Maestra poseida XXII
Un día más en la "vida" de nuestra maestrilla..., ¿Podrá Puri soportarlo?
Capitulo 22
Yolanda dejó que su mascota durmiera hasta mediodía (aproximadamente 4 horas). Entonces la despertó y le mandó que limpiara la sala y se arreglara. Le dio 30 minutos.
Puri despertó despacio. La primera cosa de que se dio cuenta era que sus pezones estaban muy rojos y heridos. Su coño le dolía tremendamente y halló el vibrador metido entre sus empapadas piernas. El consolador todavía estaba en su ano. Forcejeó para ponerse de rodillas y halló la mancha mojada en la alfombra. No queriendo defraudar a su dueña, Puri se forzó a ponerse en marcha. Puso la silla otra vez en la cocina; recogió las sogas, las pinzas y el vibrador; limpió la alfombra y se dio prisa en subir la escalera llevando consigo los juguetes. Rápidamente se quitó su collar y los tacones y se dio una ducha caliente. Se apresuró en lavar los fluidos vaginales y el sudor de su herido y agotado cuerpo. Sus pezones estaban tan sensibles que el agua al caer sobre sus pechos la hizo que saltara de dolor.
Después de una ducha rápida Puri arregló su maquillaje y sus cabellos. Volvió a colocarse el collar y se dirigió a la alcoba para ver si su dueña había preparado alguna ropa para su uso. Halló un sostén demasiado pequeño y unos panties, una falda suelta roja y una blusa corta también roja que exponía su estómago y un par de tacones rojos. Puri se puso el sostén con lágrimas de dolor en sus ojos mientras sus abusados pezones eran comprimidos. Cuando se ponía los panties se dio cuenta de que Yolanda había encolado papel de lija en la entrepierna y en zonas del trasero. Cada paso frotaba el papel de lija por encima de su sensible piel desnuda. Después de ponerse la falda, la blusa y los tacones, se dio prisa en bajar a la cocina con 3 minutos de tiempo sobrante. Durante el camino a la cocina, la piel de su coño y ano empezaba a estar irritada por el roce de la lija.
"Muy bien, mascota", le dijo Yolanda dándole unos golpecitos a su maestra en su cabeza. Puri sintió un estallido de felicidad porque había agradado su dueña.
“Primero quiero que vuelque los restos de su diversión de la noche pasada en este recipiente para crema y guarde los preservativos usados en su bolso”.
Puri hizo cuanto se le mandó y se quedó pasmada al ver que se llenaba el recipiente de la crema para el café cuando se había vaciado el último preservativo.
“Ahora, Eugenia estará en casa en una hora. Prepare comida y haga café. Usted podrá sentarse para comer hoy. Algo especialmente sabroso, estoy muy hambrienta”.
Puri se movió alrededor de la cocina y preparó una comida que todo el mundo halló satisfactoria. Sentada en la dura silla de madera su ano le dolía y sus pezones le daban punzadas. Intentó mantener una cara sonriente para que así Eugenia no se diera cuenta de nada. Todo fue normal. Después de la comida, mientras Puri ponía el postre en la mesa, Yolanda le dijo a Puri, "¿Ha olvidado el café?”.
"Lo siento, señorita García", le dijo Puri mientras saltaba de la silla para hacer el café. Puri sirvió café para Yolanda y para ella. Yolanda se levantó y sacó el recipiente lleno de semen del refrigerador.
"Aquí está su crema, señorita Gómez."
Puri no tenía alternativa. Vertió algo del semen en su café. No podía creer que estaba sentada en su cocina con su hija bebiendo semen con su café. Bebió el café pero no podía mirar a Eugenia. Yolanda y Eugenia hablaron acerca de escuela y salvo por sus pezones palpitantes, la lija arañando su trasero y su coño, y el café con semen, era una conversación normal.
Después de la comida Yolanda y Eugenia fueron a la sala dejando a Puri limpiando. Eugenia limpiaba normalmente después de la comida, pero ahora era la amiga de Yolanda y Puri tenía este deber. Cuando la cocina estuvo limpia Puri caminó hacia la sala, hallando a Eugenia y Yolanda viendo la televisión. Su corazón saltó en su garganta. Pero era una película que Eugenia tenía alquilada desde la noche anterior.
Puri se estremeció con solaz. "Pensaba que iba a desyerbar el huerto, las flores y cortar el césped", le dijo Yolanda.
"Sí, señorita García. Sólo quería que supieran que estaría fuera en el patio."
Trabajar en el patio era la última cosa que Puri quería hacer. Verdaderamente quería quitarse la ropa y dormir, pero sabía que Yolanda acababa de darle una orden. Así que se fue al patio.
"¿Por qué mi mamá te llama señorita García?", preguntó Eugenia.
"Llama a todos los niños señorita o señor", contestó Yolanda. "Está muy bien que ella respete tanto a los niños."
"¿Y a mi no me respeta?", preguntó Eugenia.
"Porque estaría raro que la señorita Gómez llamara a su hija señorita Gómez. Quizá deberías pedirle que te llamara señorita Eugenia, eso no parecería tonto."
"¿Crees que lo haría?".
"Podríamos pedírselo juntas y apuesto a que lo hará."
Puri pasó las siguientes dos horas desyerbando el huerto y cortando el césped. Se sintió ridícula trabajando en el patio con una falda corta y tacones. Cuando Yolanda la llamó desde la casa estaba cubierta con tierra y tizne y sudaba profusamente. Su trasero y su coño se arañaban continuamente con la lija y tenía que moverse cuidadosamente para no hacer muecas con cada paso.
Cuando Puri entró, Yolanda le dijo, "Señorita Gómez, me parece que requiere una ducha. Tómese su tiempo. Eugenia y yo podemos esperar 45 minutos por nuestros bocadillos."
Puri entendió sus instrucciones y se dio tanta prisa como pudo en subir la escalera para quitarse los panties y el sostén. Cuando se hubo desnudado, Puri se miró su trasero y su coño y los halló rojos e irritados, pero no tan en carne viva como había temido. Tomó una ducha larga y después de secarse arregló sus cabellos y cosméticos. Entonces comprobó su ropa y halló una blusa larga y blanca y tacones en la cama. Resbaló la blusa por encima de su cabeza cuidando de no desarreglar sus cabellos y después de ponerse los altos tacones en sus doloridos pies, bajó a la cocina con 10 minutos para preparar los bocadillos.
Cuando los bocadillos estuvieron listos y la mesa puesta para dos, llamó a Yolanda y Eugenia a la cocina.
"Estamos tan hambrientas, señorita Gómez, que no podíamos haber esperado ni 3 minutos más", le dijo Yolanda.
Puri supo que lo había hecho dentro del límite.
"¿Usted no come, señorita Gómez?", preguntó Yolanda.
Yolanda sonrió y dijo "¿Por qué no se come por lo menos la mitad de bocadillo con nosotras?".
Puri tomó la mitad de bocadillo y se lo comió de pie al lado de la mesa. Intentó no devorarlo porque estaba verdaderamente hambrienta.
Yolanda pensó, “está aprendiendo verdaderamente. Debe estar lista para la próxima reunión del sábado”.
“Señorita Gómez, Eugenia y yo hablábamos mientras trabajaba en el patio y ella piensa que, ya que llama a todos sus estudiantes señorita o señor, pensamos que quizás le gustaría llamarla señorita Eugenia de ahora en adelante”.
Eugenia era toda sonrisas, y una Puri dócil dijo, "por supuesto que haría eso por mi hija."
Puri supo que acababa de dejarse caer otro escalón abajo por la escalera de mano.
"Eugenia va a irse esta noche a casa de Susi para estudiar y dormirá allí."
"Normalmente no se le permite a Eugenia dormir fuera de casa cuando tiene colegio al día siguiente", respondió Puri.
"Mamá, ¿no vas a usar mi nombre nuevo?. Yolanda dijo que podía hacerlo."
Puri tragó y dijo, "Pues si la señorita García piensa que está bien, puede quedarse, señorita Eugenia."
Puri estaba muy incómoda con esta situación pero no tenía elección.
Mientras Puri limpiaba la cocina, Yolanda llevó a Eugenia a la casa de Susi. En cuanto se hubieron ido, Puri se sentó y emitió un lamento. Su situación era cada vez peor. Se quitó su blusa y puso su collar alrededor de su cuello sin pensar en ello. Su dueña demandaba obediencia.
Cuando Yolanda volvió tomó a Puri por la traílla y subieron la escalera. "Está trabajando muy duro para ser una mascota obediente. Espero que no tenga que castigarla de nuevo como la noche pasada." Puri sonrió ante la alabanza que su dueña le había dado. Trabajaría duro para agradarla y evitar más castigos.
Yolanda llevó a Puri al dormitorio y la ayudó a aplicarse una loción calmante en su trasero y su coño. Pasó un tiempo extra asegurándose de que Puri se extendía bien el calmante por las zonas arañadas antes de detenerse y preparar la ropa de Puri para la tarde. “Esta noche vamos a ir a un salón y luego vamos a un lugar donde usted aprenderá un comercio nuevo”.
A Puri no le gustó el sonido de eso y se sintió aún más aprehensiva cuando vio la ropa que Yolanda le escogió. Una delgada blusa de algodón blanca que hacía que sus pezones fueran claramente visibles y apenas cubría sus pechos, y una coordinada y delgada falda de algodón negra con la longitud de una falda de animadora con nada debajo de ella. Yolanda tenía en sus manos su par de sandalias blancas con tacones de 15 cms. con correas del tobillo.
"Arréglese. Un toque con el delineador de ojos y lápiz de labios. Arréglese sus cabellos y cambie sus pendientes por los aros grandes”.
"Sí, señorita García", le dijo Puri mientras Yolanda salía para vestirse ella. Cuando Yolanda volvió llevaba vaqueros y una blusa roja. Su ropa le pareció conservadora a Puri o era el conjunto de Puri tan de aspecto extranjero.
Agarrándola de su traílla, Yolanda llevó a Puri al coche y se fueron. Su primera parada fue un salón llamado “El emporio”. Era una casa de tatuajes y piercings. Yolanda llevó a Puri al salón por su traílla. Puri quería morirse de turbación. Nunca había estado en público con el collar y la traílla. Yolanda le dijo a la mujer que trabajaba allí, "Mi mascota quiere que su ombligo sea agujereado con un aro pequeño dorado con M soldada."
Los ojos de Puri se abrieron enormemente cuando oyó lo que Yolanda había dicho. Iba a agujerearse su ombligo y una letra M se soldaría permanente en su barriga. ¿Cómo haría ella para explicar el piercing y la M?. Pero no podía negarse a ello y avergonzar a su dueña. Se la castigaría si lo hacía. Pero, además, no quería avergonzarla. Se dio cuenta de que no tenía nada que ver con el castigo. Un piercing era poco para lograr el favor de su dueña.
La mujer le hizo el piercing y soldó el aro dorado en el agujero con una M que se balanceaba en el aire colgada de él. Puri sintió una emoción extraña que recorría su cuerpo cuando se soldó la M en su lugar. Ella no entendió el sentimiento, pero era tan real como lo era el calor en su coño.
"¿Algún otro piercing?", preguntó la mujer.
"No, hoy no, pero pronto volveremos", contestó Yolanda. "Pague a la mujer."
Puri abrió su bolso y descubrió que no tenía dinero en efectivo, así que tenía que usar una tarjeta de crédito. La mujer sabía su nombre ahora. Se dio cuenta de que un cepillo para los cabellos de madera había sido introducido en su bolso junto con todos los otros artículos. El ojo de la mujer chispeó cuando ella vio todo el material en el bolso de Puri. Puri se sintió mortificada de que la mujer viera sus juguetes. Sintió un espasmo caliente en su coño al mismo tiempo.
Yolanda tomó la traílla de Puri y la llevó de vuelta al coche con su recientemente agujereada barriga con una M visible al mundo.
"¿Sabe que la M quiere decir mascota?".
"Sí, señorita García, su mascota cree que la M representa mascota."
Yolanda condujo hasta el otro lado de la ciudad y aparcó cerca de una sala llamada “Desnuda elegancia”. Yolanda se volvió a Puri y le explicó la situación.
"Entraremos aquí para que pueda observar cómo las bailarinas hacen bailes privados. Vendremos aquí el jueves para que concurse en el baile de aficionadas y espero que lo gane. Practicará por lo menos 2 horas cada noche hasta entonces. Mientras estamos aquí esta noche se sentará en una mesa de la parte de atrás. Tendrá por lo menos 3 muchachas haciendo bailes privados para usted. Si algún hombre se sentara con usted, debe permitirles hacerle cualquier cosa excepto follar con usted. Masturbará a cada tipo y dejará que su semen caiga todo encima de sus piernas y falda. Les dirá entonces que vayan a verme a la barra y me digan cómo lo ha hecho. Si recibo cualquier informe malo se la castigará. Quizá allí mismo con el cepillo para el cabello."
Yolanda le dio 10.000 ptas. para los bailes privados y dijo, "Tendrá que hacer que los señores paguen sus bebidas. Beberá pero no se embriagará. ¡Oh, y una cosa más!. Cuando no haya ningún hombre con usted quiero ver cómo juega con su coño desnudo."
Puri estaba asustada mientras seguía a Yolanda en el establecimiento. Se le permitió dejar el collar en el coche, pero todavía parecía realmente una prostituta o una ninfómana con su equipo.
Tenía que masturbar a cualquier extraño que se sentara con ella y dejar que se tomasen libertades con su cuerpo. Iba a acariciarse a sí misma en público. ¿Cómo podía hacer eso?. Estaba muy mal. Excepto porque su dueña lo demandaba. Su coño se empapó rápidamente y sus pezones se clavaban en la delgada tela de su blusa.
Puri se sentó en la mesa que Yolanda le indicó. No tardó ni 2 minutos en tener a un tipo sentado con ella. El señor se presentó como Pablo. Preguntó si a ella le gustaría una bebida. Ella pidió un Martini y mientras hablaba con él, estudió la pista. Había dos muchachas en la pista. Una estaba totalmente desnuda y la otra se había quitado el vestido y llevaba sólo un tanga. Bailaban y giraban al son de la música con hombres sentados alrededor de la pista. Cuando un hombre levantaba la mano con dinero, las muchachas se arrodillaban en la pista delante del tipo y le hacían algo especial y entonces él ponía el dinero en su liga. Usualmente dejaban que el hombre las acariciase mientras se volvían.
Cuando miró alrededor del cuarto vio a muchachas haciendo bailes en las mesas. Ellas bailaban desnudas muy cerca del hombre, casi tocándolo. Algunas de las muchachas realmente dejaban que las tocasen y se frotaban en las rodillas del tipo. Ella se dio cuenta de que había muchachas moviéndose entre las mesas ofreciéndose para bailar. Sus ojos encontraron a Yolanda en la barra y ella sintió un flujo de energía por su cuerpo, y quería agradar a su dueña. No estaba lista para empezar a masturbar este tipo, pero sí para decirle a una pelirroja alta con unos tacones de 17 cms. que quería un baile privado.
Se avergonzó realmente cuando la mujer desnuda bailó para ella. Apretó sus pechos grandes en la cara de Puri y ésta pudo sentir el roce del coño desnudo en su muslo. Se perturbó más porque su propio coño empezaba a gotear.
Después de la canción, la mujer puso su zapato de tacón alto en el borde de la silla de Puri con el dedo del pie contra su coño mojado mientras Puri resbalaba un billete de 2.000 ptas. en su liga. Una sonrisa inteligente cruzó los labios de la bailarina cuando besó a Puri en la mejilla.
Mientras ella se apartaba de la mesa, el señor que estaba con Puri se acercó más a ella y Puri podía sentir su mano en su muslo. Una mirada a su dueña y Puri permitió que su mano resbalara hasta la entrepierna del hombre. Halló una masa dura dentro de sus vaqueros ajustados y le susurró, "Si se la saca, haré algo por usted", con una voz tan suave y sexual que su dueña estaría orgullosa de ella. No podía creer que hubiera dicho aquello y que estaba ahora sentada con un completo extraño deslizando su mano de arriba a abajo por encima de su caliente polla. Su otra mano se deslizó hacia su húmedo coño y cuando se metió 2 dedos dentro experimentó su primer orgasmo de la noche. Poco después ella sintió la salpicadura caliente del semen en su muslo y falda. El hombre fustigó su polla en su falda y se levantó para irse. Ella le preguntó si le hacía el favor de ir y decirle a Yolanda cómo lo había hecho. Así quería agradar a Yolanda.
Antes de que otro hombre se le acercara, llamó la atención de una pequeña pero muy bien formada bailarina rubia y tuvo su segundo baile privado. Miró lo que la bailarina hacía y tomó notas mentales para poder hacer que su dueña estuviera orgullosa de ella el jueves. Ella no podía creer que fuera a estar aquí el jueves. Después de que la bailarina se hubo ido, 2 tipos se acercaron y se sentaron con Puri. Obviamente habían visto lo que había hecho antes y sus pantalones estaban abiertos y se le presentaron dos pollas más. Uno empezó a tocar su coño mientras el otro jugaba con sus sensibles pezones. Mientras el tipo de su derecha disparaba toda su carga de semen encima de su falda, Puri tuvo otro orgasmo. Después de que el segundo tipo agregó su carga a su muslo e iban a marcharse, Puri les rogó que se lo contaran todo a Yolanda.
Puri empezó a masturbarse sin pensar en ello cuando una bailarina negra muy alta negra apareció y dijo que Yolanda la había enviado. Habló con Puri todo el tiempo que bailó para ella. Le dijo que era una mujerzuela y que no podía aguardar a verla aquí el jueves después del trabajo para alguna diversión real. Ésto hizo que Puri se pusiese nerviosa, pero cuando la bailarina empujó su dedo del pie en el coño de Puri, ésta hizo erupción en otro orgasmo. “¿Qué me pasa?”, deseó saber.
Cuando Yolanda estuvo lista para irse, Puri había perdido la noción del número de hombres a quienes había masturbado. Podía tocar su semen resbalando por sus piernas y una mirada a su falda negra le mostró que estaba cubierta con semen blanco. Podía sentir el semen resbalando hasta sus zapatos. Se había acariciado durante horas y había orgasmado repetidamente. Su coño ya había “sufrido” muchos orgasmos durante la noche anterior y ahora ésto. No había tenido tantos orgasmos en su vida entera. Todo lo que podía pensar era en el fuego en su coño. Miraba a las bailarinas pero también miraba a los hombres, deseando que se acercaran y la ayudaran a apagar su fuego.
Cuando se levantó para salir sintió una alegría conmovedora mientras con su cuerpo cubierto de semen caminó orgullosamente detrás de su dueña hasta la puerta. En cuanto estuvieron en el coche, Puri inexplicablemente empezó a llorar. No sabía por qué, pero sabía que todo ésto estaba mal, y ella lloró durante todo el camino hasta su casa.
Yolanda permitió que Puri se duchara y entonces le mandó que por la mañana se pintase las uñas de las manos y de los pies en luminoso rojo. Puri se acostó en el suelo con ordenes de despertar a su dueña a las 7:00 con el desayuno listo. Sollozó hasta que pudo dormirse mientras visiones de pollas eyaculando pasaban por su mente y sus dedos acariciaban suavemente su coño hinchado.