Maestra poseída XVI
Un cambio de... ¿estilo?
Capitulo 16
Desde el principio de la primera clase Puri supo que sería un día muy largo. El material de seda frotaba sus pezones enviando descargas eléctricas directamente a su coño. El consolador en su ano se movía con cada paso que daba y podía sentir cómo su coño empezaba a gotear sus fluidos vaginales. La zona entre sus muslos estaba húmeda con su néctar vaginal y las cimas de sus medias empezaban a mojarse. Afortunadamente, no tenía una clase a tercera hora y se dirigía a los servicios para limpiarse cuando recordó que Yolanda le había prohibido usar el baño. Volvió a su aula y, después de cerrar con llave la puerta, usó un kleenex para secar sus muslos y coño. Estaba tan caliente que no podía imaginarse el día entero en este estado. Sólo antes de iniciar su siguiente clase tuvo que secarse su coño de nuevo y entonces pudo dar la clase. Pero volvió a estar empapada al finalizar la hora. Agradeció mentalmente que la hora del almuerzo estuviera tan próxima.
Antes de dirigirse al comedor, Puri de nuevo secó su coño y sus muslos con un kleenex. Entonces se encaminó al comedor con el almuerzo que Yolanda había preparado para ella. Se sentó ligeramente apartada para abrir su almuerzo. Dentro halló una nota que decía.
“Estimado mascota,
Use todo el "aderezo" y guarde el recipiente”.
Puri rápidamente plegó la nota y la puso en su bolsillo. Abrió el recipiente de la ensalada y casi se desmayó cuando vio el "aderezo." El preservativo lleno de semen de la noche anterior estaba puesto junto a su ensalada. Sin otra opción, cuidadosamente extendió el semen del preservativo sobre su ensalada y escondió el preservativo en el fondo de la bolsa del almuerzo. Intentó actuar normalmente y conversar con sus compañeros mientras comía su ensalada cubierta de semen. Tuvo que declinar varios ofrecimientos para que se sentara diciendo que le molestaba la espalda y estaba mejor de pie. Estaba profundamente avergonzada por estar comiendo semen como aderezo de su ensalada en la escuela, delante de sus compañeros, aunque ellos no tuvieran ni idea de lo que estaba haciendo. Tenía que comer rápidamente para poder volver a su aula y masturbarse por segunda vez hoy. Sabía que no tendría que estar masturbándose durante mucho tiempo porque ya estaba a un nivel muy alto de excitación.
Mientras volvía a su aula todavía quería vomitar, cerró con llave la puerta y se sentó en el suelo lejos de la puerta antes de meterse el gran consolador negro profundamente en su empapado coño. Tres embestidas y ya estaba cerca del orgasmo, y con gran esfuerzo se detuvo, se sacó el consolador y lo guardó en el bolso. Rápidamente se secó y se limpió los muslos justo al tiempo que la campanilla sonaba para la clase de Yolanda.
Cuándo Yolanda entró se acercó a Puri y susurró, "¿Cómo estaba el almuerzo?".
Puri se ruborizó profundamente y miró cómo Yolanda tomaba asiento.
"¿Qué es ese olor, señorita Gómez?", preguntó Yolanda en voz alta.
De repente, Puri se dio cuenta de que había un olor definido en el aula y entonces supo que era el olor a sexo. Su constantemente empapado coño y el kleenex que había usado para limpiarse estaban haciendo que el aula oliera como su alcoba después de una prolongada sesión de sexo con su marido. Con una cara roja contestó, "no sé. Me di cuenta esta mañana."
El resto del día no podía concentrarse. No podía parar de oler el olor de su sexo o de saborea el semen que voluntariamente se había comido en el almuerzo. Al final del día Yolanda vino a su aula y le quitó las vendas de sus pezones. El sentimiento de cómo la sangre de nuevo circulaba por sus pezones casi la hizo caer de rodillas. "Deje el preservativo usado encima de la basura para que Luis lo vea y reúnase con Eugenia y conmigo en el coche."
Yolanda le dio una nota a Puri en el coche. "Sus instrucciones para el gimnasio."
La maestra guardó la nota en su bolsillo y siguió a Yolanda hasta su coche. Después de dejar a Puri en el gimnasio, Yolanda se puso al volante del coche. "La recogeremos aquí mismo dentro de 2 horas, señorita Gómez", le dijo Yolanda mientras ella y la hija de la maestra se alejaban en el coche.
Puri entró en el gimnasio, firmó, y se dirigió a los vestuarios, donde ella abrió la nota de Yolanda. Leyó la nota:
“Estimada mascota,
Sáquese el consolador del culo en los vestuarios, porque no le está permitido usar los servicios más que para ducharse y peinarse y maquillarse. Estará una hora haciendo los mismos ejercicios que ayer y agregará 15 minutos de ejercicios abdominales y 15 minutos más para ejercitar la parte superior del cuerpo. Después de su ducha usted lubrificará su ano y volverá a meterse el consolador en el culo en los vestuarios. Reúnase con nosotras fuera en 2 horas.
Yolanda.”
Puri miró a su alrededor en los vestuarios. No había ninguna manera de que pudiera quitarse el consolador con alguien allí, pero no podía esperar demasiado porque tenía que estar lista y fuera en 2 horas. Se situó en el rincón más alejado del vestuario, pero todavía completamente a la vista si alguien miraba. Después de colgar su ropa en la taquilla, Puri echó furtivamente un atisbo rápido alrededor del cuarto y rápidamente se quitó el consolador de su ano y lo guardó en el armario. Le salió más fácilmente que la primera vez porque su ano se estaba abriendo de usarlo. Rápidamente se puso los ajustados leotardos y los calzones de ciclista y se encaminó rápidamente al gimnasio para completar su entrenamiento.
Puri se apresuró en terminar su prescrito programa de ejercicios para poder descansar unos instantes y entonces corrió a la ducha. Se había empapado por la fricción del leotardo en su coño y su clítoris era claramente visible en su abertura. Sus pezones estaban penosos por el estímulo constante y por haber estado atados todo el día. Ella sólo tenía 10 minutos para estar lista. Una ducha rápida, secarse sus cabellos y maquillarse y su tiempo habría acabado. Iba a llegar tarde. Mientras se dirigía a los vestuarios vio cómo entraban un grupo de mujeres y ella sintió pánico cuando pensó en cómo iba a poder meterse el consolador en el culo delante de ellas. No tenía tiempo para esperar a que los vestuarios se desalojasen, así que se vistió rápidamente y, con disimulo, se levantó la parte trasera de su falda y se dio unos golpecitos de lubricante en su ano. Tan disimuladamente como le fue posible, alargó las manos hacia su espalda, con el consolador en la mano, y se lo metió en el ano. Una pequeña boqueada salió de sus labios cuando el consolador se introdujo fácilmente en su abierto ano.
Recogió sus cosas y se apresuró en llegar a la puerta mirando su reloj. Eran 12 minutos tarde. Puri se apresuró en acercarse al coche y abrió la puerta. "Siento muchísimo llegar tarde. Haced el favor de perdonarme por retrasar nuestra comida", dijo Puri mientras se metía en el coche.
"No pasa nada, mamá", le dijo Eugenia.
Yolanda sólo la miró fijamente, provocando escalofríos a su maestra.
Yolanda condujo hasta el centro comercial local y después de aparcar el coche, le dijo a Eugenia que entrara y buscara una mesa en el restaurante. En cuanto Eugenia estuvo fuera de la vista, Yolanda abofeteó a Puri duramente en por la cara. "No vuelva a hacerme esperar de nuevo, mascota. Esta noche será castigada."
Yolanda se volvió y se dirigió al centro comercial, dejando a la agitada maestra frotándose su mejilla en el aparcamiento. Puri se apresuró a alcanzar a Yolanda cuando entraba en el centro comercial. Fueron al restaurante y Yolanda entonces dijo, "¿Por qué no se sienta al lado de Eugenia, señorita Gómez?."
Una maestra muy nerviosa e incómoda se sentó al lado de su hija y cogió con sus dedos la ensalada de lechuga y la taza de la fruta que Yolanda le pidió mientras Eugenia estaba en el servicio. Yolanda y Eugenia se comieron menús completos con postre incluido. Después de la comida Yolanda dijo, "Ahora su sorpresa, señorita Gómez. Eugenia y yo hemos decidido que ella necesita poner sus cabellos en manos de un profesional para que la ayude a crearse su propio estilo."
Puri no tenía ni idea de qué hablaba, pero dijo simplemente, "gracias."
Puri se sentó en la silla de la peluquería a la que se dirigieron y Yolanda habló con el estilista. Eugenia y Yolanda salieron diciendo que estarían de vuelta en una hora. Puri se volvió para no ver qué se le hacía a sus cabellos. Tardó aproximadamente 50 minutos, pero cuando le echó una mirada a sus cabellos, le habían hecho un corte juvenil, y se quedó helada. Parecía mucho más joven de lo que ella pensaba que era posible. El estilista entonces dijo, "La señorita también nos rogó que le agujereáramos sus orejas."
Puri pensó que iban a agujerear sus orejas con un segundo agujero y se asustó, pero no dijo nada.
"Estará sorprendida con su nueva imagen”.
El estilista cambió de posición y Puri se dio cuenta de que tenía 5 nuevos agujeros en cada oreja, hacia arriba desde el lóbulo y uno en la parte superior de cada oreja. Todos los piercings eran claramente visibles con aros de color dorado a causa del nuevo corte de los cabellos.
Sólo entonces Eugenia y Yolanda volvieron.
"¡Oh, mamá!", lloró Eugenia. "Así estará más fresca", dijo Yolanda, sonriendo a la avergonzada maestra.
Yolanda envió a Eugenia a la tienda de música para que se encontrara con sus amigos y le dijo que se reuniera con ella y su mamá en una hora. Yolanda fue con Puri a pagar la factura y le susurró, "pida cita para depilarse el cuerpo completo para el viernes a las 6:00."
Puri hizo como se le mandó. Yolanda entonces le entregó a Puri una pulsera del tobillo con el nombre "mascota" inscrito. Cuando salieron de la tienda, Yolanda le dijo a Puri, "póngasela esta noche después de su castigo."
La siguiente parada fue en 'The Limited,' una tienda de ropa para adolescentes donde renovaron el armario de Puri. Yolanda le dio a Puri un par de tejanos de la talla 34. "Pruébeselos."
Puri fue al probador y forcejeó con los vaqueros demasiado pequeños. Le estaban definitivamente muy ajustados. Recordando sus compras previas, Puri se puso los tacones y salió para enseñárselos a Yolanda. Yolanda la hizo dar una vuelta y la examinó. Estaban tan ajustados que ella casi no podía respirar. "Bueno, cámbiese y reúnase conmigo fuera."
Cuando Puri se hubo cambiado y salió de la tienda, encontró a Yolanda delante de la tienda y le dio una bolsa de la tienda Puri no miró en la bolsa, pero en ella había unos tejanos de la talla 32 y una camisa grande.
Pronto Eugenia se les unió y las tres volvieron a casa. Todo el camino Puri iba pensando en que iba a ser castigada por llegar tarde como una muchacha pequeña, pero el castigo que iba a recibir no sería ciertamente como el que una muchacha pequeña recibiría.
Cuando llegaron a casa, Eugenia se fue a la cama porque ya era tarde. Yolanda le dijo a Puri que estaría con ella en cuanto Eugenia se hubiera dormido. Puri fue a su cuarto e inmediatamente se desnudó y cambió sus “cómodos” tacones de 10 cms. por los tacones de 15 cms. No quería provocar más la ira de su dueña. “¿Cómo puedo pensar en ella como mi “dueña”?”, deseó saber mientras se enhebillaba su collar alrededor de su cuello.
Yolanda entró 10 minutos más tarde, hallando a su maestra desnuda con sus tacones de 15 cms., llevando su collar y esperándola. Se acercó a Puri y la agarró un pezón con cada mano, y apretó hasta que el dolor obligó a Puri a ponerse de rodillas. Ella continuó pellizcando y retorciendo los pezones de la maestra hasta que sus lágrimas fluyeron por sus mejillas. "Nunca me haga esperar de nuevo. ¿Entiende?", preguntó Yolanda con una torcedura cruel en cada pezón.
"Sí, señorita García, su mascota no llegará tarde de nuevo. Su mascota lo siente", sollozó la maestra.
A Yolanda le agradó que su mascota hubiera aceptado tan fácilmente su papel de esclava. Estaba aprendiendo rápidamente.
"Quítese el consolador de su culo", mandó Yolanda.
Puri alargó la mano a su espalda y sacó el consolador fuera de su ano.
"Métaselo entero en su boca y no haga ni un sonido."
Puri luchó por meterse el consolador entero en su boca y no vomitar al mismo tiempo. Yolanda la miraba con una sonrisa cruel en su cara. Finalmente, Puri tuvo el consolador completamente metido en su boca.
"Pegue su cara al suelo, el trasero alto y las manos entre sus piernas."
Puri asumió la posición humillante.
"Abra sus piernas y acaríciese."
Puri abrió sus piernas y su ano y su coño quedaron totalmente expuestos a cualquier cosa que su estudiante quisiera hacerle.
"Mi mascota me ha hecho enojarme mucho por llegar tarde, pero ha sido bastante buena por otra parte, por lo que limitaré su castigo a 12 golpes con fuerza con su pala. Uno por cada minuto que llegó tarde. Y para hacérselo más soportable cogerá este consolador negro y se lo meterá en su coño para mí pero no llegará al orgasmo. ¿Entiende?", mandó Yolanda mientras miraba el ano de la maestra.
Puri cabeceó desde su boca llena con su consolador. Tomó el consolador negro y se lo metió en su coño mojado. Los primeros 10 cms. la penetraron fácilmente.
¡WAM!, la pala golpeó en su trasero.
"¡Muhhh!", gimió Puri mientras movía el consolador dentro y fuera de su coño. Después de 6 fuertes golpes, aproximadamente 12 cms. del consolador desaparecían ya dentro de su abierto agujero. Eso hizo que llegara al borde del orgasmo. Su trasero se movía para encontrar la pala mientras el consolador se zambullía en su coño, dentro y fuera, dentro y fuera. Su trasero le ardía y su cuerpo quemaba. Yolanda pudo comprobar cómo su maestra hacía esfuerzos sobrehumanos para no alcanzar el orgasmo mientras 15 cms. de consolador la penetraban en su coño, así que se lo sacó bruscamente. Entonces aplicó los restantes 6 golpes con fuerza, rápidamente y sin descanso.
La alfombra bajo Puri tenía 2 manchas mojadas. Una de sus lágrimas y la otra de los fluidos vaginales que habían goteado de su coño. Yolanda le ató las manos a Puri a su espalda y puso la alarma del despertador a las 5:30 mientras se preparaba para irse a la cama. Entonces puso la pulsera alrededor del tobillo derecho de Puri. "Usted nunca, y digo nunca, se quitará esto. Hasta mañana".