Magia en un oral
Él comenzó besarme, a tocar mis pechos, sus caricias fueron incrementando llevando mi cariño hasta el infinito, eran de esas caricias que solo dicen "Te amo", no de las que significan "Tengo ganas de follarte ahora mismo".
Estábamos abrazados, entre las sabanas y colchas, ya hacía frío, pero la habitación de hotel estaba temperada, por el calor que le provocábamos, ya habíamos tenido un polvo, estábamos haciendo una pausa digna. Él comenzó besarme, a tocar mis pechos, sus caricias fueron incrementando llevando mi cariño hasta el infinito, eran de esas caricias que solo dicen "Te amo", no de las que significan "Tengo ganas de follarte ahora mismo", fue tocando mis caderas (él sabe que me aloca eso), mis piernas se tensaron evidenciando las ganas que se me venían incrementando. Luego pasó a tocarme el sexo, primero jugó sin dudarlo, él ya sabe cómo. Toco mis incipientes vellos púbicos, los jalaba, pasaba sus dedos por encima de ellos, me generaba electricidad, él mientras lo hacía yo me comenzaba a mover ligeramente, mientras nos besábamos. Después se enfocó en mi clítoris, me lo masajeó con suavidad, tomándose su tiempo y causando en mí una desesperación muy grande, quería que ya me hiciera algo más, pero no, continuó con mi tortuoso placer. Tras eso mis labios vaginales fueron tomando parte de mi tortura, ya estaba caliente, me dolía el respirar, quería que hiciera algo más, aún no, esto era solo el inicio de mi viaje.
Ya estaba muy mojada, entonces, él que estaba a mi lado, tapado, bajo dentro de las sabanas y hundió su cabeza en mi sexo, lo lamió con ternura, suave, delicado, yo simplemente ya no aguantaba más, estaba al borde, y (el muy cabrón lo sabía, me conoce, y creo conoce más mi cuerpo y sus señales que yo misma) comenzó a succionar y besar mi sexo, entre mi monte de Venus, mis labios vaginales, el inicio de mi coño, en las paredes de mi vagina, en esa parte entre mi coño y mi culo, todo en ascenso, de lento y tierno a rápido y tortuoso. Mientras me hacía eso, él me agarraba las tetas, las masajeaba, me peñiscaba los pezones, me acariciaba la piel por las caderas, manos, piernas, y yo aun en la superficie de la cama, me contorneaba de placer, miraba por debajo de las sabanas, le cogía la cabeza, le seguía el contacto de piel.
En un momento paro de continuar con mi tortura, nos destapo y me dejo con ganas, me alarme, pero fue por unos segundos, fue por utensilios sexuales. Me puso el antifaz y quede ciega, puso una almohada debajo de mis nalgas, y el contacto de la almohada y el frío por ya no tener las sabanas puestas hizo que me diera un escalofrío de placer brutal, mi cuerpo por dentro caliente y por fuera frío, era mi tortura. Luego me puso sus audífonos y le dio 'play' y lo puso en volumen fuerte, era según me dijo antes de ponérmelo el soundtrack de mi película favorita, me alegre y excite muchísimo. Me ato hacia arriba las manos con su corbata y me las inmovilizó con todo y brazos.
Mientras continuo con las lamidas, succionadas, besadas, toques de dedos por ahí y soplido fríos, me introdujo dos dedos previamente lubricados en mi coño, puta madre, al fin, sentía algo en mi necesitada vagina. Les dio vueltas, me los metió lento, rápido, de miles de formas, yo estaba en la gloria, y de tanto estar en esa experiencia llegue a un orgasmo. Después de jugar así en mi coño, vagina y todo, sentí un golpe en seco en mi nalga, me dolió de alma, fue un golpe de cuero, de un cinturón (fue por tocarlo, no se cómo pude estando atada, pero así lo recuerdo, no debí, él era mi amo y yo su sumisa en ese momento). Lo sentí por el grosor y el frío que se impregnó en mi piel, sentí ese dolor mientras pasaba todo ese placer en mi sexo, fue liberador, la música, la falta de visión, la temperatura del cuarto y mía, mi excitación, mis jugos saliendo de mi coño, todo fue a mil. Fueron varios golpes, mi cuerpo ya no sufría con los siguientes, fueron muy placenteros. Viaje al cielo y me empotre a la Tierra sin contemplación.
Mi sexo estaba muy expuesto y caliente, y él seguía torturándome. Tomo un poco de tela de la sabana y me la paso por la vagina ya muy llena de placer y dolor. Fue como una caricia, lo agradecí. Mi cuerpo reaccionó y sentí otro orgasmo.
Pensé que ahí acababa, ya estaba muy adolorida, relajada, entumecida, excitada, pero no. Tomo su lengua y me lamió el culo, lo lubrico con su saliva, agarro el lubricante y me metió dos dedos al culo, tras jugar y jugar con mi culo y vagina, metiendo dos dedos en ella y dos en el otro orificio. Luego se puso lubricante en su hermoso y delicioso pene (y sin protección) y me lo metió en mi culo, me tomó primero despacio y en calma, y después por la fuerza, sin razonamiento y con rabia. En esa posición estuvo largos y placenteros minutos, lo disfruté muchísimo. Seguía contorneando mi cuerpo y gozando, él subió sus brazos y pude tocarlo, y otra vez me golpeo, su mano cayó en mi rostro mientras me penetraba por el culo, no debí, pero necesitaba darle una caricia, necesitaba tocarlo, su cachetada me estremeció mientras gozaba de placer, gemía como una loca.
Ya al fin sacando un auricular me dijo que ya iba a terminar, que iba a eyacular. Se movió más rápido, me destrozo el culo y cuando ya estaba por terminar, salió de mí y eyaculo en mi pecho, por mi vientre y tetas, y hasta por mi cuello.
Ya estaba agotada, me desato las muñecas y las sobó con suavidad, luego puso 'pause' en la música, me saco el antifaz y me dio un beso de los que tanto amo. Luego se puso de pie, fue al baño y puso a calentar la bañera para ducharnos juntos, lo merecíamos. Me ayudo a levantarme de la cama cuando el agua estaba caliente y nos dirigió al cuarto de baño. Fui feliz.
Ese día, viaje sin pisar un aeropuerto o algo parecido. Él fue mi piloto. Fue magia pura.