veces que se enfrentó con Elena marcando el ritmo con sus caderas para agarrar sus caderas desde detrás y frotarle mi polla contra las nalgas, mientras ella le echaba besitos a Elena. La cosa empezaba a ponerse caliente. Berta y Juan también bailaban en el otro extremo del salón donde se desarrollaba la fiesta.

Yo decidido a aprovechar la situación las cogí a las dos de los codos y las llevé fuera de la sala para poder apreciar la belleza de la ciudad iluminada desde el río. En cuanto nos acercamos a la borda, Arancha, que así se llamaba la chica en cuestión se abalanzó a besar en los labios a Elena, que se dejaba hacer. Yo desde detrás le pasé las manos por debajo de su falda para acariciarle las nalgas y bajarle las bragas que resultaron ser un tanguita rojo muy sugerente que guardé en mi bolsillo del pantalón. Elena estaba siendo sometida a una buena ración con la boca, pues Arancha le había descubierto los pechos desnudos bajo su chaqueta y la besaba en ambos con desesperación, comiéndoselos y chupándolos. Le mordía lo pezones y con las manos amasaba las tetas. Elena estaba apoyada con la espalda en la barandilla del barco y Arancha le empezó a meter la mano bajo la falda para, apartando la tirita del tanga, penetrarla con los dedos. Yo que estaba ya empalmado, le abrí las piernas y apoyé mi verga en su culo. Ella buscaba hacia atrás que la penetrara y empujando suavemente se la enterré en su culo, eso no impidió que siguiera masturbando a Elena y comiéndola entera. Yo la enculaba con ganas de correrme dentro de su culo y, ante el orgasmo de Elena, decidí bombear más deprisa hasta que llené de leche el culo que seguía pidiendo más. Con la polla dentro de su culo la empecé a masajear el clítoris y Arancha tuvo su orgasmo. Dio un grito que hizo que alguien que estaba junto a la puerta la oyera y se asomara, pensando que se había caído al río, pero cuando nos vio se dio media vuelta a cuchichear con otro de la fiesta y ocuparon puesto de privilegio para observar lo que ocurría. Y lo que ocurrió fue que se puso de rodillas delante de mí a limpiarme la polla a base de meterla dentro de su boca hasta la base y de lamerla como si fuera un pirulí. Con esta actuación no sólo me la puso dura de nuevo, sino que hubo otro espectador inesperado, uno de los marineros que gobernaban el barco que también se había acercado al oír el grito, que también se empalmó al ver la escena y se dirigió a auxiliar a Elena, que había quedado desatendida por Arancha. Así que ambos apoyamos de nuevo a nuestras dos conquistas contra la barandilla dejando sus culos a nuestra disposición y las penetramos desde atrás esta vez follando por el coño. Mirándonos de reojo acompasamos el movimiento de forma que lo hacíamos sincronizadamente y conseguimos llegar a corrernos los cuatro a la vez. El viaje terminaba y nos recompusimos la ropa para regresar al salón para tomar la última copa y nos dimos cuenta de que los espectadores habían disfrutado de una escena inolvidable por los bultos que tenían en sus pantalones.

Nos fuimos al hotel en los autobuses que nos recogieron al finalizar el recorrido fluvial tras habernos juntado con Juan y Berta que nos preguntaron dónde nos habíamos metido y que si lo habíamos pasado bien. Les contestamos que habíamos salido para ver la belleza de la ciudad iluminada por la noche y sintieron habérselo perdido. A Arancha la habíamos perdido de vista, creo que los espectadores la rescataron de la barra libre antes de que cogiera otro copazo y la acompañaron al hotel.

Nosotros cuatro llegamos al hotel y como era temprano y no nos apetecía mucho irnos a dormir, nos metimos en la discoteca que había en los bajos. No había mucha gente, la mayoría eran del congreso, pero sí había unos grupitos de chicas y chicos habituales del lugar que iban a ver si cazaban algún congresista que llevarse a la piltra.

Parece ser que en el hotel en el que nos hallábamos alojados hay congresos casi cada semana y que hay grupos de chicos y de chicas que se acercan a la discoteca del hotel para ver si ligan con alguien del congreso y se suben a la habitación del hotel a darse un revolcón.

Entre esos grupos a mí me llamó la atención un chiquito rubio que me recordaba a Jorge, mi amigo el waterpolista, que observaba nuestro grupo de cuatro en la distancia. Le propuse a Elena que si quería ligárselo e incorporarlo al grupo y me dijo:

Creo que será mejor que lo intentes tú solo, pues a quien no quita el ojo es a ti.

No creo que sea así, pues ve que estamos los cuatro juntos.

Acércate y lo sabrás. Si tienes suerte nos llevamos a Juan a nuestra habitación y te lo devolvemos mañana para el desayuno.

De acuerdo.

Me separé de ellos y me acerqué a la barra a pedir una copa, situándome a su lado. Inicié la conversación.

Vaya ambiente, para ser martes, no? Es así en toda Sevilla?

No, en absoluto. Este es el único local con gente animada en toda la ciudad.

Y a qué se debe?

A que siempre hay gente de fuera con ganas de marcha.

De fuera y de dentro, supongo?

Claro, por eso estamos aquí. Venimos a buscar marcha al único sitio en el que la hay.

Y qué tal se da?

Bien, a veces encuentras alguien interesante.

Tú pareces interesante – ataqué de forma un poco más directa –

Tú también lo pareces, aunque estás muy bien acompañado.

Son gente del trabajo y ya sabes ...

Sí, hay que separar el placer del trabajo.

Y tú vienes buscando placer?

Está claro no? Si quieres vamos a tu habitación.

No me costará mucho dinero?

Oye tío, que yo no soy un chapero. Yo vengo buscando un tío para darme un revolcón y si te he visto no me acuerdo.

Perdona, no quería ofenderte, pero quería dejar las cosas claras.

El tío asintió, así que apuré mi copa y salí con él de la discoteca bajo la mirada cómplice de Elena que me guiñó un ojo.

Ya en el ascensor me agarró la polla y dijo:

Como me había parecido la tienes bien gorda.

Tú tampoco la tienes pequeña – le contesté después de haberlo comprobado metiendo la mano por el hueco que abrí en su bragueta.

Entramos en la habitación. Al ver ropa sobre las dos camas se quedó un poco cortado.

Hay alguien más en la habitación?

Sí, la comparto, pero esta noche no va a venir a dormir. Así que tranquilo.

Cómo lo sabes?

Pues porque mis amigas se van a encargar de él toda la noche. Me lo han prometido.

Se acercó a mí y me bajó los pantalones y los bóxer dejando mi miembro a su disposición. El se quitó los vaqueros que llevaba y unos calzoncillos raros que no sé muy bien cómo se sujetaban, pero eran una especie de tanga sin cinta por detrás, de forma que el culo estaba desnudo.

Tenía una polla considerable, aproximadamente como la mía. Nos acabamos de desnudar y me tumbó sobre la cama para empezar a comerme el rabo. Lo comía muy bien. Le daba chupadas por el tronco, se metía el glande en la boca, se tragaba toda la polla hasta la base, le daba besitos en la punta, lo lamía y mordía con gran sabiduría mamadora. Yo le dejaba hacer y disfrutaba. Se subió sobre mí y se la clavó en el culo apoyando sus rodillas una a cada lado mío, de esta forma subía y bajaba teniendo las manos libres para acariciarme los pezones y darme tirones del pelo de mi cuerpo, especialmente el del pubis. Me entrelazaba los dedos enrollándolos con mis pelos y me daba tirones. Yo le agarré la verga e iba meneándosela al ritmo de la cabalgada. Fue poco a poco aumentando el ritmo y yo notaba cómo apretaba el esfínter de vez en cuando para estimular más mi polla, que así masajeada estalló dentro de su culo. Yo seguí masturbándole con mayor ritmo para ver si se corría sobre mí, pero tenía mucho aguante.

Quiero correrme dentro de ti - me dijo mientras se levantaba y me hacía ponerme a cuatro patas para darme por detrás una embestida.

Estuvo empujando en esta postura bastante rato y durante las embestidas que me daba me pajeaba y me daba un suave masaje en los huevos que pronto estuvieron dispuestos a otra corrida. Cuando decidió que quería soltar su leche me masturbó con más fuerza y soltamos nuestra carga simultáneamente. El recogió la mía en su mano, salvo algún chorro que salió disparado, y se la llevó a los labios donde se demoraba en degustarla como una delicia, mientras mi culo rebosaba con la suya.

Después de estas dos folladas que había recibido me tumbé sobre la cama y él se levantó para vestirse.

Tienes prisa? – le pregunté.

Hombre, me está esperando mi novia en la discoteca para volvernos a casa juntos.

Tu novia? – le pregunté incrédulo.

Sí mi novia.

O sea que eres bisexual.

Sí, a mí me da lo mismo hacérmelo con un tío que con una tía.

Y tu novia que opina de esto?

A ella le pasa lo mismo. También le van las tías. Yo hoy me he quedado contigo y ella andaba a la busca de un tío que le había puesto. Pero otros días puede ser al revés. Ser ella la que busque tía y yo también. Incluso alguna vez nos hemos ido los dos con el mismo o la misma a hacer un trío.

Pues nada chaval, que te vaya bien.

Como el resto de la noche la iba a pasar solo, pues Juan estaba con Berta y Elena, me levanté, llené la bañera y me dispuse a tomar un baño relajante.

Cuando notaba que me dormía en la bañera, salí, me sequé y me tumbé en la cama.

Me quedé tan profundamente dormido que a la mañana siguiente Juan tuvo que aporrear la puerta hasta que me desperté.

Qué tal te ha ido la noche – le pregunté.

Me han exprimido. He tenido seis corridas y me he quedado dormido aunque ellas seguían pidiendo guerra. Y tú? Qué pronto te viniste?

Sí me ligué a un chavalito en la disco y me lo traje a la habitación. Yo esperaba que se quedara toda la noche, pero se fue al cabo de una hora, le esperaba su novia para ir a casa. Así que me di un baño y he dormido como un rey.

Así que estás descansado para esta noche, me tomarás el relevo. Hoy me toca dormir a mí.

Nos duchamos y vestimos y bajamos a desayunar. El congreso se desarrolló normalmente, durante alguno de los descansos y en una ponencia que nos liberamos, nos sirvió para intercambiar información con Elena sobre el desarrollo de la noche. Vimos también a Arancha que arrastraba unas ojeras hasta la barbilla rodeada por los dos espectadores de la noche anterior.

La cena transcurrió tranquila y al final hubo sorteo de regalos y baile con barra libre.

Volvimos al hotel bastante cansados de tanto trajín y les propuse que nos fuéramos a dormir, pero Berta y Juan querían estar juntos un rato, así que se quedaron en nuestra habitación y yo me metí con Elena en la de ellas. Me desnudé y me tumbé sobre la cama y Elena, también desnuda, se puso a mi lado apoyando su cabeza sobre mi pecho.

Estoy muy feliz de haberte descubierto.

Yo también. Por cierto, me tienes que contar lo de tu jefe.

Pues fue bastante chusco. – empezó su relato - A mí me había seleccionado el director del departamento y mi jefe no sabía nada de mí. Tan sólo le habían dicho que llegaba una persona nueva. El estaba bastante contrariado pues tenía un candidato para el puesto y no lo habían tenido en cuenta a pesar de sus recomendaciones. La cuestión era que mi jefe era homosexual, todo el mundo en la empresa lo sabía, y nadie quería cargar con el mochuelo de colocar al novio en su departamento.

Tú jefe homosexual? Pero no me has dicho que fue el que te desvirgó?

Déjame que siga con la historia. Bueno, a lo que íbamos. Que el día que me presenté por primera vez en mi nuevo puesto de trabajo y me metieron en el despacho me quedé bastante asombrada de quién tenía enfrente. De hecho lo saludé con alegría y me fui a darle dos besos que él me devolvió con grata sorpresa. Estuvimos hablando del trabajo y apenas tocamos temas personales. Sí mi jefe era homosexual. Yo entonces no lo sabía y los comentarios tardaron bastante en llegar a mis oídos. Cuando estos primeros rumores me llegaron me encaré con él y se lo pregunté abiertamente. El me confesó que yo había sido su primera y única mujer, en aquella aventura que tuvimos en el campamento. Ya entonces, los monitores tenían una tienda para dos, mientras las nuestras eran de seis, y él la compartía con otro chico con el que mantenía relaciones. Me confesó que me esperaba con malas intenciones pues él había recomendado a su pareja para ocupar mi puesto, pero los recelos y desconfianzas del director habían hecho que no lo tuvieran en consideración. Y que no se apenaba de que hubiera sido yo la elegida pues estaba haciendo mi trabajo muy bien y estaba muy contento conmigo. No sé porqué, pero aquél día me cogió algo floja y se me saltó alguna lágrima. Estábamos los dos solos en la oficina, pues yo había esperado a que todo el mundo se fuera para pedirle explicaciones. Se levantó para abrazarme y decirme que no llorara y me colgué de su cuello y lo besé en los labios, agradeciéndole la confianza que estaba depositando en mí.

El caso es que él me devolvió el beso y nos enzarzamos en una lucha lengua contra lengua que hizo nacer en los dos cuerpos el deseo de recordar viejos tiempos. Le empecé a sobar el paquete y éste empezó a reaccionar. A lo mejor no todo estaba perdido, me dije. Rápidamente me bajé las bragas y me remangué la falda y me dispuse a ser penetrada por el rabo que me había estrenado. Lo hicimos sobre la mesa de su despacho y ambos disfrutamos de lo lindo. Su pareja no quiso aceptar la nueva situación y le abandonó con muy malos modos. De hecho gracias a él, y a la indiscreción de la señora de la limpieza que nos vio salir juntos y luego descubrió restos delatores en el despacho de Alberto, pronto supo todo el mundo en la empresa que se había redimido. Yo por aquellos tiempos mantenía una relación con otra tía que había conocido en unas vacaciones. Una pareja amiga mía se había apuntado con otra pareja para hacer un viaje por Austria, pero el chico de la otra pareja tuvo problemas en el trabajo y no podía ir, así que me ofrecieron ocupar su plaza. Compartíamos habitación y cama, pues habían reservado cama de matrimonio para el viaje y no fue posible cambiar la reserva con tan pocos días de tiempo, así que acabamos liadas. A la vuelta se incorporó su novio a las relaciones y formábamos un trío muy bien avenido, aunque por mi parte no hubiera compromiso de fidelidad. Cuando Alberto y yo empezamos a tener relaciones, se lo presenté y formamos un cuarteto, aunque el novio de la otra chica todavía no se ha dejado desvirgar el culo por Alberto, ya consiente que se la coma y metérsela él por detrás. Así que ya conoces a grandes rasgos las relaciones que mantengo con mi jefe y quiénes son las otras dos personas.

Estando así, llamaron a la puerta y Elena se acercó a abrir la puerta esperando que fuera Berta quien llamara. Suponíamos que volvería pronto pues tenían que preparar las maletas para volar por la mañana de vuelta a Madrid. Juan y yo volveríamos en el AVE, como habíamos venido. Al abrir la puerta desnuda se encontró con un camarero que nos traía una botella de cava que nos enviaban Berta y Juan. El pobre al ver a Elena en todo su esplendorosa desnudez se quedó con los ojos abiertos y no sabía que decir. Elena le hizo pasar a la habitación y cerró la puerta con la excusa de darle una propina. El chico estaba totalmente empalmado viendo el culo y el coño de Elena por detrás mientras ella estaba agachada hurgando en el bolso para buscar unas monedas. Yo con la situación tan morbosa me empecé a empalmar también y el muchacho no sabía donde mirar. Si miraba el culo de Elena, mal, si me miraba a mí peor pues me veía empalmado y meneando el rabo. Cuando Elena se percató de la situación se dirigió a él y le desnudó dejando ver una polla segregando ya jugos.

Carlos, me gustaría que me lo hicierais los dos a la vez.

Como quieras cariño le contesté.

La hice sentarse sobre mí clavándole mi polla en su culo y le dije al chaval que se la clavara por el coño. Se subió sobre ella, que se había recostado sobre mi cuerpo ensartada por detrás y el chico sin más dilación se la enterró por la vagina. Embestía con timidez al principio, pero animándole entre los dos empezó a dar fuertes bombeos. Con los empujones que le daba hacía que mi polla casi se saliera del culo de Elena, pero yo la sujetaba por las caderas y la hacía volver a bajar clavándose de nuevo. Yo notaba cómo se rozaba mi polla con la suya dentro del cuerpo de Elena y ésta daba grititos de placer. Yo noté el calor del semen dentro del cuerpo de Elena cuando el chico se corrió, derrumbándose sobre nosotros y no quise aguantar más y dejé salir mi carga. Elena alcanzó el orgasmo y un temblor le recorrió el cuerpo a la vez de se le erizaban los vellos de todo el cuerpo.

Cuando el chico se levantó y se ponía los pantalones, Elena se levantó y abrió la botella llenando las dos copas que traía en la bandeja y nos ofreció una a cada uno. El chico rehusó aceptar el cava y se marchó rápidamente pretextando que le estarían buscando por todo el hotel.

Nosotros nos bebimos el cava y nos reímos de la situación en la que le habíamos puesto al pobre chaval.

Aún tardó media hora en aparecer Berta para hacer su maleta. Nosotros seguíamos abrazados sobre la cama. Cuando acabó de hacer su maleta me fui a mi habitación. Juan estaba haciendo también su maleta. El congreso había terminado y volvíamos a la rutina de Madrid.

Sarah me estaría esperando en la estación deseosa de que le contara el viaje, y vaya si había que contar.

Agréguenme y cuéntenme sus experiencias cmagoya@hotmail.com