Maestra poseída XXVI
¿Cómo pararía tanta humillación?... Siento el tiempo transcurrido dese la publicación del último capítulo, pero editar un texto se puede hacer muy aburrido y, si no existe motivación con vuestros comentarios y valoraciones...
Capitulo 26
La mente de Puri era presa de una tremenda agitación mientras abría el cajón del escritorio y metía dentro las fotos de su hija. Las fotos no eran obscenas, pero sí muy sugerentes. Ella no tenía ninguna opción salvo obedecer a su dueña.
Dejar las fotos de su hija tan escasa de ropa para que pudieran ser encontradas por el portero era mejor que dejar a Eugenia y a su marido a merced de Yolanda y de su familia mientras ella estaba en prisión. Una Puri muy confusa salió de la escuela y caminó lentamente hacia su coche donde su dueña la esperaba. Su mente estaba confusa y su cuerpo agotado físicamente. Ella sintió que apenas podía llegar al coche. Abrió la puerta y se dejó caer en el asiento delantero al lado de Yolanda. "Bien, mascota, bien, iba a darle la noche libre, pero se pasó de la raya ahí dentro. Había hecho muchos progresos hasta entonces. Realmente estoy muy decepcionada."
"Su mascota lo lamenta mucho, señorita García", dijo Puri mientras se deslizaba nuevamente dentro de su papel de sumisa. Ella sabía que iba a pagar su arrebato contra Yolanda y sabía que se merecía todas las consecuencias. Había decepcionado a su dueña. Esperaba solamente que su cuerpo pudiera recibir el castigo a pesar de estar agotada.
Yolanda no dijo nada hasta llegar a casa, y cuando el coche estuvo aparcado en el garage le dijo a Puri,
“Vaya a su habitación y vístase correctamente. Luego vaya a la habitación de Eugenia”. Puri casi se arrastró por las escaleras hasta su habitación y se quitó la ropa, calzándose los zapatos de tacón y su collar con la correa, para luego dirigirse a la habitación de su hija a esperar a Yolanda.
Cuando entró en el cuarto sintió como una sacudida eléctrica al ver que la pared estaba cubierta con ampliaciones de las fotos que Yolanda le había dado en la escuela. Mientras miraba las fotos su mente vagó a pensar en qué hacía ella mientras que todo aquello le estaba sucediendo a su hija. Justo entonces Yolanda entró en el cuarto y al ver que Puri miraba las fotos le dijo,
"Eugenia realmente ha disfrutado jugando a vestirse como una adulta y siendo modelo por una noche. Ahora quiero que seleccione su ropa para su cita de esta noche de entre las prendas que luce en las fotos... A propósito, lo cargamos todo en su tarjeta de crédito”.
"Señorita García, no haga que Eugenia vaya a esa cita, por favor”.
"Ella tiene una cita con el capitán del equipo de fútbol de su clase…, y va a ir"
"Señorita García, ella solamente está en secundaria", suplicó la madre.
"O usted le escoge la ropa o ella usará esto", dijo Yolanda mientras señalaba una foto que mostraba a Eugenia con un top ajustado de lycra que apenas cubría sus incipientes pechos y unos shorts cortos extremadamente apretados que apenas sus nalgas. Una derrotada madre estudió las fotos y eligió el conjunto que más cubriría a su pequeña hijita. Una falda corta con una blusa azul pálida que apenas le llegaba a la cintura, enseñando el ombligo.
"Señorita García, por favor, Eugenia es demasiado joven", rogó una madre apenada mientras caía de rodillas, suplicante, "seré su esclava para siempre si usted detiene esto".
"¡Oh, mi pequeña mascota, usted ya es mi esclava para siempre!. No se preocupe, he hablado con Eugenia sobre todas esas cosas y ella sabe lo que le gusta a los muchachos".
Puri no sabía qué decir. Ella estaba tan confusa. Ella deseaba proteger a su familia. ¿Esto estaba bien?. Ella debía confiar en las decisiones de su dueña. “No puedo pensar”.
"Venga aquí, sígame. Tiene cosas que hacer", dijo Yolanda mientras asía la correa de Puri y tiraba de ella hasta poner a la angustiada madre a sus pies. Entonces Puri siguió a cuatro patas a Yolanda hasta la cocina y allí esta le pidió que le acercara un refresco.
"Sé que usted estará cansada después de tener tanta diversión ayer por la noche y había planeado permitir que descansara esta tarde, pero parece que usted ha decidido mostrarse tan irrespetuosa que ahora yo tengo que castigarla".
"Su mascota lo siente mucho, señorita García".
"Estoy segura de que usted lo está, pero entenderá que debe ser castigada".
"Sí, señorita García, su mascota lo entiende".
"Tráigame uno de esos helados de hielo que compramos el otro día, mascota. Y coja uno para usted también".
Puri fue al congelador y cogió dos polos. Ella estaba tan hambrienta que comería cualquier cosa.
"Gracias, mascota", dijo Yolanda mientras cogía el polo. Cuando ella desenvolvió el suyo le dijo a Puri que lo hiciera con el suyo, pero que no lo lamiera todavía. La mente de Puri le dijo que se le iba a ordenar que hiciera una demostración para su dueña de cómo chupaba y lamía el polo como si fuera una polla..., pero la muchacha tenía otras intenciones mucho más retorcidas.
“A ver, mascota, quiero que separe las piernas tanto como pueda y se folle usted misma con el helado". Puri no podía creerse lo que Yolanda quería que se hiciera, pero desempaquetó el helado y, abriendo las piernas, intentó metérselo dentro de su dolorida vagina. ¡Estaba helado!. Ella comenzó a temblar mientras hacía resbalar de prueba la punta del helado dentro de su vagina, que goteaba de flujos vaginales. ¿Por qué se mojaba de excitación mientras se vejaba con este acto de humillación para su dueña?. ¿Por qué ella se sentía obligada hacia esta adolescente que abusaba de su cuerpo y de su mente?.
El helado se derritió rápidamente en su húmeda y caliente vagina mientras el líquido de sabor cereza se mezclaba con sus flujos vaginales mientras resbalaba por sus piernas y goteaba hasta el suelo. Cuando se derritió enteramente Yolanda le ordenó a Puri que chupara el palillo hasta limpiarlo. La profesora humillada estaba de pie, desnuda en su propia cocina, con el helado derretido resbalando hacia abajo por sus piernas desde su caliente coño. Su boca chupaba el palillo empapado en sus propios jugos vaginales... ¡Tantas cosas habían cambiado en las dos últimas semanas pasadas!.
Por lo menos su marido estaría pronto en casa para rescatarla del tormento. Pero…, ¿por qué este tratamiento la excitaba tanto?. Quizá ella realmente era una puta zorra y no sabía ya lo que era ser esposa, madre y profesora.
Sus muslos comenzaron a temblar cuando sus muy estiradas piernas comenzaron a cansarse y su mente no podía concentrarse en ninguna cosa durante más de algunos segundos.
"Limpie con la lengua todo ese estropicio que ha montado en el suelo y después vaya a asearse. La esperaré aquí".
Puri se dejó caer al suelo, agradecida, sintiendo cómo remitían los espasmos en sus piernas y lamió el suelo hasta limpiarlo de la combinación de sus jugos vaginales y el helado derretido. Luego se levantó y se movió tan rápidamente como le permitían sus piernas pesadas hasta las escaleras y el cuarto de baño.
Mientras Puri había estado moviendo el helado dentro y fuera de su coño, la mente de Yolanda había estado haciendo horas extras. Ella tenía que castigar seriamente a su mascota por su rebelión, pero ella no quería que tuviera ninguna marca para su iniciación del día siguiente. Ella también sabía que su mascota estaba cerca de alcanzar el punto de total agotamiento y ella necesitaría fuerza para cumplir durante el fin de semana. Ella tenía la solución perfecta. Tan pronto como Puri que arrastró su cuerpo por las escaleras, Yolanda se puso a trabajar.
Ella abrió dos latas de habichuelas y las puso en el fogón. Entonces entró en el cuarto de baño y cogió una botella de aceite del tocador y un frasco de píldoras contra el estreñimiento. Luego volvió a la cocina y descargó una generosa porción del aceite y varias píldoras en la cacerola con las habas que estaba al fuego y revolvió la mezcla hasta que las píldoras se disolvieron. Cuando Puri estuvo de vuelta en la cocina el dulce olor a habas calientes emanaba de un tazón colocado en el suelo al lado de un vaso muy grande de agua. Puri había olido las habas mientras que descendía las escaleras y su boca había empezado a salivar antes de llegar a la cocina y ver el tazón humeante en el suelo.
Su corazón saltó cuando Yolanda le dijo que se arrodillara y se comiera el tazón entero y se bebiera toda el agua. La única restricción consistía en que no podía usar las manos para comerse las habas. Sin una vacilación, la mascota muerta de hambre cayó de rodillas y comenzó a comerse las habas. Estaba tan hambrienta que se comió el tazón entero en pocos minutos.
"Bébase el agua, mascota".
"¿Su mascota puede usar sus manos, Srta. García?'.
"Por supuesto, mascota"
Puri se bebió rápidamente todo el contenido. "Su mascota le da las gracias por la comida, Srta. García”. ¿Por qué le estoy dando las gracias a esta muchacha por permitirme comer un tazón de habas en el suelo?. ¿Cuándo me ayudará mi marido?. ¿Cómo puede él ayudarme cuando ni puede saber qué está sucediendo?... Ella estaba tan confusa.
"Sabía que usted tendría hambre. Aquí tiene otro vaso de agua. Bébaselo entero mientras estoy en un buen humor."
Puri bebió según las instrucciones que le daban.
"Limpie toda esta mierda y luego usted misma y espéreme en la habitación de Eugenia"
"Sí, Srta. García"… ¿Por qué en la habitación de Eugenia?, se preguntó. Puri limpió rápidamente la cocina y después se limpió las huellas de las habas de su cara. La sensación de hartazgo en su estómago era maravillosa. Ella incluso podía sentir su barriga llena por primera vez desde hacía semanas. Cuando todo estuvo limpio subió las escaleras y se encaminó hacia la habitación de Eugenia, encontrándose a su dueña sentada en la cama de Eugenia rodeada de cuerdas y una barra larga. Puri se dio cuenta de que también había una mordaza y algo más que ella no reconoció.
"Venga aquí, debe apresurarse, Eugenia estará en casa en una media hora para prepararse para su cita".
Mientras Puri se acercaba a Yolanda, esta intentó una vez más convencer a su dueña de prohibiera a Eugenia acudir a esa cita con el muchacho mayor. "Srta. García, su mascota le pide por favor que no permita que Eugenia use esa ropa tan provocadora para ir a la cita con ese muchacho. Él es mucho mayor y ella es tan joven..."
"Ahora decidiré eso, mientras…, dése la vuelta". Puri se volvió de espaldas a Yolanda. "Inclínese, mascota". Yolanda insertó el plug de tamaño mediano de en el ano de Puri. "Ahora incorpórese".
Yolanda tomó las muñecas de Puri y se las ató firmemente a la espalda, y luego le ató sus codos juntos, tirando y tirando hasta que casi se tocaron. Yolanda cinchó las cuerdas firmemente y después se preparó para colocar la mordaza en forma de pene en la boca de Puri.
La mascota abrió su boca dispuesta a aceptar la mordaza sin protesta. Sus brazos y codos, fuertemente ligados, estaban muy tirantes, pero gracias a todo el ejercicio físico que hacía y al baile era bastante flexible y le parecía soportable. Sus pechos se vieron empujados hacia delante por la posición de sus ataduras a la espalda.
Yolanda ayudó a Puri a dejarse caer al suelo y ató sus tobillos a los extremos de la barra de madera. Entonces la hizo rodar atada hasta quedar sobre su estómago, el cual empezaba a “protestar” con gorjeos.
"Ahora quiero que se deslice debajo de la cama del Eugenia. Asegúrese de meterse bien para que así ella no pueda verla... ¡Oh, una cosa más!"
Yolanda tomó de encima de la cama un artículo que Puri no reconoció, y, moviéndose alrededor de la maniatada profesora, le colocó la cosa en el coño, justo encima de su clítoris. Ella estaba tan mojada como de costumbre. Yolanda ajustó las correas cómodamente alrededor de la cintura de Puri y las hizo subir entre sus piernas, por en medio de sus nalgas, para asegurarse de que aquella cosa no se movería de su posición.
Entonces Yolanda se lo explicó a su desconcertada mascota. "Esto es un vibrador para el clitoris. Lo he fijado para que vibre durante 5 minutos de cada 20 minutos así que usted tendrá 15 minutos de descanso entre uno y otro. Y no tiene permitido correrse… Ahora métase debajo de la cama."
Éso era más fácil de decir que de hacer, como Puri descubrió rápidamente. Con sus piernas abiertas y sus manos y brazos maniatados, la única manera en que ella podía moverse era doblando sus rodillas dificultosamente y arrastrando sus pechos por la alfombra. A medio camino de poder meterse debajo de la cama el vibrador comenzó a funcionar y las vibraciones directas a su clítoris enviaron ondas expansivas a través de todo su cuerpo.
"Mejor que se dé prisa, mascota. Eugenia estará aquí en cualquier momento"
Dándose cuenta de que ella no podía dejar que Eugenia la encontrara así, ella intentó no hacer caso de las ondas de placer que corrían a través de su cuerpo. Estas sensaciones agradables eran reducidas un poquito cada vez que Puri se deslizaba hacia delante, rozando sus pezones con la áspera alfombra. Finalmente pudo ocultarse enteramente debajo de la cama y el vibrador se paró. Sus pechos le dolían por la fricción con la alfombra y debajo de la cama no tenía ninguna manera de aflojar la presión que todo el peso de su cuerpo les suponía a sus doloridos pechos. De repente, comenzó a experimentar una sensación incómoda en su estómago y esperó no tener que permanecer allí mucho tiempo porque creyó que necesitaría utilizar el cuarto de baño.
Se sorprendió cuando Yolanda se dejó caer junto a la cama y colocó un espejo que apuntaba de modo que Puri pudiera ver el todo el cuarto en el espejo. Entonces Yolanda se levantó y salió del cuarto, apagando las luces y cerrando la puerta, dejando a Puri atada, amordazada y sola debajo de la cama de su hija.
Incluso en un espacio tan limitado e incómodo, la oscuridad permitió que el agotamiento de Puri asumiera el control. Pero, cada vez, justo cuando sus ojos comenzaban a cerrarse y ella empezaba a caer dormida, el vibrador se conectaba, enviando ondas de la lujuria y placer a través de su cuerpo firmemente atado que se sacudía involuntariamente, despertándola. Después de 5 minutos de estímulo constante directamente en su clítoris, Puri se acercaba al orgasmo cuando el vibrador se detenía repentinamente, dejándola a punto.
Mientras su cuerpo volvía lentamente a su estado de excitación normal, y ella no pudo oponerse más al duro efecto de las 2 semanas pasadas y cayó otra vez en un sueño tan profundo que ni el vibrador podía disturbarla lo bastante como para despertarla. Mientras ella dormía, la mente de Puri continuaba trabajando para intentar encontrarle algún sentido a su situación. Todo tenía que volver pronto a la normalidad, pero ¿cómo podría explicar lo que había sucedido?. Ella tenía que proteger a Eugenia contra Yolanda pero, ¿cómo podría?. Esos pensamientos la mantuvieron en tensión toda la hora y en un estado constante de duermevela.
El adiestramiento que estaba recibiendo por parte de aquellos jóvenes era más y más dura, y con el tormento constante de Yolanda ella sabía que no podría pararlo. Cuando ella intentaba rebelarse las cosas a las que la sometía Yolanda siempre eran aún peores. ¿Qué puedo hacer?, pensaba Puri, cuando la despertaron el sonido de unas voces y la luz que se encendía en el dormitorio.
Inmediatamente sintió de nuevo calambres en su estómago y la necesidad urgente de utilizar el cuarto de baño mientras su vejiga parecía lista para estallar. De menor importancia pero muy sensible seguía siendo el dolor en sus pechos al estar forzada a apoyarse sobre ellos desde hacía una hora larga. El vibrador se encendió repentinamente y su mente “cambió” de lugar, centrándose en su coño, y ella podía sentir la humedad entre sus piernas abiertas. Mientras su cuerpo respondía a las sensaciones del vibrador el resto de la sensación de malestar y el dolor llegaron a ser insoportables, tanto que ella mordió la mordaza para mantenerse en silencio mientras Yolanda y Eugenia entraban en el cuarto y su cuerpo alternaba las sensaciones de dolor al placer.
"Lamento que haya cancelado tu cita de esta noche, Eugenia”, dijo Yolanda. Ésto era música celestial a los oídos de Puri mientras su cuerpo continuaba siendo atacado por los calambres y el placer.
"Yo también. Estaba muy excitada, pero me entró el bajón cuando él me dijo que solamente venía para decirme que había surgido un asunto y tendríamos que posponer la fecha. Por lo menos dijo “posponer·, lo que significa que él todavía desea salir conmigo."
Puri no podría creer su buena suerte al pensar que habían cancelado su cita. Lágrimas de agradecimiento se mezclaron con los lagrimones de dolor y de placer que ya resbalaban por sus mejillas.
La cita debía ser con Borja de la Torre, el hijo del director. Era un chico verdadera y absolutamente arrogante. ¿Qué había visto en Eugenia?. La necesidad de Puri de utilizar el cuarto de baño se acercaba al estado crítico. Ella pensó que no podría contener su vejiga mucho más tiempo…
"Bueno, por lo menos podréis hacer nuevos planes juntos para el fin de semana".
"¿Cree que mi madre permitirá que vaya al concierto y me dejará que me quede a dormir en casa de mi amiga Verónica?”
"Te dije que conseguiría su autorización de alguna manera, así que no te preocupes por tu madre. Yo se lo explicaré a ella."
¿Verónica?. La única Verónica que Puri conocía era Verónica Mendieta, y ella ya había sido expulsada de la escuela varias veces. ¿Por qué Eugenia estaría implicada con ella?', pensó Puri mientras sus retortijones le provocaban espasmos de agonía a través de todo su cuerpo.
"Me encanta que me presentaras a Verónica, Yolanda. Ella es realmente alegre."
Los calambres continuaron rasgando el estómago de Puri de parte a parte y sacudiendo todo su cuerpo. Ella sentía como perdía el control de su vejiga y apenas podría contenerse mucho más tiempo. Entonces, Puri oyó un timbre y vio a Eugenia apresurarse hacia la puerta para recibir a su nuevo amigo.
"¿Cuándo crees que volverás a casa el domingo?", le gritó Yolanda a Eugenia mientras ésta se apresuraba en bajar las escaleras.
"¿Cuándo tengo que estar en casa?", preguntó la adolescente, excitada.
"No más tarde de medianoche", le contestó Yolanda ante el descontento de Puri.
Eugenia gritó. "¡Perfecto!”, mientras cerraba de golpe la puerta.
"Ya puede salir, mascota", dijo Yolanda mientras retiraba la colcha de un tirón para ver la cara de su animal doméstico retorcida en dolor. Puri comenzó el lento y agónico proceso de deslizar su cuerpo fuera de debajo de la cama. Sentía como si hubieran hecho un nudo con su estómago, y su vejiga parecía que iba a estallar, pero su cuerpo, a pesar del dolor, estaba sobrestimulado con energía sexual. Le llevó cerca de 15 minutos a la atormentada profesora para conseguir salir de debajo de la cama de su hija. Estaba completamente empapada en sudor y su coño dejaba un rastro de flujos vaginales mientras el vibrador hacía otra vez su trabajo. Su cara estaba retorcida en un rictus de severa agonía mientras los calambres torcieron sus intestinos provocándole un dolor imposible.
Mientras su mascota se raspaba los pechos con la alfombra mientras se deslizaba hacia fuera de debajo de la cama, Yolanda sonrió y le dijo, "Ya ve, mascota, que usted nunca debe cuestionarme, atacarme o desobedecerme."
Todo el cuerpo de Puri enviaba señales de socorro mientras las habas producían el efecto deseado, cuya eficacia potenciaba el aceite de ricino. Las "píldoras del agua" se agregaban a su tormento, pero, aún así, su vagina respondía al vibrador que mantenía su cuerpo al borde del éxtasis sexual.
Yolanda soltó los tobillos de Puri de la barra y le ordenó que se levantara. La reacción inicial de Puri fue hacerse un ovillo sobre sí misma para intentar mitigar el dolor en su estómago. La malévola Yolanda se inclinó sobre su profesora y le susurró, "o se levanta en un minuto o la dejaré aquí tal y como está para que Eugenia la encuentre así cuando ella vuelva a casa."
Puri se movió como impulsada por un resorte, pero levantarse era más fácil de decir que de hacer. Con sus codos y muñecas atados firmemente detrás de su espalda y su estómago que parecía rasgarse, ella luchó para levantarse. Su vejiga estaba dolorosamente llena y apenas había comenzado a hacer progresos para conseguir ponerse de rodillas cuando el encendido del vibrador rompió su concentración y ella tuvo que comenzar todo el proceso.
Después de mucho retorcerse y luchar, finalmente Puri consiguió ponerse de pie, aunque con su cuerpo doblado hacia delante por el dolor que la trastasaba. Yolanda agarró la cadena sujeta al collar de Puri y forzó a su doblada mascota a seguirla mientras la conducía abajo por las escaleras y la sacaba al pórtico trasero.
Puri se quedó sorprendida al descubrir que llovía mientras su dueña soltaba la cadena de su collar y la empujaba hacia fuera del porche trasero. La lluvia helada que caía sobre su excesivamente maltratado cuerpo la enfrió rápidamente y aumentó la severidad de los calambres.
"Puede hacer pis, mascota", dijo Yolanda.
Puri separó rápidamente las piernas y sin la más mínima vacilación vació su vejiga. Puri sintió cómo el pis salpicaba sus piernas pero ella no podía retardar el flujo. Mientras aliviaba su vejiga el malestar asociado a los calambres de sus intestinos llegó a ser más intensa.
"¿Quiere quitarse el consolador del culo y cagar, mascota?”, le preguntó su estudiante, muy sonriente.
Puri afirmó moviendo frenéticamente su cabeza.
"Arrodíllese”, le ordenó Yolanda. La maniatada profesora cayó a sus rodillas en el fango empapado de pis.
"Arrástrese hasta aquí".
Puri luchó para arrastrase sobre sus rodillas a través del fango y de la lluvia hasta el pórtico y subió los escalones mientras su cuerpo se retorcía de dolor. Yolanda le quitó a Puri la mordaza una vez que su mascota estuvo a resguardo de la lluvia. Puri se veía tan humillada y desgraciada que provocó la sonrisa de Yolanda.
"Señorita García, su mascota está muy apesadumbrado y no la cuestionará nunca más. Y la obedecerá siempre. Por favor, permita que su mascota se saque el consolador del culo y pueda aliviarse para que paren los calambres", suplicó Puri mientras su cuerpo volvía a doblarse de dolor.
"Mascota, no estoy segura de que se la haya castigado lo suficiente por su mal comportamiento."
"Por favor, señorita García, su mascota se comportará bien. Su mascota hará cualquier cosa para compensar su falta de respeto y autocontrol", suplicó la derrotada profesora.
"Le voy a plantear una prueba, mascota. Si usted pasa la prueba permitiré que se quite el consolador, pero si usted falla el consolador permanecerá dentro de usted toda la noche".
"Señorita García, su mascota hará lo que sea y pasará su prueba".
"Quizás debiera oír cual es la prueba antes de hablar, mascota mía. Ataré sus muñecas y sus codos, y entonces usted se arrastrará hasta alejarse un par de metros y se masturbará hasta llegar al orgasmo con su juguete negro preferido”, dijo Yolanda mientras su dedo señalaba el lugar en donde el pis de Puri se había mezclado con la lluvia y el fango.
“Si llega al orgasmo en 5 minutos, le permitiré que se quite el consolador del culo, se lo ponga en la boca, se ponga en cuclillas con el culo pegado al suelo y pueda cagar”, dijo, enfatizando el empleo del término coloquial.
Puri sabía que no tenía ninguna opción, pero intentaría contentar a Yolanda por mucho que le disgustaran sus peticiones. Ella no podría aguantar los calambres durante toda la noche. "Su mascota intentará complacer sus expectativas."
"¿Se da cuenta de que será castigada si usted me decepciona otra vez?"
"Sí, señorita García, su mascota lo entiende." Las tripas se le retorcieron de dolor y ella tuvo serias dudas sobre si podría llegar al orgasmo en 5 minutos, pero tenía que intentarlo.
Yolanda liberó las muñecas y los codos de su profesora de las ataduras que se las mantenían a su espalda… "Vaya."
Los brazos y las manos de Puri estaban agarrotados y le eran inútiles hasta que la circulación de la sangre volvió dolorosamente a sus miembros. Se dejó caer de rodillas e inmediatamente se arrastró hacia fuera bajo el fango y la lluvia que caía. Encontró el monstruo negro que su dueña había arrojado al fango. A pesar del intenso dolor en sus intestinos y de la humillación, o quizá debido a ella, Puri estaba mojada y su clítoris estaba hinchado y sobresalía de su cubierta protectora. Puri situó la punta negra y fangosa del dildo sobre su clítoris y se dejó caer sobre el mismo hasta que notó cómo la punta topaba con el que estaba profundamente alojado en su ano, provocando temblores a través de toso su atormentado cuerpo.
Puri se encontró de rodillas en el fango con su maquillaje y el pelo arruinados por la lluvia que caía, con sus intestinos como si la apuñalaran, sintiendo los retortijones constantes de dolor, y no pensando en nada que no fuera alcanzar el orgasmo para complacer a su dueña, de modo que ella pudiera ser libre para sacarse el consolador del culo, metérselo en la boca, liberarse del dolor que torturaba su cuerpo. ¿Dónde terminaría aquello?. Metiéndose el consolador de plástico dentro y fuera de su coño en toda su extensión mientras estaba arrodillada en el fango y la inmundicia, Puri era absolutamente un placer para la vista de Yolanda.
Yolanda sabía que ella estaba cerca de tener una pequeña mascota muy obediente. Después del día siguiente estaría totalmente sometida.
A 30 segundos de expirar el plazo, la temblorosa y mojada profesora sucumbió a un orgasmo de gran intensidad mientras estaba arrodillada bajo la lluvia en su jardín trasero. La intensidad de su propia pasión la abrumó.
Cuando Yolanda vio a su mascota agitándose en el fango inmersa en la pasión desenfrenada de un gran orgasmo sonrió para sí misma y le dio a Puri el permiso para continuar la prueba.
Puri entendió lo que ella tenía que hacer entonces y, a pesar de la repulsa que sentía por lo que tenía que hacer sabía que, literalmente, no tenía ninguna opción. Al volver a ponerse en cuclillas en el fango se quitó el consolador y sin vacilación se metió el consolador en su boca mientras hacía fuerza para expulsar las heces que torturaban dud intestinos. Cayó sobre su culo en el fango cuando, inmediatamente, su esfínter se abrió en una violenta explosión de mierda líquida. La mierda tenía tal fuerza al ser expulsada que salpicó sobre la tierra y llenó a la pobre profesora. La mierda siguió brotando y brotando mientras su cuerpo se liberaba de la presión que había estado torturándola durante por horas. La agotada profesora seguía en cuclillas entre su propia mierda con sus manchados zapatos de tacón y el empapado collar en torno a su cuello mientras la fuerte lluvia caía sobre su agotado cuerpo. Ella no tenía fuerzas ni para moverse.
Yolanda le tendió a su mascota una pequeña manta que había cogido del salón anexo al pórtico y le ordenó dormir toda la noche donde estaba. "Deberá dormir ahí mismo toda la noche. No debe moverse de ese lugar ni levantarse del suelo. Si necesita volver a cagar puede hacerlo ahí mismo"
Puri no podía creer que Yolanda esperara que durmiera en el lío que la habían forzado a hacer. Llovía y hacía frío y la zona donde le ordenaba que durmiera estaba repugnante. Ella se sacó el asqueroso consolador de su boca y estaba a punto de oponerse cuando se dio cuenta de que la más mínima protesta solamente le acarrearía problemas y dolor adicionales.
"Sí, señorita García", contestó la abatida profesora
"Vuelva a meterse el consolador en su boca hasta que le den permiso para sacarlo. Buenas noches, mascota", dijo Yolanda mientras que se daba la vuelta y entraba en la casa, en tanto que Puri se volvía a colocar el consolador en la boca e intentó acomodar su cuerpo en aquel montón de mierda marrón. Puri intentó bloquear su mente de la situación en la que se encontraba mientras intentaba cubrir su abusado cuerpo con la pequeña manta, intentando mantenerse caliente lo mejor posible.
Las píldoras, las habas y el aceite de ricino continuaron haciendo su trabajo durante toda la noche mientras la una vez respetada profesora se revolcaba en sueños en sus propios excrementos mientras soñaba con jóvenes y gruesas pollas que llenaban cada abertura de su cuerpo mientras su cuerpo y su mente continuaban traicionándola.