Magoya (11)

Siguen nuestras historias...

Hola amigos.

Estamos de nuevo Sarah y Carlos. Los fundadores de la cofradía de los magoyas.

A la tarde, después de una buena siesta para recuperar lo no dormido la noche anterior, tras mi ruptura con Mamen, fui a recoger a Sarah a la tienda en la que trabajaba. La tienda estaba en una de las mejores calles del centro de Madrid. Cuando cerró, tardó unos minutos en salir y lo hizo acompañada de una chiquilla de unos veinte años rubia y muy dulce. Me la presentó como Sofía, la nueva aprendiza.

Nos saludamos con dos besos y después de intercambiar las típicas frases de cortesía se fue a tomar el autobús. Nosotros nos cogimos de la mano y fuimos dando un paseo por el centro.

Qué querías proponerme.- le pregunté.

Ya has visto a Sofía.

Sí, es una preciosidad y muy dulce.

Me gustaría seducirla.

Para eso no me necesitas a mí, te bastas sola.

Sí, pero me gustaría más que fuera entre los dos y que la disfrutáramos los dos.

Eso sería estupendo, pero qué me propones?

Ella no sabe qué tipo de relación tenemos, sólo te he presentado como un amigo. Como yo la tengo asignada para que le enseñe el oficio de vender, podrías venir como cliente y entre los dos, seducirla. ¿Qué te parece la idea?

Podemos intentarlo.

Yo la veo propicia, pues aunque es muy tímida, en el vestuario de empleadas la he sorprendido mirándome.

No me extraña, con ese aspecto tan provocativo que llevas, con las tetas medio al aire y esa minifalda lo extraño es que no te hayan intentado violar todos tus compañeros.

No te conté lo de mi jefe, ahora que me acuerdo.

Tu jefe?

Sí. Recordarás que cuando vino el hermano de mi primera conquista a comprarse el traje te conté que se llevó mi tanga en el bolsillo del pantalón y mi jefe se dio cuenta de que había pasado algo raro.

Sí lo recuerdo.

Pues desde ese día no para de hacerme insinuaciones. Lo tengo quemado, pues además yo lo voy provocando. Le dejo que me vea las tetas por el escote y siempre que puedo le refroto el paquete con mi culo. Siempre con gente delante para que él no pueda actuar.

O sea que estás ejerciendo de calientapollas.

Más que eso, estoy haciendo que me desee con toda su alma para que cuando explote sea genial.

Ten cuidado no te vaya a pasar como con el hermano de Blanca y te viole con dureza y no lo disfrutes.

No lo creo. No me parece que sea de ese tipo de hombres. Es muy educado y de gustos refinados.

Te sorprenderías de lo que son capaces los hombres de apariencia más refinada.

Bien. Me ayudarás con Sofía sí o no.

Cuenta con ello. El viernes por la tarde vengo y atacamos.

De acuerdo, lo planearé con cuidado.

Has pensado algo ya sobre lo de venirte a vivir conmigo.

Sí, me parece muy precipitado. Vamos a esperar un poco más a que nuestra relación sea más estable y yo solucione lo del piso con Blanca.

De todos modos puedes venir siempre que quieras a mi casa. Te voy a dar unas llaves para que entres cuando lo desees.

Eso me parece bien. Oye, se me está ocurriendo una idea. Jorge es exclusivamente homosexual o es magoya como nosotros?

No se lo he preguntado y él tampoco me ha hablado de relaciones con tías. Así que no lo sé.

Por qué no lo averiguamos?

Por mí de acuerdo. Espero que no se lo tome a mal. De todos modos hoy ya no puede ser, es muy tarde. Esperaremos al jueves.

Tomamos unas cervecitas por el centro y cada uno se fue a su casa. La semana prometía muchas aventuras.

A la mañana siguiente me desperté con fiebre y con un fuerte dolor de garganta, así que decidí no ir al trabajo. Telefoneé para decir que estaba enfermo y me metí en la cama después de tomar un vaso de leche caliente con miel y una pastilla para el resfriado.

Al cabo de un rato me quedé transpuesto y no oí entrar a la chica de la limpieza. Al poco rato entró en la habitación y me encotró dormitando.

Carlos, qué te pasa – me preguntó despertándome.

Ah! María. Eres tú. No me encuentro muy bien, tengo algo de fiebre y me duele la garganta. He pillado un resfriado.

No te preocupes que yo te preparo ahora una receta de mi madre que va fenomenal.

Ya he tomado leche con miel y una aspirina.

Pues te voy a hacer un caldo sabroso para comer que te entonará. – me dijo dándome un beso en los labios lleno de ternura.- Como hoy no tengo que ir a ningún sitio más avisaré a mi madre de que me quedo a cuidarte y comeré contigo.

Estupendo, me vendrá muy bien la compañía.

Ahora descansa y duerme un rato.

Se fue a hacer el resto de la casa. Yo me quedé dormido y lo que había tomado hizo su efecto, cuando me desperté, pasado el mediodía, estaba empapado en sudor, hasta las sábanas chorreaban, me había bajado la fiebre y me encontraba mucho mejor.

La llamé. Cuando me vio en qué estado estaba me dijo:

Espera un momento que te preparo un baño caliente y mientras te bañas te cambio la habitación.

Sí me vendrá muy bien. Me siento sucio con tanto sudor.

Llenó la bañera con agua caliente y vino a buscarme. Me acompañó al baño y al llegar me empezó a desnudar. Yo me dejé hacer. Me metí en la bañera y ella se fue a cambiar las sábanas. Yo me encontraba de maravilla en la bañera. Además había echado unas hojas creo que de menta al agua caliente que me producían una grata sensación al respirar y en la garganta. Al poco rato vino al baño. Se desnudó y se metió en la bañera conmigo. Mucho más repuesto, activé el jacuzzi y María empezó a acariciarme por todo el cuerpo. Mi reacción fue inmediata y pronto tuve una poderosa erección.

Ella se dedicó a mi miembro con dulzura, empezó dándole besitos todo a lo largo, luego con la lengua empezó a lamerlo como si fuera un helado, deleitándose y deleitándome al concentrarse en el glande y en el agujerito que pronto empezó a rezumar líquidos. Siguió dándome pequeños mordisquitos por el tronco y metiéndose mis huevos en la boca donde les daba masajes con la lengua. Finalmente se la metió en la boca y empezó a masturbarme mientras su lengua jugaba con ella. Notaba cómo rozaba con su campanilla cuando traspasaba el umbral y entraba por su garganta, además el masaje a mis huevos resultaba estimulador. La agarré de la cabeza e hice que dejara su tarea, estaba a punto de correrme y prefería hacerlo dentro de ella. La hice ponerse a cuatro patas y yo me arrodillé tras ella. Empecé a metérsela por la vagina suavemente mientras le iba excitando el ano con un dedo enjabonado. Ella gemía de placer y movía sus caderas acompasadamente pidiendo más. Cuando tenía suficientemente dilatado el ano se la saqué y la apoyé el tercer agujero ella me pidió que siguiera por delante, pero le pedí probarlo al menos una vez. No protestó así que seguí empujando. Como estaba acostumbrada a tener sexo por el culo y lo había preparado bien con jabón entró sin mucha dificultad. De todos modos lo hice con gran suavidad para no hacerle daño y que ella también disfrutara de la follada. Con la mano libre ahora empecé a estimularle el clítoris. María se retorcía de placer, ella se apoyó sólo en una mano y con la otra se amasaba las tetas y se retorcía y pellizcaba los pezones. Yo estaba disfrutando el mete-saca de lo lindo y ella también. Tuvo un orgasmo y al sentirlo apretó los músculos de su ano, exprimiéndome el rabo con tanta fuerza que no pude resistir más y me corrí dentro de ella explotando como un surtidor de leche caliente. Caí sobre su espalda y la abracé con fuerza cogiéndole las tetas y dándoles un masaje.

Ha sido maravilloso –me dijo. Me habían follado varias veces por el culo, pero nunca me habían hecho el amor por detrás. Carlos, tú siempre me haces el amor, pues lo haces con tanta suavidad y dulzura...

Sí María. Para mí también ha sido maravilloso.

Salimos de la bañera y cogiendo una toalla caliente que había puesto sobre el radiador de la calefacción me secó todo el cuerpo. Me puso un pijama limpio después de darme un masaje con colonia y me llevó de nuevo a la cama. Yo intenté protestar diciendo que me encontraba mucho mejor pero me selló los labios con los suyos.

Luego te traigo la comida. – Me susurró al oido. – Ahora descansa un poco más.

Tumbado en la cama puse la radio para oír algo de música y me volví a quedar medio dormido.

Al cabo de una media hora me trajo un plato de sopa como la que hacían las abuelas, con caldo de verdad. Había salido a la calle para comprar los ingredientes y había preparado una gran cazuela de caldo que me alimentó durante casi una semana. ¡Qué maravilla de cocinera! La verdad es que yo cocino, y lo hago bastante bien, pero siempre hago recetas que sean rápidas que no se tarde mucho en hacer. Pero como dijo no sé qué gran cocinero "La cocina, como todo lo que se hace con amor, requiere tiempo". Siempre he pensado que esto es una gran verdad, todo lo que se hace con amor, empezando por el amor mismo requiere tiempo, hacerlo sin prisas, con dedicación, con ternura, con dulzura..... Ese es el secreto de triunfar, en el amor y en la cocina. Y en la vida.

Comió otro plato de sopa conmigo, se fue a recoger la cocina y vino a tumbarse a mi lado. Le dije

Entra en la cama, no estés sobre ella.

Ella entonces se desnudó y se metió entre las sábanas apretándose a mí. Así pasamos la tarde. Abrazados uno a otro cubriéndonos de caricias y de besos. A las ocho de la tarde salió de la cama para vestirse y marcharse.

Quédate a dormir.

No puedo Carlos, de verdad que me haría muy feliz quedarme, pero debo ir a mi casa, por mis padres. Un fin de semana sí puedo quedarme, pues suelo hacerlo en casa de algunas amigas, pero entre semana imposible. Además mañana he de madrugar mucho pues he de ir a otra casa que me pilla muy lejos y desde aquí tardaría el doble. Otra vez será.

Se fue y yo me levanté, ya muy recuperado, para ver un rato las noticias mientras me tomaba otro plato de sopa y otra aspirina.

Antes de las diez ya estaba en la cama así que al día siguiente me encontraba francamente bien y dispuesto a probar suerte con Jorge y Sarah.

Desde el trabajo hablé con Sarah y quedamos en que después de salir de la tienda vendría a mi casa y allí nos esperaría que volviéramos de la piscina.

Por la tarde, como había hecho ya otras veces me fui a la piscina con mi mini traje de baño a darme un chapuzón, cuando empezó el entrenamiento me di cuenta de que Alvaro no había venido. Estaba solo Jorge. Así que esperé nadando a que terminara el entrenamiento. Jorge vino hacia mí mientras sus compañeros iban hacia los vestuarios.

Hola Carlos, cuántos días sin verte por aquí!

Sí han pasado dos semanas, pero es que he estado muy liado con otros asuntos. He roto con mi novia, he conocido a otra chica, he tenido guardia en el trabajo. En fin que no he podido venir antes. Te vienes a casa?

Sí pero me tendrás que llevar a casa antes de las doce pues como Alvaro está de viaje con sus padres y en mi casa lo saben, no puedo quedarme a dormir.

No te preocupes. Te acercaré con el coche.

Pues vayamos, no perdamos más tiempo.

Fuimos a los vestuarios y estaban allí todavía los chicos del equipo en las duchas. La mayoría estaba acabando de vestirse, pero había dos rezagados que se hacían los remolones. Jorge fue con ellos y yo fui también a ducharme ignorándolos, aunque sin perder detalle de los tres deportistas. Uno de los que habían acabado de vestirse se asomó para decir que los esperaban en el bar de costumbre y desapareció. Los tres chavales se miraron, los dos nuevos amigos me miraron haciendo un signo de interrogación hacia Jorge él les dijo, no os preocupéis, le conozco. Adelante. Y empezaron a besarse y a masturbarse mientras Jorge y yo nos duchábamos cada uno a su aire. A mí la escena me puso la polla morcillona. Pero quería aprovechar la noche con Jorge y Sarah, así que me aclaré el jabón y salí a vestirme dejándolos a uno a cuatro patas con el culo lleno de jabón y al otro de rodillas detrás apuntando su verga en la entrada. En seguida llegó Jorge. Yo me estaba poniendo el chándal. El se vistió también rápido, había adoptado la costumbre de no llevar ropa interior debajo de la de deporte, así que salimos y fuimos a mi coche.

Durante el trayecto fue acariciando mi polla metiendo la mano por la cinturilla del pantalón y consiguiendo que llegase a casa con una poderosa erección. Cuando entramos en el garaje y se cerró la puerta ya lo tenía tumbado sobre mí succionándome la polla y tragándosela.

Tranquilo Jorge, vamos arriba.

Tengo tantas ganas que te follaría aquí mismo.

Venga espera un poco.

Subimos las escaleras hasta la casa, yo por delante de él, e iba dándome pellizquitos en el culo y intentando cogerme la verga por entre las piernas, casi me hace caer cuando lo consiguió.

Llegamos al salón y allí estaba Sarah desnuda esperándonos.

No me habáis dicho que ibas a traer a ningún amigo –dijo haciéndose la sorprendida.

No, quería daros una sorpresa a los dos. Jorge, no te ofendas, pero tú y yo sólo hemos tenido relaciones entre nosotros. No sé si tú tienes también relaciones con mujeres, o si no lo has probado nunca. Te lo quería preguntar, pero he pensado que lo mejor sería verlo en directo.

Jorge, sin decir nada se fue hacia Sarah y la besó en la boca con delicadeza, ella respondió abriéndole los labios y dándole paso libre a su lengua que empezó a juguetear con la de Sarah. La abrazó y pude notar cómo su polla comenzaba a crecer debajo de su pantalón de deporte. Sarah también notó cómo crecía y apretó su pubis desnudo contra ella, agarrándole del culo para apretarse más. Me encontré de repente como invitado de piedra, de voyeur.

Sarah se apresuró a desnudar a Jorge y a tumbarlo sobre el sofá. Empezó a trabajar su herramienta ya con una erección considerable, Sarah demostró con él su maestría bucal, mientras yo disfrutaba de una sesión de sexo, mejor que cualquier película pornográfica que hubiera visto. Luego Sarah se subió sobre él y lo exprimió hasta que Jorge se corrió dentro de ella con un grito de placer. Yo que me estaba masturbando me corrí también manchando el suelo y Sarah, que también había llegado al orgasmo, se tumbó sobre su pecho sin pelo, de niño y lo acarició con dulzura, mirándome dijo:

Aquí tienes la respuesta a tu pregunta.

Jorge la besó y nos dijo. Sí soy bisexual, aunque he tenido pocas oportunidades de practicar con chicas, pues con tanto entrenamiento y los viajes con el equipo para los partidos no voy a discotecas ni apenas a bares, así que sólo en los veranos en la playa he podido dedicarme a ello. Así que aquí en Madrid me dedico más a los chicos. Y con el equipo me dedico a Alvaro y en alguna ocasión con los dos chicos que has visto hoy en los vestuarios.

Bueno, hemos aumentado la cofradía con otros dos miembros, Jorge y Alvaro –dije yo con regocijo.

No, - me corrigió Jorge- sólo con uno. Alvaro es exclusivamente homosexual. Eso sí, no es celoso y es bastante promiscuo, pero le corta estar con una tía, lo hemos hablado más de una vez. Lo ha intentado pero es superior a sus fuerzas. De hecho el verano pasado se vino conmigo y con mi familia de vacaciones unos días a la playa. Yo tenía una pibita estupenda y la convencí para que viniera con los dos, pero Alvaro dio la espantada.

Me acerqué hacia ellos y los abracé a mi vez, besándolos a ambos en los labios. Venga, vamos a la cama, que yo todavía tengo ganas de más, les dije.

Nos fuimos a la cama y Sarah empezó a comerme el rabo mientras yo se lo comía a Jorge y Jorge le hacía un dedo a Sarah. Pronto estuvimos los tres excitados así que les propuse una doble follada, mientras yo se lo hacía a Sarah por delante Jorge podía elegir cuál de los dos culos follarse, y eligió el mío así que Sarah quedó tumbada mientras yo la penetraba y Jorge se arrodilló detrás de mí para ensartarme. Poco a poco fuimos acompasando los movimientos de los empujones. Jorge detrás de mí me marcaba el ritmo tirando y empujando de mis caderas para clavarme su rabo lo que hacía que yo entrara y saliera de Sarah al mismo ritmo en él me follaba el culo. Pronto alcanzamos un orgasmo, yo el primero, pues la estimulación era doble, lo que provocó que Jorge también se corriera exprimido por las contracciones de mi esfínter. Sarah tardó un poco más, pues yo no podía estimularle el clítoris con los dedos pues debía soportarme sobre las dos manos de los empujones que recibía.

A mí nunca me han penetrado dos hombres a la vez y tengo que probarlo- dijo Sarah.

Sí, pero será otro día, pues he de ir a dormir a casa y Carlos va a llevarme en el coche.

Sí, nos daremos una ducha y te llevo. Tú te quedas a dormir aquí o te llevo también a casa? – le pegunté a Sarah.

Mejor me voy a casa, pues he venido en chándal y no tengo ropa para ir mañana a la tienda.

Nos duchamos los tres, nos vestimos con nuestras ropas de deporte y los acompañé a sus casa. Cuando dejamos a Jorge en su casa Sarah me recordó que por la tarde teníamos una cita en la tienda con Sofía.

No te preocupes que allí estaré.-le dije mientras le daba el beso de despedida.

Te esperaremos.

Pero eso os lo contaré otro día...

Agréguenme y cuéntenme sus experiencias.

cmagoya@hotmail.com