Maestra poseida XXI
Una noche castigada...
Capitulo 21
Puri se dio prisa en llegar al 4x4 porque quería alejarse de la turbación que le habían provocado los acontecimientos de la tarde. Una vez estuvo dentro, cerró con llave la puerta y se agarró al reposabrazos del asiento, abrazándose su cuerpo usado. El interior del 4x4 olía a sexo y Puri podían sentir la humedad en la entrepierna de sus pantalones.
Mientras estaba allí sentada, su mente empezó a rememorar los eventos de la tarde y se horrorizó de que su coño empezara a palpitar de nuevo y gotear en sus pantalones. “¿Qué he llegado a ser?”, se preguntó, con las imágenes en su mente de los jóvenes muchachos y sus pollas palpitantes. Sus manos se alargaron hacia su bolso y tocó los 7 preservativos llenos de semen, recordando que había disfrutado de lo que le había pasado. Había tenido varios orgasmos. Estaba tan avergonzada... Pero había defraudado a su dueña. Yolanda seguro que la castigaría y ella se merecía todo lo que su dueña le hiciera. “¿Por qué me siento de esta manera?. ¿Qué me está sucediendo?”.
Yolanda dejó a su mascota en el 4x4 durante más de una hora mientras charlaba relajadamente con sus amigos. Cuando finalmente llegó al 4x4, halló a su mascota encogida en el asiento del pasajero, abrazándose las rodillas, con lágrimas secas en sus mejillas.
"Haga favor de perdonar a su humilde mascota, señorita García", le dijo Puri en cuanto oyó el ruido de la puerta al abrirse. Quería el perdón de su dueña.
"Demasiado tarde, mascota. Me ha avergonzado por no obedecer mis instrucciones. Espero más de mi mascota y cuando no hace lo que espero tengo que castigarlo para que así mejore su comportamiento."
"Su mascota entiende y acepta cualquier castigo que desee, señorita García."
Yolanda le sonrió y condujo el 4x4. "Siéntese derecha y baje su top, mascota”, mandó Yolanda.
Puri se sentó derecha y se bajó el top, desnudando sus pechos a cualquiera que mirase. Mientras conducía por el parking, Yolanda tocó la bocina para todos los que estaban allí miraran y vieran el espectáculo de su mascota.
Puri se encogió pero se quedó sentada mientras su dueño les mostraba sus pechos a todos los adolescentes del parking. Sabía que su cara estaba roja, pero tenía que ser castigada por su dueña.
Yolanda condujo hacia la casa de Puri, pero decidió detenerse a medio camino para una comida rápida porque no quería que Puri estuviera demasiado débil para continuar. Su noche sólo acababa de empezar.
Puri se mantuvo sentada semidesnuda mientras Yolanda conducía hasta un establecimiento de comida rápida con servicio para coches y encargaba su comida. Yolanda pidió para Puri un sándwich de pollo con una ensalada y un vaso de agua. Entonces Yolanda estacionó en el casi abandonado parking debajo de una luz mientras Puri devoraba su comida. Ella no se dio cuenta del coche cargado de muchachos jóvenes que estacionó al lado de ellas y que estaban contemplando sus pechos desnudos.
Cuando terminó de comer Yolanda le dijo que les diera una buena despedida a los muchachos. Ella se mortificó cuando se dio cuenta de que ellos habían mirado fijamente a sus pechos expuestos. Su impulso fue cubrirse, pero sabía que desagradaría más a su dueña, así que se tragó su orgullo y ofreció a los muchachos una vista clara de sus pechos desnudos.
Cuando llegaron a la casa de la maestra, Yolanda mandó a Puri a la cocina. Puri se quedó de pie en el centro del cuarto con su top y sus pantalones alrededor de sus tobillos mientras Yolanda volvía fuera al 4x4. Cuando volvió mandó a Puri que llevara una silla de la cocina a la sala y se sentara en ella en el centro del cuarto. Puri se quedó con sólo sus tacones en sus pies cuando se sentó en la silla dura de madera. Yolanda subió la escalera hasta su cuarto y volvió en unos minutos con varios artículos en sus brazos.
Yolanda mandó a Puri que se pusiera de pie y ella se sentó en la silla. "Mascota, creo que verdaderamente necesita aprender a seguir mis instrucciones. Me ha desobedecido cada vez que le he encargado una tarea. Pienso castigarla para alentarla a ser una mascota mejor. ¿Quiere ser una mascota mejor o no?".
"Sí, señorita García, su mascota quiere mejorar y por favor le pide a usted que la enseñe."
"Muéstreme su recolección de esta noche, mascota."
Puri fue a su bolso y sacó los 7 preservativos llenos de semen.
"¿Por qué hay siete preservativos?. Le mandé que llenara 6", demandó una irritada Yolanda.
"Señorita García, el último grupo tenía a 3 muchachos y tenía que hacérselo a todos."
"Deje que me explique. Dije que llenara 6 preservativos. Si se encontró en una situación donde tenía más muchachos que preservativos debería habérsela mamado a uno sin preservativo. ¿Está totalmente tonta?".
"Señorita García, lo siento, su mascota entiende ahora."
"Inclínese encima de mis rodillas."
Puri dobló su cuerpo encima de las rodillas de su dueña sabiendo que iba a ser zurrada como una niña mala.
"Me hizo esperar 10 minutos, no podía detenerse y gastó un preservativo de más, y usted está en su casa sin su collar. Comenzaremos con 50 golpes fuertes con este cepillo para el cabello. Cuente cada golpe, mascota."
GOLPE "Uno"
GOLPE "Dos"
Por el décimo golpe Puri sollozaba y tenía dificultad para llevar la cuenta de los golpes.
GOLPE "¡Quiiiiinceeeee!".
La azotaina continuó. Por el vigesimoquinto golpe, el trasero de Puri ardía y se estaba retorciendo ingobernable sobre las rodillas de Yolanda. Yolanda se detuvo por un momento y pasó la mano entre los muslos de su mascota y sintió sus jugos vaginales fluyendo libremente.
"¿Disfruta verdaderamente de su castigo?".
"No, señorita García, me duele terriblemente."
"Su coño no me dice eso. No tenga un orgasmo, mi mascota."
Una avergonzada maestra soportó los restantes 25 fuertes golpes sintiendo más dolor que nunca en su vida entera, pero el calor en su coño la perturbaba aún más. Cuando Yolanda terminó, el trasero de Puri Yolanda estaba muy rojo y palpitaba de dolor.
"Levántese, mascota, y no toque su trasero o su coño."
Yolanda se levantó de la silla y puso un preservativo forrando el asiento. Se cubrió la almohadilla de la silla con el preservativo diminuto y duro.
"Señorita García, ¿puede su mascota coger su collar?”, preguntó Puri con las lágrimas corriendo por sus mejillas tras los azotes.
"Sí, mascota, y coja su consolador también."
Puri se dio prisa en coger su bolso y sacó su collar y el consolador.
"Métase su consolador donde ya sabe."
Aunque a ella no le gustaba nada la idea de volver a meterse el consolador en su ano, Puri sabía que era donde Yolanda quería. Ella inclinó sus rodillas ligeramente y ejecutó la tarea humillante de meterse el consolador profundamente en su ano.
"Siéntese, mascota", mandó Yolanda indicándole la almohadilla del preservativo.
Puri suavemente bajó su trasero palpitante hacia la almohadilla. Su dolor se intensificó y el consolador se introdujo más profundamente en su ano. Yolanda ató las manos de Puri atrás de la silla y al escalón debajo de la silla. Entonces ató una soga sobre los pechos de Puri, sujetándola firmemente contra el respaldo de la silla.
Entonces Yolanda mandó a Puri que alzara sus piernas y pusiera sus pies en el borde de la silla. Esto hizo que Puri abriera sus piernas para obedecer la orden de Yolanda y el movimiento envió traqueteos de dolor desde su abusado ano. Puri usó esta posición para alzar ligeramente su herido trasero de la almohadilla para así aliviar el dolor.
"Quiero que deje caer sus pies y apriete sus muslos juntos para mantener ésto en su lugar", le dijo Yolanda mientras introducía un gran vibrador profundamente en el empapado coño de Puri.
Una avergonzada maestra se ruborizó pero no dijo nada mientras dejaba caer las piernas introduciéndose el vibrador muy profundamente dentro de su coño. Sabía que dejar que resbalara fuera sería mucho peor y quería mostrarle a su dueña que podía ser obediente.
Yolanda entonces ató los muslos de Puri herméticamente juntos manteniendo el vibrador en su lugar. Ella entonces ató sus rodillas y tobillos herméticamente juntos. Se inmovilizó así a Puri en el medio de su sala, desnuda, atada a una silla con su ano ocupado por un consolador y su coño goteando jugos alrededor de un vibrador largo y duro metido en su coño. ¿Qué podía ir peor?.
Yolanda movió la televisión e insertó una cinta de vídeo en la máquina y lo conectó. Puri se asustó al ver el interior del 4x4. Entonces se vio a sí misma y al primer muchacho que había llevado al 4x4 esa noche. "¿¿¿Qué???".
“El 4x4 está equipado con una cámara de vídeo de infrarrojos. Tenemos toda su tarde grabada para siempre aquí", explicó Yolanda.
Mientras miraban la cinta Yolanda comentó las acciones de Puri. Su técnica fue criticada. Puri estaba especialmente avergonzada de que su placer fuera tan evidente por todas partes del vídeo. No parecía más que una perra caliente en el vídeo. Claramente la mostraba como el agresor y que disfrutaba de cada minuto de ello. Yolanda le señaló que los dos primeros muchachos eran estudiantes de segundo año y tenían 18 años, mientras que el siguiente sólo tenía 16 años y los tres últimos tenían 17, 16 y 15 años. Claramente menores de edad. "Después de que terminemos de ver ésto esta noche, papá hará varias copias para el caso de que usted quiera que sean distribuidas."
Justo cuando Puri pensaba que no podía pasarle nada peor. Ahora podía perder su trabajo y su familia y ser encarcelada. Yolanda la poseía ahora completamente.
"Me siento muy cansada, mascota. Pondré sus preservativos en el frigorífico mientras disfruta del vídeo", le dijo Yolanda mientras se iba a la cocina.
“Puedo aguantar este castigo”, pensó Puri, "Yo pensé que sería peor".
Yolanda volvió al cuarto, "¡Oh, olvidé unas cosas!". Se colocó frente a Puri y lo que tenía en sus manos hizo que el pánico naciera en el corazón de Puri. Yolanda tenía en la mano unas pinzas para los pezones unidas por una larga cadena. Puri sabía que Yolanda iba a atárselas a sus pezones. El dolor era mucho peor que con las otras pinzas.
Yolanda retrocedió para admirar su trabajo. "Perfecto. Pero no quiero escucharla a usted en toda la noche, así que abra bien la boca."
Puri abrió su boca y Yolanda ató el pene mordaza en su lugar. Por las punzadas de dolor en sus pezones Puri supo que sería una noche larga. Entonces Yolanda hizo algo que Puri no esperaba. Alzó las piernas limitadas de Puri hasta que pudo atar la cadena que unía las pinzas alrededor de la soga que mantenía las rodillas de Puri juntas. "Ahora, si puede mantener sus piernas arriba toda la noche creo que sus pezones no se estirarán demasiado."
Los ojos de Puri se abrieron enormemente con miedo. No podía ser posible que le hiciera eso. Iba a arrancarle sus pezones. Mientras luchaba por mantener sus piernas arriba, descubrió que podía apoyar ligeramente los dedos de los pies en el borde de la silla, lo que la ayudaría en evitar la tensión de los pezones, pero no podía mantenerse así mucho tiempo a causa de la tensión en sus piernas.
"Un toque final y estaré lista para darle las buenas noches." Yolanda alargó la mano hacia abajo y metió su dedo entre los muslos herméticamente atados de Puri y encendió el vibrador.
"Buenas noches, mascota."
Yolanda subió escalera para acostarse y Puri se quedó sola en la sala con todas las luces encendidas y el vídeo pasando la cinta una y otra vez. Puri luchó por evitar la tensión de sus pezones manteniendo sus piernas arriba y usando los dedos de los pies para descansar sus muslos de los calambres. Trató de ignorar el vibrador zumbando profundamente en su coño y el dolor de su ano al descansar todo su peso entero en la almohadilla de la silla. Podía verse follando y chupando las pollas de muchachos adolescentes en su televisión. Su mente rememoró los sucesos de la tarde, pero tenía que concentrarse en proteger sus estirados pezones. Su incomodidad crecía cada minuto pero hasta ahora podía mantenerse.
De repente, su cuerpo fue sacudido con un orgasmo intenso. Sus piernas resbalaron y la cadena tiró de sus pezones, que para su desmayo le provocaron otro orgasmo más intenso. Tanto como el dolor aumentaba, así lo hacía la intensidad de sus orgasmos. Por la mañana estaba totalmente exhausta y su cuerpo estaba agotado por el dolor de sus estirados pezones y el placer en su coño, que era tan intenso y tan a menudo que casi le provocaba ya más dolor que placer.
Cuando Yolanda bajó, vio a su mascota empapado de sudor, con sus muslos temblando y la almohadilla de la silla cubierta con sus jugos. También el suelo estaba encharcado con sus fluidos vaginales. Puri parecía estar deslumbrada. Yolanda soltó la cadena alrededor de sus rodillas, dejando que sus piernas cayeran al suelo y sus pezones se recuperasen de su estirada longitud, pero no le quitó las pinzas de sus pezones. Yolanda metió su dedo entre los empapados muslos de Puri y apagó el vibrador. Después quitó la mordaza de la boca de su mascota.
"Su mascota lo siente, señorita García."
"¿No quiere agradecerme su lección?".
“Su mascota le agradece a usted que me haya enseñado la importancia de una obediencia completa."
Puri estaba tan agotada a estas alturas que se desmayó.
Yolanda terminó de desatar a su mascota y la bajó al suelo entre sus propios jugos y dejó que durmiera. Tenía planes para esa tarde.