Maestro 3

Primera lección

Descubrir mi capacidad para provocarme orgasmos cambio mi vida, la satisfacción que sentía al sentirlos, solo aliviaba mi excitación momentáneamente, al contrario de sosegarme aquello incremento las ganas de proporcionarme aquellas maravillosas sensaciones y placer que no había imaginado hasta entonces, una especie de excitación permanente se apoderó de mí.

Los días posteriores a mi primer orgasmo me encerraba en el baño una y otra vez para masturbarme, lo hacía compulsivamente, a la primera masturbación de la mañana al despertarme en mi cama, seguía casi inmediatamente otra en la ducha, en los baños del instituto, al volver a casa…. Estaba desbocada pero a la vez era muy feliz, me sentía enormemente sexy.

Sábado; hora de ir a clase de piano, me siento muy nerviosa,  avergonzada e intimidada, por un lado me muero de ganas de ver al maestro y ver qué pasa y por otro siento un pudor que no puedo evitar… apenas unos días desde que baile para él y que lo sentí en mi vientre…

La casa del maestro y la mía apenas estaban separadas por cien metros, el trayecto se me hizo interminable, el nerviosismo me atenazaba y el deseo de seguir experimentando aquellas cosas me empujaba…

Ya en la puerta toco el timbre… riiiiingggg

-buenos días niña, como estas?-

-buenos días maestro, bien gracias y usted?-

-muy bien, preparada para el trabajo?-

Al decir esto me sonrió pícaramente y se inclinó para darme el inocente beso de cada día.

-preparada y dispuesta maestro, ayer hice los ejercicios en mi casa y me salieron bastante bien-

Al vestirme para ir a clase con el maestro aquella mañana, lo hice eligiendo un atuendo que me permitiera mostrar mi cuerpo por si me pedía que bailara para él, nada de pantalones, falda amplia con algo de vuelo, la más corta que encontré, medias deportivas hasta debajo de la rodilla, como las del uniforme del cole, un fino suéter rosa escotado y… que me pongo de ropa interior? Me preguntaba una y otra vez, todo lo que tenía era convencional y nada sexy, probé casi todas las braguitas y sujetadores que guardaba en el cajón, finalmente elegí… el suje blanco del año pasado, ese que tiene las copas bajas y que muestran la mitad de mis pechos por la parte superior intentando escaparse pues me queda bastante pequeño, y las braguitas rosas más pequeñas que encontré, no eran de mi agrado pues cada vez que me las ponía mi culito se las comía hambriento convirtiéndolas sin yo proponérmelo en tangas, pero hoy quería que fuera así… me gustó la imagen que me devolvió el espejo, bajo el suéter se adivinaban los pechos apretados por aquel sujetador mínimo, un poco vulgar pero muy sexy… me di la vuelta y me subí la falda, las braguitas ya se abrían paso en mi culo, un poco de rímel, un toque de brillo en los labios y lista.

Con la carpeta de partituras bajo el brazo, mi bolso en el otro y las braguitas escondiéndose en mi culito y los nervios y la excitación a flor de piel, emprendí la marcha a mis clases de piano…

-¡perfecto! Vamos al salón-

Me despoje de mi chaqueta entregándosela con una sonrisa, las mejillas me ardían de tanto sonrojo, la depositó en la percha y caminamos hacia el salón, él estaba tranquilo, su actitud era cariñosa y serena como siempre, no sé si eran imaginaciones mías, pero solo creí ver una mirada diferente, sus ojos me decían cosas que nunca antes había leído en ellos.

Se sentó y con una mano dio unos golpecitos en el taburete justo a su derecha para que me sentara junto a él, lo hice, el taburete era suficiente para los dos pero estábamos muy juntos.

-hoy seguiremos con los ejercicios para la mano izquierda-

-oh! Maestro que rollo!- le dije

-es necesario niña, tiempo habrá de hacer cosas que te gusten más, tienes que trabajar más esa mano-

-vale, pero prométame que tocará algo para mí cuando terminé la clase-

Me miro sonriente, una pausa… un silencio recorrió la mirada entre sus ojos y los míos… por fin sonriendo y pausadamente con aquella musicalidad que de sus palabras emanaba siempre, dijo sonriendo:

-tocaré para ti niña… bailarás para mí?

-bailare para usted maestro- respondí

Trabajamos un rato y vino la primera pausa, ambos nos sobrepusimos a la situación y trabajamos duro, en cada pausa el maestro me regalaba palabras bonitas y alguna caricia inocente, en una de ellas agarro mi mano izquierda y la metió entre las suyas, la masajeó un rato mientras me decía que aquello le iba bien a mi mano, era placentero lo que me estaba haciendo, sus dedos la recorrían y se enlazaban con los míos en una danza que me pareció muy sensual, al terminar se acercó mi mano a su boca y deposito un beso en la yema de cada uno de mis cinco dedos. Puedo decir que cada uno de aquellos besos lo sentí en lugares de mi cuerpo mucho menos inocentes que en donde él los depositó.

-te gustó?- me dijo.

-si- atine a decir tímidamente

-es bueno relajar las manos, sigue con el ejercicio unos minutos más y terminaremos por hoy-

Diciendo esto se levantó y se puso detrás de mí, comencé con los ejercicios y al mismo tiempo sentí que me acariciaba el pelo.

-tienes un pelo precioso-

-gracias maestro-

-eres una mujer muy atractiva, lo sabes verdad?-

No supe que responder, guarde silencio y seguí con mis ejercicios mientras él seguía acariciando delicadamente mi pelo.

-descansa y date la vuelta, ya está bien por hoy-

Me levante del taburete y me senté mirando hacia él, agarró mis manos y comenzó a acariciarlas más que a masajearlas, estaba de pie frente a mí, con una mano tomo mi mentón y lo subió para que le mirara directamente a los ojos.

La tensión sexual se palpaba, yo me sentía muy intimidada y nerviosa, me debatía entre entregarme a él sin límites o salir corriendo de allí, entonces me dijo…

-no temas nada niña, todo lo que sientes es natural y no debes hacer nada que no desees hacer, yo te quiero mucho y nada me apenaría más que te hicieras daño por mi causa-

Mis nervios y temores explotaron con aquellas palabras, me levante y lo abrace rompiendo a llorar como una niña.

Me devolvió el abrazo, estaba muy pegada a él, necesitaba protección y confianza, estaba muy insegura.

Entonces empezó una melodía mágica que sus palabras interpretaron para mí como si supiera de antemano que era lo que yo necesitaba en ese momento…

-llora niña, llora… deja fluir tus lagrimas… no temas nada… nadie te va a hacer daño… eres tan hermosa… puedes confiar el mi… cuidaré de ti…

Sus manos me apretaban contra él, sus labios depositaban besos en mi pelo, yo me apretaba cada vez más contra él hasta que casi no podía respirar, un poco calmada pero con los lagrimones aun resbalando por mis mejillas aparto mi cara de su pecho y con los dedos de una mano limpió mis lágrimas y me sonrió, yo le devolví la sonrisa y le ofrecí mi boca.

Sus labios abrazaron los míos en un apasionado beso, sentí como su lengua se apoderaba de mi boca, aquel primer beso de amor y lujuria desato en mi un deseo incontrolado y una excitación enorme.

continuaré?……