Maestro 2

Primera e inocente exhibición, primer orgasmo...

MAESTRO 2

Los sucesos relatados anteriormente, tuvieron lugar a la vez que mi repentino e intenso aunque algo tardío despertar a la sexualidad, es cierto que empecé a “tocarme” mucho antes, me masturbaba frenéticamente aunque en mi inocencia y torpeza no era capaz de conseguir el orgasmo, y a pesar de lo que leía sobre eso y lo que escuchaba de mis amigas, yo creía que el famoso orgasmo solo era ese febril estado de excitación y copiosa humedad que me proporcionaba cuando en las noches antes de dormirme o en las duchas matinales me tocaba.

Haber bailado para el maestro aquel día fue como llevar mi excitación a límites que jamás había sentido, llegue a mi casa corriendo y sudando, necesitaba tocarme, sentirme, acariciarme, era una necesidad imperiosa. Abrí la puerta, salude mientras subía a la carrera a mi habitación, arroje sobre la cama mi mochila y la chaqueta y me encerré en el baño al tiempo que grite para que me oyeran:

-¡me voy a duchar!-

Me tome mi tiempo, lo primero el espejo, me miré y me hable sin palabras, me sonreí, me guiñe un ojo antes de empezar a desnudarme lentamente…

Un botón…. Otro… falda al suelo,

El espejo me devolvía mi imagen con la camisa y las braguitas blancas… pureza… pecado… volví a sonreírme… gesto obsceno, labios entreabiertos y mis manos recorriéndome la cara y el pelo… un botón, otro, otro, otro… un brazo sale de mi camisa y queda colgando del otro, el pecho enmarcado por el pequeño sujetador se insinúa descarado… cae la camisa al suelo, junto a la falda…

Me recorro con mis manos, caderas, cintura, las enredo en mi pelo y lo llevo sobre mi cara como ocultándome tras él, una mano alcanza mis pechos y la otra me toca entre las piernas, primer jadeo… más calor…

Es como si mis manos estuvieran guiadas por algo o alguien, es como si no tuviera yo el control… un dedo se introduce entre mi sujetador y un pecho tropezando con mi pezón y produciéndome un estremecimiento…

A pesar de que mis ojos no perdían detalle de mi cuerpo en aquel espejo, mi mente estaba en el salón bailando para mi maestro y sintiendo su virilidad palpitando contra mi vientre…

Manos a la espalda, dedos desabrochando corchetes, sujetador suelto, la firmeza de mis pechos lo sostiene más a él que el a mis pechos, le doy pequeños empujoncitos con mis dedos hasta que se precipita al suelo y descubren trémulas mis firmes tetas frente a mí, me gustan, son grandes, empiezo el ritual, mis dos manos los recorren con las palmas hacia dentro, cada vez que se tropiezan con los pezones abren los dedos para al pasar cerrarse y pellizcarlos ligeramente, están muy erectos, me produce un estremecimiento cada pellizco y poco a poco incremento la fuerza para sentir más esa sensación tan placentera entre el dolor y la excitación.

La orquesta empieza a tocar, mi garganta acompaña con sus jadeos incontrolados, y finalmente mi mano derecha se precipita a mi entrepierna introduciéndose por la cintura bajo mis braguitas, siento mi suave e incipiente vello púbico antes de llegar a la cálida humedad de mi interior, mis dedos se inundan en ella, los ojos se me cierran con cada caricia, me tiemblan las piernas, el espejo devuelve a mis ojos una imagen que me excita igual que mis dedos, el pelo sobre mi cara, la expresión de excitación, vicio, pecado me transporta, ya no soy yo, ahora es el deseo y la pasión quien me mueve, meto mis braguitas entre mi culito para mostrarme como si llevara tangas, hacía semanas que unas chicas de mi cole las llevaban y se la vi en el vestuario, me gustaban pero en casa eso no estaba bien visto… mis glúteos enmarcados por mis braguitas incrustadas en mi culo fue el final de la sesión fotográfica más excitante que mis ojos pudieran desear, ahora quería explotar, quería sentir…

El maestro tocaba el piano, yo bailaba y me tocaba, estaba medio desnuda, llevaba tangas y mis pechos se movían libres ante él, su pantalón abultado denotaba una potente erección…. Tocaba enloquecido y me miraba, miraba…

Ojos cerrados, sentada en la taza del inodoro con los pies sobre el borde de la bañera, me tocaba frenéticamente, una manos para mi sexo, la otra para los pechos, cada pellizco en mis pezones era más violento y placentero, cada penetración de mis dedos y caricia en mi clítoris era un rio desbarbado, de repente… una oleada inexplicable, una sensación que nunca había sentido, nació justo en mi sexo, era muy placentera, acelere el ritmo, quería más…

Mi primer orgasmo exploto como una bomba atómica, perdí el sentido de la realidad, quede sentada y abatida, apenas podía moverme, mire al espejo… al verme lo comprendí todo…

Por fin…

Sonreí.