Magoya (10)

Más aventuras de Carlos Magoya.

Hola amigos.

Sigo con mis historias.

Ya me conocéis, soy Carlos magoya, fundador de la cofradía de los magoyas.

El lunes por la tarde fui a recoger a Mamen a la salida de su trabajo. Era administrativa en una oficina del centro de la ciudad, así que fui en autobús. Le dije que quería darle una sorpresa e invitarla a cenar.

Así que callejeamos un poco por las calles del centro cerca de su oficina y hablando de cosas intrascendentes. Me preguntó sobre mi viaje a Barcelona y le contesté con evasivas.

Nos metimos en un restaurante muy de diseño para cenar, una vez dentro nos sorprendimos pues la clientela eran mayoritariamente parejas de chicos y los camareros, todos chicos también, iban vestidos con faldas largas hasta los pies y llevaban el pecho desnudo. Ese ambiente homosexual me ayudó a decirle lo que tenía pensado.

Mamen, quiero que me escuches con atención. Sé que me quieres tanto o más de lo que yo te quiero a ti y quiero que intentes entender lo que voy a decirte y que hagas un gran esfuerzo por comprenderme.

Chico, me tienes en ascuas. ¿Qué es lo que tengo que entender?

Desde hace un par de meses mi vida ha sufrido un vuelco que no sospechas.

De qué me estás hablando?

De mi sexualidad.

¿Qué le pasa a tu sexualidad? Yo no te he notado nada raro últimamente. Más bien incluso un poco más fogoso.

Mamen, escúchame, déjame hablar, por favor.

Adelante, no te interrumpo más.

En ese momento el que nos interrumpió fue un camarero con un cuerpo de escándalo que nos traía la carta. Cuando se fue, Mamen dijo:

Qué desperdicio, pena que sea homosexual. Con ese cuerpo debe ser un gustazo acostarse con él. Y hay tanta chica sola, por ejemplo mi amiga Araceli.

De eso mismo quería hablarte.

¿Pretendes decirme que te has vuelto homosexual?

No, Mamen, tranquila. Como has podido comprobar siguen gustándome las mujeres. Y tú sobre todas.

¿Entonces?

Lo que he descubierto es que ese chico no es un desperdicio. Que todos podemos disfrutar con todo tipo de personas. Que lo que he descubierto es que soy bisexual.

¿Bisexual? Eso quiere decir que has tenido relaciones con tíos. ¿Me equivoco?

No, no te equivocas.

En ese momento se acababa de acercar el camarero para tomar nota y al percatarse de la conversación se apartó un poco y se me quedó mirando con cierto descaro, sin que Mamen pudiera verlo pues se situó a su espalda.

¿Qué quieres tomar, ya lo has pensado?

¿Cómo puedes ni pensar en cenar?

Mamen, están esperando a que pidamos la cena.

Mamen se levantó con furia cogió su abrigo y su bolso y sin mirarme se fue y salió dando un portazo.

Yo me quedé la mesa y el camarero se me acercó y me dijo:

El señor va a cenar?

Sí claro. Tráigame la especialidad de la casa, sea cual sea, y una botella de buen vino.

Se retiró y me quedé pensativo. Como me temía, Mamen no podía aceptar que su chico perfecto tuviese otras relaciones y mucho menos que fueran con hombres.

Me sirvieron el vino y empecé a beber, era exquisito, crianza del 98, Somontano (uno de mis favoritos)

Al momento me sirvieron la especialidad de la casa, saboreé una deliciosa sepia con albóndigas, plato típico catalán. Comía sin ganas. La cuerda había saltado rota sin tensarla demasiado. No me había dado ocasión de explicarle cómo me sentía.

El camarero no me quitaba el ojo de encima, y yo sentía que el vino empezaba a hacer sus efectos en mi cabeza.

Me puse de pie:

Me podrías indicar dónde están los servicios? – le pedí al camarero.

Sígueme – me indicó con un gesto de la mano.

Me condujo hacia el fondo del local donde había una puerta sin ningún tipo de indicación. La abrió cediéndome el paso y entró tras de mí.

Yo me quedé bastante sorprendido de lo que vi, pues los servicios eran comunes para chicas y chicos ( o eso supuse pues no vi otra puerta que pudiera dar acceso a otros servicios).

El urinario era una pared de cristal opaco que daba sobre la sala del restaurante formando un espejo por esa parte pero que desde los servicios permitía una visión panorámica de la sala y de si alguien se acercaba. En el otro extremo estaban los excusados apenas tapados por puertas bamboleantes, como de salón del oeste, bastante poco íntimos me parecieron.

Mi acompañante se dirigió a la pared de cristal por la cual corría un reguero de agua que la limpiaba constantemente y extrajo su aparato de su escasa vestimenta, lucía una buena polla con un piercing en el prepucio y empezó a meneársela delante de mí.

Como había oido mi conversación con Mamen quiso comprobar si era cierto que yo mantenía relaciones con tíos y empezó a provocarme. Yo sin cortarme, me saqué también el instrumento que estaba empezando a reaccionar ante el estímulo de lo visto y, descapullándolo, meé de lejos contra la pared de cristal. El chorro salió con fuerza, rebotando en el cristal y salpicando todo el suelo.

El camarero se me acercó y arrodillándose a mis pies y mojándose con mi orina empezó a bebérsela y a tragarse mi herramienta. Cuando terminó de beber, empezó a chupármela con maestría, yo disfrutaba de la vista de la sala y pude ver cómo se acercaba otro camarero hacia los servicios, se lo hice notar y siguiendo con su tarea se encogió de hombros dándome a entender que no le importaba que nos pillara "in fraganti".

Entró el otro camarero, nos miró indiferente y extrayendo su tranca, esa sí que era grande, se puso a mear contra la pared. Terminó y se fue sin decir nada. A mí la situación me pareció morbosa. Al salir pudimos ver como cuchicheaba con otro camarero que estaba inactivo en un rincón. La verdad es que no había mucha gente en el local, a penas un par de parejas haciendo manitas y había dos camareros ociosos. El camarero que había recibido la confidencia se dirigió hacia los servicios. Una vez dentro se quitó la falta y quedó desnudo, se acerco a mí y me bajó el pantalón y el boxer. Mientras su compañero seguía chupando y deleitándome con sus técnicas orales, el otro me abrió de piernas y empezó a comerme el culo. Me metía la lengua dilatándolo y acariciándolo. Cuando lo tuve bien abierto empezó a meterme los dedos. Ya muy excitado me llevaron entre los dos tras una de las puertas basculantes. El del piercing se sentó en la taza y me hizo sentarme sobre él clavándome su polla en el ano. Notaba el arito rozándome en las paredes al meterla y sacarla y me producía mucho placer, el otro sujetándose en las puertas se clavó mi polla en el culo, realizando los movimientos contrarios a los míos. Cuando el de detrás me la sacaba, el de delante recibía mi instrumento por completo. Estuvimos así un buen rato hasta que nos corrimos los tres casi simultáneamente. Salimos de allí, nos limpiamos en los lavabos y regresamos a la sala sin apenas intercambiar palabra.

Pedí la cuenta, pagué y salí a la calle con intención de dar un paseo para despejarme un poco antes de iniciar la caza de un taxi para regresar a casa.

A las tres manzanas, al atravesar una plaza vi a Mamen sentada en un banco llorando. Me acerqué a ella, me senté a su lado y la abracé por los hombros. Ella se recostó sobre mi pecho

En qué he fallado, dímelo, para que te hayas tenido que ir con un hombre para satisfacerte? – me preguntó entre sollozos.

Vamos a casa y hablamos. – dije con pocas esperanzas de que aceptara mi propuesta, pero estaba tan derrotada que se levantó sin replicar.

Cogimos un taxi en la misma plaza y le di mi dirección. El conductor nos miraba por el espejo sin entender nada. Mamen seguía sollozando. No intercambiamos palabra en todo el viaje.

Entramos en casa y la conduje al salón. Le quité caballerosamente el abrigo y la senté en el sofá. Estaba ya un poco más calmada.

Quieres tomar algo, algo caliente?

Sí prepárame una infusión.

Le preparé una tila y se la llevé. Ya no lloraba aunque tenía los ojos enrojecidos.

Mamen, yo te quiero, te quiero con locura, lo sabes y no puedes dudar de ello.

Ya no sé qué creer. Tengo la cabeza hecha un lío tremendo.

Voy a intentar explicarte lo que me pasa.

Le conté mi experiencia con Jorge en el metro y la desazón que me produjo, el desbarajuste mental que me había producido y cómo por la tarde acudía a la cita con él mi noche de sexo con él y Alvaro. Increíblemente no me interrumpió ni una vez y me dejó que se lo explicara. No pidió detalles escabrosos, yo tampoco se los di.

Le conté lo del verano en la playa nudista. Eso la dejó boquiabierta al descubrir que nuestros vecinos lo eran también y le conté lo de las clases particulares y la tertulia posterior. Se me quedó mirando horrorizada.

Intenté explicarle que una cosa era el amor y otra muy distinta el sexo. Que mi descubrimiento era ése precisamente. Que se podían disociar ambas cosas. Que el sexo era sólo una herramienta de placer, tanto para darlo como para recibirlo y que el amor no tenía por qué hacernos renunciar a ello.

Le dije que lo que yo más quería era que ella compartiera conmigo esa visión de la vida y pudiéramos seguir juntos para siempre.

Creo que entiendo lo que te pasa. - Me dijo- Has descubierto que el sexo conmigo no te basta y has decidido, sin decírmelo, buscar otras fuentes. Has decidido que lo que dé sentido a tu vida sea el sexo y no el amor. Puesto que puedes separarlos a tu antojo. Y me pides que yo también cambie las prioridades en mi vida para adaptarme a ti.

No es exactamente así, pero podría valer como aproximación. Para mí el amor sigue ocupando el primer lugar, pero ahora el sexo compite con él en dura pugna.

Mira Carlos, yo no puedo compartir esta concepción de la vida contigo. Para mí el sexo sólo tiene sentido dentro de la pareja como parte de una vida común. Como expresión de amor. Placentera, muy placentera, eso no lo niego. Necesaria e imprescindible para que la vida de la pareja funcione. Y, hombre, siempre puedes tener una fantasía sobre cómo sería hacerlo con ese cuerpazo de hombre que ves en la calle, o con el camarero de esta noche. Pero de ahí al otro extremo hay un trecho muy grande que yo no puedo ni quiero pasar. Y eso es lo que tú me estás proponiendo.

Sí Mamen, me gustaría embarcarme en esta aventura contigo.

No Carlos, no. Tú ya te has embarcado sin contar conmigo en ningún momento y me pides que ahora, a toro pasado, me embarque en una aventura que no es la mía y de la que me has excluido previamente. Y como ya te he dicho no estoy dispuesta.

Me dices que tengo que renunciar a tí, para siempre.

Sí, Carlos, de hecho ya has renunciado. No me pidas que te comprenda. Puedo respetar tu decisión, aunque no pueda comprenderla, creo que ni ahora ni en el futuro. Pero nunca, nunca, podré compartirla.

Qué vas a decir en tu casa?

Que hemos discutido y hemos roto. No creo que tus padres o los míos puedan comprender los motivos que nos han llevado a esta situación, así que creo que será mejor no dar detalles.

Sí, estoy de acuerdo contigo. Por ahora, yo tampoco voy a dar explicaciones a nadie. Pero quiero que sepas que esta puerta estará siempre abierta para ti, pues yo, aunque no lo creas, te quiero y espero que algún día puedas entenderme y quieras compartir mi vida.

No creo que sea capaz. – finalizó levantándose.

Quédate a dormir.

No prefiero irme a casa e intentar descansar un rato. Mañana tengo mal día en el trabajo y me parece que no voy a poder dormir mucho.

Te llevo

No te molestes, cogeré un taxi.

En absoluto. Te llevo.

Se puso el abrigo y bajamos al garaje a coger el coche. Al dejarla en su casa intenté darle un beso de despedida, pero apartó los labios y sólo pude besarla en la mejilla.

Volví a casa me desnudé y me tumbé sobre la cama. En ese momento lloré por haber perdido a Mamen para siempre.

Mi vida había dado un giro completo.

No sabía si me reconocía en mi nueva situación. Creo que me faltaba una pata y que iba a sentirme inestable durante una temporada hasta que me acostumbrara a vivir sin ella, o encontrara otra que la reemplazara.

Pensando en esto me quedé dormido con un sueño inquieto.

A la mañana siguiente llamé desde el trabajo a mi madre y le expliqué que habíamos discutido y que habíamos roto. La oí sollozar tras el teléfono.

Sin remedio?

Sí mamá, sin remedio. Las diferencias eran insalvables, y para eso está el noviazgo, como siempre decía la abuela "Festejar no es casar". Mejor así, antes que después.

En eso hijo te doy la razón, pero quién ha tenido la culpa?

Nadie mamá, nadie. Ha sido de acuerdo los dos. Las cosas no iban como queríamos que fueran. No hay culpables ni víctimas.

Bueno hijo, mejor así entonces, que sea para bien.

La siguiente llamada fue para Sarah.

Lo siento por ti, pues sé que la querías de verdad, pero creo que has tomado la decisión correcta.

Espero que así sea.

Ahora ya no tiene remedio, así que "a lo hecho, pecho" y a luchar por tu nueva situación.

Lo intentaré, pero me va a costar olvidarla.

Yo te ayudaré.

Eso espero, que estés a mi lado. Te voy a necesitar.

No te preocupes que no te fallaré.

Y tú con tu novio, ya has hablado con él.

Sí salimos anoche y no le he dado explicaciones. Sólo le he dicho que no quería seguir con la relación.

Cómo se lo tomó?

Mal, por supuesto, me preguntó si había alguien.

Y?

Le dije que no, que simplemente me había dado cuenta de que nuestra relación se había vuelto rutinaria, que seguíamos como por obligación, como costumbre, más que por amor y que no podía continuar así. Insistió, pero fui inflexible, así que todo ha terminado.

Bueno, pues ya te puedes mudar a mi casa cuando quieras.

Espera un poco. Primero habrá que resolver el tema de Blanca y el piso. Y además, estás seguro que quieres compartir tu casa conmigo? Vamos a perder intimidad y libertad.

Bueno,- dije pensando en Maria, en Jorge y en Alvaro.- Ya lo hablaremos más adelante, tienes razón. Nos vemos esta noche?

Sí quiero proponerte un plan.

Te paso a buscar a la tienda.

De acuerdo.

Continuará.

Agréguenme y cuéntenme sus experiencias.

cmagoya@hotmail.com